miércoles, mayo 23, 2007

~EPÍLOGO-GO!~ 3ª Temporada


Tras mi última aventura, sucedieron cantidad de cosas... cosas, que intentaré resumiros en este Epílogo-Go!, hasta la fecha actual, el 2007…

No olvidarse, nenas, que toda la aventura de El Diario Secreto de Agapita González, ocurrieron en los dos primeros meses del 2006, con lo cual, mejor así, porque si todo lo malo pasó de sopetón en los primeros meses, ¡¡¡el resto del 2006 debería ser FANTABULOSO!!!, quise creer, y en parte, lo cierto es que ¡¡¡LO FUE!!!

Claro que pasaron cosas malas, como por ejemplo, que dejé de tener a Jessica y Manolo como vecinos, porque… tras la “revelaciones”, y que no te voy a decir cuales fueron, porque para eso me he escrito 35 capítulos, ¡HIJASDELAGRANPUTA!

Sí, nenas y nenes, Jessica y Manolo se separaron, no sé si de malas maneras, pero la cosa, es que se separaron y se marcharon del piso y el piso volvió a quedar libre...

Las Bossini se volvieron a Barcelona, porque yo les dije que les faltaba mucho entrenamiento para ser unas auténticas Divas, y que deberían seguir unos meses… (o AÑOS), con la Hidro-nena, y para allá que se fueron las muy taradas... pero claro, a las 6 horas me llaman, y me dicen que la Hidro-nena no está en Barcelona, y que se volvían para Madrid, y yo les dije:

-¡Y UNA MIEEERDAAA, NENAS!

Y les di a las tres la dirección del nuevo novio que tiene la Hidro-Nena, más conocido por LCGQBQB (o sea, La Chica Gizmo, Que brilla, Que Brilla), y las Bossini, ni cortas ni perezosas, se subieron a un bus con destino a Huesconsing, que está, más concretamente y situándolo en el mapa del Google, en HUESCA.

Desde entonces, dicen que Huesca ya no es lo mismo, porque estas tres descerebradas, cada vez que ven un paso de peatontas (que en Huesconsing los hay, aunque pocos), se creen que es Abbey Road, y se ponen a andar de forma rarísima, y claro, ya han estado a punto de ser atropelladas varias veces, porque una cosa debéis saber, y es que andar por Huesconsing, NO ES SEGURO, nenas. O te atropellan los coches o te puede caer un tiesto de alguna de las fachadas, o un carámbano del tamaño del un dildo en su época invernal, abrite la crisma como un water melon.

Pero volvamos a madrid, porque lo que les pase a esas tres putas, me importa un pimiento; el piso de Jessica y Manolo que había quedado libre… lo quedó, pero desgraciadamente por poco tiempo. Yo esperaba que algún chulazo lo alquilaría, pero no nenas, fue Gigi quién lo alquiló, y es que como dijo ella:

-Mira, tía, tu casa está demasiado ordenada y limpia, y la mía está lejos y además, la Space, que sigue suelta y en busca y captura, sabe dónde vivo y ya me intentó “jansesinar”.
-Es verdad, Han Sola…

Que vale, tiene mucha razón, pero tener a Gigi en la puerta de enfrente, es como tenerla DENTRO de casa.

-Tía, ¡k fuerta ha sonado eso!
-Pero es la verdad, Gigi…
-Pues sí, tía, pero lo podías haber dicho de forma más "lais".
-Andaaa... calla, y deja que termine, nena.

Eso, digamos que fue la parte mala.

-Gracias, ¡Puta!
-JUAS!
-Venga, cuenta ahora la parte buena, que el 2006 ha sido lo más, tía.
-Pues sí, pero si te callas un poquito, ¿vale?
-Oka, tía.

Prosigamos: la parte buena, es que, por increíble que parezca, las cosas han ido de mejor en mejor. Y eso, también asusta, porque si pasan tantas cosas buenas todo el rato, piensas: “cuando lleguen las cosas malas, ¡¡¡vamos a cagar peladillas, neeeenaaa!!!”.

Y las cosas buenas fueron, que gracias a la foto que le sacamos al demonio con el móvil de las Bossini (móvil que no le devolvimos, porque eran lo pior), el jefe del rubio que estaba en bolas y al que salvamos de las catacumbas, nos la compró y nos dio mucha pasta, gracias a parte de la cual, Gigi, se vino a vivir a la puerta de enfrente.

Pero ahí no queda la cosa, porque claro, curioso como era el hombre y dueño del periódico sensacionalista y de cosas raras llamado “Increíble pero Cierto”, me ofreció un trabajo, pero claro, ¡yo soy una Diva!, y tengo mis compromisos mundiales, además de ahuyentar a la Whitney Houston de los saleros para que no se los esnife, o a María Carey de cualquier McDonalds, al grito de “¡María, CARAJO, sal de ahí!”… le dije al Jefe que sólo podría trabajar en colaboraciones esporádicas, y si contrataba a Gigi, porque la Gigi es también medio zahorí, y sabe dónde están los líos paranormales… y va el tío, ¡¡¡Y NOS CONTRATÓ A LAS DOS!!!

Súper Jeby, nenas. Hay que estar muy desesperado para hacer lo que hizo el hombre, y por eso tiene toda mi admiración.

Desde entonces, nos hemos movido por Madrid, visitando pisos encantados (y nada encantadores), entrevistando a una señora de 120 kilos que decía que los pezones de sus tetas eran dos ectoplasmias, aunque la verdad parecían dos platos de ensalada de lo enormes que los tenía, y acompañamos a un lampiño (esto es un hombre sin pelos) que decía que era un hombre lobo, en una noche de luna llena, y al tío, ¡no le salió ni un pelo en las narices!, así que al final lo llevamos Al Paso, buscamos unas cuantas "osas donantes de pelo", le pegamos unos cuantos pelos ensortijados con agua y azúcar y le sacamos unas fotos, y también las vendimos, ¡¡¡y nos dieron más pasta…!!!

Y no nena, no fue mentir, fue... ayudar a los demás a que cumplan su ilusión, como la de ser un Hombre Lobo.

Y todo iba bien en la redacción, cuando en uno de los casos, donde habían trabajado varios redactores del periódico, terminaron desaparecido misteriosamente, y el Jefe, nos quería mandar a nosotras. A mí de reportera y a Gigi de fotógrafa, pero claro, para ello, teníamos que ir en coche a alguna parte lejos de Madrid, ¡y ninguna de las dos teníamos coche! Es más, por no tener, ¡¡¡NO TENÍAMOS NI CARNET DE CONDUCIR!!!

Así que me dije: “DON’T PANIC”.

Nos apuntamos a una autoescuela, y nos sacamos el carnet a los pocos meses, porque somos súper listas, y porque además, tengo una ropa ideal que conjunta cantidad con un Opel descapotable de esos de dos plazas. Seríamos la envidia de Chueca, y lo fuimos, ¡anda que no! Y a Gigi le hizo cantidad de ilusión eso de conducir, y yo la dejé, porque como bien podéis imaginar… ¿qué es una Diva sin un chofer? ¡Pues una Meng-Diva, nenas!

Y ya con todo eso, fuimos al Jefe, y le dijimos que queríamos ese caso en el que habían desaparecido 4 periodistas…

-En realidad ya son cinco –dijo él muy preocupado.

Esto fue por Marzo o Abril del 2007, de este mismo año, vamos.

-¿Y porqué desaparecen los periodistas? –preguntó Gigi.
-Nadie lo sabe… simplemente van… comienzan a trabajar durante unos días, preguntando a los testigos, y luego, desaparecen, dejando todas sus cosas…
-¡K JEBY! –dijo Gigi.
-De todas formas, no quiero que vayáis vosotros... aún estáis muy verdes…
-HUALA! ¿Verdes? Pero si siempre que sale un artículo nuestro, ¡la tirada se duplica, Jefe!
-Por eso mismo.
-Ah, que es un cumplido… vale.
-Además, esta vez irá Rosario Fitis.
-¿La Rosi? –preguntó Gigi-. ¡Pero si La Rosi tira las fotos sin quitarle la tapa al objetivo!
-Tranquila, Peter Parker, déjame esto a mí –y paré a Gigi con una mano-. Jefe, sé que es una misión súper peligrosa y todo eso, pero también sé, que esté, podría ser el “cliffhanger” de la Cuarta Temporada de Desperate Housegays…
-¿Qué es eso del “cliffhanger”?
-Un gancho, Jefe.
-Gracias por la puntualización, Gigi…

El Jefe se quedó pensativo unos minutos, y luego se puso a negarlo con la cabeza como cuando los perros intentan secarse, y se mueven de arriba abajo.

-No, irá Rosario Fitis. Ya está dicho. Saldrá hoy mismo…

Y en ese momento llamaron a la puerta, y era ¡La Rosi!

Rosario Fitis es una morenaza con un cuerpazo de escándalo y unas tetas poderosas como proas de trasatlánticos, pero que lleva unas gafas que parecen las primas del telescopio Hubble. Vamos, que le puede estar enseñando la polla el mismísimo King Kong, y ella ni se entera de lo cegata que es.

-¡Buenos días, Jefe! –dijo la Rosi con su voz cantarina-. Ya estoy lista para salir esta misma mañana. Y he reservado una habitación en el motel que hay a dos kilómetros del asilo.

¿Un Motel? ¿Un Asilo?

-Si salgo en media hora, podré estar allí para la hora de almorzar, y comenzaré a hacer las entrevistas esa misma tarde.

-¿Y qué hay en ese asilo, Rosi? ¿Yayos empastillados de Viagra? ¿Desaparecen las dentaduras postizas de los vasitos de agua? ¿O hay algún monstruo que se bebe el pis de las cuñas?
-Pues hay… -comenzó a decir, y mi Jefe la cortó.
-Nada que os concierna a vosotros dos… Estáis fuera de esto, chicos.
-Jooo… -dijo Gigi.
-Jooo… -dije yo poniendo carita del gato de Shrek.
-Jooo… -dijimos las dos a la vez, porque ya lo teníamos súper ensayado en el espejo de casa, y nos salía súper bien y súper natural que lo flipas.
-NO –dijo el Jefe, y nos largó a las dos de su despacho.

Y así, con este cliffhanger que te cagas, y completamente ignoradas como dos marikas en el Día del Orgullo Gay, nos fuimos a casita, esperando que nos encargaran otro reportaje, y buscando también cosas por nuestra cuenta, hasta el momento…

Y te dirás: “vale, todo esto muy chulo, nena… pero lo que queremos saber es qué pasó entre Bruno y tú, desde la última vez que os visteis en el Capítulo 35…”

Es que parece que tenéis telepatía, nenas, porque Eso precisamente era lo que iba a contar para cerrar este Epílogo-GO!

Bruno y yo volvimos a vernos… y en más de una ocasión, nenas, pero claro, esto fue durante meses, hasta, que el fin de año del 2006 lo pasamos juntos, y el 1 de Enero de 2007, nos despertamos en la misma cama, de un hotel monísimo de la muerte, en algún lugar de Europa que no era España (ni Lan-Don, porque aborrezco Lan-Don, nenas).

A la vuelta a Madrid, hicimos algo súper jeby, y fue, decidir lanzando una moneda al aire, en cual de las dos casas íbamos a comenzar a vivir juntos. Sí, nenas ¡JUNTOS!

¿Y qué casa creéis que fue la ganadora? ¡La mía, porsupuestísimo, nenas! Además que está mejor decorada que la de Bruno y que tiene todo mi santuario de Dolly Parton, y que además es más grande que la de él, y más céntrica y todo eso, y porque además, creo que soy la única persona en Europa, que tengo un euro defectuoso con la cara de Juan Carlos por ambos lados. JA!

Sí, nenas, desde el 1 de Enero de 2007 ya vivimos juntos, y no tenemos nada que envidiar a esas parejas tan cools que salen en las portadas de “Pronovias”. Para nada, nenas… y hasta de vez en cuando, hemos hecho alguna cenita en casa, a la que se ha apuntado Sayuri y Gigi, aunque Gigi se apunta cada dos por tres a cualquier cosa, claro. Incluso, hasta la Pauli (porque ella lo vale), se vino a mi cumple y todo.

Con esto quiero decir, que después de Tres Temporadas de Desperate Housegays, o lo que es lo mismo: 105 capítulos (sin contar los tres Epílogo-Gos!, porque entonces serían 108 capítulos), oficialmente… ¡¡¡YA TENGO NOVIO, NEEENAAASSSS!!!

¡Hasta ni yo misma me lo creo!, de lo fuerta que es… pero sí, nenas:

¡¡¡TENGO NOVIOOO!!!!

Y es una experiencia que espero, alguna vez en esta vida, os ocurra a todas porque es ¡LO MÁS, nenas! Hasta se me pone la piel de gallina, cada vez que lo pienso. Como que estoy por sacarme una foto del antebrazo para que lo veáis y todo, pero no, tampoco quiero que os pudráis de envidia, por seguir siendo marikas solteras y desesperadas.

Hasta que un día… una noche en la que volvía muerta, y Gigi más, porque habíamos estado toda la tarde hablando con una madre que tenía un hijo con dos cerebros por culpa de la Play Station 3 (sí, nenas, otro reportaje para Increíble pero Cierto) que, aunque el niño era cabezón, calvo y feo de la hostia incalificable, no tenía aspecto de tener dos cerebros, hasta que su madre nos enseñó unas radiografías del médico… ¡¡¡Y ERA VERDAD QUE TENÍA DOS CEREBROS!!!

Como decía, llegando MUERTA a casa, me asusté al abrir la puerta y encontrarme con una vela encendida (que vale, alguna vez me dejo alguna encendida, pero juraría que esta vez no me la había dejado), al lado de una cajita negra con un lazo rojo, monííísimo.

A mi, que la curiosidad me pierde, y sin romper el encanto del momento, dejé la bandolera tan cool de Camel Active que tengo en el sofá, y me senté delante de la cajita de cartón, negra, con unas letras doradas que decían: BVLGARI.

Decir que me quedé sin aliento, fue poco…

Quité el lazo y la destapé, y dentro había otra cajita, ya de piel, con la palabra BVLGARI grabada… y las yemas de los dedos incomprensiblemente se me humedecieron (porque las Divas no sudamos, que lo sepáis), pero sí que lloramos, y los ojos se me empañaron, y me los limpié antes de levantar la tapa y descubrir que dentro… había un Bvulgari de oro blanco…

¡¡¡UN BVLGARI, NEEENAAASSS!!!

-¡¡¡Sí quierooo…!!! –grité a pleno pulmón.
-¿Sin que te lo pregunte antes?

Dijo Bruno desde alguna parte de la casa, y miré a los lados, llorando como Meryl Streep en un recopilatorio de TODAS sus películas, y le descubrí en una esquina del salón, en la penumbra… y me lancé a sus brazos y le besé hasta que casi me lo como entero, y algo se puso a vibrar en mi entrepierna… ¡¡¡MI MÓVIL!!! Pero yo no estaba para móviles en aquel momento…

¡ACABABAN DE PEDIRME MATRIMONIO, NENAS! ¡¡¡A MÍ!!!

-Espera, espera, que me ahogas –dijo Bruno, mientras me caían los lagrimones-. Contesta al teléfono…
-No puedo, nene, ¡no sé si puedo hablar! Sí quiero. Sí quierooo…

Lo decía por el anillo, no porque quisiera hablar por el móvil, porque seguramente sería Gigi para cualquiera de sus tonterías, pero Bruno metió sus manazas en mis bolsillos y sacó el móvil, y me enseñó la pantallita. Era una llamada de mi Jefe.

Emocionada, descolgué y grité.

-¡Jefe, me acaban de pedir el matrimonio!
-Me alegro y espero que te vaya mejor que a mí con las tres zorras de mis ex esposas.
-¡Pero es que esto es muy jeby, jefe! ¡Que es un Bvlgari! ¡DE ORO BLANCO! Ideal de la muerte y que pega con todo lo que me ponga…
-Felicidades, pero al grano: ha surgido un problema…
-¿Qué? No, por favor, problemas no. Este momento es demasiado importante para mí. ¡Llevo tres temporadas y ciento cinco capítulos, sin contar los tres epílogo-gos, Jefe, para que pase ESTO, Jefe!
-Escucha…

Y entonces me puso por el altavoz del contestador de la redacción, una cacofonía de ruidos rarísimos, y unos gritos de terror indescriptibles, y golpes, y cristales rotos, y más gritos… hasta que comprendí que aquella tía histérica que pedía socorro, auxilio, piedad y no paraba de berrear “no, por favor, noooo” a lo Hostel 1 y 2 juntas… era…

¡¡¡ROSARIO FITIS!!!
¡¡¡LA ROSI!!!

domingo, mayo 20, 2007

~35~ 3ª Temporada

En el capítulo anterior...

Tras robarle la bicicleta a una niñaka cabrona, que no veía desde la Primera Temporada de Desperate Housegays, hice el tramo en bici casi desde la entrada del Parque del Retiro, hasta la estatua del ángel caído, en la que estaba Amanda, corriendo como una loca, porque estaba poseída por el espíritu de Agapita González, en medio del tormentón del siglo, entre truenos y relámpagos; por un momento volvió a ser Amanda, pero sólo por un momento, porque Agapita González volvió del infierno ¡¡¡PARA MATARME, NEEENAAASSS!!!



Los ojos rojos de Amanda y aquella sonrisa, no prometían nada bueno, sobre todo para mi integridad física, cuando me agarró del gaznate con una mano y comenzó a apretar. ¡Me estaba ahogando! ¡A MÍ! ¿Os lo podéis creer? Podía morir de una pulmonía con la lluvia que arreciaba, o partida en dos por cualquiera de los numerosos rayos que estaban cayendo en la fuente de la estatua del ángel caído, pero no, nenas: iba a morir asfixiada, y me iba a quedar sin poder decir mi última palabra, ¡como lo hubiera hecho Roseane! ¡K JEBY!

Abrí la boca para intentar gritar, y como si me estuviera viendo en un espejo, la cara terrorífica de Amanda, compuso un gesto de asco y también abrió la boca, levantando las cejas hasta donde le nacía el pelo de la frente… y yo grité, o lo intenté, porque con las vías respiratorias cortadas, como que es súper jodido gritar… cuando vi aquella cosa que era como…

UNA MIERRRDA (sí, nenas era asquerosísimo de verdad), una mierda de color gris petróleo, vaporoso pero consistente, porque no era transparente para nada, comenzó a salirle de su boca, en dirección a la mía. ¡Un tentáculo ectoplásmico! (que dirían las descerebradas de Milenio 3), le estaba saliendo de la boca, ¡con intenciones de meterse en la MÍA!

Cerré el pico de inmediato y con una mano me tapé la nariz, ¡no sea que aquella mierda también se pudiera esnifar! Pero a los pocos segundos, descubrí que COÑO, ¡¡¡me estaba ahogando yo solita!!!, sin la ayuda de la zarpa de Amanda que me cerraba el gaznate… y hasta pensé que, si aquella cosa se metía por los orificios del cuerpo, ¡a mí aún me quedaban tres! Las dos orejas (para las que ya no tenía manos) y el… ¡POMPIS!

Sin pensármelo dos veces, y porque me estaba poniendo morada a causa de la asfixia, cogí aquel tentáculo viscoso con ambas manos y tiré de él hacia abajo con todas mis fuerzas… momento que, al no tenerlo delante de mi cara, utilicé para llenarme los pulmones de aire que estaba cargadísimo de ozono y humedad, debido a la tormenta eléctrica.

Amanda se crispó hacia atrás, berreó como si le desgarraran las entrañas y me salpicó un pestilente aliento a huevos podridos y pescado más podrido aún, que harían vomitarse al mismísimo Torrente, de lo asquerosamente asqueroso que olía aquello.

-¡SOCORRO! –conseguí articular, gritando a pleno pulmón, mientras esa cosa se agitaba entre mis manos como una pitón, y me esposaba las muñecas, los antebrazos y llegó incluso hasta los codos, cuando Amanda, en una arcada final, gomitó esa cosa contra el suelo, dejó de cogerme por el cuello y se fue hacia atrás, terminando espatarrada de espaldas en el suelo de cemento, dentro de un charco de agua.

La cola de esa “serpiente ectoplásmica”, que supuse era el espíritu de Agapita González, y no lo supuse porque me llegara la inspiración y dijera “¡Anda! ¡Seguro que esta cosa es el espíritu de Agapita González!”, no, nenas, sino que lo supuse porque yo sé qué pinta tiene una serpiente, y también sé lo que es un ectoplasma gracias a los Caza Fantasmas, agarré aquella cosa con toda la fuerza que me imprimió el terror de la situación, jurándome a mi misma (y por las bragas de Dolly Parton tras un rodeo) que no se me escaparía de las manos.

Y entonces ocurrió algo extrañísimo. ¿Conocéis ese rollo que te cuentan de los que casi se mueren, que dicen que ver su vida pasar como a toda velocidad y después ven un túnel de luz y van hacia la luz, hasta que alguien desde el más allá les dice: “no es tu hora, nena, vuelve en otro momento”? Pues no se parecía a nada de eso, nenas… porque lo que ocurrió, es que sufrí como “sensaciones visuales”… y mucha pero muchísima rabia. La rabia que albergaba el espíritu maldito y eternamente condenado de Agapita González.

A través de sus ojos, sentí la profunda admiración que sintió por Manolo, desde el primer momento que su hermana Jessica lo llevó a cenar a casa, y descubrí también, quizá porque ella fuera la hermana pequeña, o porque Manolo se dejaba querer, que entre ellos surgió algo, y ese algo, lo sintió Agapita como amor… luego lo que sentí ya no tuvo gracia, porque fue muy doloroso…

Jessica se fue a Madrid a trabajar en el hospital, y Agapita sufrió muchísimo por su marcha, al pensar que Manolo también se iría tras ella, pero Manolo la quería, nenas, y prometió estar a su lado siempre… ahora ella era su hermanita pequeña, y en esos meses que ambos vivieron en Murcia, Agapita… lo pude saber, porque a la vez que lo sentía, podía ser una espectadora exterior de esta tragedia, Agapita confundió ese afecto, por el amor… y cuando Manolo se fue de Murcia al salirle una plaza en el parque de bomberos, la traición y el dolor partieron el corazón de Agapita de manera tan profunda, que esa herida jamás se cerró, y se fue extendiendo y pudriéndola en su interior…

Ese dolor, también se me pegó a mí, nenas, porque estaba sintiendo lo que ella sintió… pero yo que tengo más edad y muchísimo más background que Agapita, supe diferenciar entre un amor platónico y un amor, para toda la vida, y lo suyo con Manolo, sólo fue un amor platónico, que jamás fue correspondido por la otra parte, entre otras cosas, porque Manolo, tampoco tenía muy claro qué era lo que le gustaba, y ahí fue, donde descubrió que Manolo, además de estar saliendo con su hermana… ¡salía con hombres! Entonces su corazón se secó y endureció como una piedra volcánica, llenándose de oquedades vacías y formas punzantes, capaces de hacer daño a los demás…

Ahí fue, cuando realmente comenzó la verdadera maldición de Agapita González. El resto… ya lo conocéis durante todos los capítulos de esta Tercera Temporada de Desperate Housegays.

Un rayo cayó a dos metros de nosotras, y digo nosotras, porque yo aún seguía con el alma de Agapita entre las manos, y el sonido del trueno, además de dejarme sorda, proyectó una onda que me lanzó hacia atrás…

Por un momento creí que el dolor me impediría moverme, porque caí de espaldas, escoñándome los codos en la caída, pero no sé como, conseguí levantarme y quedar sentada, mirando al frente, intentando entender lo que estaba viendo.

Muchos rayos, pero sin pasarse, caían en vertical sobre la fuente circular que sirve de base a la estatua del ángel caído, electrificando el agua hasta convertirla en una especie de gigantesca luciérnaga que proyectaba hacia arriba su luz, y dotaba a la estatua de un anillo cilíndrico que superaba varios metros la altura de la estatua… y del interior de la fuente salía un cuerpo de dos metros, alto y delgado, que al igual que lo haría una serpiente pitón engullía lentamente algo que había en el suelo, cerca de la fuente.

Retrocedí lo que pude, e intenté localizar el cuerpo de Amanda, que no vi hasta la siguiente descarga de rayos y corrí hacia ella, mientras que al pié de la fuente, la enorme serpiente engullía con una lentitud tremenda, el alma de Agapita González.

Conseguí alejarme lo bastante (cargando el cuerpo de Amanda, que pesaba lo suyo), hasta un grupo de árboles, y desde allí, y sin quitar ojo de la secuencia terrorífica que estaba ocurriendo, localicé a la serpiente, reptando y con la cabeza bien alta, dando un rodeo a la fuente, como si buscara algo, antes de zambullirse otra vez dentro del agua, y reptar por el cuerpo de la estatua del ángel caído, hasta quedar como siempre había estado, atándole por la cintura, la mano y los pies... y se detuvo.

Los rayos fueron cesando, y perdiendo su puntería. Uno de ellos impactó en un árbol y lo fulminó, partiéndolo casi por la base, pero sin producir llamas. Un hachazo de Dior, supongo; volví a mirar hacia la estatua del ángel caído, y la gigantesca serpiente volvía a ser de piedra, enroscada donde siempre había estado enrosacada al cuerpo del ángel caído, esclavizándole para toda la eternidad al Infierno… al igual que había ocurrido con Agapita González.

Por fin, su alma descansaría eternamente, en el Infierno.

La lluvia comenzó a bajar de intensidad y poco a poco, la oscuridad que envolvió misteriosamente el Parque del Retiro en cuanto Amanda, poseída por Agapita puso un pié en él, fue desapareciendo… los árboles comenzaron a adoptar un tono gris, luego con algo más de color… y en menos de cinco minutos, el cielo se había despejado completamente de nubes y el sol brillaba, como lo había estado haciendo durante esa mañana.

Al principio me sentí medio sorda, con tanto trueno y la lluvia repiqueteando como había caído, hasta que volví a tener noción de la ciudad… alarmas de coches que se habían disparado con la tormenta eléctrica, claxons sonando, en lo que supuse sería un atascazo del copón, sirenas de policías y bomberos, y allí estaba yo. Calada hasta los huesos, con la guiri de Amanda, aún con su uniforme de enfermera, frita, o por lo menos, inconsciente… y como supuse ocurriría, porque OCURRE en todas las películas de este género, sin acordarse de nada de lo que había pasado.

Como mi salida del Parque del Retiro, no fue todo lo COOL que hubiera querido, intentaré resumirla en unas pocas líneas…

Intenté despertar a Amanda, pero ella estaba como gilipollas perdida, como lo estaría un inglés tras 3 días de Sanfermines (quiero decir, como una borracha balbuceante), me la cargué a la espalda y busqué una salida del parque por todo el Paseo del Duque, hasta salir por la Puerta del Ángel Caído y comencé a andar por la calle de Alfonso XII hacia la entrada principal del parque, hasta que me cansé de cargar a Amanda, la dejé como pude en la acera y me senté a su lado, para recobrar el aliento.

Hay que joderse, con la cantidad de tías a las que le va el rollito de la anorexia, y a mi me toca cargar con la única que no hace dieta en todo el Universo…

Intenté distraerme, mirando todo el caos que había en la calle, y la gente hablando a voces, corriendo por las aceras, hasta que aparecieron dos chicos, monísimos con trajes de enfermeros, que me preguntaron que si estábamos bien, y yo le dije que la Amanda no, que le había dado un… ¡algo!, y se había quedado así como drogada.

Y es que no pensaba resumirle estos 35 capítulos de La Tercera Temporada de Desperate Housegays a dos enfermeros, nenas… ¡Over my dead body!

Cogieron en volandas a Amanda, y se la llevaron. A mi también se me querían llevar, pero les dije que ya había tenido suficiente ambulancia por esta Temporada, para meterme en otra y terminar viajando en una camilla sin frenos ni volante, contra la Cibeles. Les di las gracias, me levanté y seguí andando como pude, hacia la entrada principal del Parque del Retiro.

Intenté llamar a Gigi por el móvil, pero por culpa de la tormenta eléctrica, no funcionaba. Ni el mío, ni el de mucha gente que vi por la acera y que intentaba llamar a sus familiares, para contar lo que habían vivido.

Y como estaba tan hecha polvo, y además tenía algo de electricidad estática (porque me fui a apoyar contra un semáforo y casi no lo cuento del zambombazo que me dio), me dije: “Dolly, ¿dónde vas a estar mejor que en casa? ¡Pues en casa!”

Y me fui andando para casa.




...




Pero vamos a ver, hijasdelagranputa: ¿creéis que después de todo lo que he pasado, voy a finalizar esta Temporada así?

Pues no, nenas, porque pasó algo más de camino a casa…

Yo andaba como medio zombie, 1º porque estaba con el cuerpo más molido como una masa de pizza, y 2º, porque iba calada de agua, así que por si las moscas, me quité el móvil y el ZEN del bolsillo interior de la cazadora de súper puta, no sea que me los cargara con la humedad, y los llevé en las manos durante largo rato, sin importarme un pimiento si pasaba alguien a la carrera y me los robaba. ¡Como que estaba yo para correr tras de alguien!

Así que seguí andando hasta el edificio de correos, viendo de soslayo, y como si la cosa no fuera conmigo, todos los destrozos que había provocado la tormenta… sobre todo, destrozos de coches que se habían chocado entre sí, y grupos de policías que intentaban calmar la situación entre los conductores alterados, hasta que alguien me llamó.

-¿Dolly?

Busqué a los lados y una mano me tocó el hombro para indicarme donde estaba y me volví. Mira que hay gente en Madrid, y voy y tengo delante a la última persona en este mundo que esperaba encontrarme.

-¿Estás bien? –me preguntó Bruno, mirándome de arriba abajo.
-Ay, nene, estoy como si acabara de salir de un SPA… me duele todo el cuerpo, hasta esas partes donde se supone que no me debería doler, van y me duelen, y tanto el móvil y el ZEN no me funcionan. Seguro que Gigi estará como una loca intentando llamarme.

Hubo un incómodo silencio y me sonrió, mirando a nuestro alrededor.

-Todo esto… supongo que tú, no tendrás nada que ver…
-¡Bueno, ya! –dije algo cabreada-. A ver, ¡siempre que pasa algo en Madrid, o es culpa del PP o de Dolly Partos! ¿No?
-Alguien denunció una camilla de ambulancia sin control, conducida por alguien que vestía como tú…
-¡Pues claro que no tenía control, nene! Por no tener, ¡no tenía ni un jodido volante!

Y sin venir a cuento, va y me abraza, cosa que me encantó, pero aterida de frío y agua como estaba, a mis músculos le costaron sentir la presión de sus brazos y volví a oler ese afther shave que utiliza Bruno, y que me pone cantidad, pese a que no pertenezca a ninguna de las marcas conocidas por las Divas.

-Nene, ¿Qué haces? –pregunté medio cateta, al ver por sobre su hombro, cómo su compañero nos miraba con perplejidad.
-Creo… -comenzó a decirme bajito, cerca de la oreja-, que empezar a disculparme.
-¿Ah, sí? Ah, vale, un abrazo de oso no está mal… para empezar.
-Si quieres lo dejo.
-Ay, no, que ahora empiezo a entrar en calor… y me importa un pito que estemos en medio de la calle, con toda esa gente mirándonos…
-A mí también me importa un bledo.

Me apretó con más fuerza contra él, como dos amigos que vuelven a encontrarse pasados 35 Capítulos, porque desde La Segunda Temporada de Desperate Housegays no lo hacía, y luego me miró a los ojos.

-No sé si podré hacerlo… con toda esta situación que “has montado”, pero… si me lo pides tú, te acompaño a casa.
-Mejor que no, eres policía y tienes que ayudar a todos esos ciudadanos que no saben qué ha ocurrido durante esta hora, pero te avanzo, que el chocho gordo ha sido dentro del Parque del Retiro, en la estatua del ángel caído…
-Es bueno saberlo –dijo separándose-. ¿Estarás más tarde en casa?
-¿Dónde si no? Creo que me perezco un descanso, pero… y sólo si quieres y te apetece, que sepas que la puerta de casa siempre la tendrás abierta.

Él no respondió, sólo sonrió y volvió junto a su compañero cuando le llamaron.

-¿Te veo más tarde…? –me preguntó en voz alta.
-¡Cuando quieras! –dije con los ojos llenos de lágrimas.

Me quedé unos segundos de pié, en medio del paso de peatones, en medio de un atascazo monumental en la castellana, y le vi subirse al coche de policía y poner rumbo hacia el Parque del Retiro, conduciendo con las sirenas puestas y esquivando el atasco.

Me limpié las lágrimas, y seguí andando hacia casa, con una idea que me hizo entrar en calor inmediatamente. Por fin, alguien se preocupaba por mí; intenté encender el ZEN para ponerme un tema súper COOL que equiparara mi estado anímico de felicidad y de marika que quería creer que volvía a tener novio en este mundo, o que en el peor de los casos, que había recuperado una amistad muy querida que había perdido... ¡y el jodido ZEN no se encendió ni patrás!

-¡VAYA MIERDA! –dije súper indignadísima.

Y ahora sí, nenas...




~FIN~

martes, mayo 15, 2007

~34~ 3ª Temporada

En el capítulo anterior...

Nos estrellamos con la ambulancia en la misma puerta del Parque del Retiro, y yo salí despedida en la camilla cuesta abajo, contra la Cibeles, que paró el golpe, y mojada como una Tena Lady usada de la Concha Velasco, corrí otra vez para salvar a Gigi y a la Jessica, de Amanda, ahora poseída (desde hace unos cuantos capítulos) por Agapita González, que corrió al interior del parque, cuando estalló la tormenta de la Blogsfera sobre nosotras, y yo la seguí, y un rayo fundió la verja de la entrada, dejándome dentro del parque con la bicha. ¡Coño! Esto más que un resumen del capítulo anterior, parece OTRO CAPÍTULO, ¡¡¡NEEENAAA!!! Debes ser porque estamos en el ¡Capítulo 34!



-¡DOLLY!

Dejé de correr al oír la voz de Gigi y me volví hacia atrás.

-Gigi, quédate con Jessica y ¡NO ENTRÉIS!
-Jooo, tía, pero ¿por qué?
-Porque este es el final de la Tercera Temporada de Desperate Housegays, y tú, nena, casi la palmas en la anterior. Bueno, en realidad la palmaste, pero luego reviviste, nena.
-Ya, tía, pero perderme lo mejor, como que no mola, tía.
-Gigi, piensa que has de quedarte, para contarme lo que pasa entre Jessica y Manolo el bombero, y así yo poderlo contarlo en el Epílogo-GO, nena, que una no puede estar en todo, ¡y menos desdoblada!
-¡Anda, es verdad!
-Pues claro que es verdad, tía… así que, quédate con Jessica, ¿entendido?
-Oka, tía…

Me di la vuelta y reanudé la carrera cuando…

-¡DOLLY!

Frené, me volví otra vez, y allí estaba Gigi, con cara de nerviosita, importándole tres pimientos la que estaba cayendo (lluvia a raudales, truenos y relámpagos).

-¡Gigi! Vale ya, ¿eh?
-Es que… ¿Y si Jessica y Manolo se dicen muchas cosas, y luego se me olvidan, tía?
-¡Pues las apuntas, PUTA!
-¡Anda! Pues también es verdad.
-Ea, ve a enterarte de lo que hablan, que yo voy a intentar terminar con ésta Tercera Temporada de Desperate Housegays –y volví a correr.
-¡DOOLLYYY!
-¡¡¡GIIIGIII…!!! –grité cabreadísima, pero sin darme la vuelta. Aguanté a contar hasta diez fresisuis antes de darme la vuelta-. ¿Qué te pasa ahora, nena?
-Que digo yo, que si por un casual, vas y la palmas en esta temporada, me podría quedar con tus discos, los deuvedeses y esas cosas.
-¡Nos hemos levantado optimistas! ¿Eh, hijadelagranputa? Mira, Gigi, si salgo… SI SALIMOS vivas de ésta, recuérdame que haga el testamento, y así ya te puedes quedar más tranquila, ¿vale?
-Oka, tía.

Volví a correr, cruzando los dedos para que Gigi no volviera a abrir el pico, que no hizo, e intenté seguir la protección de los árboles para no empaparme más de lo que estaba, pero ¡¡¡todo el mundo sabe que en medio de una tormenta eléctrica, no hay nada peor que refugiarse bajo un árbol!!!

Así que me aparté y tomé el camino de tierra para ir en bicicleta, aunque yo no fuera en bici, por ese camino también va la gente haciendo footing y derivados de esa cosa rarísima llamada DEPORTE… y la vi. Debajo de un árbol, con su bicicleta rosa, empapada de agua, con su casco ciclista, sus coderas, rodilleras y demás accesorios que hacían de aquella niña, un parto sin dolor de algún Transformer tarado. Y lo peor era, ¡¡¡que me sonaba su cara!!! ¿Pero de qué?

-¡Nena! ¿No sabes que es peligrosísimo, refugiarse bajo un árbol en medio de una tormenta? ¡Y encima agarrada de una bicicleta! ¿Qué pretendes? ¿Ser el primer pararrayos humano?
-¡¡¡Perrro es que está lloviendo!!!
-¡TÚ! –chillé mega horrorizada (y la apunté con un dedo, que sé que es de muy mala educación), al recordar su pronunciación enfática de las erres-. ¡Eres la niñaca cabrona que salías en La Primera Temporada de Desperate Housegays, y que querías que te pasaran a deuvedé el uvehachese de la peli de Las Aventuras de Enrique y Ana!

La jodía niña, que me dio cantidad por culo en aquel capítulo, con sus bailecitos tribales y su horripilante forma de hablar, puso la boca en forma de O, y los ojos casi del mismo tamaño.

-Mira, nena, porque no tengo instinto de nani, ni de niñera, ¡ni de tetera…!

Y fui a por ella, y la niña, pensando que le iba a meter la paliza del siglo, se protegió con las manos, y me asustó cantidad, porque como iba vestida de Transformer, pensé que se iba a transformar en una hormigonera o algo así, pero yo lo que quería era su bicicleta rosa, de esas con flecos a ambos lados del manillar, para llegar antes a donde imaginaba que estaría Amanda la poseída, en la estatua del ángel caído.

-¡Un ladrrrón de bicicletas! ¡Al ladrrrón de bicicletas! –chilló como una loca.
-Un peliculón, nena; dile a tu madre que la alquile, y déjate de verle el paquete a Enrique y a los Coconuts. ¡Proyecto de puta con ERRES!

Montada en aquella birria de bicicleta, con una bocina que al tocarla sonaba algo parecido al “MokYYY-MokYYY”, pedaleé como cinco induráis gays, y casi me volví loca, cambiando las marchas y disfrutando con el ridículo asiento que tenía la bici, que más parecía el elástico de un tanga, porque se me metía entre las nalgas, neeenaaa. ¡Así claro, con una bici de éstas… o te volvías puta o marika perdida!

Pedaleé y pedaleé, sin prestar atención a la gente que huía de la aparatosa tormenta, abandonando el parque por las salidas laterales, que las tiene y muchas (espero que Gigi no se de cuenta de ello, y se le ocurra presentarse otra vez en este capítulo), giré a la izquierda por un paseo enorme con doble vía para ciclistas y arbolitos en el centro... y al fondo lo vi.

Tal y como me imaginé, todos los rayos y truenos del universo, caían sobre la estatua del ángel caído (para las de pueblo que leáis esto: es una estatia en honor al DIABLO, nenas). La gente que me encontraba, corriendo en dirección contraria a la mía, me miraban alucinados, no sé si era por la bicicleta, por el estilazo que le imprimía al pedaleo, o porque yo, en una película de catástrofes, en lugar de huir del tsunami, iba directa al tsunami, metafóricamente hablando, claro.

Salté de la bicicleta, porque como ya dije era enana, y corrí los últimos metros hasta la fuente limpiándome el agua que no paraba de caer de mis ojos, e intentando descifrar qué carajos estaba ocurriendo en la fuente, que parecía parte de un espectáculo de Madonna y Unión Fenosa.

La noche había sepultado el Parque del Retiro por completo. Corría a oscuras, hacia los flases blanco azulados de los relámpagos que convergían en la fuente y la estatua, de la que contrastaba el blanco de la piedra en la que estaba esculpido el ángel caído, y el rojo sangre que brotaba de las cabezas de las gárgolas en la base de la fuente. Porque sí, nenas, aquello parecía sangre… muy líquida, pero sangre de algún tipo sanguíneo... y entonces, vi una figura negra corriendo en círculos alrededor de la fuente.

-¡Me mentiste! ¡Prometiste que sería MÍO!

Gritaba Amanda, poseída como si fuera un furby al que habían conectado con dos pinzas a la batería de un camión, gesticulando muchísimo y moviendo las manos más que doscientos actores italianos.

-¡AGAPITA! –grité, porque aunque era Amanda la dueña del cuerpo, era Agapita González la que lo estaba habitando.

Amanda se detuvo, se volvió hacia mí y entornó aquellos ojos rojos, como hacía el malo de Howard el Pato. ¿Recordáis la peli? Pues es la obra cumbre de un genio del guión y la dirección llamado George Lucas, aunque la peli la dirigió Willar Huyck, y fue la segunda y última película que dirigió en toda su vida, para que veáis lo mala que era, nenas.

-Ya es hora de que terminemos con esto, nena. Se te acabó el ir poseyendo a la gente, y el ir matando a todo kiski que se folle Manolo, porque Manolo nunca fue tuyo, nena, era el novio de tu hermana mayor, ¡era el novio de Jessica! ¡No el tuyo, Agapita!
-Pedazodemetomentodo –dijo con voz de travelo alcoholizada a las 6 de la mañana, y vino directa a mí.

Y claro, me entró el pánico, porque por mucho que nombre a Dior, no tengo ni un jodido crucifijo, una ristra de ajos o una estaca para este tipo de situaciones. Y es que, el que se me tire un demonio encima, no me ha pasado muchas veces, claro. Así que opté por el Plan B: ¡CORRER!

Y anda que no corrí. Corrí como nunca. Parecía el jodido Roberto Benigni, cuando le dieron el Oscar, y corrió al escenario antes de que comenzara la orquesta a tocar la fanfarria esa que te tocan, cuando te dan el Oscar. Y la Amanda, pisándome los talones, chillando y berreando cosas rarísimas, como ese disco de Shakira que si lo pones al revés dice “Meeep folloooop aaaap Mandigooop, quep riiicop, quep riicop”.

Pero esta vez yo iba bien preparada y saqué mi ZEN, y le di a la opción grabar, sin dejar de correr, porque el ZEN, a diferencia del HIPO, puede grabar de la radio y sonidos, porque tiene una rajita que es un micrófono enanísimo, y que está muy cool, y grabé lo que estaba berreando la posesa de Amanda, me puse los auriculares para oírlo, pero marcha atrás. A todo esto, no olvidarse que no paraban de caer rayos sobre la fuente, y que todo el ambiente estaba súper eléctrico y oliendo a ozono, y que yo corría y que Amanda la poseída corría tras de mí.

-“Maldito… estarás maldito, y los hijos de tus hijos… malditos también”.

Me paré en seco (aunque de seco no tenía nada, porque con la jodía lluvia estaba calado hasta los calzoncillos), con los pelos como escarpias al oír por los auriculares de Creative (que se oyen de putísima madre), cómo una voz demoníaca me maldecía a mí y a mi futura descendencia.

-¡AIBÁ LO QUE HA DICHO! –y me volví, justo en el momento en que la posesa estaba a un metro de mí, y sacando fuerzas del ¡¡¡Poder de Greyskull!!!, o de los tres puntos de batería que tenía en el ZEN, levanté mi mano derecha, con el ZEN en ella, y la cara de Amanda fue al encuentro de mis nudillos.

No se quedó gilipollas como el de Matrix, al que se le movía toda la cara como al borracho de los Simpsons cuando eructa, ¡pero casi, nenas! No fue un puñetazo para dejarla K.O., pero sí para que dejara de correr tras de mí maldiciéndome al revés.

-¡Au! –dije súper dolorida, mientras Amanda, como perdida, miraza al suelo medio atolondrada, como si buscara las dos lentillas que le acababan de saltar… ¡y es que volvía a tener sus ojos! Vamos, que ya no eran rojo posesa, nenas-. ¡Amanda!

Amanda levantó la cabeza y me miró, confusa, y miró a los lados, a la oscuridad que nos envolvía, y a los latigazos eléctricos de los rayos que caían en la fuente. Volvía a ser ella, y al verse en tal situación, gritó aterrorizada y una sombra negra, del tamaño del Yeti de alto y grande, pero como una sombra más negra que la noche, se formó tras ella. Una sombra con ojos rojos.

-¡Amanda! ¡No dejes que te vuelva a poseer! –grité, cuando la vi convulsionarse, y la sombra comenzó a engullirla, y a quitarle el color de la piel ¡y hasta de la ropa!-. ¡Déjala en paz, Agapita! ¡Estás muerta! ¡Ya estabas muerta incluso ANTES de que comenzara La Tercera Temporada de Desperate Housegays! ¡Suéltala!

Sin cortarme, cogí a Amanda de las manos e intenté apartarla de aquella sombra enorme y negra que seguía engulléndola. El tacto fue escalofriante. Como si millones de alfileres me atravesaran las manos, y Amanda gritó y puso los ojos en blanco.

-¡Déjala en paz, zorra! ¡Déjala, AGAPITA! ¡Amanda, no dejes que te posea otra vez, neeenaaa!

Pero Amanda aulló y sus ojos se impregnaron de un rojo fluorescente, como gotas de sangre sobre leche... y sonrió.


sábado, mayo 05, 2007

~33~ 3ª Temporada

En el capítulo anterior...

Conseguí hacerme con el volante de la ambulancia, pero la que tenía el tacón en el pedal del acelerador era Amanda, la compañera del trabajo de Jessica, poseída por el espíritu demoníaco de Agapita González, e íbamos directas a estrellarnos contra la fuente de la Cibeles. Ah, olvidaba decir, que nos llevamos por delante a un motorista de SEUR. Tenía que morir alguien, ¿no? ¡Pues ya está!


-¡FRENA! –grité mientras giraba el volante hacia la derecha, para no terminar empotrada con ambulancia incluida, en todo el coño de la estatua de la Diosa Cibeles, pero Amanda, que estaba más posesa que nunca (porque ya llevaba varios capítulos en este estado), maniobraba hacia la izquierda-. ¡No dejaré que nos estrellemos contra la Cibeles, como esas putas de Tamara y Loli Álvarez! ¡NO EN MI BLOG, PUTA!

Luché y le propiné un codazo en toda las napias, consiguiendo hacerme con el volante mientras la otra lanzaba un berrido súper raro, porque comenzó como un aullido animal, y terminó a grito de giri, porque no olvidemos, que Amanda es una giri.

Como girar a la derecha me venía tal que fatal y porque además la ambulancia cogería más y más velocidad, lo que hice fue rodear la fuente, pasando muy cerca de la fila de autobuses y seguí recta hacia la Puerta de Alcalá, porque era una pendiente y porque pensé: con suerte está esa zorra de Ana Belén que no soporto, recién salida de su última liposucción e inyecciones de botox, cantando lo del “Mírala, mírala, mírala…” y le pasamos por encima.

Pero no, nenas, no estaba Ana Belén, ni Víctor Manuel, y tampoco estaba Pilar Bardem, porque como bien sabemos, donde hay un socialista, ¡ahí está Pilar Bardem dando por culo! Algunos dicen, que hasta en la rosa del PSOE, como si se tratara de una cara de Bélmez, se está formando los rasgos de Pilar Bardem; pero como digo, no ¡estaban ninguno de los tres!

Intentando no pasarle por encima a ninguno de los peatones que cruzaban en ese momento, Amanda comenzó a berrear de forma psicótica (si se escribe con “p” antes, suena como de más sicótico), y frenó hasta el fondo, y yo salí disparada contra el cristal del parabrisas dándome un buen mamporro en la frente, antes de gritar al ver la entrada al Parque del Retiro y las barreras de hierro que hay para separar la vía de la acera. Los neumáticos chillaron más que yo, y nos empotramos como un cohete contra ellas.

Tras el primer guantazo, salí despedida hacia atrás, y crucé los dedos esperando que Gigi me detuviera, ¡pero no estaba Gigi! Caí sobre la camilla, golpeé con la cabeza las puertas traseras y salí despedida hacia el exterior.

-¡MIERDAAA…!!! –fue lo primero que grité, impropio de una Diva, lo sé, pero es que ahora iba cuesta abajo, acostada en una camilla que iba a una Velocidad Terminal y sin cuenta kilómetros, con todo el tráfico de Madrid corriendo a mi encuentro.

El primer coche, que era de policía, hizo una cosa rarísima (rarísima, desde donde yo estaba situada), porque iba cuesta abajo y no con los pies por delante, sino, ¡con la cabeza por delante! Así que tenía que doblar el cuello para poder ver contra qué me iba a estrellar… y para más INRI, notaba que iba ganando ¡más y más velocidad!

-¡Voy a morir! ¡Voy a morir! ¡Esta aventura se terminará en el capítulo 33! ¡Como la vida de Jesucristo! ¡HUALA, NENA QUÉ JEBY! ¡Dan Brown escribirá un libro de mi vida, buscando el código de mi muerte…!

Cerré los ojos esperando que el tránsito hacia al más allá, fuera rápido, indoloro y a ser posible, que no manchara mucho. No hay nada peor, que luego la policía le enseñe a tu madre una serie de fotos donde su hijo, antes conocido como Dolly Partos, La Diva, apareciera desmembrado en medio de una ciénaga de sangre y vísceras, como si se tratara de un personaje secundario de Hostel.

Oí claxons a ambos lados, porque ya me daba por muerta, y porque tenía los ojos cerrados, con las manitas sobre el pecho para que no terminaran una en la Plaza de Colón, y la otra haciéndole un finger a la Cibeles. Si moría, quería que todas las partes de mi cuerpo estuvieran juntas. Choqué contra algo. Todos los metales y tornillos de la camilla se quejaron, como cuando una vieja sin dientes intenta comerse una loncha de jamón de bellota, y las encías desdentadas hacen ¡ÑIIIIiiiIIIQUIS!

Me sentí ingrávida, olí a flores y de repente, un chapuzón y un dolor de cojones en la espalda, como una descarga eléctrica, que me hizo salir del agua y quedar de pié, mirando hacia la Puerta de Alcalá, donde todo el tráfico se había detenido y los coches se habían apartado a los lados, como para… ¡¡¡dejarme pasar sin ser atropellada!!!

¡¡¡Estaba dentro de la fuente de la Cibeles!!! ¡¡¡VIVA!!! Miré a los lados, y vi la espalda de la Cibeles, porque si no lo sabes, está dando la espalda a la Puerta de Alcalá. Y tenía un chorro de agua al lado que me empapaba más de lo que ya estaba.

-No te levantes, nena, que creo que estoy bien –le dije a la Diosa Cibeles, sentada ella en su carro, y di gracias a Dior por haberme estrellado en el mes de Enero, que es cuando tienen la fuente llenita de agua, porque me llega a pasar esto en verano ¡y como cemento hasta cagar ladrillos, neeenaaa!

Salté como pude de la fuente hacia la parte de flores (que sí, las pisé, putas ecologistas, pero era mi vida o un ramillete de margaritas), y me puse a correr como una loca hacia la Puerta de Alcalá, deshaciendo el camino que había hecho montada en una camilla y cuesta abajo, mientras unos policías parecían controlar el caos circulatorio, y los conductores de los coches que me habían esquivado, bajaban de sus vehículos cagados del susto de haber estado a punto de atropellar a una marika montada en una camilla de ambulancia que no paraba de berrear.

Para dar menos el cante, me metí por la acera y seguí corriendo esperando que se me secara la ropa, que no fue así, y esperando que como estaba en el final de La Tercera Temporada de Desperate Housegays, me casara menos, que tampoco fue así, porque estaba cansadísima, y la gente se apartaba de mí al verme correr, y los que estaban en la vía, creo que me llamaban a voces, porque no miré. ¡Tenía que llegar a la ambulancia, fuera como fuera! Esa golfa de Agapita tenía a Gigi y a Jessica.

Al llegar a la altura del kiosco, muerta de cansancio y sin aliento, vi que unas turistas me apuntaban con sus cámaras, y levanté una mano, para que no sacaran fotos. ¡No! ¡FOTOS NO! Hasta que no me arreglara el pelo y adoptara una pose estándar de Diva, claro. Sonreí, y pude ver cómo hasta salía el flash de sus cámaras.

¿Un flash? ¿En pleno día?

Levanté la cabeza y vi cómo el cielo se iba cubriendo de forma muy rara y a gran velocidad de nubes grises. Como en esas obras de teatro cutres de fin de curso, donde cae un telón pintado y listo, ya están en otro decorado: una campiña, una casa gótica, etc…

Dejé de posar y llamé a gritos a Gigi, cuando la vi saliendo del interior de la ambulancia, ayudada por gente que estaba en la entrada del Parque del Retiro… ¡y también vi que salía Jessica, aún conmocionada, pero despierta!

-¡GIGI! –grité, pero creo que sólo lo oí yo, porque no tenía ni aliento ni voz para gritar.
-¡DOLLY! –gritó Gigi, que me vio, claro. Y es que a mi me ven desde la Estación Espacial, nenas.

Llegué a su lado, vi que estaba bien, comprobé que Jessica estaba saliendo de su vahído que le había dado al ser secuestrada por una compañera de trabajo, que a su vez estaba poseída por el espíritu demoníaco de su hermana muerta… (si te has perdido a estas alturas del relato, nena, tienes 32 capítulos que releerte, porque NO TE VOY A HACER UN RESUMEN, ¡PUTA!).

-¿Estáis bien? ¿ESTÁIS BIEN?
-Sí, tía –dijo Gigi mirándome de forma rara.
-¡¿SEGURO QUE ESTÁIS BIEN?!
-¡Que sí, tía! ¿Y a ti qué coño te pasa?
-¡Que casi muero atropellada por conducir en una camilla de ambulancia o incrustada en el culo de la Cibeles, Gigi! –e intenté tranquilizarme-. ¿Y la poseída?
-¡Echó a correr hacia el Retiro!
-¿Al parque?
-Claro, tía, al Retiro…
-¿Y para qué se ha ido al Retiro? Gigi, llevo varios capítulos en una mega persecución, estamos en el capítulo 33, he estado a punto de morir varias veces y ésta es la página tres del Word. ¡Este capítulo se está acabando!
-¡Y a mí qué coño me cuentas, tía! ¡Es tu blog! ¡No el mío!

Corrí hacia la parte delantera de la ambulancia y vi el asiento del conductor vacío… y ante mí… la entrada al Retiro. Dos truenos le dieron más mal rollo a aquella visión.

-Dolly –oí que dijo Jessica a mi espalda-. No vayas.
-Tía, tengo que hacerlo –y un trueno en THX estalló sobre nuestras cabezas, obligándonos a mirar hacia arriba.
-Parece que va a llover –dijo Gigi.
-Es imposible que la encuentres… -puntualizó Jessica-. Déjala marchar…
-Nena, las cosas en mi blog, no pasan así porque sí. Que se cubra el cielo de Madrid a estas horas, tampoco pasa así porque sí. Y es tu hermana, la que está poseyendo cuerpos y matando a gente porque… porque… -casi meto la pata y se lo cuento todo a Jessica, nenas.
-Porque resulta que Manolo, tu novio, es bisexual, y tu hermanita fallecida, hizo un pacto de sangre con él, y tío o tía que se folle Manolo, aparece el demonio de tu hermana y los mata.



Os juro, nenas, que si llego a tener un hacha en las manos, le hubiera cortado la lengua a Gigi.

Jessica se quedó medio shockeada… y varios truenos restallaron en las nubes que habían sobre nuestras cabezas… y comenzó a llover a cántaros. Primero fueron unas gotitas de nada, pero luego calló agua a mares… lluvia, que ocultó las lágrimas de dolor y sorpresa de Jessica.

-Tú… ¿sabías todo esto? –me preguntó, intentando conservar la calma.
-Casi… desde el epílogo de la temporada anterior, cuando Gigi encontró el Diario de tu hermana.
-El diario se escribe sólo, tía… -puntualizó Gigi-. Como por arte de magia…

Un rayo cayó a diez metros de nosotros, haciendo saltar la cabeza de la figura que está en la esquina más próxima a nosotros, en lo alto de la Puerta de Alcalá, y sus cascotes cayeron a la vía.

-Ese pacto de sangre que hizo con Manolo, es lo que le ha devuelto la vida al espíritu de tu hermana, Jessica, además de… de juntarse con malas compañías.
-Sí, porque también se metió con unos de una secta satánica que eran súper satánicos y tienen un bar de jebys.
-Gigi, vale ya…
-¿En una secta?

Oímos sirenas y os vais a quedar muertas al leer esto, nenas, pero de las sirenas que escuchamos, unas pertenecían a los coches de policía que llegaron hasta allí, y otras… ¡a un coche de bomberos!

No esperé a ver si de él bajaba Manolo del coche de bomberos, nenas, no tenía tiempo para eso. Sólo tenía dos capítulos para terminar la Tercera Temporada de Desperate Housegays, y la puta de Agapita González, estaba perdida en el Parque del Retiro… ¿o quizá no estaba tan perdida como se podría imaginar…?

-No puede ser tan simple… -dije en voz baja, pero aún así, Gigi y Jessica me oyeron decirlo.
-¿El qué?
-¡No puede ser tan simple! –y me flipé a mí misma con lo inteligentísima que era-. ¡Quedaros aquí! ¡NO ENTRÉIS EN EL PARQUE! ¡NO-EN-TRÉIS!
-¡Pero, Dolly!

Varios rayos y truenos estallaron sobre nuestras cabezas, y serpientes eléctricas impactaron contra las verjas metálicas de la entrada del Parque del Retiro, como si de una advertencia del más allá se tratara. Una advertencia de: NO PASES, PUTA.

Me detuve unos segundos, cagada hasta el tuétano del miedo, bajo una cortina de lluvia terrible, mirando hacia el interior del Parque del Retiro.

Si hay algo que hace único, especial y diferente al Parque del Retiro, del resto de los parques que hay en el mundo, es por ser el único parque en todo el planeta Tierra, que tiene una estatua dedicada al Ángel caído… ¡AL DIABLO, NEEENAAASSS!

Eché a correr hacia el interior del parque, cuando las dos cancelas se movieron solas para cerrarse delante de mis narices, pero conseguí pasar antes de que lo hicieran, y un rayo o varios, cayeron sobre ella y fundieron el metal, para que nada ni nadie, entrara o saliera del parque.