martes, diciembre 18, 2007

~15~ 4ª Temporada

En el capítulo anterior…

Escapamos del SER por los pelos, terminamos encerradas en un armario y cuando creímos que se había ido y salimos, volvió a atacarnos y le pegó tal bocado a la Naxa, que ríete tú de [REC], pero gracias a un intensivo apalizamiento in extremis, conseguimos espantar a semejante engendro del averno, mientras que la Naxa se deshacía en gritos y se quedaría por lo menos un mes, sin poder tocársela con la izquierda.


-¡Voy a morir…! ¡VOY A MORIR! –gritaba la Naxa, sin soltar la jodida caja de cartón.
-¡No en mi Blog, nena! –dije intentando tranquilizarla.
-¡En el mío tampoco! –dijo la Hidro.
-Yo… ¡como no tengo Blog! –dijo la Gigi.
-¡Hay que llevarla a la enfermería! –dije tomando la iniciativa, porque cuando hay más de dos marikas histéricas, o una de ellas decide tomar la iniciativa, o se quedan en el mismo sitio berreando hasta el amanecer.

Cuando la puerta se abrió las cuatro volvimos a gritar. No porque nos asustara ni nos pillara desprevenidas. Nada de eso, nenas. Gritamos simple y llanamente porque quien acababa de abrir la puerta era Ismael Cervantes, el que estaba ahora de director de la residencia que era más feo que un culo con hemorroides.

-¡La muerte viene a buscarme! –gritó la Naxa en plan dramática como sólo Nuria Espert sabe hacerlo, cuando interpretaba a ¿Quién Teme a Virginia Wolf? ¿Quién va a ser? ¡TODAS, NENAS! ¡¡¡TODAS!!!
-No es la muerte, nena es el director de la residencia.
-¿Se puede saber qué ha pasado aquí? –gritó ignorándonos, más preocupado por los cristales rotos y por todo el destrozo que había en la habitación.
-¡Nos ha atacado un “Mounstruo”! –soltó la Gigi, como sólo ella y Bruno Cardeñosa saben decir la palabra "MONSTRUO".
-Bueno a mi me pareció más una momia RARA, nenas –dije yo-. Y le ha pegado un bocado a la Naxa. Tenemos que llevarla a la enfermería para desinfectarla.
-¿TODA? –gritó la Naxa.
-No nena, sólo el brazo, pero si quieres lavarte el potorro eso ya lo haces tú solita con la otra manita.

Y como no había tiempo para hacer un Kit Kat, dejamos allí tirado al Ismael y salimos corriendo hacia la enfermería las cinco. Sí, nenas, no me he equivocado al contar, porque la jodida caja de la Naxa ya es un personaje más en este blog.

-¿Y quién me va a curar el bracito? –preguntó la Naxa.
-Pues yo misma, nena, que he visto series de médicos y enfermeras antes de que tú te descubrieras el pito. Y como a alguna de vosotras se os ocurra llamarme vieja, os tiro por el hueco de la escalera.
-¡Pero qué hueco! –dijo la Hidro cuando subíamos a toda prisa hacia la enfermería.
-Ah, vale, que no hay hueco. Pero si lo hubiera ¡os lanzaría igual!
-Quizá –dijo la Gigi que llevaba la caja de cartón-, tenga aquí dentro un brazo de repuesto.
-AAAyyyy –gritó en plan ambulancia sin pilas la Naxa-. No digas eso que me desmayo.
-No, nena, que no eres una sílfide y te pesa el culo una barbaridad. Arrea parriba, nena.
-¡Es verdad! –soltó la Hidro-. ¡Qué culo tiene la Naxa!
-Seguro que la conocen en Sara GOZA más por La Tambora, que por su nombre de pila.
-¿Y cual es su nombre de pila? –preguntó la Gigi.
-¡¡¡LA TAMBORA!!! –gritamos a la vez la Hidro y yo.

Y como nos entró la risa, paramos para reírnos a gusto y la Naxa que iba como de frágil, se fue de bruces y se metió tal castañazo cuan larga era en los escalones, que parecía una alfombra persa con forma de culo en relieve. Y nos dio más la risa y tuvimos que apoyarnos en las paredes para no caernos y terminar como ella.

-¿Te has hecho daño? –le pregunté entre risas.
-¿Con semejante hostión…? –preguntó la Hidro- ¡Lo que se habrá hecho es la cirugía, nena!

Y nos volvimos a reír, claro. ¡No era para menos! Y se me saltaron las lágrimas y me acordé de Liza Minelli cuando se puso a llorar en el Conde Duque, y una no sabía si lloraba debido a la emoción de los aplausos, o a la melopea que se había cogido la Minelli con aquel vasito de agua del que no paraba de beber.

Como pudimos y con mucho esfuerzo, conseguimos llevarla hasta la enfermería, la tumbamos en una de aquellas camas y Gigi la empastilló (pero sólo un poquito), para los dolores y todo eso, mientras yo le pintaba el brazo con Betadine y la Hidro que se aburría y que no veía series de médicos, porque ella sólo ve la de Las Chicas Gizmo, se puso a sacar trastos de la caja de cartón.

-¿Te duele, nena? –le pregunté a la Naxa mientras le vendaba la herida.
-Sólo cuando me acuerdo… -dijo ella así, con la vista como perdida y ausente.
-¿Cuáles eran las pastillas para olvidar, Dolly? –me preguntó Gigi-. ¿Las rojas o estas blancas?
-Nena, las rojas son Fortasec para las diarreas.
-Pues con esas ideas que tiene para su blog, le van que ni pintadas, nenas –dijo la Hidro.
-Dale un Gelocatil… esas de ahí.
-¡Ah, vale! –dijo la Gigi, y se paró en redondo para volverse hacia mí.
-A todo esto, ¿cómo es que sabes tanto de pastillas, Dolly?
-Pues por…

Y entonces oí los acordes de un arpa y todo lo que estaba viendo comenzó a distorsionarse.

-¡NO ES MOMENTO PARA UN FLASH BACK! –grité y la imagen se enfocó y el arpa desapareció-. No puedo deciros nada de eso AHORA, porque pertenece al pasado oscuro de Dolly Partos, nenas.
-¡No serías camella, nena! –dijo la Hidro.
-¿Han llegado los Reyes Magos? –preguntó la Naxa medio ida de Gelocatiles.
-¿Cuantos le has dado. Gigi?
-Cinco, así deja de decir tonterías.
-Ah, vale -y miré a la Hidro-. No, nena, no he sido camella ni pastillera, pero eso pertenece a un trauma que ya contaré, pero no en este Capítulo 15.
-Conociéndote como te conozco, seguro que te lo guardas para el Capítulo 35, tía -dijo la Gigi.
-¡Pues yo no puedo esperar al Capítulo 35, nena! –dijo la Hidro.
-Pues en ese caso te compras el HOLA! y buscas a ver si dicen algo de mí, ¡PUTA!

La puerta se abrió y el corazón me dio un vuelco, en el buen sentido, claro.

-¡BRUNO! –dije y creo que me iluminé como los marcianos de Cocoon, porque pese a las pocas horas que llevaba sin verle (15 capítulos o lo que es lo mismo, unas cuantas semanas para vosotras, nenas), le extrañaba muchísimo.
-¿Qué ha pasado ahora? –preguntó fijándose en la Naxa.
-Ay, nene, es una larguísima historia.
-Una historia de las tuyas, claro.
-Eso, es…
-¡HUALA! ¿Este es BRUNO, nena?
-Sí, nena: se ve, pero NO SE TOCA.
-Yo no le veo, porque estoy drogada -dijo la Naxa así, como con voz de drogada.
-Nadie se droga con gelocatiles, nena -dije yo.
-Si se los metes por la nariz sí -dijo la Gigi-. No me abría la boca, ¡qué iba a hacer!
-¡Hidro! Sigue vendando a la Naxa y no dejes que Gigi le meta más cosas por la nariz.
-¡Pero si yo no sé vendar nada, nena! Que a mí, mis padres me llevan al Hospital.
-Y a mí también, cuando me corté el dedito –dijo la Naxa medio ida.
-Pues de hospitales en este blog, nada de nada, nenas. Las curas en esta enfermería.
-Y además hay pastillas de la risa –puntualizó la Gigi.
-Pero nena, que yo no se vendar nada, ¡en sirio!
-¿Sabes cómo se limpia el culo? –le pregunté a la Hidro, y la otra puso cara de Dannii Minogue al ver el puesto que ocupaba su disco en la lista de los MENOS vendidos-. Pues es como limpiarse el culo, pero en círculos envolventes.
-Nena, te explicas peor que la Super Nanny. A ver: ¿qué quieres que le haga a ésta? ¿Que la momifique?
-Eso mismo, pero sólo el brazo. Cuando llegues a los pelos del sobaco, ¡PARAS!
-Yo no tengo pelos en el sobaco -dijo la Naxa.
-Pues mira, la vendas hasta donde te llegue la venda, ¿vale?

Dejé a Gigi y a la Hidro de improvisadas enfermeras suplentes con la Naxa, y me llevé a Bruno al pasillo donde no pude contenerme más, y le abracé antes de besarle larga y húmedamente. Él, se dejó, claro…

-Cuanto necesitaba esto, nene… -dije al separar mis labios de los suyos, un largo minuto después. No sé cómo lo hace, pero siempre que le beso me sabe a clorofila.
-He oído por radio lo de la muerte de la directora del centro…
-No hablemos de eso, que aún me quedan 20 capítulos para explicar qué coño está pasando aquí, nene… -y le empujé al otro lado del pasillo y la puerta se abrió con facilidad.

Era una habitación con tres camas, recordad que estábamos en el segundo piso, donde estaban las viejecitas antes de que algo, o el SER, acabara con ellas, pero ahora mismo lo único que me pedía el cuerpo es un poco de intimidad… y a mi Bruno.

Creo que él estaba pensando en lo mismo, porque nos desnudamos el uno al otro rápido y sin perder el tiempo pensando dónde dejar la camisa o los pantalones, y noté de inmediato el calor de su pecho contra el mío y sus labios, y sus manos recorriéndome y atrayéndome hacia él de forma básica. Fue un momento Sliver. ¿Recordáis la peli? En España se tituló Acosada (aunque bien podrían haberla titulado Follada como un Colador) y la verdad, no os perdisteis nada a parte de unos ¡¡¡megapolvazos que le pegaba el William Baldwin a la Sharon Stone!!! Pues ahora imaginad esa secuencia, pero quitando a la Charito Piedra y poniendo a otro tío en su lugar. O sea, yo.

Mantener una relación gay es una utopía. Entre otras cosas porque las relaciones gays duran poco y porque somos muy putas y nos gustan el 100% de los hombres, claro, pero cuando se tiene como pareja a un futuro marido al que no le has de explicar qué es lo que te gusta o qué es lo que le vas a hacer, porque os conocéis, el sexo pasa del nivel “polvo”, a algo más espectacular… algo más de fusión entre dos hombres...

El deseo que nos teníamos fue el agua fresca del desierto. La ambrosia de los romanos, la absenta que volcamos el uno en el otro hasta embriagarnos y fundirnos olvidándonos de todo lo que nos rodeaba. El uno para el otro, nos convertimos en el manjar más exquisito, que ningún cocinero por muy francés que sea, podría preparar. Nuestra sangre corrió como ríos del mejor vino de Toro. Oscuro y aromático con una pizca de olor frutal, y ese regustillo a alcohol que queda áspero en los laterales de la lengua. Bebiendo el aire de los pulmones del otro y erizando el bello corporal hasta comer la carne del otro. Las yemas de los dedos fueron auténticos maestros del placer y acupuntura ancestral.

Era una habitación fría, sí, pero pronto entramos en calor. Encendiéndonos como chimeneas de leña y como en todo viaje que se precie, lo importante no era llegar al destino, sino disfrutar del viaje en sí… cosa que hicimos… sin prisas... y sintiéndolo ligero y sensual, como el suave tacto de una pluma en la piel.

miércoles, diciembre 05, 2007

~14~ 4ª Temporada

En el capítulo anterior…

Jodidas vivas por la Huelga de Guionistas de Hollywood, el capítulo anterior fue más friki que un resumen de las cuatro temporadas de LOST, doblado al sánscrito, así que decidí tomar las riendas del asunto y ser yo misma mi propia guionista… sin saber que al volver a escribir, ¡el SER volvería a perseguirnos, neeenaaa!



Oí sus gritos, pero al mirar atrás, ¡no estaban ni la Naxa ni la Hidro! Sólo Gigi y yo, cagadas de miedo corriendo como locas por el pasillo de la residencia de ancianos.

-¡Ay, nena que se las ha comido el SER Gigi!
-¿Pero qué ser ni qué pollas, tía? ¿Sabes cuanto tiempo ha pasado desde el capítulo trece?
-Nena, eso no me lo deberías decir tú, que eres un personaje de ficción.
-Ah, ¿sí? ¿Y si soy un personaje de ficción, por qué no estoy en una peli porno de marikas tirolesas, tía, en lugar de estar en esta mierda de residencia rodeada de momias?
-¡Gigi! –le grité y nos metimos en la habitación del fondo del pasillo, cerrando la puerta y miré a los lados en busca de algo que sirviera para atrancarla- ¡Mierda! ¿No hay nada para cerrar la puerta, neeenaaa!
-¿Y si probamos con la llave? –preguntó Gigi.
-¡Anda coño, es verdad, que hay llave!

Justo en el momento en que di dos vueltas a la llave, algo golpeó al otro lado y un alarido que no era de este mundo (lo sé, porque me conozco muy bien los alaridos de este mundo), se anticipó a una serie de embestidas contra la puerta.

-¡Esa cosa va a tirar la puerta abajo! –gritó Gigi.
-¡Nena, ya lo sé! ¡No hace falta que me pongas más nerviosa de lo que ya estoy, coño! –y miré a los lados, y vi la ventana en la que no había barrotes-. ¡No hay barrotes!
-¿Y para qué coño quieres un barrote? ¿Le vas a pegar a esa cosa?

Un nuevo golpe hizo saltar de la puerta el pomo de la misma.

Abrí la ventana de par en par y cuando Gigi estaba a punto de saltar por ella al exterior, la agarré de la chaqueta.

-¡No, Gigi! ¡Quieeetaaa!
-¡Pero, tía, si estamos en un primer piso, no nos vamos a matar, Dolly!
-¡Qué no, nena! –y tiré de ella y abrí las puertas del armario.
-¡OCUPADO! –dijo una voz desde el interior.
-¿PeeerdónnnNNN…?

Metí la mano entre los abrigos, agarré algo blando de textura familiar y tiré hacia fuera. ¡Era la caja de cachivaches de la Naxa!

-¡HIJASDELAGRANPUTA! ¿Estáis las dos escondidas ahí dentro?
-¡Eligiendo las prendas para el invierno, nena! –dijo la Hidro.
-¡Sois lo puto peor, nenas! –y empujé a Gigi hacia el interior del armario, y supongo que aplastó la caja de cartón de la Naxa, porque sus patitos de goma gimieron un ¡PITI-PITI!, y luego entré yo-. Ahora cerrad el pico –ordené en voz baja- ¡Coño, este armario de tres puertas es súper espacioso, no?
-Lo dirás por ti, porque yo estoy pegada contra la pared –dijo la Naxa.
-Si no fueras a todas partes con esa caja de cartón, so lerda –dijo la Hidro así como magnánima.
-¿Y vosotras dónde coño estabais?
-Haciendo cosas –dijo la Hidro-. Nena, que tu anterior capítulo lo subiste el “13 de Noviembre”… ¡ya te vale, nena!
-Nena, que una huelga de guionistas, ¡es una huelga de guionistas!
-Pues haber sido previsora, nena, ¡y haber escrito la temporada entera y así te librabas de huelgas y demás tonterías!
-Ya, para que luego la cancelen por baja audiencia, ¿no? –dije yo.
-Dolly, tía, ¿esto no es un Blog? –preguntó en los Mundos de Yuppi la Gigi.
-¿Y eso qué tiene que ver, nena? ¡Bueno ya! ¡CALLARSE! Que eso está en el pasillo y en cualquier momento entrará en la habitación.

Y oye, como si tuviera telepatía, nena. Un espantoso ruido a madera quebrándose se anticipó a un olor más espantoso aún, y yo de inmediato me tapé la nariz, y supongo que las demás también porque el olor era realmente insoportable... y nuestro sentido auditivo (jodido el olfativo y completamente a oscuras, sólo nos quedaban las orejitas), la oyeron entrar lanzando berridos y entonces... un estallido de cristales y más gritos y berridos alejándose.

Aguantamos un minuto más en silencio, y entonces me destapé la nariz y ya no olía tan mal, aunque el tufo a naftalina colocaba cantidad, y dije bajito:

-Creo que se ha ido, nenas…
-Pues sal tú primero, a ver si hay monstruos en la costa –dijo la Hidro.
-Valiente amigas que me he echado… la próxima vez que quiera amigas buscaré en la guía telefónica por la P de PUTAS PSICÓPATAS.
-Eso no es por la P, Dolly, eso es por el PP –dijo al Gigi y a las cuatro nos entró la risa nerviosa.

Y claro, en medio de un ataque de risas nerviosas, como que te falta el aire, así que empujé la puerta del armario y salimos del… bueno, yo jamás tuve que salir del armario porque a parte de que ya estaba salida y bien salida, las Divas tenemos VESTIDOR, no un armario que huele a naftalina, nenas.

Todo el suelo de la habitación estaba lleno de trozos de la puerta, y el aire que entraba por la ventana ayudó a ventilar el pestazo que llevaba consigo aquel extraño SER, que seguíamos sin saber de dónde coño provenía y por qué mataba a los abuelitos y abuelitas de la residencia, además de a unos cuantos periodistas que había ido allí a investigar las extrañas muertes y desapariciones de los abuelitos y las abuelitas. No es que me esté repitiendo, nenas, es que quiero refrescaros la memoria, ¿vale?

-Uy… la que tenga que limpiar esto va a quejar al director –dijo la Hidro.
-¡Anda un trozo de madera! –dijo la Naxa Multiusos, lo cogió del suelo y lo metió dentro de su caja de cartón.
-Es como un “janster”, tía –dijo la Gigi refiriéndose a la Naxa-. Cosa que ve, cosa que se guarda en la caja.
-¿Qué pasa? ¡Soy una marica del Renacimiento! Con lo que llevo en la caja puedo hacer muchas cosas, tías…
-Menos llamar a una amiga cuando te pasas por Madrid, ¡HIJADELAGRANPUTA!
-¿Sigues enfadada por eso?
-¿YO? ¡JA! ¿Será egocéntrica la maña ésta... con gafas raras de Armani?
-¡Anda unas gafas de Armani! ¿Cuándo te las has comprado, nena? –le preguntó la Hidro.
-Pues entre el capítulo anterior y este, tía.
-Pues te quedan súper guays, tía –dijo la Gigi.

Yo me di una palmada en la frente.

-¡No me puedo creer, que hayamos estado a punto de morir las cuatro, y os pongáis a hablar de complementos, nenas.

YYYYEEEEERRRRRRGGGGGG!!!

Gritó el SER metiendo su cabeza cadavérica por la ventana, una de sus garras y una pata esquelética, abriendo tanto la boca que a todas se nos escapó un flato del susto.

-¡¡¡AAAHHHGGG!!! –berreamos todas y le dimos la espalda para salir por piernas, cuando el olor a huevos podridos y popper caducado llenó la habitación y vimos puntitos de colores y la Naxa soltó un alarido que me recordó a la Whitney Houston cuando cantaba aquello del “And IIIIIIIiiiiIIIIIIIiiiIIIIIIIIIIII…”

-¡HA MORDIDO A LA NAXA, NENAS! –chilló la Hidro.
-¿Qué me ha mordido? ¿Dónde? ¡¡¡DÓNDE!!! –y bajó la vista hacia su brazo izquierdo, en el que los dientes del SER se habían clavado como un cepo para cazar osos-. ¡ME HA MORDIDO, TÍAS! ¡QUE ME HA MORDIDO EL ADEFESIO! –gritó la Naxa dando saltitos, quejándose del dolor, pero sin soltar la jodida caja de cartón.

Sí, nenas, es que a la Naxa podías despedazarla viva, que jamás soltaría su caja de cartón llena de cachivaches inservibles. Era una marika con principios. Y no os creáis que hay muchas marikas con principios como ella… que si no, el ambiente gay sería un horror del carajo pa'rriba, nenas.

-¡Ay que le arranca el brazo! –gritó la Gigi.
-¡Soy ambidiestra! ¡Pero quiero seguir teniendo los dos brazos, tías! –gritó la Naxa.
-¡Tranquilas, que mi trabajo en la FNAC me ha dado mucha experiencia! –gritó la Hidro en plan Moisés antes de levantar las manitas y separar las aguas, se agachó para coger un trozo enorme de la puerta rota y al grito de- ¡¡¡PIÑAAATAAA!!! –comenzó a arrearle con todas sus ganas a la cabeza de aquel espantoso SER.

Gigi y yo cogimos también unos buenos trozos de madera, y comenzamos a apalear al SER con todas nuestras fuerzas, y cuando me acordaba de que la Naxa había estado en Madrid y no me hizo ni una llamada perdida para tomar un café o lo que sea, le arreaba a ella en la cabeza y luego seguía dándole palos SER.

-¡Dolly, tía, que soy yo, tía! –gritaba la Naxa cuando le aporreaba en la cabeza.
-¡Ya lo sé, nena! ¡¡¡YA LO SÉ…!!!

Entre la Hidro, la Gigi y yo, le dimos más palos al SER, que una gallega a un pulpo para dejarlo blandito y hacer salpicón de marisco… hasta que la soltó y desapareció por la ventana quejándose y chillando…. casi tanto como la Naxa con el brazo izquierdo ensangrentado y con la camisa del H&M perforada.

-¡Ay, tías que me habrá contagiado algo! -chilló la Naxa.
-¡Tranquila, que ya te han puesto la antitetánica, nena! -Chillé yo.
-¡Pero no me han puesto la de Anti-Moustruous!
-¿Hay vacunas de esas? –preguntó Gigi.
-No, Gigi –y miré a la Naxa-. Así que fijo que la palmas, nena.
-AaaAAAaaaAAAaaaAAAaaaAAA -berreó la Naxa en plan ambulancia.
-Valientes dos… -dijo la Hidro metiendo la mano dentro la caja de cartón y sacó un bote de agua oxigenada, que destapó y le roció el brazo a la Naxa.

Gigi y yo nos apartamos de ella, por si le salía humo en plan Alien 8, pero no.

-¿Y tú para qué coño llevas un bote de agua oxigenada, nena? –le pregunté a la Naxa.
-¡Porque quería hacer un post haciendo de RUBIAAAaaaAAAaaaAAA…!