lunes, noviembre 28, 2005

~30~ 1ª Temporada

En el capítulo anterior…

Gracias a ese GPS que todas llevamos dentro (menos la Gigi, a la que le es imposible encontrar el mar, si la soltamos en una playa), conseguí orientarme y encontrar una salida. Eso sí, trepando como una puta cucaracha por un tubo de pared vertical larguísimo, mientras una voz de señora, que estaba como una cabra ultra conservadora, contaba lo cool que era ser La Perfecta Ama de Casa.

¡Ya no eran dos metros, ni uno! ¡Había llegado a la rejilla de ventilación y me dolía todo!Afiancé mi posición, colocando las piernas más tensas, para no escurrirme pa’bajo, y como el cable de luz que conectaba a la televisión pasaba por un huequillo que había entre la pared y aquella extraña rejilla de ventilación, no me costó mucho cogerla con los dedos súper magullados como los tenía, y empujar hacia fuera, pero sin tirarla. No quería formar un escándalo.

Lo primero que hice, antes de calcular la altura del suelo para soltar la rejilla, fue mirar hacia el interior… ¡¡¡Estaba en un cine!!! Bueno, se parecía a un cine, aunque súper raro; había una fila de tías sentadas mirando hacia la pantalla, como hipnotizadas por la peli, con auriculares en la cabeza de los que salía un cable que bajaba hacia el suelo, y se iban hacia al fondo de la sala.

Con mucho cuidado, dejé la rejilla en el suelo y volvía nacer. No por encontrarme viva y entera, que también podría, sino porque salir por aquel jequecillo con mi cazadora de súper puta, fue más forzado que un parto, pero conseguí salir, pasando un momento de pánico total cuando sabes que te cuelgan los pies de un precipicio, y salté al interior de la sala de proyección.

Primero recuperé el aliento, mientras todas aquellas tías seguían viendo la película, sin enterarse de que yo estaba allí. Me levanté y me sacudí la ropa, intentando orientarme en aquel sitio en el que se podía ver todo, gracias a la luz de la pantalla de proyección, donde ahora, la agradable y lunática anciana, daba consejos de cómo lavar la ropa y tenderla. Nunca usar la secadora, porque eso estropeaba los tejidos. ¡Vaya, eso ya lo sabía!

En la sala habían por lo menos cincuenta chicas, de entre los veinte a los cuarenta años, viendo la peli con aquellos auriculares en la cabeza, y seguían súper concentradas en cómo lavar la ropa, como decía la mujer de la pantalla.

Me acerqué a una de las chicas y la toqué. Nada. Estaba catatónica perdida viendo la peli, como lo haría una "fans" de Pasión de Gabilanes. Levanté un poco el auricular y pegué la oreja, a ver qué coño estaba escuchando, si Madonna o Bananarama… pero no… aquello sonaba raro. Como cuando todas teníamos aquel módem de 56kas y te conectabas a internet, y que sonaba como pitiditos de sube y baja. Raro de cojones.

¿Y si no eran gusanos medulares lo que le metían a la gente, para cambiarles el comportamiento y volverlas heterosexualas? ¿Y si eran proyecciones en 16 milímetros, como aquella de la señora que daba consejos… más un extraño tipo de frecuencias que alteraban… no sé, algún tipo de ondas cerebrales.

¡¡¡!!!
¡Qué JEBY, neeenaaas…!

¿Sería posible cambiar el comportamiento humano con un tipo de onda o frecuencia?

¡Una fanfarria me dio un susto de muerte! El marido de la chica de la película había llegado a casa, y la nena se comportaba como si le hubiera tocado la Lotería de Navidad. Le traía su bata y pantuflas para estar por casa, además de una bebida.

¡Madre de dios! Todas las chicas de la sala se pusieron a aplaudir felices como lombrices.
¡¡¡Las estaban heterosexualizando delante de mis narices!!! ¡Eso never, darling!

Sacando fuerzas de no sé dónde, porque estaba súper guiñapo y nada cool, me dediqué a seguir los cables de los auriculares hasta el fondo de la sala, donde había una mesa de mezclas, con un ladrón de audio del que partían todos los conectores de los auriculares. Los saqué todos. Uno tras otro, hasta que todas se quedaron sin el audio de aquellos extraños pitiditos que sonaban a módem de 56kas.

Alejada de la pantalla como estaba, la luz era más escasa, pero miré a los lados por si saltaba una alarma o algo cuando desconecté todos los auriculares. Pero nada. Busqué una salida, pero tampoco la vi… aunque sí una estantería metálica enorme, con muchas baldas, llena de cosas, como bolsos, cazadoras, etc… Supongo, que eran las pertenencias de las chicas aquellas. Cada pertenencia tenía un número. Miré hacia atrás, y en cada silla donde estaban sentadas las chicas, había otro número.

Cogí un bolso y lo abrí. ¡Sí! ¡Un móvil! ¡¡¡MIERDA!!! Estaba apagado y pedía PIN. ¡Pa pines estoy yo ahora! Lo dejé en su sitio y miré hacia las chicas, que seguían igual de empanadas que antes, viendo como la tiparraca de la pantalla tendía la ropa con un estilazo, que ni la Andrews en Sonrisas y Lágrimas.

Vamos a ver, Dolly… si todas estas tías están aquí, habrán entrado por alguna parte, ¿no?

Recorrí la sala de proyecciones, mirando con miedo hacia el ventanuco por donde salía la proyección, no sea que el proyeccionista o quien fuera, me viera pululando por la sala y llamara la atención; me tuve que arrastrar a cuatro patas cerca de la pantalla y nada, ni una jodida puerta. ¡Coño! ¿Es que las habían teletransportado hasta allí o qué? ¡La puerta! ¡Anda que no soy tonta! La puerta estaba justo a un metro de la rejilla de ventilación por donde había salido.

Fui a coger el pomo para abrirla y al tocarlo, saltó una alarma que me puso los pelos de punta y chillé como una berraca. ¡No era una alarma! ¡Era una de las tías de la sala que había salido de su trance hipnótico, se asustó y chilló como una loca!

-¡Qué es ésto! ¡Dónde estoy!
SShhhh baja la voz o nos van a dar, tía! -tuve que ser rápida y creíble, para ponerla de mi lado y que no chillara llamando la atención. La cogí de las manos-. Escucha, me han secuestrado como a vosotras. Estamos no sé donde, y hay que salir de aquí. Yo he desconectado los auriculares que teníais en la cabeza, porque creo que os intentan heterosexualizar… ¿eres lesbiana?
-¿Qué?
-¡Que si eres lesbiana, neeenaaa!
-Pues –parecía confundida-, no lo sé.
-Fijo que lo eres, pero te han estado drogando con ese sonido de los auriculares. ¡Escucha! Tenemos que salir de aquí, y a ser posible, vivas y más marikas que nunca, ¿entendido?
-Sí… -dijo ella asustada, mirando a las otras chicas que seguían hipnotizadas con la pantalla.
-Esta parece la sala de las chicas, pero debe haber otra sala con chicos, ¿me entiendes? Viendo cosas de cómo ser un hétero, y con esos auriculares con el sonido para lavarles el cerebro… las demás chicas supongo que se irán despertando de su trance, como tú, ¿vale? ¿Cómo te llamas?
-¿Qué?
-¿Qué cómo te llamas?
-Re… -dudó un instante-, Rebeca…
-¡De Mornay! ¡Qué cool, nena! Atiende, antes de que se despierten las otras, ¿vale, Rebeca?
-Sí…
-Detrás de tu silla hay un número, ¿vale? Y al fondo de la sala hay una estantería llena con vuestras cosas, clasificados por números. ¿Tienes móvil?
-¡Claro!
-Vale. Busca tu número, enciende el móvil, llama al 112 y pregunta por el agente Burno, no Bruno no ¡Ernesto, de la comisaría de la calle Luna!, y le dices que es una urgencia… que eres una de las desaparecidas, que Dolly está contigo y que localicen la llamada, porque no sé dónde estamos, nena…
-Vale.
-¿Eres lesbiana?
-¡¿Y a ti qué te importa?! ¡Maricón!–chilló súper ofendida.
-¡Bien! ¡No te han lavado el cerebro del todo, nena! –y le di un beso en los morros y descubrí que las bolleras no tenían bigote como imaginaba-. No olvides hacer todo eso. Ve a por tu móvil, tranquiliza a las demás cuando salgan de su trance, y pide que te pongan con Ernesto de la comisaría Luna, dile que estás con Dolly y que localicen la llamada… y que por nada del mundo hable con la Space, que es de los malos ¿entendido, chocho?
-Sí… -dijo algo ofendida por lo de chocho.
-Esa es otra, olvidaba decirte. Aquí hay dos tipos malos, uno rubio alto y cachas, y otro negro alto y cachas: la Space. Si aparecen, tenéis que saltar sobre ellos pero sin dudarlo.
-Fueron ellos quienes me secuestraron.
-Fijo, nena. Y son súper mega malos. Si te vuelven a pillar, olvídate de ser lesbiana, porque te vuelven heterosexuala hasta las trancas.
-¡Qué horror!
-¡A mi me lo vas a decir! Bien, manos a la obra. Yo me voy a buscar una sala como esta, pero llena de tíos marikitas, antes de que los vuelvan heterosexualas. ¡Corre, ve a por tu móvil y llama al 112; agente Ernesto de la comisaría Luna; Dolly está contigo; que localicen la llamada, y que no haga caso de La Space, que es de los malos! ¡Corre!
-Sí, sí… -dijo mientras salía corriendo hacia el fondo de la sala, donde yo le señalaba.

Como no podía perder más el tiempo allí, abrí la puerta y salí. Aún tenía que encontrar la sala de los chicos, donde seguro que estaba la idiota (y cleptómana) de la Numis, que por ladrona no merece ser salvada… pero donde además estarían más marikas inocentes como yo, a las que intentaban lavar el cerebro, con aquella frecuencia y…

Me paré horrorizada al recordar algo que me dijo Bruno... sobre que Gigi se había ido con la Space (capítulo 21 para las LOST en esta historia), aunque hablé con Gigi para contarle mi teoría de los Aliens Ochos (capítulo 22, también de este blog)… ¡Pero podría estar con la Space, que sabía que yo lo sabía, y que por ello debería secuestrar a la Gigi también! ¡Necesito un Actrón, o me explotará la cabeza!

¡Qué horror! La Gigi también podría estar secuestrada en aquel sitio, donde FIJO que sus camisas lolailo, no pegarían ni con cola… pero si estaba la Gigi, era un punto positivo, y es que sé cual es el pin de su móvil y podría llamar a la poli antes de despertarla o mientras la despertaba… ¡yupiii!

Tenía tal subidón de adrenalina, que ni me enteré cuando avanzaba por aquel terrible pasillo súper claustrofóbico, con luces de bajo voltaje en el techo. El pasillo seguía a unos metros y doblaba a la izquierda, y yo iba como muy resuelta, sin importarme si me encontraría al rubio, a la Space o al mismísimo Chiguaka, al doblar la esquina.

¡Tranquilidad, nena!
¡No sea que te maten, con lo poco que queda para el FINAL!

sábado, noviembre 26, 2005

~29~ 1ª Temporada

En el capítulo anterior…

Un nuevo enemigo había aparecido en mi álbum de fotos de los malos: La Space; ella nos había secuestrado con su “hermanito”, alias el Rubio, y se habían llevado a la pesada de la Numis que sí, era una mala persona además de una ladrona, pero no se merecía eso.

¡Y lo piorrr de todo, era que la Space iba a matar a Bruno!
¿Pero qué podía hacer yo?

Estaba atada a una silla mugrosa, en un sitio oscuro y enorme, más sola que la una… ¿o quizá no? La Space la había dicho al Rubio, que nos habían metido allí, ¡porque arriba no cabía más gente! ¿A cuantos gays y lesbianas le habían administrado los gusanos medulares con la pistola del pssshhh-chiflú? ¡¡¡La Space y la Rubia eran marcianas y esta era una INVASIÓN alienígena en toda regla!!!

Dolly, piensa, ¡piensa!
Springfield
¡No tía! No es hora de ir de compras. ¡Piensa en algo para salir de aquí! Mmmmm estoy pensando, estoy pensando… ¿Qué haría Dolly Parton en mi lugar?
¿Ponerse a cantar?
¡¡¡!!! La acústica aquí sería fantástica pero, como que no me apetece ahora…

Moví las muñecas y sentí cómo los pelillos me daban tirones. Y digo bien, pelillos, porque son pelillos lo que tengo en las muñecas, a ver si pensáis que tengo las manos peludas en plan “chiguaca”; mmmmmm tengo las muñecas atadas con cinta de embalar, y las paredes de este sitio tienen los ladrillos vista... ¡sobresaliendo! ¡A frotarse, Dolly! ¡A frotase como una loca!

Nunca imaginé que el “arriba-abajo”, fuera otra cosa a parte de una postura sexual, pero parecía estar funcionando, aunque me dejara los codos de mi cazadora de súper puta en aquella pared. Cuando más hacía, el arriba abajo contra la pared, la cinta que me ataba parecía ceder, y eso me rellenaba las pilas y me daba más fuerzas para seguir moviendo las muñecas en pos de mi auto liberación, como la Basinger en Cellular, claro que a ella, no le ataron de pies y manos a una silla, y además tenía aquel teléfono escacharrado con el que inclusive podía llamar a los concursos de la tele. No, la Basinger lo tuvo más fácil en Cellular. Además, iba súper cool con aquel modelito de pañuelo al cuello y tacones de aguja… ¡Eso es escapar como una reina! Y no como yo, que parecía un punchimbol a estas alturas de mi aventura.

Seguí frotándome las muñecas contra la pared hasta que me cruzó un dolor como de quemadura, y aguanté el gritito, cuando conseguí separar las manos. La otra cinta que tenía atada alrededor del cuerpo, se despegó de inmediato y me llevé las muñecas a la boca, pensando que me había cortado las venas o algo así... al intentar desatarme, pero no, sólo era un raspón. Y lo supe porque en aquella oscuridad, me pasé la lengua y noté los pellejitos y esas guarrerías que te quedan, cuando te despellejas. ¡Ahora los pies!

¡Neeenaaas! Lo estaba haciendo súper bien, y ya casi me había liberado de las ataduras de los pies, cuando el zumbido del techo cesó, y los neones que estaban a varios metros se apagaron de inmediato. Estaban lejos esos neones, y sólo me llegaba como un halo de luz, pero por lo menos sabría por donde moverme. No como ahora, que estaba todo a oscuras, pero de oscuridad total, y me entró el pánico al recordar el pozo.

¡Y si andando a ciegas, caía en el pozo y me salía una niña peluda en pijama? ¡Qué horror! Tranquila, Dolly, andarás con cuidado, arrastrando los zapatos, y así no te caerás en el pozo de The Ring. Vaya, había surtido efecto. Me había tranquilizado y… ¡terminado de quitar las ataduras de los pies! ¡Estaba libre! ¡Yupiii!

¡Pero seré tonta! ¡Yo fumo!

Me auto cacheé hasta que encontré el paquete de tabaco y busqué el mecherito que siempre llevo dentro. ¡Luz! ¡Jolines! Esto iba mejorando, aunque el decorado que me rodeaba no acompañaba para nada, porque era lo piorrr que he visto en mi vida, y daba grima… pensar que podría saltarme una rata de una pared y colgarse de mi cuello, sí que daba yuyu, nenas… por eso me subí el cuello de mi cazadora de súper puta, y seguí avanzando en aquel sitio tan húmedo, oscuro y sin encanto alguno.

¡Era enorme! Y con lo propensa que era yo para las gripes, y más en estas fechas, ni os cuento. Enparanoyada perdida, con mi mecherito de publicidad de Tabacos La Paz… sí, sí, La Paz a cementerio que reinaba allí... pasé por delante de la tele y seguí avanzando. No iba a descansar hasta que no viera dónde estaba el dichoso pozo y así, poder hacerme una idea mental de la ubicación en aquel sitio… que por ahora se me antojaba en forma de B, pero con “3 barriguitas”, en lugar de dos.

¡Qué susto! ¡Aquello no era un pozo! ¡Era un pedazo de agujero negro que se podía merendar al Cosmos entero, con la Jodie Foster de Contac! ¡Bien, ya tenía toda la información que necesitaba:

Estaba en una especie de B imaginaria, con tres barriguitas:
1ª Barriguita superior: el pozo de “te escoñas y no lo cuentas”.
2ª Barriguita, parte central: la tele.
3ª Barriguita inferior: montacargas de sube y no bajas.

¡La tele! ¡La tele tenía un cable! Y supongo que no habría toma de luz en un sitio como aquel… así que tenían que utilizar el prolongador que vi, para subirlo hacia algún sitio donde sí hubiera un enchufe de la luz.

Regresé junto a la tele, cogí el cable y lo seguí, sintiendo como el tener tanto tiempo el mechero encendido me estaba quemando los dedos… pero aguantaría. Ni de coña iba a apagar la única luz en aquel pozo de inseguridad en el que me encontraba.

El cable llegaba hasta una puerta metálica en la pared, no más ancha que yo (que estoy muy bien para mi altura)… ¡y estaba abierta! Sabía que al otro lado no podía haber nada, porque me encontraba ante el muro de separación entre la 2ª barriguita central y la 3ª barriguita inferior, de mi esquema mental, así que la única salida sería subiendo. Abrí la puerta y una ráfaga de aire apestoso me apagó el mechero. ¡Mierda!

Me costó varios intentos volver a encenderlo, mientras intentaba saber a qué olía el aire que bajaba por allí... asqueroso en su primera impresión, pero que me recordó a ¡perfumes! Cosmética y hospital, que casi es lo mismo, pero aunque fuera desagradable, creo que fue más la primera impresión. Hice pantalla con la otra mano para que no se me apagara el mechero, y miré hacia arriba.

El prolongador del cable ascendía por aquel tubo o chimenea, hasta donde no llegaba la luz. ¡Vale! Un conducto de ventilación y yo me sabía de memoria Aliens, en su versión extendida. No fue un camino de rosas no, porque no había una escalera maravillosa como en los vídeo juegos, nenas. Así que en plan Spider-Man, en posición fetal, utilizando la espalda y piernas para hacer presión contra las paredes de adelante y atrás, comencé a ascender muy resulta… agarrándome con las manos a lo que buenamente podía, que era muy poco.

Si esto parece duro y horrible, hay que sumarle como dos millones de telas de araña que me tragué, y que daban un asco que ni paqué, nenas… y a oscuras, que da más impresión, con lo impresionista que ya soy de por sí… pero no me amedrenté y seguí escalando a lo Tomb Raider, con incómodos calambres en el culo y pantorrillas, por mantenerme en aquella extraña posición de equilibrio.

Más arriba, comencé a ver luz, que salía de un lado de la pared. Así, calculando a lo tonto, podría estar como a cinco metros. ¡JUARZ! ¡Cinco metros! ¿Quién me manda a mí a ser tan buena con las matemáticas? ¡Mierda!

Hice una paradita para renovar fuerzas (imposible, porque no tenía ninguna bebida isotónica o macrobiótica para ello) y entonces oí la voz súper agradable, de una mujer ya entrada en años que decía...

-Un ama de casa debe ser y comportarse, como la mujer más agradable, hacendosa, amiga y compañera, para con su esposo. Su maquillaje y su vestir, deberán estar siempre impecables, ser discretos y cómodos, para cualquier tipo de situación, como por ejemplo: limpiar la casa… preparar el almuerzo… ver la televisión con su esposo e hijos… ir al supermercado a hacer la compra diaria… o simplemente, para poder sentarse en el salón y leer una revista de prensa rosa, tras finalizar las labores domésticas y dejar la cena lista y caliente, dentro del horno hasta que regrese del trabajo su amado esposo.

¿Qué tarada diría tal cosa? ¿Una feminista? ¡Ni muerta, vamos!; seguí escalando, y aquella mujer seguía cascando, con largas pausas, sobre cómo ser la perfecta ama de casa, como de película rancia o como si se tratara de un NODO franquista.

La voz sonaba cavernosa, como si fuera una proyección de cine, en mono, of course, y quizá con un punto desfasado, como de grabación de los años setenta, porque tenía ese todo de películas de Paco Martínez Soria.

Hice otra pausa para descansar, oyendo las memeces que rajaba la señora y miré hacia la rejilla de ventilación, por la que salía la luz centelleante, que ahora estaba a menos de dos metros, y por donde desaparecía el cable de la luz que estaba conectado al televisor de abajo.

¡Dos metros! A ver si aguanto y no me escoño por este tubo por el que he trepado, y me quedo lisiada de por vida, y sin piernas ¡como el Cruise en Nacido el 4 de Julio!

miércoles, noviembre 23, 2005

~28~ 1ª Temporada

En el capítulo anterior…

La Numis y yo, estábamos encerradas en ve-te-tú-a-sa-ver-dón-de, por el Rubio, quiero pensar, en un sitio horrible y sin nada de glamour, del que intentábamos huir saltando con las sillas en las que estábamos atadas.

En realidad, lo de huir era mi segunda opción, porque la primera era darle dos buenas tortas a remanguillé a la Numis, por haber dicho lo que dijo ¡y como lo dijo!, de Dolly Parton.

-¡No hay salida! –chilló la Numis desde la oscuridad que se abría ante mí.
-¡Mejor, nena! ¡Así nadie te salva de que te de dos buenas hostias!

Un sonoro arrastre de cables, como un motor que se pone en marcha, creó un eco en aquel sitio y las dos dejamos de saltar en nuestras sillas.

-¿Oyes eso...?
-¡Pues claro que lo oigo, que no veré un pimiento, pero no estoy sorda! –dije-. ¿Qué será?
-Suena a un ascensor de esos aparatosos.
-Lo haces para meterme miedo, ¿no? ¿Por qué no puede sonar… no sé, a un tema de Madonna?
-¡Seguro que nos han secuestrado por error!, se han dado cuenta, y ahora vienen a liberarnos.
-¡Con lo buena que eres robando, y lo retrasada mental que eres al pensar en semejante tontería! ¡Numis! No vienen a rescatarnos, vienen a meternos los gusanos medulares.
-¡Los gusanos los tendrás tú, que follas con cualquier cosa!
-¡Anda, dijo la sibarita! Te recuerdo, nena, que no fui yo quien se lió aquella halitósica, que dejaba la escalera oliendo a culo de elefante, neeenaaa.

Oí el ¡CLANK! ¡CLANK! ¡CLANK! de la silla de la Numis alejarse.

-¿Dónde te crees que vas, so suicida?
-¡Hacia el ascensor!
-¿Qué? ¿Estás loca?
-Efectivamente. ¡Estoy loca por salir de aquí! Así no sigo aguantando tu voz de cacatúa.
-¡Numis, no lo hagas! ¡Por ese ascensor no viene McGiver, sino, los MALOS, neeenaaa, los malos! ¡Numis! ¡Vente pa'cá! ¡NUMIS!

Ni puñetero caso. Ella se iba disparada hacia el sonido del ascensor, lo imaginé, porque sólo oía cómo su silla se alejaba de mí, así que con mucho cuidado, yo me alejé de ellos, dando cortos saltitos en mi silla hacia atrás, hasta que me di un coscorrón contra una pared. ¿Por qué todos los golpes me los daba en la cabeza? ¡Seguro que la culpa de todo la tenía el tal Murphy ese, que inventó la ley de: “si algo puede salir mal… date por muerta, nena.”

Toqué con los codos y manos la pared de la espalda, y di saltitos muy cortos hacia la izquierda (aunque me declaro una chica de centro), hasta llegar a lo que parecía una esquina, mientras que la Numis, muy discreta ella, se ponía a berrear pidiendo auxilio. Yo me callé, hasta que vi la luz (no la del final del túnel), sino la que aparecía a lo lejos, como a unos veinte metros de mí, súper lejos, y súper siniestra. Apareció de la nada, de arriba abajo e inmediatamente vi a la Numis, sentada en su sillita, y a dos figuras dentro de aquel enorme ascensor, que por las puertas, o los tablones verticales de madera que tenía, me recordaron a los montacargas de las películas americanas.

-¡Menos mal que alguien se digna en bajar para sacarme de aquí! –dijo la Numis.

Uno de los hombres, el más alto, cogió algo del suelo y levantó la puerta de tablones de madera… y entonces, nenas, sí que se me fue la pinza ante lo que vi. Uno de ellos, el Rubio famoso de mis peores pesadillas (aunque hay que decir que estaba bueno hasta la catarsis), llevaba en la mano lo que parecía una pistola, algo rara, sí, pero con forma de pistola. El otro que le acompañaba, aunque le reconocí y no me lo pude creer, eliminé cualquier atisbo de dudas, cuando la Numis chilló su nombre.

-¡Space! ¿Tú qué haces aquí? ¿Y quién es ése?
-Hazle callar… -ordenó la Space, con una voz grave, profunda y de susto, a lo Darth Vader; el Rubio levantó la pistola en dirección a la Numis.
-¿Qué? ¿Qué? ¿Pero de qué va esto? ¡Qué es eso! ¡Space!

No sonó a disparod e película. Sonó como cuando abres una lata de Coca-Cola. Un pssshhh-chiflú!… (bueno, las latas de Coca-Cola, no hacen chiflú, pero el pssshhh sí que lo hacen), y la cabeza de la Numis cayó hacia delante. No le dispararon a la cabeza, sino al cuello, y la otra cayó sopa, drogada, envenenada, muerta… ¡ve te tú a saber! La cuestión es que la Numis dejó de chillar y se quedó K.O.

-Trae al otro… -volvió a ordenar la Space, mientras cogía a la Numis (con silla incluida), y la metió dentro del montacargas, como si fuera ligera como una pluma.

El rubio se fue hacia la derecha, hacia la zona iluminada por los neones y lo perdí de vista.

-¡Date prisa! –dijo la Space súper cabreada, y con aquella voz que nunca imaginé que tendría, porque como ya sabéis, la Space no hablaba, bailaba como una loca su danza moderna, eso sí, pero oírla hablar, creo que nunca la oí. Claro que, últimamente me he dado (y me han dado), tantos golpes en la cabeza, que quizá si la oí hablar alguna vez... ¡ya no me acuerdo!

-¡No está! –gritó el Rubio.
-¿Cómo que no está?
-¡Te digo que aquí no está!

La Space abandonó el montacargas dejando a la Numis frita en su interior, y a mí me sonaron dos tripas y me castañearon los dientes; desde donde estaba no podía ver a ninguno de los dos, pero sí oír sus pasos pisando charcos de agua, cemento y gravilla, y también pude ver los haces de sus linternas por el techo abovedado.

-¿Se habrá tirado por el pozo?

Más pasos alejándose. Ya no se veían las luces de las linternas, y sus pisadas eran imperceptibles. Silencio. Me sonó otra tripa, y les chillé bajito “ahora no”, y me hicieron caso y se callaron. Volví a oír las pisadas aproximándose.

-Ese pozo tiene más de veinte metros. Le dije a Padre, que no deberíamos haberlos bajado aquí –comentó el Rubio.
-Sabes que arriba no cabe más gente.

>>>¡¡¡!!! –me grité en silencio para mis adentros.

-Dolly y su vecino no se soportan. Son dos histéricas. Seguro que uno tiró para un lado y Dolly para el otro, y se calló por el pozo del alcantarillado.

>>>¡¡¡!!! –oficialmente estaba ¿muerta?, me dije otra vez para mis adentros.

-Ya sabes cómo es Padre, nos obligará a bajar por ese pozo a sacar su cadáver –dijo el Rubio.
-Te tocará a ti, yo tengo cosas más importantes que hacer.
-¿Importantes? ¡Y una mierda! Tú bajarás a buscar a esa marica, y yo voy a por el policía.

>>>¡¡¡!!! -¿El policía? ¿Mi policía? ¿¿¿MÍ BRUNO???

-No, “hermanito” –dijo la Space-. Tú irás a buscar el cadáver de Dolly y yo iré a terminar con ese policía.

>>>¡¡¡!!! -¿A terminar con él? ¡¡¡LA SPACE IBA A MATAR... A MÍ BRUNO!!!

-¿Y por qué vas a ir tú y no yo, “hermanito”?

Entonces les volví a ver cuando llegaron junto al montacargas y entraban en él.

-Iré –dijo la Space de forma socarrona-, porque a mí me conoce, y confía en mí -levantó una mano para coger el tirador de piel de la cancela de madera, y la bajó hasta el suelo. Después pulsó un botón y el motor del montacargas se puso en marcha, haciéndoles subir hacia la superficie.

De tener maquillaje, me hubiera quedado como un mapache, porque estaba llorando en silencio y a lágrima viva. ¡La Space iba a matar a Bruno! ¡No iban a secuestrarle para hacerla heterosexuala, no! ¡¡¡LE IBAN A MATAR!!!

lunes, noviembre 21, 2005

~27~ 1ª Temporada

En el capítulo anterior…

Primero me regalan un fin de semana en una cabaña en el campo, si mando un ESEMESE, y luego, por entrar en casa de la Numis, me gasean como a la coca-cola, ¡y me dan con una figurilla horrible del Todo a 100 en la cabeza!


Después de pedir socorro y auxilio (¡ni se sabe cuanto tiempo!) sin obtener respuesta, pasé a la fase dos de mis ataques de pánico, o sea, chillar como una perra, disfrutando de mis alaridos en THX en aquel sitio oscuro y enorme, de ecos cavernosos, en el que encontraba atada a algo que parecía una silla.

-¿¡Quieres dejar de gritar como una puta histérica!?
-¡¡¡!!! –"¡¡¡!!!" significa, que me dio un grito pa’dentro hasta quedarme muda, y el pánico se me multiplicó por diez-. ¡Quién está ahí! ¡¡¡QUIÉN ESTÁ AHÍ!!!
-¡Quién está ahí, quién está ahí! –repitió la voz con retintín-. Calla un poco, festivalera, que me va a explotar la cabeza. ¡Qué dolorrrRRR!
-¿Numis?
-¿En qué lío te has metido ahora, Dolly?
-¿Yo? ¡Pero si estabas muerta!
-¿Yo muerta? Anda que le tienes cariño a las amigas, después de que he trabajado turno doble en el vídeo club, para suplantarte, so desagradecida.
-¿Yo desagradecida? ¡Y tú ladrona de deuvedeses!
-¿Qué?
-Me robaste el dvd de Sexo en Nueva York, asquerosa, que lo vi en tu casa cuando entré en ella.
-¿Qué entraste en mi casa? ¡Cuando!
-Sí, nena, y vi mi dvd de Sexo en Nueva York, la primera temporada, que me había desaparecido de casa desde épocas remotas.
-¡Yo no te robé ese dvd!
-¿Ah, no?
-No… -he hizo una larga pausa, que en aquella oscuridad se me antojó eterna-. Lo cogí de casa de Gigi.
-¡La Gigi! ¡Pero si yo nunca le presté ese dvd!
-Pues te lo ha mangado ella… y yo después se lo mangué a Gigi.
-Ladrona de deuvedeses.
-Lo tomé prestado… porque no quería prestármelo.
-¡No me extraña, LADRONA!
-Y dale…
-¿Y por qué estás aquí?
-¡Y yo qué coño sé! Me había levantado temprano, para hacer tu turno en el curro, cuando llamaron a la puerta, y al abrir, me encontré con el gas ese.
-¡Te gasearon como a mí!
-¿Pero por qué?
-No tengo ni puñetera idea, pero la cuestión es que primero te secuestran…
-¿Quién?
-¡Los malos, nena, los malos!
-¿Qué?
-Después te implantan gusanos medulares…
-¿QUÉ?
-Y pasas marika diplomada, a ser súper heterosexuala.
-¡¡¡QueeeeEEEEEEEEEEEE!!!
-Lo que yo te diga, nena.
-¡Pero bueno! ¿Y eso pa’qué?
-No tengo ni idea, pero hoy lo vamos a descubrir.
-Pero, pero, pero… ¡Yo no quiero ser súper heterosexuala, Dolly!
-Pues te vas a “jartar” de ello, si no, espera y verás.
-¡Me opongo!
-¿A qué?
-¡A ser heretosexuala!
-¡Mira la Rajoy...a! ¿Pero tú te crees que estás en el Senado para oponerte a-lo-que-sea? ¡Estamos secuestradas, tía! Nos meterán los gusanos medulares y empezaremos a volvernos “Locas por el Fútbol”.
-¡Antes me tiro por un puente!
-Te volverás adicta a la sección de deporte de Antena 3, porque es la cadena que más cancha le da al fútbol, ¡y te empalmarás viva con la sección de deportes!
-¡Nunca jamás! ¡Aunque los jugadores celebren los goles dándose por culo, JAMÁS me convertirán en una futbolera!
-Pues lo vas a ser, Numis… y te buscarás novia y vivirás feliz con ella.
-¡Que me vomito encima, COCHINA!
-Ya, ya… ¡heterosexuala, futbolera y casada con un marichocho!
-¡¡¡SOCORROOOOOO, AUXILIOOOOOO!!! ¡¡¡Que alguien se lleve a esta maricona lunática de mi lado!!! ¡Vale que me secuestren, pero no con ella, cojones!

La Numis se puso a chillar como una histérica sin medicación y yo, entre la desgracia que me rodeaba, me sentí feliz por fastidiarla viva después de que le robara a Gigi, los dvd’s de la primera temporada de Sexo en Nueva York, que me había robado a mí la puta de la Gigi.

Un zumbido eléctrico restalló sobre nuestras cabezas y uno a uno, varios neones se encendieron en línea recta, desde detrás de nuestras espaldas, hacia delante. Yo presté atención a todo en cuanto mis ojos se adaptaron a la luz, mientras la Numis berreaba sin parar.

Me encontraba atada a una silla metálica, con cuerdas súper apretadas, con las manos a la espalda y los tobillos pegados a las patas delanteras de la silla. El suelo era de cemento, y había mucha humedad; el techo era abovedado, con varios arcos y había telarañas por todas partes, porque seguro que la señora de la limpieza había muerto en algún momento de los años 80's; las paredes, súper lejos, estaban con los ladrillos a la vista, que estaría súper cool en un loft de marikita con pasta, pero que aquí era de terror japonés… ¡¡¡Estábamos encerradas en una especie de bodega inmensa y vacía!!! Con algo que me pareció más terrorífico aún. Un televisor del año de la Chirli, sobre un taburete, y con un prolongador de cable que se iba hacia alguna parte detrás de nosotras.

La Numis dejó de chillar y comenzó a preguntarse una y otra vez que qué era aquello y que dónde estábamos retenidas, cuando yo, que tengo una memoria cinematográfica que es que a veces me doy asco de lo buena que soy jugando a eso de las películas, vi mi situación súper clara, y más negra que el pelo de coño de Naomi Campbell, si es que tiene pelos en el colo, claro, porque me da a mi que para ponerse lo que se pone, o se afeita, o se la notaba el peluche a kilómetros.

-¡TÍA! ¡Ya nos podemos dar por marikas muertas! ¡Mira a ver si ves un casete! ¡Mira a ver si ves un casete! -le chillé a la Numis.
-¿Un casete para qué? ¿Qué es esto? ¿Dónde estamos, Dolly?
-¡NEEENAAA! ¡Estamos en el ”Hellooo, Amanda”!
-¿En dónde?
-¡¡¡En el “Hello, Amanda”, SORDA!!! –y la miré de forma aviesa-. ¿Trabajas en el mismo vídeo club que yo, y no has visto SAW?
-¡A mi las películas de miedo, me dan miedo!
-¡Por eso se llaman de miedo, cleptómana retrasada!
-¿Y qué pasa en esa película?
-¡Mejor no te lo cuento, o te vas a cagar encima! ¡Pero como esa tele se encienda, y aparezca el títere psicótico de José Luis Moreno… ya puedes empezar a chillar, porque será lo último que hagas!
-¿Y si escapamos de aquí? –dijo y dio un saltito con la silla.
-¿Haciendo carreras atadas a estas sillas? ¡Tú es que flipas con un poster de Enrique Iglesias y su micropene o qué? ¡Vamos a morir, neeenaaa!
-¡Pues yo me escapo!
-¡Já! ¡Mira como corre la jodía! ¡A ver, mona! ¡Huye que yo vea, cómo te dejas los dientes en el cemento!

Y la muy puta, se puso a dar saltos con su culo pegado a la silla, como si el suelo estuviera electrificado. Se alejó de mí como cinco metros, saltando como un piojo, dando vueltas en círculo, y de nuevo de regreso hacia donde yo estaba,. Flipada como la que más, por ese arte que tenía la muy jodida, para saltar atada como estaba, en aquella silla metálica.

-¡No veo salida!
-¡Como en la película, neeenaaa! ¡Vamos a morir, o algo peor, a transformarnos en dos heterosexualas… y encima contigo!
-¡Oye, yo no pedí que me secuestraran contigo, señorita Dolly Partos!
-¡Anda que ibas a estar tranquila si te hubieran secuestrado a ti sola! ¡Estoy aquí por tu culpa!
-No, bonita, estás aquí por cotilla, por meterte en mi casa y robarme el dvd de Sexo en Nueva York.
-No, nena, ese dvd era mío, ¿vale?
-No. Yo se lo robé a Gigi. Así que oficialmente era de Gigi.
-Pero en los orígenes de los orígenes, ese dvd era mío, y la lolailo de la Gigi, me lo sisó. Como salga viva de esta, te juro que le cojo las camisas esas que tiene, y las prendo fuego en medio de Chueca, porque en el Rastro no me dan ni un euro por ellas.
-¡Me voy! ¡No te aguanto más!
-¡Tú misma! –le dije, y la Numis se puso a dar saltos alejándose detrás de mí-. Cuando llegues a donde sea, ni te molestes en escribir o en mandarme una postal.
-¡No pensaba hacerlo! –dijo a lo lejos.

Mira que estar secuestrada con semejante ladrona, es que me sacaba de quicio.

-¡Numis! –le chillé.
-¡Qué! –respondió ella desde muy lejos.
-¡Que te den por culo!
-¡Ordinaria!
-¡Cleptómana!
-¡Dolly Parton es una vieja folklórica con silicona en el cerebro!
-Será hijadelagranputa –me dije-. ¡Numis! Cuando vuelva a tener diarreas, miraré una foto tuya para que se me corten.
-¡COCHINA!
-¡Adefesio!
-¡Dolly Parton mea de pié, porque es un hombre!
-¡BASTA! ¡Te voy a arrancar la flora intestinal como te trinque, Numis! –y me puse a saltar como una lunática, hasta que conseguí controlar la silla metálica y fui a por ella.

Sabía perfectamente que con las manos y pies atados, no podría darle dos guantazos, pero sí que la podía pegar un bocao en la ojera, que se iba a enterar la muy puta; ¡Qué jodía! ¡Cómo saltaba la niña! Iba directa hacia el fondo, hacia una parte súper oscura donde no había luz, pero por allí iba, porque oía perfectamente el ¡CLANK! ¡CLANK! ¡CLANK! ¡CLANK! ¡CLANK! ¡CLANK! ¡CLANK! que producía la silla con cada salto.

-¡Salta, salta, salta... pequeña langosta! ¡Que ya te pillaré y te daré un bocao en la oreja!

sábado, noviembre 19, 2005

~26~ 1ª Temporada


En el capítulo anterior…

Bruno y yo estuvimos follando hasta que nos entraron agujetas. Con decir, que tuve que poner el disco de Shakira en la nevera para que la chica descansara un poco, tras estar cantando más de ocho oras seguidas, ¡podéis iros haciendo una idea, nenas!

Al volver a abrir un ojo, porque me encanta hacerme la remolona, para qué engañarnos, descubrí que Bruno no estaba en la cama. Me estiré en plan Chica Elástica de Los Increíbles y cuando vi la hora en el despertador de la mesilla, me puse en pié de un salto. ¡Era casi la una del medio día!, y yo estaba más lost que Dolly Parton en un concierto de Madonna… (aunque por la edad de ambas, también podrían ser amigas, ¿no?)

No me duché porque estaba bien limpita, con el Eau de Brunó aún puesto, y me vestí a toda carrera, mientras llamaba a Bruno por el móvil, esperando que me dijera cosas bonitas… no sea que le hubiera dado un parrake tras tanta actividad sexual, y se hubiera exiliado a Canadá… ¡Quién sabe!; pero el móvil de Bruno comunicaba, y eso quería decir que seguía en España, y estaba hablando con otra persona.

Vestida y mirando el móvil como si fuera retrasada, o esperara que saliera esa chica tan cool de amena con su uniforme verde fosforito, volví a mirar la hora y recordé, que en algún momento (de algún día), había desconectado el tono del teléfono fijo. Miré el contestador y tenía un porrón de llamadas perdidas. Seguro que muchas de ellas, eran de esas putas (porque no tienen otro nombre) que te llaman a la hora de la siesta para decirte que te ha tocado un apartamento en no sé dónde, o para venderte un plan de pensiones (¡hace falta valor!), o una de aquellas tan mona, que me llamó una vez para venderme una sartén, y que preguntaba por la señora de la casa, y le dije que la señora de la casa había fallecido dos semanas antes, pero que le hubiera hecho muchísima ilusión probar esa sartén con doble fondo; quiero decir, que la gente que me conoce, me llama al móvil, no al fijo…

Pero mientras estaba decidiendo qué hacer o a dónde ir, ¿por qué no me sentaba en plan Charon Stone y oía los mensajes? ¡Pues sí! Dicho y hecho, le di al play, sin saber qué mensajes tenía, porque me marcaban dos líneas. O habían pasado la cantidad de los 99 mensajes, o no sé yo, no sé.

PIIIIII…
-Soy Arturo…¿Cuándo piensas volver al curro? Llámame cuando estés por casa.
PIIIIII…
-¡Dolly! –era la Numis, mi vecina-. Tía, eres lo piorrr, Arturo me ha contado algo de que te suplante. ¿Qué coño es tan importante para que te suplante? –seguro que envió ese mensaje antes de ver a Bruno y quedarse frígida del higo.
PIIIIII…
-Buenos días –dijo una flipada súper agradable-. Takami Corporation le ha seleccionado para pasar una semana gratis, en sus nuevas bañas de alquiler, a sólo veinte minutos de Madrid.
-¡Anda! Qué majo el Takami éste –dije en voz alta al contestador.
-Para confirmar su asistencia, sólo ha de enviar un sms, al…
-¡Ya empezamos con los ESEMESE! –dije, pero como soy pan petarda, mandé un mensaje, mientras la nena cantarina seguía rajando en mi contestador.
-En las cabañas de Takami Corporation, podrá disfrutar del campo en toda su plenitud. Aire limpio, agradable ambiente…
-Sí, han montado un bar gay en el pueblo. ¡Ya te digo, reina!
-Y una vez que pase una noche con el relajante ambiente del campo… -y la voz de la nena cambió a una especie de monstruo o travestí borracha-… su vida jamás será la misma… nunca, jamás…
-¡Neeenaaa! ¡Que suenas a drogada! –y veo cómo salía la cinta del microcassette por un lado del contestador, hasta que la voz, súper siniestra y terrorífica, dijo al final…
-Te esperamos…

Asustada como si hubiera visto otra vez El Exorcista, apagué el contestador. En verdad aquella petarda me había metido el miedo en el cuerpo, además de joderme mi contestador automático, que tenía desde el año 90. Pobrecito. Medió mucha pena y me asustó, porque como todas sabemos, hay un extraño efecto destructivo cuando se te fastidia algún cacharro de la casa... y otros trastos, como por simpatía, hambién se estropean. Cogí las llaves de casa y salí, antes de que se me jodiera la nevera, la lavadora ¡o el DVD!

Tenía que hacer algo… algo como llamar a la puerta de la Numismática, porque ¡estaba abierta! Llamé dos veces (a la puerta y a la Numis), pero nadie respondió. Sin embargo, la puerta que estaba entreabierta, se abrió del todo. Bueno, es que lo hice a posta. ¡Increíble! ¿Cómo era capaz una tacaña como ella, de dejar la puerta de la casa abierta?

-¿Numis? –dije mientras avanzaba por el pasillo, donde colgaban unos cuadros que parecían sacados del Silent Hill. Espantosos, todos comprados en los Todo a 100, porque desde luego, aquellos paisajes NO ERAN EUROPEOS, nenas.

Seguí avanzando y llamándola, no sea que me apareciera con un arma recortada para defender sus posesiones (robadas de las que alguna vez fueron sus amigas), cuando pegué un alarido que creo a travesó los tabiques de cuatro bloques. ¡Mi móvil estaba sonando! Pero no me asusté por el timbre, sino por la vibración a la altura del paquete, lo cogí y descolgué, fijándome en la pantallita: número desconocido.

-¿Diga? –respondí, pero al otro lado nadie habló. Se oía una respiración, sí, pero no decía nada-. ¿Diga? –seguía el silencio, y como me estaba empezando a poner de los nervios, colgué, pero no me lo guardé en el bolsillo-. ¡Qué hija de puta! –dije al reconocer mi DVD de la primera temporada de Sexo en Nueva York-. ¡Y decía la muy ladina que no se lo había prestado! –recuperé mi dvd, y fui a dar otro paso cuando volvieron a llamarme, el mismo número desconocido… y colgué.

Entonces, ocurrió lo peor… un timbre de móvil que me era muy familiar, sonó en alguna de las habitaciones de la casa. ¡Ya era raro que la Numis se marchara de casa sin cerrar la puerta! ¿Pero irse sin su móvil? Cuando su móvil, era para ella, lo es un pelo de coño para una ladilla? ¡IMPOSIBLE! ¡Algo le ha tenido que pasar a la Numis!

¿Qué si me asusté? ¡Claro que me asusté! Pero como dice el dicho: “Chica prevenida, sale con vida”, había dejado la puerta de la entrada abierta de par en par, y ahora mismo me disponía a salir por ella ¡como la Chica del Martini con sus patines!

Una nube de gas me cegó al instante, con un sonido de aerosol y no puede ver nada, porque estaba demasiado preocupada por no ahogarme, mientras me picaba la nariz y la garganta a lo bestia. ¡Me habían envenenado! O quizá noqueado, porque seguía teniendo actividad cerebral, cuando me escoñé contra el suelo, y todo el cuerpo se me paralizó como las muñecas de famosa. ¡Iba a morir! Bueno, sí, ¡pero contenta, porque había estado follando con Bruno hasta las agujetas! Y además, me dijo muchas veces el "te quiero", que también es muy importante, si vas a morir y tal!

¿Pero morir ahora? ¡No, nena! La Dolly es mucha Dolly, como para palmarla como esas estúpidas que salen en la serie de Asuntos Personales. ¡Tengo que vivir!

Abrí los ojos y todo era borroso, neblinoso, y los tímpanos me zumbaban de forma rara, pero yo me arrastré, alejándome de aquellas botas y pantalones marrones, que bien podrían ser de la marca Coronel Tapioca, o la indumentaria de un zombie de Resident Evil.

El caso, es que me alejé de ellos, y me arrastré intentando huir hacia la habitación más próxima, que tenía la puerta abierta. Divisé la cama y algo más, ¡unas piernas!, como de alguien acostado boca abajo, con los pies colgando hacia el suelo. Parecía que estaba vestido y… entrecerrando los ojos, pude ver con mejor detalle, las suelas súper desgastadas de las zapatillas de deporte que llevaba puestas; atando cabos, imaginé que aquella muerta era ¡¡¡la Numis!!!, que como agarrada que es, no se compra unos zapatos nuevos hasta que no se ve los calcetines.

-¡Numis! –le grité o creí gritarle, porque no oí nada, y mi cuerpo se había quedado completamente paralizado, aunque seguía teniendo actividad cerebral.
-Bien, bien, bien… -dijo una voz sobre mí, completamente desconocida, hasta ahora, y pude ver cómo cogía una figurilla (también comprada en un Todo a 100) de uno de los muebles.

Lo siguiente fue un porrazo en la parte trasera de la cabeza... que me dejó en modo OFF.

No sé cuanto tiempo quedé sin conocimiento, pero cuando desperté y abrir los ojos, ¡no vi absolutamente nada! ¡Estaba ciega! Ciega o en lugar súper oscuro; emparanoyada perdida, me puse a chillar pidiendo socorro y auxilio… ¡a quien fuera! Pero lo único que obtuve, fue el eco de mis alaridos.

¡¡¡Estaba atrapada en un sitio oscuro y enorme!!!

jueves, noviembre 10, 2005

~25~ 1ª Temporada

En el capítulo anterior…

Increíble pero cierto, la policía (y Bruno, el que más), creyeron en mi teoría, pero quitando la parte OVNI de Expediente X, así que cuando saqué lo de los gusanos medulares para el control mental, tampoco me hicieron caso.

Cuando llegamos a casa, sin incidentes ni aventuras de Super Nenas a las tres y media de la madrugada, hacía un frío de pelo de coño de Yetti en casa. Así que puse los aires y en 5 minutos, se podía andar por casa en tanga y con zapatos de tacón de 15 centímetros, de lo a gusto que se estaba.

De camino a casa, Bruno me contó algo que no sabía, hasta que me lo contó, claro, y era que llamó a Sayuri, ahora súper heterosexuala, que se puso súper borde con él, y dijo no sé qué cosas del trabajo (no olvidemos que por muy heterosexuala que fuera ahora, Sayuri, seguía siendo el agente Alex de la comisaría de la calle Luna). Súper Hevy. Sayuri no dio pistas sobre dónde había estado metida durante su desaparición. Sólo dijo que había estado “considerando lo que hacía con su vida”, pero nada más. No nombró a los marcianos, ni a los gusanos medulares… ¡FALSAAAA!

Con todo esto, Bruno estaba de bajón total, aunque yo ya le había notado mala cara en comisaría, y pensé que se debía al cansancio, pero no; ya en casa, mientras él estaba en no-sé-dón-de, yo abrí la nevera y me sentí como Bree Van de Camp de las Mujeres Desesperadas, con mi nevera llena de tapers monísimos del IKEA, con diferentes comidas y todos ellos con una pegatina anunciadora, con el contenido de los mismos. Podría sonar psicótico esta forma de tener la nevera, pero seguro que Hannibal Lecter me daría sus más sinceras felicitaciones por lo ordenadita que soy.

A ver, me encanta cocinar, pero no me vuelvo loca haciéndolo todos los días, así que cuando me da el punto Cocinera, me pongo en modo sin fin algún disco de Dolly Parton y cocino 50 cosas diferentes a la vez, las envaso y las guardo para cuando me entre el hambre. Así que esa noche, con lo derrotada y desesperada que estaba, miré el interior esperando encontrar algo que saciara mi sentimiento interior: necesitaba algo de CARNE y que se pudiera CHUPAR hasta el éxtasis… y allí estaban ellas: costillas asadas en salsa Dollycoa, y se llama Dollycoa, porque es una receta propia, inventada por moi, pero que es super chic.

-¿Te gustan las costillas a la barbacoa?
-¿Costillas... ahora? –dijo Bruno desde alguna parte de la casa.
-¿Y por qué no? Yo tengo hambre.
-Vale… -respondió sin entra en la cocina.

Metí las costillas en el microondas, que es como La Madre Robot de toda soltera.

-¿Por qué no pones algo de música? -dije al aire.

En segundos comenzó a sonar Shakira, pero claro, ni me di cuenta de que era ella, hasta que empezó a cantar de esa forma tan especial que tiene, como si estuviera atragantada con 5 vibradores; el tema era “Hasta Obtener un Sí”, que es de lo más rarito de ese disco… porque no pega con nada, y porque es un bossa, pero como la chica está súper tarada y no olvidemos ese uso que le da a los vibradores, en el disco no queda mal… y entonces ocurrió.

Bruno apareció con una sudadera puesta y en boxers, en la puerta de la cocina y estiró un brazo hacia mi, como si esperara que fuera corriendo hacia él en plan Ginger Rogers hasta arriba de Café de Colombia. Yo antes de hacer de la Ginger, me metí un pellizco del carajo, para cerciorarme de que aquello era real, y no estaba con alguna de mis alucinaciones, pero nena, Bruno seguía allí cantando a dúo con Shakira lo de:

-Ya tengo ojera de tanto mirarte… y lo peor es que aún me quedan tantas ganas de… esperarte… hasta que entiendas que… te quiero porque eres claro, claro, claro… como la planta de mis pies.

Lo de la “planta de los pies”, me dejó medio pallá, para qué engañarnos, pero yo acepté su mano y aquel baile, y fui a su lado, pensando que quizá no debería haberme pellizcado yo, sino que tenía que haberle pellizcado a él, para sacarle de aquella ensoñación Shakiriana, culpa de la Gigi… porque si un disco de Shakira estaba en mí casa, era por la pesada de la Gigi Nonaino, que quería metérmela a la fuerza, cuando sabe que me pone los pelos de punta con esas vibraciones guturales paranormales.

Yo seguí a Bruno en aquel baile y dejé que él me guiara, mientras seguía cantando la canción (que se la sabía de memoria, y no como las transformistas de Chueca, que no se saben el play back ni aunque se coman el libreto del CD con salsa teriyaky), y que me la cantaba en voz baja sin apartar sus ojos de los míos; jamás imaginé tener un momento romántico, con Shakira de fondo (never, honey), pero mi cuerpo seguía al de Bruno en aquel baile donde nuestros pies se desplazaban suavemente, adelante, atrás y ¡date la vuelta!

-Ay, Ay… como muero por ti. Como poder Olvidarte. Basta que mandes flores. Para que me enamores. Para obtener un sí…

A más de una me gustaría verla en mi pellejo. Yo, que estaba acostumbrada a ir de Diana la Cazadora, y ahora era la CAZADA, por un megachulazo que me miraba a los ojos, al cantarme una canción de Shakira… Yo me cogí a su cintura, no sea que empezara el tema que canta con Alejando Sanz, ¡y a Bruno se le dispararan las cortillas pa los lados!, pero no fue así.

El tema terminó, y yo me quedé parada, como esas bailarinas súper monas de las cajitas de música, que se quedan en una pose estática cuando la música termina, y entonces se acercó más a mí, se me desenfocó la vista y sus labios se fundieron con los míos.
¡¡¡!!!
Parpadeé sorprendida y le miré. Bruno seguía besándome con los ojos cerrados, y con Shakira cantando en mi salón “Este es un Día Especial”.
¡Y tanto, so puuutaaa!

“Este es un Día Especial…
Quiero creer, en otra oportunidad.
Dimos un salto mortal.
Y hoy vuelvo a ver…
Un faro en la oscuridad”


Me llevó hacia él, y mis codos se chocaron con sus manos al arrancarle aquella sudadera que se había puesto al llegar a casa, dejándole desnudo de cintura para arriba… y algo despeinado, y me volvió a besar. Medio desnudos como estábamos, porque a mi me faltó tiempo para quitarme lo que llevaba puesto, nuestros cuerpos estaban vacunados ante el frío, y los aromas de nuestras colonias se mezclaron como nuestros dedos y labios.

Poner palabras para algo así, es como describir un olor. Puedes tener una valoración aproximada, ¡pero no eres capaz de conseguir que el olor aparezca por obra y gracia en tu nariz! Además, no me gustaría que se tomara por un simple polvo, que no lo fue, o algo cursi… a lo Corín Tellado.

De todas formas… lo intentaré, porque el algún vecino me recordó que la Shakira estaba cantando muy alto, y tuve que parar lo que estaba haciendo, para bajar algo el volumen, sonreír a Bruno y volver a por mi cena… y no me refiero a las Costillas a la Dollycoa, nenas.

Esa noche dejé mi ropa de vaquera, y me transformé en una auténtica Indiana, de la familia Jones, para explorar a Bruno de arriba abajo, tumbados en mi sofá de diseño del IKEA, que se llama Vreta, y es de tres plazas; a Bruno le quedaba algo pequeño, así que antes de que se cayera al suelo, le obligué a sentarse al centro, y yo me senté sobre él.

Mientras nos besábamos, me imaginé con una bolsa de hielo en los morros al día siguiente, porque jamás de los jamases, había besado a nadie con tanta pasión y durante tanto tiempo. Lo que comenzó como un menú degustación, terminó de forma opípara, ya en el dormitorio, bajo el edredón y con las almohadas… ve-te-tú-a-sa-ver-dón-de-co-ño-fue-ron-a-pa-rar

Lo mejor de todo fue que… pese a que aquello debería terminar, como ya sabemos todas… ninguno de los dos hizo por llegar a ese final, y los juegos continuaron, y continuaron, sudando como trabajadores de astillero por el dichoso edredón, que a la hora o así, fue a hacer compañía a donde quiera que estuvieran las las dichosas almohadas, y las sábanas terminaron en los pies de la cama, como esos pellejos que tiene la Sara Montiel en el cuello.

En todo momento, ninguno de los dos dijimos nada. ¡Era como si hubiera aprendido telepatía, nenas! Cuando se lo contara a Gigi, seguro que se iría a comprar y ligar al supermercado del Corte Inglés, para salir de la depre que le entraría.

Tras el sudor, quedamos empapados y bajo la ducha, apretados el uno contra el otro (porque mi ducha parece un teletrasportador de Star Trek), sintiendo el roce de los azulejos y de la mampara contra las espaldas, y medio ciegos por el vapor que formaba nubes en el techo.

Me hubiera encantado enseñarle más habitaciones a Bruno, pero el calor y la retención de líquidos que teníamos ambos era tal, que el tour por mi casa terminó en la ducha, bajo el agua caliente y con incómodas agujetas en las pantorrillas, por lo menos yo, que no estaba preparada para este sexo olímpico.

¡¡¡PERO QUE ME QUITEN LO BAILAO, NEEENAAA…!!!

Ahora, es cuando a vosotras os toca ir a la nevera, sacar la jarra del agua y beberos dos litros de agüita fresca, porque, cuando salimos de la ducha tras lavarnos bien (que como sabréis, hay un extraño símil entre el semen - el agua caliente - y la clara del huevo frito, y no diré más), y secarnos… regresamos al dormitorio e hicimos la cama… para volverla a deshacer en pocos segundos.

A la mañana siguiente, o mejor dicho, a las once de la mañana siguiente, que fue cuando me desperté con unas ganas horribles de ir al baño a hacer pis, y me detuve un instante en el salón, para sacar el cd de la Sakira de los cojones, que había estado sonando todo el tiempo, pero TODO el tiempo desde que habíamos llegado a casa, y lo metí en la nevera para que a la nena se refrescara el gaznate y la chirla del mega concierto que se había pegado en mi casa, durante no sé cuantas horas... y luego paré las costillas a la Dollycoa, que seguían girando en el microondas.

De haber sido seres vivos aquellas costillas, ¡hubieran dejado las paredes del microondas hasta arriba de “gómitos”!

miércoles, noviembre 09, 2005

~24~ 1ª Temporada

En el capítulo anterior…

Bruno pareció que dudó de mi locura y me hizo caso, al llamar a los familiares de aquellas personas desaparecidas, y eso que a mí no me bajaban del burro, de mi idea de que todo aquello era debido a ¡una invasión alienígena, nenas!


A mí, como lo de la investigación policial me tenía más perdida que a María Teresa Campos en una sauna gay de Torremolinos, me di una vuelta por las oficinas (a la máquina del café y esas cosillas triviales), mientras que Bruno se movía de aquí parta allá, con otros polis que no paraban de hacer llamadas a los familiares de aquellas personas desaparecidas.

Un 70% de los denunciados por desaparición, habían vuelto sin explicar dónde habían estado y con importantes cambios de personalidad, porque el 100% de los familiares, estaban completamente hechos polvo, debido a las reacciones bruscas y violentas de los desaparecidos; y yo bebiendo café como una loca, afinando la oreja sobre todo lo que decían los policías y pensando en estadísticas como si fuera una chica del Un, Dos, Tres… ¡andaaa, que yo también!

Horas después, en las cuales me aprendí todos los paquetes y michelines de aquel cuerpo de policía… Bruno vino hacia mí, tras buscarme un rato, aunque yo estaba súper a la vista, pero parecía que el cerebro de Bruno seguía en aquella investigación, que tenía desconcertados a todos, menos a mí, porque ese cambio tan radical de personalidad, o lo consigues porque te toca el Calvo de la ONCE, o porque los Aliens del Espacio Exterior, te implantan un gusano en la médula espinal que piensa por sí mismo. Y como los gusanos son heteros, dejas de ser gay y te haces heterosexuala de sopetón.

-¿Dolly?
-Me llamo –dije e intenté sonreír, aunque estaba súper aburrida y cansadísima de no poder hacer nada, porque no era policía, ni tenía uno de aquellos uniformes tan cool, con el que fijo que triunfaría en el Día del Orgullo Gay.
-Tenías razón –dijo midiendo sus palabras y con mucha lentitud-, en parte… No hay marcianos, ¿entendido?
-Vale, nada de hombrecillos verdes. ¿Y gusanos medulares?
-¿Cómo?
-Es otra teoría que estaba desarrollando y...
-Dolly.
-Vale, me callo. Pero no me negarás que los que han regresado de esa desaparición... en un sitio que seguro NO es un OVNI, desde luego, presentan cambios de personalidad –y dije bajito-, debido a los gusanos medulares.
-No tienen gusanos medulares –dijo sonriendo, aunque también tenía carita de cansancio.

Y claro, con aquel pensamiento, me di miedo a mí misma, porque pensé (es que le doy a la materia gris más de lo que debería, nenas): ¿Y si le cojo cariño, y Bruno pasa de Follable a Amigable? ¡QUÉ HORROR! ¡Bruno es un auténtico amor, y se ganaría su medallita de Amigable de inmediato, pero tía, yo lo que quería es un Follable, no un Amigable… por lo menos, en estos momentos.

-¿Me has oído? –le oí decir cuando me sacó de mi ensimismamiento y conflicto personal.
-Pues no, cariño, es que estoy súper reventada y cansada, perdona.
-Los familiares no terminan de entender a qué se deben esos cambios de personalidad, en algunos casos, muy radicales.
-Lo que yo te dije, nena, que pasaban de Gays a Heterosexualas.
-En todos los sujetos –me corroboró.
-A mí no me llames sujeto, que sigo siendo hipermarika, nena.
-Pero también van a por ti.
-Ya, pero como soy muy lista, no me han cogido… ¡Juarz!

En buena hora dije aquello, nenas. La mirada de Bruno me desnudó de arriba abajo… y ya, cuando sonrió de forma traviesa, tuve que ponerme en pie súper nerviosa y con calores en todas partes.

-No; no, no, no y no, Brunito querido…
-Dolly…
-Ni aunque me regalaran una cena con Dolly Parton en su rancho.
-Dolly…
-No soy una lombriz para pescar, ni un cebo para pillar a esos… ¡Aliens!, que utilizan Gusanos Medulares para cambiar el comportamiento humano! Además, yo soy hipermarika, nena –y me toqué con el índice en la nuca-, y para hacerme heterosaexuala, tendrían que meterme, no sé, como unos cinco o seis gusanos medulares de esos.
-Dolly…
-No, nena, que no. Conmigo no vas a atrapar a esa gente… entre otras cosas, porque no son gente como conocemos tú y yo, cariño, ¡son ALIENS OCHOS!
-No pensaba hacerlo, Dolly.
-Y sé que parece que no te hacen daño y todo eso, ¿sabes? Porque luego te devuelven como si nada haya pasado, pero nena, ¿qué pasaría con mi pisito después? Quiero decir, si me insertan esos gusanos medulares y me da por redecorar mi casa, quitar todo lo gay y poner cosas de heterosexuales, con nombres extrañísimos, como los muebles del Ikea, posters y bufandas del Madrid o del Atleti, ¡o de yo que sé, neeenaaa...!
-Dolly, no pienso hacer eso… ¿Me quieres oír?
-¿Ah, no? –y me crucé de brazos-. ¿Y seguro que no me vais a obligar o algo así?
-Claro que no, cabeza de chorlito –y sonrió.
-Ah, bueno… eso suena mejor.
-Gracias a ti la investigación ha dado un giro, y ahora sabemos dónde buscar.
-Coño, pues que guay, ¿no?
-Pero… eso no quiere decir que no sigamos, protegiéndote. Tú les has visto, y ellos saben donde vives.
-¡El rubio! –recordé.
-Por ejemplo, pero puede que haya más, y que no los conozcas… Todos esos chicos, y chicas, hemos abierto el espectro entre mujeres, lesbianas, que hayan desaparecido en la misma zona… son demasiados para que lo realice una sola persona.
-¡Así que el rubio tiene compinches!
-Es lo más probable.
-¡Tía, pues qué miedo! ¿No? –y le cogí de las manos.
-Tranquilo, estaremos vigilándote, Dolly.
-¿Las 24 horas?
-Las que hagan falta.

Y el corazón se me hinchó más que las tetas de Yola Berrocal, de la tranquilidad que me dió con aquellas palabras. ¡Qué tranquilidad, nenas! Le di un abrazo enorme, y de paso le sobé un poco. Él también me abrazó pero, obviamente estaba cortadillo porque sus compis del curro, nos observaban.

-¡Bueno! Pues vámonos a casa, pimpollo, cenamos algo rico y a dormir, porque el cuerpo me pide hacerme la muerta unas horas, o me saldrán canas con tanto disgusto y meneo de corre para acá, corre para allá.
-¿Irnos?
-¡Claro, Nene!, son las tres de la mañana. Y con la cabeza como la tienes, llena de cosas y desaparecidos con gusanos medulares, no vas a rendir. Te lo digo por experiencia, que tengo una amiga, la Tony, que está de farra las 24 horas del día, pero se cura en salud con cinco horitas de sueño…
-Bueno –dijo medio cortado-. En ese caso... iré a recoger mis cosas.

Bruno se fue a su despacho, y algunos compañeros y compañeras, me miraron entre la curiosidad, diría yo, y la risita al pensar que era una marikita marimandona, pero yo muy digna, me puse mi cazadora de súper puta en acción, y me dirigía mí público espectante.

-¡A ver si vais a pensar que después de daros la pista del caso, y con un psicópata que me quiere hacer desaparecer, me voy a ir solita a casa, chicas!

Los polis (hombres y mujeres), cansados, tuvieron el detalle de sonreír, y volver a sus cosas; cuando Bruno regresó, yo ya estaba súper preparada para irme a casa con él.

-Estaba pensando, que podríamos comprar algo para cenar.
-¿No te lo había dicho? Cocino que lo flipas, nena -y empezamos a andar hacia la salida-. O si no, ¿por qué crees que no salen en la tele cocineros gays? ¡Porque si no, el Arguiñano se iría al paro, nena! Nos hacen boicot, porque cocinamos de muerte.

domingo, noviembre 06, 2005

~23~ 1ª Temporada

En el capítulo anterior…

Me enfrentaba a una conspiración alienígena, para erradicar a los gays del Mundo (aunque había empezado por la zona de Chueca, en Madrid, ESPAÑA), cuando empecé a preguntarme por qué había desaparecido tan misteriosamente mi amiga Sayuri. Pero la pregunta del millón era, ¿creerían a una marika loca como yo si hablaba de esta INVASIÓN?

¡Bueno! Tampoco es tan raro, ¿no? Me dije a mi misma para darme fuerzas. Pongamos el ejemplo de Supermán. La nena es de otro planeta, ¿vale? Y lleva pijama con capa debajo de la ropa de banquero que se pone, aunque la muy loca dice que es periodista. ¡Cámbate, cuasimodo! Con todos esos antecedentes… ¿por qué La Supermana podía salvar al mundo y yo no? ¿Eh? ¿EH?

Enfrascada en esos pensamientos y en que no me atracaran o me robaran mi móvil (un Siemens Ideal), fui asaltada por dos niñas con cara de girl scouts, pero claro, en España no existen de esas cosas, así que tenían que ser del Día de la Banderita, de la Cruz Roja, o yo qué sé de donde coño podían ser éstas dos que iban a por mí… una con el brazo estirado en el que llevaba una lata para donativos, y la otra con una pérfida sonrisa, y el trazo también estirado con una cosita pequeña y cuadrada, que no supe qué era hasta que la tuve cerca. ¡Una pegatina!

-¡Alto ahí, nenas! Estaréis borrachas o drogadas de foskitos... si pensáis que voy a dejar que me pongáis esa mierda de pegatina en mi cazadora de súper puta en acción. –les dije y estiré la mano para que no se acercaran más con sus maquiavélicas intenciones-. Hoy no ha sido un buen día, no… y me ha costado mucho superarlo, hasta que lo he superado… además, este look tan fantástico no se hace en diez minutos, nenitas, ¿vale? Estoy muy cool y voy muy mona, para que vengáis a sablearme y a pegarme ESA COSA en mi ropa, ¿vale?
-¡Un donativo!
-¿Sabes lo que hacía yo a tu edad?, iba a devolver los cascos de cristal de las botellas, y me daban 25 pesetas, que luego me gastaba jugando a las maquinitas de marcianos, pero no iba atracando a la gente en plena calle, con esa excusa tan baladí de: dame pasta y te pongo esta mierda de pegatina que te va a joder la ropa.
-¡Un donativo! –dijo la de la pegatina.
-¡No te me acerques con esa pegatina, o me pongo a chillar aquí mismo! ¿Y sabéis por qué?
-¿Por qué?
-Porque el mundo se va a la mierda, y toda la Humanidad está en peligro. ¡Estamos siendo invadidas, nenas!

Las dos criaturas se miraron, y luego me miraron otra vez.

-¡Un donativo!
-¿Pero es que no me habéis oído? Vamos a morir todas, y terminaremos siendo la carne de hamburguesa en un McDonalds de Marte. Y tú –dije a la de la pegatina-, no vivirás para quitarte los hierros de la boca, porque te matarán antes de que vuelvas a la consulta del dentista. Y los marcianos cuando se coman su hamburguesa hecha con tu carne, protestarán al camarero ¡porque la carne tendrá demasiado hierro! –y miré a la otra niña, la que llevaba la hucha-. Y tú, que eres más mona, la palmarás virgen, y nunca sabrás lo que es un polvo, o un ligue, o un beso, o un griego… porque terminarás en la misma hamburguesería, como oferta del día: “chirli de virgen”. Y esa será la única vez que te comerán el chirli, nena, y no lo disfrutarás, porque claro, estarás picada y hecha carne de hamburguesa.

Las dos niñas se miraron chillaron como berracas y echaron a correr como si fueran dos pirómanas envueltas en llamas, buscando una fuente.

Tras quitarme a aquellas dos mocosas de encima, seguí andando hacia la comisaría. Ya me conocía el camino hasta el despacho de Bruno, así que cuando el poli de información fue a decirme algo, le di las gracias, pero ya sabía donde tenía que ir; con mucho morro, pero súper entregada a la causa de Salvar al Planeta (como una de esas activistas Locas del Green Peace), pasé entre las mesas de polis, llegué a la puerta del despacho de Bruno y llamé, reconociendo su voz súper sexy diciendo: “adelante”; entré y cerré, y como era de esperar, nenas, a mí es que los hombres con uniforme me pueden, y Bruno es el sueño de cualquier marika soltera.

-Bruno, ya sé lo que está ocurriendo.
-¿Qué haces aquí?
-Bueno, verás, he venido a decirte lo-que-está-ocurriendo.
-Dolly, es peligroso que estés andando por ahí sin protección.
-Para nada –dije y saqué el condón que siempre llevo en el bolsillo izquierdo del vaquero, pero claro, me di cuenta por su gesto de que Bruno no se refería a ese tipo de protección-. Tranquilízate, estoy bien y sé lo que está pasando.

Bruno parecía muy cansado y hasta tenía ojeras, o sería la mala iluminación de aquel despacho, porque para mí, Bruno seguía siendo el chulazo más apuesto que había visto en mi vida. ¡Quiero uno para Reyes! ¡Mejor, para Santa Claus, que llega antes que los tres esos de Oriente!

-Alguien… -comencé a decir-. Y no me llames loca, por favor, que ya estoy inmunizada contra la palabra “loca”.
-Está bien, no te llamaré loca.
-Menos mal… -y me desabotoné la cazadora, porque allí dentro hacía calor, y las testosteronas Bruno me daban más calor, cuando se echó hacia atrás en su silla-. Verás… creo que lo que está ocurriendo… con Sayuri… con esos otros chicos gays, y con CHICAS, sí, nena, con CHICAS gays también… creo que, creo que las secuestran, ¿vale?
-Dolly… eso ya lo sabemos. Te lo dije el mismo día que nos conocimos.
-Bueno, sí vale, lo sé, me lo dijiste -pero yo estaba súper impactada con lo bueno que estaba Bruno aquella vez, y claro, mi cerebro perdió parte de la información-. Pero este secuestrador no es de los normales -continué diciendo-, ¿vale? Son…
-¿Son…?
-Son…
-Dolly, ¿vas a terminar la frase?
-¡Son Alienígenas neeenaaa! –y se me fueron las manos a las mejillas y compuse mi mejor cara de terror hasta la fecha. Más que en la última fiesta de Halloween, cuando Felipe-Lipe, ese que está tan bueno, pero que es tartaja, se puso a vomitar, pero de forma tartamuda, o sea: series cortas pero contundentes... de vómitos. La pared del bar quedó de un GOTELÉ de flipe. Apestosa, claro, pero de diseño de la muerte, y con un colorido que ni se podía comparar con la ropa que se pone Marichalar, o Agatha Ruiz de la Prada tras cinco San Franciscos.
-¿Alienígenas? –y se acomodó en la silla, en un claro gesto de que me estaba tomando por LOCA.
-Bruno, cariño, no me mires así, please, que no estoy loca, ¿vale? Digo yo que tienen que ser alienígenas, porque lo que está ocurriendo, es imposible que esté hecho por un ser humano. ¡¡¡Están transformando a la gente!!!
-¿Cómo que la transforman?
-Habéis… ¿habéis hablado con las familias de alguno de esos chicos que han desaparecido? Con las familias o con los amigos, o con la gente que ha denunciado su desaparición…???
-Pues no… no hemos descubierto nada y no nos hemos puesto en contacto con ellos.
-¡Hazlo! Hazlo ahora… verás que muchos de los que están en esa lista, han reaparecido, pero cambiados. ¡Alienizados, nena!
-¿Cómo que cambiados?
-Sí, con otra personalidad. Por ejemplo, a los marikitas los vuelven heterosexualas, y a las lesbianas también, que lo he visto en la tele y la reacción de Sayuri, con esa rubia de las tetas gravitatorias es un claro ejemplo. ¡Y seguro que a los héteros, los vuelven más héteros! ¡No lo sé! ¡Pero debe ser eso!

Bruno me miró con cierta reticencia, pero al final cogió la carpeta, aquella que me había enseñado con las fotos de los chicos desaparecidos, y la abrió por la primera ficha.

-¿Y no tenéis carpetas de chicas? Porque seguro que también han desaparecido unas cuantas lesbianas… será mejor que lo chequees también.

Aunque parezca mentira, Bruno descolgó el teléfono y marcó el teléfono del contacto que había denunciado la primera desaparición. Si yo estaba en lo cierto, y una horda de alienígenas homófobos querían terraformar el planeta… pronto lo íbamos a descubrir.

Un tono… dos tonos… tres tonos… (la Tierra es un tono que se me escapó)

-¿Diga? –oí cómo preguntaba una voz de mujer.
-Buenas tardes, le llamamos de la comisaría de la calle Luna –se presentó Bruno.

viernes, noviembre 04, 2005

~22~ 1ª Temporada

En el capítulo anterior…

¡Eso era! Una invasión de alienígenas xenófobas. Secuestraban los cuerpos de la peña, y los heterosexualizaban desde las cejas hasta los tacones. Eso explicaría el cambio radical de Sayuri, y muchísimas cosas más, como la huelga de transportistas, ¡o la de los pescadores!

-¿Qué te ha pasado? –me preguntó Pepe con gran perplejidad.
-¡Mira, nene, no estoy para hacer resúmenes a estas alturas de la película, porque es que me ha pasado DE-TO-DO! Menos acostarme con una tía, me ha pasado DE-TO-DO –dije súper acelerada a la vez que cerraba con llave la puerta de casa.
-Me refería a tu cara.
-¡Ahora hago deportes de riesgo!
-¿De riesgo?
-Sí, nene. ¡Sobrevivir! Ese es el deporte de riesgo que hago todos los días… ¿Y a ti qué mosca se te ha perdido –abrí comillas- en este barrio de marikitas. –cerré comillas.
-Quería hablar contigo.
-¿Conmigo? –miré la hora del reloj-. ¡Pues llegas con seis meses, dos semanas, cuadro días y doce horas de retraso, reina! Anda, ve a tomar café con tu amiga la Espe, que yo me voy a salvar al Planeta –y me fui escaleras abajo, dejándole en el descansillo de mi casa.
-¿Quieres esperar y oír lo que tengo que decirte?
-¡Ni muerta! Lo de ir de puta y apaleada, sólo una vez, cariño, no hago bises… y te encargaste muy bien de dejar las cosas claras, Pepe.

Es que he de decir, que me hundí completamente cuando Pepe me dejó. Hago este paréntesis, por si no habéis captado ese ligero matiz de mega cabreo, que me alejaba de mis hipótesis de conspiraciones alienígenas.

-¡Espera! –y le oí bajar tras de mí-. Metí la pata. Me equivoqué.
-A mi no me vengas con cuentos chinos, ahora estoy muy ocupada, y el mundo se va a la mierda en tres minutos.
-¿Qué?
-Que lo que vengas a contar –me paré y me volví hacia él-, con esa carita de marikita arrependita, me importa un pimiento en estos momentos. He rehecho mi vida, me ha costado más que decidirme en el IKEA por un sillón, pero lo he conseguido. He sobrevivido a La Vida Sin Pepe el del PP, y me va de putísima madre, nena. ¿Entendido? ¡Y cierra la boca, por Dior, que pareces tonto! –y seguí bajando.
-Me estoy disculpando.
-¿Y? –me paré y me volví-. ¿Qué esperas? ¿Qué abra los brazos y deje que bajes esas escaleras corriendo a abrazarme como si fueras la jodida Heidi? ¡Tú flipas rábanos en 3D, nena! ¿Te has quedado en el paro o qué? ¿Y a mi qué me importa lo que te pase? ¡A la mierda! –y seguí bajando las escaleras.
-La culpa fue mía. El nuevo cargo… conlleva una serie de nuevas responsabilidades…
-¡Un momento! ¿Es que ahora eres Spider-Gay? ¿Y a quién coño le cuentas eso? –y miré arriba y abajo por las escaleras-, porque aquí no hay nadie más... y ya te he dicho que no tienes que disculparte, ni venderme historias, nena, porque no me interesan ninguna de las dos cosas. Se acabó. No hay nada de que hablar, ¿vale? ¡Arevoire, que dijo Voltaire!
-¡Te estoy pidiendo que me perdones! –gritó como si se encontrara subido a una colina y quisiera que todos los animalitos del valle le oyeran su declaración de… ¿amor? JA ja JA
-Mira, Pepe. Yo no tengo NADA, pero absolutamente NADA de lo que perdonarte. Debe ser muy normal, mandar a la mierda la vida en pareja, porque te asciendan de puesto y tal y leche pascual. Claro que presentarme a tus amigas peperas, no entraba dentro de tus planes, nooo, porque era súper marika. Deberías haberte dado cuenta de cómo soy cuando nos conocimos, o cuando vivimos juntos casi un año, que-ri-do, y no cuando te ascienden. Yo no llevo doble vida de Heterosexuala de día y Marika de noche... soy lo que ves tú, y lo que ve todo el mundo. No hay más. Esta es la Dolly –y seguí bajando las escaleras de las narices, que no terminaba de bajar.
-Lo he pasado muy mal, Dolly.

Estaba a punto de explorar, pero me tranquilicé contando hasta 10 fresisuises, y me volví hacia él.

-Vaya. ¿Y lo has pasado MAL durante esos seis meses, dos semanas, cuadro días y doce horas…? Porque si es así: ME ALEGRO. Y ahora...y se terminó de una puñetera vez esta conversación, me voy a hacer cosas de marikas, ¿vale? Esas que tanto te asustaban que hiciera en público. Porque tengo una personalidad muy grande. Tan grande que no me cabe en el cuerpo y la exudo como si fuera radiactiva. Y no me sigas ni un paso más, porque me voy a buscar a mí novio, que además es policía, que te dobla en altura, y que tiene un pollón como un brazo gitano mágico, porque cuanto más se lo como, ¡sigue igual de grande y a mí me entra más hambre!¿Entendido?

Me di la vuelta y cerré definitivamente esa puerta del pasado, mientras bajaba las escaleras (sí, nenas, por fin llegué al portal), salí a la calle y me dio la brisa de la tarde, hasta hacerme crujir los alveolos pulmones. ¡Madre mía qué liberación!

En mi cabeza comenzó a sonar el Sweet Dreams versión grooves y un pelín trance, y aceleré el paso, llevándome por el ritmo. No me molesté en mirar hacia atrás, porque ¿para qué? Yo era otra. La Nueva Dolly Reloaded, capaz de luchar contra los malos y detener esa invasión alienígena. Claro que… en esa faceta de marika cotilla mía, no engañaré si digo que tenía curiosidad por saber por qué ahora, precisamente ahora, tras seis meses, dos semanas, cuadro días y doce horas, venía Pepe a pedirme disculpas. Pero me aguanté.

No muchos gays saben salir de una situación similar, y yo fui una de las que no saben cómo salir, y lo pasé realmente fatal, llorando por las esquinas y cosas de culebrón venezolano, hasta que la Gigi me llevó a un SPA, donde casi encontré mi punto G y volvió a salir el arco iris. ¡Coño la Gigi! Marqué su móvil y seguí andando hacia la comisaría de la calle Luna.

-¡Digamelón!
-¡Gigi!
-¡Tía, qué fuerte!
-No, qué fuerte lo mío, escucha. ¡Nos están invadiendo los aliens ochos!
-¿Qué? ¿Qué nos invaden los chochos?
-Que nos van a poner una X en la nuca, neeeeeeeeeenaaaaaaaaaaaaa y no me refiero a un tatuaje de esos cools, sino a una X de control mental. ¡Nos van a lavar el cerebro, nena!
-¿No te habrás puesto a ver otra vez una película de esa trastornada de Gus Van San, no?
-¡No, tía! ¡Nos lavan el cerebro! Lo vi en un programa de ¡cuéntame tu vida, puta!
-¡Qué me dices!
-¡Tremendo! No sólo nos lavan el cerebro, sino que además, te vuelven heterosexuala.
-¡Cagarse!
-Sí, nena. Lo piorrr.
-¿En qué psiquiátrico estás?
-¿Cómo?
-Dolly, o te has vuelto loca, o no me lo explico. ¿Qué chorradas me estás contando de invasiones alienígenas y programas de putas heterosexualas?
-Me voy a la comisaría.
-Como vayas y cuentes eso, te encierran, tía. Te encierran bajo siete llaves.
-¡Nena, esto es real!
-Claro, como cuando me dijiste que debajo de los leones de las cortes, había una inscripción en Élfico, ¿no?
-¡Es que estabas súper pesada con El Señor de los Anillos, Gigi!
-¿Dónde estás? ¡Oigo tráfico!
-En la calle, y me voy a la comisaría a buscar a Bruno, para contarle todo esto.
-Si le cuentas eso, no se acuesta contigo ni aunque sea para hacer una obra de caridad.
-Mira. Como te pille el alien ocho rubio y te vuelva heterosexuala, como han hecho con Sayuri, a mí no me vengas llorando, ni con la Play Boy… Esto es gordo y serio, tía, y creo que sólo he destapado la punta de la pirámide.
-Será la punta del “ais bergggg”.
-Se puede decir de las dos formas, paleta.
-¿A… sí?
-Pues sí, que lo leí en un Más Allá, y ya sabes que son periodistas de investigación al 100%.
-Ya, pero la cabra con tres cabezas, era por obra y gracia del Photoshop, tía, ni periodismo de investigación, ni apariciones marianas...
-Bueno, vale, que estoy por detrás de telefónica, y como no me ande con cuidado, me mangan el móvil, nena. Corto.
-¡Y tú puta!
-No te llamaba CORTO, subnormala, decía que CORTABA.
-¡Ah!
-En cuanto hable con Bruno, te llamo y te cuento.
-Oki.

Colgué y me guardé el móvil, acelerando más el paso porque la zona de los cines Luna, parecía de un decorado de Blade 3, y yo iba demasiado cantosa para parecer casual; comenzaba a caer la noche y las farolas se encendieron, haciendo que las prostitutas que estaban por allí, lucieran más espectaculares que nunca. ¡Coño, si había una que se parecía a Juanita! (una vecina de mi madre).