martes, noviembre 21, 2006

~11~ 3ª Temporada

En el capítulo anterior...

Rompí con Bruno... y pensé que lo mejor para pasar tal depresión, era comprarme un teléfono móvil nuevo, cuando al leer el diario de Agapita del Terror, descubro que hay una página más, con algo nuevo escrito: la muerte de la rubia, y me entra el pánico, y se lo cuento a Gigi, y se asusta más que yo, y chillamos, y me quemé con el té, y se le ocurre pensar si en el diario que entregamos a la policía, también ha aparecido una página más... y eso nos lleva a ¡Sayuri!

El té verde nos sentó a las dos de escándalo, pero a Gigi las galletas holandesas de mantequilla se le hicieron una bola en el estómago como al gato de Shrek, y de camino al Rodilla de Callao, donde habíamos quedado con la Sayuri para no ir a su comisaría y ver de paso a Bruno, el efecto de las galletas se multiplicó por ocho, y le sonaron las tripas en THX, con lo cual, fue entrar en el Rodilla y ver cómo Gigi salía disparada a los servicios.

-Hola, buenos días, ¿qué el pongo? Me preguntó una de las dependientas del local, que casi era tan alta como el mostrador, claro que yo la veía entre las bandejas de sandwiches.
-Un desayuno de esos completos, gracias.

Me puso el desayuno de inmediato, pagué y me fui a una de esas mesitas que más que mesas parecen estadios para pulgas de lo enanas que son, y donde has de sentarte en las sillas rozando las nalgas, porque lo que se dice sentarse, ¡es una Misión Imposible!; cogí un taburete y me apoyé mientras me bebía el zumo de naranja y el sandwich vegetal. A Gigi le dejé el café con leche, a ver si con eso se le tranquilizaba el estómago; Gigi volvió, más pálida que un queso de Burgos.

-Ay, tía, no me gusta hacerlo fuera de casa...
-Ni a mí, nena, pero no tengo novio, ni mí casa llena de hombres... –y caí en la cuenta-. ¡Ah! El hacer "caquita" fuera de casa...
-No, el pintarme la raya del ojo boca abajo en el espacio, ¡LISTA!

Y nos entró la risa, y a Gigi le crujió otra vez el estómago.

-Tía, me voy a comprar una caja de esas jodidas galletas para cuando sufra de estreñimiento.
-Eso te pasa por comer a dos manos, nena; tómate el café con leche, a ver si te sientes mejor –dije y miré hacia la puerta-. ¿Crees que vendrá pronto la Sayuri?
-Dijo que vendría, ¿no?
-Sí, nena, eso dijo, pero no te he contado, a parte de lo de anoche y todo eso, la palmó mi móvil. ¡Y como no venga pronto, me van a cerrar las tiendas!
-El FNAC y el Corte Inglés lo cierran a las 10 de la noche. Tenemos tiempo, Dolly.
-¡Mírala a ella qué resuelta! ¿Y qué hay con lo de cotillear en varias tiendas, ver quién lo tiene a mejor precio, ¿ver muchos modelos y todo eso!? Que nos dore la píldora un dependiente buenorro... Que aunque ahora tenga pasta, estoy en paro, nena... y recuerda lo que le pasó a la cigarra del cuento de la cigarra y la hormiga, nena.
-¿De qué coño me hablas? ¿Qué les pasó a esos bichos?
-Que mientras la hormiga estaba de puta madre, en su casa con bombas de calor, edredones nórdicos y televisión por satélite, la cigarra sólo podía comprar en los supermercados Día, y un día, el mendigo que pedía en la puerta del Día, le metió dos navajazos y la mató.
-¿Un mendigo apuñalando a una cigarra? ¿Y cómo dejan que una cigarra haga la compra en el Día? ¡No me digas que hay bichos sueltos en el Día, tía!
-Nena, es una metáfora, ¿vale?
-Tía, pues avisa, ¿vale? O haz que te salga por debajo un subtítulo que diga “hablando metafóricamente”, Dolly.
-A ti sí que te va salir un subtítulo por debajo, que diga “En La NASA Experimentaron Conmigo. Tened paciencia”.
-Tía, eres lo peor –y le sonó una tripa-. ¿Por qué siempre te metes conmigo?
-Porque me lo pones a huevo, nena.
-¡Hola! –dijo Sayuri a mi derecha.
-¡Hola, nena! ¿Os conocéis?
-Creo que... sólo de vista...

Y ofreció su mano a Gigi y dijo su nombre real, no el de Sayuri, que es el mote que le puse yo, y otras muchas marikas más, y Gigi se presentó como Gabriel, nombre real, pero que no es el que tiene en su DNI, porque resulta que... Mirad, nenas, os leéis las dos primeras temporadas, y dejad que divague, coño, que me cortáis la tensión emocional que tiene este momento... porque la Sayuri se traía algo bajo el brazo. Una carpeta o algo similar, que no pude dejar de mirar.

-¿Has conseguido el diario, nena?
-Directa al grano -dijo Sayuri sentándose en la minimesa.
-Claro, nena, este cutis no estaría tan perfecto si no lo limpiara de impurezas.
-Se refiere al diario, so tonta, no a tu cutis, Dolly.
-Ah ¿sí? –y se me escapó una risa tonta-. ¡Pues parecía un cumplido, coño! –saqué de la bolsa de plástico el diario fotocopiado y a Gigi le crujió otra tripa-. Este es el fotocopiado. Mira la última página, nena. Es cómo si una mano del “maraco” -que era cómo llamaba mi madre al Hombre del Saco-, del más allá, la hubiera escrito y metido dentro del canutillo.

Sayuri, que para eso es policía (¡y muy lista a la par que guapa!), acercó otra mesita del Rodilla que estaba libre, y colocó mi fotocopia del diario, y el diario original al lado. A Gigi y a mi se nos encogió el trasero al ver el diario original, pero nos callamos, mientras ella nos comentaba que no fue fácil sacar aquella “prueba” de la comisaría, porque la habían relacionado gracias a un “soplo” (y nos miró), con un caso de asesinato que estaba llevando.

-¿Y se puede hacer eso?
-Aquí está el original... –dijo un pelín pedante la Sayuri.

No hacía falta ser del CSI o habérsela chupado a Grisom (¡PRIME!), para ver que la última página del diario estaba escrita en un papel más nuevo que el resto de páginas, y que la tinta parecía más fresca y legible. Igualito que con la fotocopia mía.

-¿Y dices que lo encontraste tirado?

Asentí y vi que Gigi también lo hacía a mi derecha.

-Lo encontramos en un contenedor de escombros... ¿por qué me miras así? Me pierden los libros, ¿vale? Vi libros que habían tirado y...
-Supongo que el contenedor ya lo habrán vaciado.
-Supongo, nena, porque lo vimos en el Epílogo-GO! De la Segunda Temporada y ya estamos en la Tercera Temporada.
-Sin contar con los días que esta ha estado sin internet, porque le petó el PC a Dolly.
-Gigi, nena, comentarios como ese sacan al lector del relato.
-¿Tú crees?
-¿Qué relato? -preguntó Sayuri, que a estas alturas estaba perdidísima.
-Yo no he dicho que ésto sea un relato, nena, sino: marika ficción.
-¿Y cual es la diferencia, tía?
-¿Cuál va a ser? ¡Que las marikas somos más imaginativas, nena! ¿Sabes quién es la Jesusa de Jesmar para Jugar?
-¡Claro tía!
-¿Y cuando la ves por la calle qué dices?
-Absolutamente nada, tía, me quedo sin palabras. Es un shock visual.
-¿Ves? Ahí lo tienes. Tiene tanta imaginación esa marika, que no sabes si viste casual, de etiqueta, o simplemente se ha tragado a Agata Ruiz de la Prada, y se le metamorfea la ropa en colores estridentes. Imaginación al poder, nena. Si no fuera por la clase con la que se conjunta los modelitos, diría que es daltónica esa marika, nena.
-Es que el Jesús ES daltónico, Dolly –puntualizó la Sayuri.
-¿Ah, sí?
-Sí –me corroboró.
-Sea daltónica o no, se conjunta de la muerte, Sayuri, pero vamos al tema, nena. ¿El diario que entregamos tenía una página de más?
-Sí, tenía una página de más... justo como vuestro diario fotocopiado.
-¿Y eso cómo puede ser posible? –dijo Gigi.
-Gigi, no interrumpas, nena –y me volví a Sayuri-. ¿Y eso... cómo puede ser posible?
-Esa pregunta la acabo de hacer yo, tía.
-Correcto, nena, pero mi pregunta es más enfática y vocalizo mejor. Así que a joderse.
-No tengo la menor idea de cómo ha podido suceder -continuó diciendo Sayuri-. ¿Seguro que no estaba esta página antes?
-No, nena, has visto que tanto el original como la fotocopia, canta esa página, como si fuera algo que se acaba de escribir... desde el más allá...
-¿¿¿EL MÁS ALLÁ???

Chilló Gigi y llamó la atención de todo Dior que desayunaba tranquilamente en el Rodilla de Callao; se tapó la boca con las manos, y pese a que el terror le salí por los ojos, se contuvo e inspiró por la nariz varias veces.

-Eso es completamente imposible –dijo Sayuri.
-Oka, nena, lo SÉ, pero –y miré a Gigi y después a Sayuri-, nena, no hará falta recordarte que hemos pasado por un complot que transformaba a los gays en héteros, luego por un resort vacacional supuestamente tranquilo e infectado de fantasmas, monstruos gigantes y cosas bajo el agua... ¡y ahora esto! En la Blogsfera... ¡nos están llamando a Gigi y a mí, la versión marika chachi petarda de Scooby-Doo, neeenaaa...!
-¿Sí, tía? –preguntó la Gigi emocionada.
-Sí, nena, pero tú eres Shaggy, y yo la Rubia. ¡LA RUBIA! –y me acordé de la rubia atropellada en plena Gran Vía y se me estremeció el cuerpo al invadirme el terror de lo que había presenciado la noche anterior.

martes, noviembre 14, 2006

~10~ 3ª Temporada

En el capítulo anterior...

Tras un breve encuentro con las Bossini, un trío de marikas que matarían por mi estatus de Diva, y de montar en un taxi conducido por una sociópata de la COPE, llegué a casa de Bruno, le dije todo lo que tenía que decirle: esto es, lo que sentía por él, lo complicada que era mi vida y lo de que me parecía una locura que se fuera a Murcia... y él no respondió. Se quedó mirándome, en silencio, mientras yo bajaba las escaleras... y luego me quedé sin ordenador porque me explotó por culpa del último disco de la Cristina Cagalera esa, ¡PUTA!, now, ladys & petardas... continúa the adventure...


Bajando las escaleras pegada a la pared, y no porque fuera borracha, sino para que no viera Bruno por el hueco de la escalera cómo me limpiaba las lágrimas e hipaba de pena, penita, pena, llegué al portal justo cuando se apagó la luz de la escalera; Bruno no dijo nada, ni me siguió escaleras abajo. Definitivamente, aquel había sido el fin de mi relación con Bruno... y aunque él no dijo ni pío, yo me quedé más tranquila porque le dije todo lo que tenía que decirle, os guste o no, nenas. Esta es mi vida y sólo decido yo lo que hacer con ella.

De vuelta en casa, lo primero que hice fue buscar mi antiguo móvil, un Siemens A52 (cutre de cojones, lo sé, pero que funcionaba hata su death), le puse la tarjeta, lo enchufé al cargador, lo encendí, introduje el PIN y comprobé que toda mi agenda estaba allí (que lo estaba), y lo dejé cargando toda la noche, mientras que me dejaba caer sobre la cama y me hice la muerta durante unas horas.

A la mañana siguiente, a eso de las diez y cuarto, me levanté súper positiva. Pase lo que pase en tu vida, si te levantas pensando en que tienes que realizar algún tipo de tarea, te levantas positiva. El mundo puede esta bajo una serie de terremotos en cadena, atacado por una invasión de Marías Teresas Campos Gigantes, o una epidemia pandémica de dolor de hortos... pero si tienes algo que hacer, te levantas fantástica y súper optimista. Y yo estaba así porque esa mañana iría a comprarme un móvil nuevo, carísimo y de diseño, y después le haría una foto y se la mandaría por emilio a la Hidro-nena, para que se muriera de envidia, porque el suyo, aunque es más gayer, ¡seguro que no era tan nuevo como el mío! ¡JA!

¡¡¡ME IBA A CREAR RIQUEZA!!!, que es mi grito de guerra cuando me voy de compras lokas.

Tras un desayuno rápido y un cigarrilo, cogí el Diario de la “Agapipas” de Girasol para irme al baño, una vez me fui al baño, sin llevar nada para leer... y casi entro en coma después de leer 7.750 veces el contenido de un champú. Y es que, yo leo rápido, nenas.

Me senté en la taza, tras encender la radio (Radio 5), todo “inmundicias”, porque más que todo noticias, aquello es el acabose de la pena y los accidentes, y justo en ese instante estaban dando la noticia sobre el atropellado (la rubia) de la noche anterior en plena Gran Vía, con comentarios de lo que vieron algunos testigos... ¡La rubia se había arrojado entre gritos a la carretera, y mientras se pudo sostener sobre los pies, iba directa contra los coches! ¡¡¡QUÉ JEBY!!!

Por un momento recordé aquella secuencia de Bowfinger, el Pícaro, cuando Eddie Murphy que hacía de medio subnormal con gafas, atravesaba una autopista de Los Angeles de lado a lado, mientras los coches circulaban a 300km por hora.

-¡Qué jeby! ¡La rubia iba suicidándose por entregas! –dije en voz alta, y nadie me respondió. Menos mal, porque si me llega a responder el locutor de la radio, me cagaba encima del susto, aunque ya estaba en el mejor de los sitios para hacer esa acción.

Abrí el diario de la Agapita e intenté buscar la parte en la que me había quedado, cuando algo atrajo mi atención en las últimas páginas. Había una página medio suelta, la última, como si no estuviera bien metida en el canutillo de plástico y sobresaliera un poco. El color era más oscuro, y la tinta era tinta de boli, no tinta de fotocopia; pensando que sería alguna nota escrita a mano por la niña-shrek de la fotocopiadora, comencé a leerla.

“Sé que ha estado con él. Ha tenido que estar con él, porque aunque disfrace con colonia su olor, lo huelo. Le huelo.

He comenzado a seguirle por la calle, y cuando he llegado a la Gran Vía, él se ha vuelto, y ha sabido por mi mirada, que iba a morir. He ejecutado su deseo contra varios coches, hasta que sus ojos han dejado de mirar los míos.”

Completamente aterrorizada, miré la radio del baño, que ahora estaba dando el parte de deportes, y volví a ver la última página contrastándola con la anterior. ¡ERA LA MISMA LETRA! Lancé el diario de la Bruja de Blas por el aire y eché a correr huyendo del baño y caí de bruces por culpa de mis boxers, que tenía a la altura de los tobillos.

¡Vamos que estaba para que me sacaran una foto en ese momento!

Me recobré del terror, me incorporé, recogí el Diario Mortal de aquella asesina, lo guardé dentro de la bolsa de las fotocopias, y lo escondí bajo el sofá mientras pensaba que su novio, ese hombre por el que había huido de Murcia, había estado en el Lether follando con la rubia, antes de que Manolo el bombero se la tirara y se fuera con él a la sauna...

-¡MANOLO! –chillé horrorizada-. ¿Y si es Manolo? ¡Imposible! Manolo tiene novia, aunque se la pegue con tíos, y además, cómo va a ser Manolo si estoy en el capítulo 10 y aún me quedan 25 capítulos más de ésta Tercera Temporada de Desperate Housegays. “Impossibol!”, que diría la puta de Tom Cruise en una secuela.

Alguien llamó al timbre y no hice caso. No había podido hacer pis ni caquita del susto, así que no estaba para nadie. Además, sólo estaba vestido con los boxers ¡y tenía que salir a comprarme un teléfono móvil nuevo, para que se jodiera de envidia la Hidro-nena. Además se me ocurrió que si fuera un día a Torremolinos, por ejemplo, le mandaría una de esas espantosas postales con Gitanas con trajes de tela. JAjeJIjoJU.

-¡Dolly! ¡Abre la puerta, tía!
-Gigi –dije al reconocer su voz y le abrí la puerta-. ¡Gigi!
-Tía, ¿no crees que te estás pasando con tus mensajes “sub-inguinales”... para que tu vecino bombero se de cuenta de que te lo quieres tirar, ¿puta? –dijo tras verme de arriba abajo-. Sólo te falta una pancarta que diga ¡FOLLAME, COÑO!
-¡Deja de mirarme como los viejos del lether y pasa, nena! Hay algo súper jeby que tengo que contarte, nena...

Y se lo conté a toda velocidad, viendo su cara de horror y espanto supino, con las piernitas juntas y arrebujándose en el sofá del salón.

-¡No me fastidies, tía! ¿Y dónde has metido el Diario de la “Aramís loca del coño rasta” esa?
-Debajo del sofá –dije señalando el sofá, y Gigi bajó la vista hacia su paquete, lanzó un alarido y salió disparada del sofá como si la repeliera viva-. ¡Hijadelagranputa! ¡Eso se avisa, tía! ¡Dame un vaso de agua para que se me pase el mal trato!
-¡Será el mal trago!
-¡Mira, doña cifras y letras! ¡A mi se me pondrá MAL, lo que me salga de la flora intestinal, le guste o no a José Coronado, o a todas esas putas que cagan juntas el yogur! Dame un vaso de agua YA, ¡y déjate de hacer de correctora de estilo del Cosmopolitan, tía!

Gigi no se bebió el vaso de agua, lo masticó, nenas. Se lo bebió con tanta ansia, que parecía que se estaba comiendo a la madre de los fosquitos, y luego inspiró como hacen las muertas de las películas cuando reviven, poniendo los ojos en blanco.

-Tía... –dijo en un hilo de voz.
-Dime, nena.
-¡Vístete de una puñetera vez, tía! Que seré tu amiga, pero también soy maricón.

Salí corriendo a mi habitación, me vestí en plan sport a la par que casual, como sólo Barbra Streisand sabe hacer cuando se va de “Yonkypur” y la reconoce todo Dior. Hice una visita al baño (donde ya pude hacer algo), y al salir me llegó el aroma desde la cocina del té verde; Gigi había preparado dos tes, y había saqueado mis pastas holandesas de mantequilla; cuando entré en la cocina la pillé comiendo las galletas con los mofletes inflados, como Furcia, mi hámster, cuando se infla a comer pipas de girasol.

-Te va a sentar mal si te las comes así, Gigi.
-Hay tía, qué sustito tengo en el cuerpo, tía –y le dio un trago a su té, quemándose.
-Lo de esa página que se ha escrito sola, y que ha aparecido, nena, es súper jeby.
-Es como de Dimensión Desconocida, tía...
-Como de Los Límites de la Realidad, nena...
-Como Cuentos Asombrosos...
-No, nena, porque Cuentos Asombrosos eran casi todos guays, y esto NO ES GUAY, nena. Esto es de “Jiñer Jiménez”, aunque claro, con La Dientes que le acompaña, es para tener el Jiñer en el Cuerpo todo el día, como aquella película de Coppola.
-¡El Diario!

Chilló de repente Gigi, y yo del susto me metí el té que bebía por las narices, y me quemé toda; un paño de cocina apareció junto a mi cara y Gigi me pidió disculpas.

-¿Crees que en el diario original, ha aparecido una página más, tía?
-¡Pues no lo sé, nena! El Diario ahora lo tiene la poli, y yo con Bruno definitivamente he roto... y.... ¡Neeenaaa! Podemos averiguarlo con... ¡SAYURI!