martes, agosto 12, 2008

~21~ 4ª Temporada

En el capítulo anterior...

Hace varias semanas, descubrimos que no había más remedio que volver a bajar al cementerio que había al lado de la residencia ya que en él, y siempre según Gigi, había otra de aquellas cajas de madera y cobre capaces de encerrar el espíritu del demonio “quitavidas”. Pero claro, Gigi también me dijo una vez que había visto a Madonna comprando en el Corte Inglés, y la tal Madonna resultó ser ¡una reponedora de sesenta tacos por una permanente muy setentera!


-¡Alto todo el mundo! –grité a los abuelos que iban directos al cementerio.
-¡¿Esto es un atraco?! –gritó Gigi dudosa, dejándose llevar por la emoción y se me quedó mirando-. Es que llevo tanto tiempo sin decir nada, tía, que estaba que explotaba.
-Gigi, tranquilízate y déjame actuar a mí, que para eso este es mi blog.
-¡Queremos rejuvenecer! –gritó uno de los viejos.

El resto coreó el mismo grito y oímos una serie de truenos.

-¿Truenos? ¡No me digas que tras esperar tanto, ahora va si se nos va a poner a llover, tía! –se quejó Gigi.
-Nena, los truenos ¡no huelen! –porque en realidad, la excitación de los ancianos les había producido una misteriosa pedorreta-. ¡Controlen sus esfínteres! ¡Esto no es Cocoon! Y ni yo estoy bizca como la hija de Raquel Welch ni a Gigi le quedan los pantalones cortos tan bien como a Steve Guttemberg.
-¿El de la imprenta? –preguntó uno de los abuelos.
-Ese Gutenberg se escribe con N y con una sola T, ¡no con dos! Esto es una situación peligrosa. ¡Podemos perder la vida todas! Bueno, menos yo, que soy la prota y no puedo morir porque las Divas tenemos esa cláusula en nuestros contratos.
-Gracias por tranquilizarme, tía –dijo Gigi.
-Ahí abajo la única que va a bajar… es Gigi.
-¿¿¿YO??? ¿Serás puta, tía? ¿Y por qué no bajas tú si tú no puedes morir, Dolly?
-Pues porque tú ya has estado, nena, y además, y no por ello menos importante, porque no traigo el calzado adecuado.
-¿Y yo sí?

Le miré sus zapatillas de deporte de marca desconocida y asentí.

-Nena, tú ya te metiste una vez con esas, y por lo que parece siguen siendo resistentes. Así que te toca bajar.
-Pero la idea de volver abajo no es que me vuelva loca, tía.
-¡En ese caso bajaremos nosotros! –gritó otro de los abuelos.
-No, ustedes se quedan donde están y con el culo bien apretado para no gasearnos… ¿ven esa cinta amarilla? ¿Creen que está rodeando el cementerio para darle algo de glamour al lugar? ¡No, nenas! Está porque el suelo del cementerio está que se cae. Cuanto menos peso haya en la zona, mejor… ahora nos hace falta una cuerda…
-¿Para? –preguntó Gigi.
-Pues para atarte a ella y ayudarte a bajar.
-O sea, tía, ¿que quieres hacerme bajar otra vez a ese sitio.
-¿Vamos otra vez a tener la misma discusión por tercera vez, nena?

Mientras discutíamos, uno de los abuelos apareció con un rollo de soga, con más polvo encima que el cuarto oscuro del Strong.

-Vamos, que lo tenéis todas súper decidido –digo Gigi así, en plan melodramático.
-No te va a pasar nada, nena… y si pasa, te abriré un blog súper cool en plan epitafio y esas cosas.
-Tranquila me dejas, tía.
-Venga, bah, deja que te ate bien a la cuerda y toma mi móvil…
-¿Para que haga mi última llamada?
-¡No, so burra!, para que te ayudes con la luz, ¡coño! Sabes lo que tienes que buscar, ¿no?
-Supongo… por que lo vi hace tanto tiempo que ya ni me acuerdo, tía.
-Una cajita de madera y cobre.

Tras atarla bien por debajo de los sobaquillos y poner a todos los abuelos en fila y cogiendo la soga, ayudé a Gigi a entrar en el agujero del suelo.

-Recuerda. Bajas, coges la cajita y subes…
-¿Y si no hay cajita? ¿Y si se la llevó el alemán loco?
-El alemán ya tenía una, Gigi, a lo mejor es como esas ofertas de pago dos y me llevo tres. Puede que el SER tenga dos de esos recipientes, dos trasladores, por si uno de ellos se rompe.
-Porque claro, partimos del punto de vista de que ¡sólo hay un ser! ¿Verdad, Dolly? Vamos que quiero decir, que no habrán más cosas de esas.
-A ver Gigi, hasta descubrir esto hemos pasado por 21 Capítulos de 35 que conforman la Cuarta Temporada de Desperate Housegays. Si hay más, es que me pego un tiro.
-Tranquila, tía, si hay más, seré yo la que apriete el gatillo.
-Venga, deja de dramatizar, y baja a recuperar ese traslador de una puñetera vez –y me volví hacia los viejos-. ¿Listas ahí atrás? -y oí cómo una de ellas decía bajito “¿por qué nos habla en femenino?” -¿LISTAS O NO?
-¡Sí! –gritaron varias. Alguna, la muy cabrona, con un falsete de meretriz.
-¡Ahora! –grité, y comenzamos a soltar cuerda poco a poco… y Gigi, con más cara de cagada que de aventurera o familiar muy, pero que muy lejano de la familia Jones, desapareció por el agujero del suelo hasta que… ¡comencé a oír el temazo “White Diamond” de Kylie Minogue-. ¡Nena! ¿Se puede saber qué haces con mi teléfono?
-Dolly, tía, ¡que te llaman!
-¿Cómo que me llaman?
-Jodo, tía, que me he llevado un susto jeby cuando se ha puesto a cantar la “Kailii”.
-¿Y quién coño me llama a estas horas?
-En la pantalla dice: “La Causa de Todos Mis Males”.
-¡Ah! Es mi madre. Da al botón rojo y corta la llamada.
-Oka, tía.

Y la Kylie dejó de cantar antes de llegar al estribillo, pero al poco volvió a empezar el arpegio electrónico del tema.

-¿Y ahora quién coño es?
-Dice: “número desconocido”, tía…
-Seguramente es mi madre otra vez, que se cree que soy tonta de remate. ¡Cuelga la llamada y busca la caja, nena!
-¡Oiga, a mí no me grite! –le oí decir a Gigi-. ¡No, no se puede poner! Porque si coge el teléfono suelta la soga y yo me abro la crisma.
-¡No me digas que has descolgado! ¡Gigi, dile que ya la llamaré y cuelgas!
-Por cierto, señora madre de Dolly: usted es una muy mala persona, sé lo que le hizo a Dolly, me lo contó todo hace muchos capítulos… tantos que ya ni me acuerdo, pero sí que recuerdo que fue una cosa muy fea y muy mala.
-Gigi, ¡te dije que era CONFIDENCIAL Y SÚPER SECRETO! ¡No para que lo grites en una caverna con la acústica y el rever de una sauna vacía, nena! ¡¡¡NI PARA QUE SE ENTERE TODO EL MUNDO Y LOS MILLONES DE MARIKAS QUE LEEN ESTE BLOG!!! ¡¡¡CIERRA EL PICO, GIGI Y CUELGA EL TELÉFONO, YA!!!

Y gracias a Dior, algo pasó allí abajo porque Gigi se puso a gritar como una loca. Inmediatamente, supuse que no se debía a la lengua viperina de mi madre, claro, sino porque se había topado con algo allá abajo.

-¡Gigi!
-¡Súbeme, Dolly! ¡SÚBEME!
-¿Has encontrado la caja?
-¡No! ¡Pero si no me subes de inmediato lo que voy a encontrar es la MUERTE!

Y lancé un grito espantahorrorizada perdida, y me volví hacia la fila de abuelitos que estaban sosteniendo la soga.

-¡Tirad! –y volví a oír otra pedorreta debida al esfuerzo-. ¡Tirad que nos quedamos sin Gigi, nenas! ¡TIRAD! –cogí con ganas la soga y comencé a tirar con todas mis fuerzas, imaginándome que aquel pedazo de soga era el rabo de George Clooney, porque si no, no hubiera podido sacar esa fuerza sobrehumanamentegay que me poseyó -¡Gigi, dime algo!
-¡NO QUIERO MORIRRR! –chilló hasta desgañitarse.

Y un grito que no era humano, ni otra pedorreta de la tercera edad, quebró el cielo nocturno como si el mismísimo centro de la tierra se cagara en Julio Verne y en todos sus descendientes por haber reeditado tantas veces “Viaje al Centro de la Tierra”, y después crepitó gravemente algo parecido a un “RUMBLE-RUMBLE” y sentí cómo mis pies estaban en terreno blando e inseguro. ¡La arena del cementerio estaba cediendo bajo mis Happy Feet!

-¡Esto se va a desmoronar, neeenaaasss! –grité corriendo hacia los abuelitos sin dejar de tirar la soga que me unía a Gigi, cuando vi cómo los muy cabrones y amantes de las tertulias en el insalud, soltaban la soga y entre gritos echaban a correr en direcciones diferentes alejándose del cementerio.

De inmediato sentí el peso de Gigi para mí sola, y la gravedad me tiró hacia atrás, pero yo clavé los pies con todas mis ganas y seguí corriendo hacia delante. El “RUMBLE-RUMBLE” se incrementó. Miré atrás y como si de un castillo de naipes se tratara, el agujero por el que había entrado Gigi, se hacía más y más grande, engullendo tierra, lápidas y losas de piedra hacia su interior.

El diámetro de la circunferencia de tierra que engullía todo seguía creciendo, pero no vi la cabeza de Gigi. Seguí tirando y alejándome hasta que mis pies se me enterraban hasta los tobillos en el frágil suelo.

Miré hacia atrás otra vez, apretando los dientes y haciendo fuerza para no perder la soga de las manos. Aquel agujero era enorme, como de unos cinco metros... seguía creciendo y no había rastro de la cabecita de…

-¡¡¡GIGI!!!

Avancé unos metros más y todo se meneó bajo mis pies. Estaba prácticamente fuera del cementerio, con los abuelos mirándome atónitos, sin respiración y a pocos metros de mí, pero sin echarme una mano los muy desgraciados.

-¡Echadme una mano, hijas de la gran puta!

La tierra eructó ¡y de qué forma!, levantando una nube que me cegó la vista, cuando todo el campo santo, como diría el Iker Jiménez y la chiguaka que le acompaña, se precipitara al interior de la tierra dejando un enorme boquete que lindaba con las paredes de cemento que lo rodeaban.

-¡¡¡GIGIIII!!!

martes, abril 22, 2008

~20~ 4ª Temporada

En el capítulo anterior...

Tras despedir a la Hidro y a la Naxa de esta Temporada, porque éramos demasiadas marikas juntas yendo a los mismos sitios, y así, no había forma de que la trama avanzara, me quedé con Gigi y decidimos regresar a la habitación donde habíamos escapado por los pelos del SER, a recuperar aquel cachivache roto.



Era extraño que tras todo el alboroto, mis gritos... y el helicóptero que se llevó a la Hidro y a la Naxa, se respiraba demasiada tranquilidad dentro de la residencia Esperanzador Atardecer.

-Será porque los abuelitos tienen un sueño profundo.
-¿Y tú cómo sabes lo que estaba pensando, nena?
-¡Pues porque lo acabo de leer tres líneas más arriba, tía!
-Jo, nena, tengo que conseguir en los futuros capítulos, que este falso directo no suene tan ¡FALSO!
-Shhh! –dijo la Gigi con cara de cague mirando hacia donde terminaban las escaleras que subíamos.

Aguantamos dos segundos… y no se oyó nada.

-¿Qué has oído, nena?
-Si en la planta de arriba no hay nadie, supongo que NADA.
-Ay, Gigi, no hagas ese tipo de cosas que me asustas…
-¿Y me lo dices a mí? ¿Sabes cómo me siento, tía? Como Diane Lane en Rastro Oculto.
-¿VIEJA?
-No, tía, vieja no…
-¡Pues anda que no aparenta vieja en esa película!, con una actriz que hace de su madre y que parece 20 años más joven que ella, neeenaaa.
-Pues mira, en eso no me fijé. A mí me pareció más que tenía cara de bollera.
-Sí, nena, ¡de Madre Bollera! ¿Y se puede saber a santo de qué te ha recordado esa película?
-¡Coño, tía! ¡Pues porque te has puesto la banda sonora de Christopher Young para escribir este capítulo, tía!
-Es que es súper ideal para subir escaleras en plan misterio, nena…

Continuamos subiendo las escaleras hasta llegar al pasillo. No se oía nada, y nuestras pisadas volvían ha hacer ese ruidito tan desagradable sobre las baldosas del suelo súper limpias y brillantes.

-¿Y si paramos un segundo, entramos en la farmacia y nos tomamos algo para tranquilizarnos?
-No, Gigi, que no es momento para colocarse, nena.
-Jo, va, sólo un poquito, tía…

Tozuda como una mula y con aquella cara de pena que me puso, no pude más que acceder a su petición. Entré en la farmacia y volví a salir poniéndole una pastilla en la mano.

-¿UNA ASPIRINA? –dijo con un falsete-. ¿A esto llamas tú algo para tranquilizarte?
-Sí, nena, y me temo que va a ser para mí, porque entre tú, la Hidro y la Naxa tengo la cabeza con palpitaciones –y ella me miró de forma rara-. Palpitaciones en las sienes, nena. A ver si vas a pensar que se me va a poner a bombear la cabeza de un momento a otro.
-Viniendo de ti, ¡cualquier cosa, tía!
-Anda, tira pa’lante, nena…
-¿Sabes lo que me haría falta en este momento? Papel de bolitas. Para explotarlas. Me ayuda a tranquilizarme.
-Uis, pues si fuera por mí, me pedirá una buena polla, que también me tranquiliza una barbaridad –dije cuando llegamos a la puerta destrozada, donde minutos y capítulo anteriores, habíamos luchado contra El Mal Absoluto y el SER.
-Menudo estropicio, tía…
-No perdamos el tiempo tentando a la suerte, y busquemos la cajita esa.
-¿Cómo es?
-Pues con pompones color lila, de forma triangular, con algo parecido a una guirnalda verde rodeándola. ¡GIGI! ¿Cómo coño va a ser una caja? ¡CUADRADA, nena, CUADRADA! ¡STOP! –dije separando las manos del cuerpo para que Gigi no la pisara.

En el suelo había un trasto hecho como de madera y cobre, completamente apastado. La verdad es que no tenía forma de caja, y más bien parecía una cajetilla de tabaco a la mañana siguiente en el suelo de una caseta sevillana de la Feria de Abril. O sea, que estaba completamente hecha pedazos y aplastada.

-Si eso era una cajita… lo sería antes de que la espachurraran. Mira, tía, le salen cositas metálicas por los lados.

Levanté la cabeza un segundo para mirarla, y al igual que aquella caja, me imaginé la cabeza de Gigi, con resortes saliendo por los laterales. Me aguanté la risa, porque de las amigas una NUNCA se debe reír. Se las puede mandar a tomar por culo, pero NO REIRSE de ellas, nenas; con mucho cuidado cogí la cajita mirando muy bien si había alguna pieza del interior que hubiera saltado fuera. No quería irme de allí dejándome algo de vital importancia.

-¡Tía, no te muevas!
-¡QUÉ! –chillé yo, con el culo más apretado que un gimnasta de anillas.
-Esa cosa la he visto yo en otra parte.
-¿Qué cosa?
-Esa cosa, tía –dijo señalando la cajita.
-¿Dónde has visto una cajita como esta?

Gigi hizo memoria durante un eterno minuto.

-Gigi, nena, que estamos en el capítulo 20 y sólo nos quedan otros 15 para terminar esta temporada… ¿¿¿DÓNDE COÑO HAS VISTO ESTO??? ¡¡¡RESPONDE!!!
-Donde la mujer fea…

Ni que decir tiene, que aquella respuesta me descolocó cantidad.

-¿La antigua directora de la residencia? ¿La muerta?
-Sí, la muerta, pero no esa muerta. La que estaba en el cementerio…
-¿Cuándo te caíste dentro del cementerio, quieres decir? –y ella asintió-. ¿Había una cosa de éstas abajo?
-Ay, tía, no me presiones. Creo que sí, que se parecía a eso. Aquello estaba hecho unos zorros, y había arenas movedizas, y ataúdes, y el retrato de una señora fea y algo que hacía burbujas.
-Está bien, está bien. Recapitulemos, nena. A ver si vamos poniendo los puntos sobre las ies.
-Dolly, ¿quieres dejar de ir en plan María Moliner y hablar claro? Este blog lo leen muchas maricas, y no creo que todas ellas trabajen en un astrofísico o tengan una carrera, a no ser que sea en las medias.
-¿Quieres decir... que te lo cuente de forma que TÚ lo entiendas, nena?
-Pues sí, me refería a eso, tía.
-En este sitio muere gente. Vinimos aquí por la desaparición de Rosario Fitis.
-¿Ves?, a eso me refería, tía, ¡ya no sabía por qué estábamos en esta residencia de la tercera edad…!
-Oka, nena. El SER es quien se carga a la gente, ¿vale? Y siempre que aparece, se oye una musiquilla.
-Sí, tía, como la de la serie LOST, la de niiii nooo NIIII NOOOO
-Eso es, nena… y entonces fue cuando descubrí que en la residencia se encontraba aquel viejo loco que intentó matarnos en la Primera Temporada de Desperate Housegays… aunque había cambiado algo. Era mucho más joven, pero estaba igual de loco, nena, y llamó a ésta cosa TRASLADOR.
-¿Cómo el de Harry Potter?
-Me temo que no, nena. Esta cajita… esta cajita –dije abriendo mucho los ojos-. Rejuvenece a su poseedor.
-¿Y ese quién es?
-¡A su dueño, Gigi! Si tienes la caja, invocas al SER, el SER aparece, se merienda a alguien, y la fuerza vital del muerto pasa al dueño de la caja.
-¿Y el SER qué gana?
-¡Coño, nena! ¡SE COME EL CUERPO DEL CADÁVER!
-¡Pues menos mal, tía! Porque si esa cajita está rota, el SER ya no volverá…
-¡NENA! Si la caja está rota, quiere decir que ¡¡¡EL SER ANDA SUELTO!!!
-Peligro en el ambiente... -dijo Gigi imitando el tono de travesti de Tamara.

Nos miramos una millonésima de la raíz cuadrada de un segundo, y acto seguido lanzamos un grito a coro, que ni imagináis.

-Pero Dolly, yo creo que vi otra de esas cajitas… en el cementerio de aquí al lado.
-Eso quiere decir… que hay más de una…
-Y que hay ¡¡¡MÁS SERES DEL TERROR COME CARNES!!!

Y volvimos a gritar aterrorizadas, y esta vez la sincronización de nuestros agudos fue perfecta. Casi hasta se me escapa una lágrima de la emoción. Eramos como un Duet de Mónicas Naranjo intentando sacarse el tanga de entre las nalgas.

-¿Pero cómo lo supo el viejo loco? –me pregunté en voz alta tras recuperar aire en los pulmones-. Bueno, él inventaba cosas. Quizá fuera como una especie de Indiana Jones tarado de cojones que se dedica a buscar artefactos por el mundo…
-Además de intentar matarte cada vez que se cruza en tu camino, tía.
-Sí, eso también.
-Así que eso fue… supo de la existencia de esas cajitas, en el cementerio de al lado de la residencia, ingresó aquí como un abuelito más, encontró una de las cajas, y con ayuda del SER, fue matando a gente y rejuveneciendo.
-Para mí tiene mucho sentido, tía.
-Lo sé, nena. No es que sea la trama de uno de esos guiones a los que le dan el Oscar, pero nos lo pasamos bien mientras desciframos de qué va la cosa, ¿no?
-Claro, tía.
-¿Sabes qué? Deberíamos bajar al cementerio, nena.
-Ah, no, Dolly, que yo ya estuve una vez allí y no me hizo ninguna gracia. Además, allí huele mal.
-¿Peor que en el cuarto oscuro del Leather?

Y más que pensativa, Gigi se quedó como ausente.

-Nena, tenemos que bajar y buscar otra de esas cajas. Esta no sirve ni para echarla a quemar a la chimenea… en caso de que tuviéramos una chimenea donde poder echarla, claro.
-Pero esta vez, yo me quedo fuera y bajas tú, tía.
-Mira que eres, Gigi. Tú ya has estado allí y sabes dónde buscar.
-Ni muerta volvería a bajar a ese sitio.
-Vale, nena, bajaré yo, pero si mientras busco la cajita te sale el SER y te da un bocao, a mí no me vengas a pedir cuentas, ¿eh?
-Bueno, va, bajaremos las dos.
-Veamos si encontramos una bolsa donde poder guardar este estropicio, buscamos una linterna y bajamos al cementerio, nena.
-¡Qué otra cosa podemos hacer! -dijo Gigi antes de darse media vuelta y lanzar un grito.

Allí, mirándonos con ojillos avariciosos y salidos, estaban enfundados en sus batas y pijamas espantahorribles, los abuelos de la residencia.

-¡JODER! –gritó Gigi, y eso que para oírle decir un taco a ella, debe ser sólo por una buena causa.
-¿Qué están haciendo que no están durmiendo? -pregunté yo.

Uno de ellos, apuntó con un dedo los restos de la caja que tenía en las manos.

-¿Es verdad que ESO rejuvenece?
-Bueno… no estamos del todo seguras… pero es súper peligroso, porque sale un bicho que mata a alguien para que rejuvenezcas. Sí, ya sé, suena un poco a las normas de Súper Modelo, pero éste asunto es demasiado serio para dejarse llevar… por los intereses propios. Ni la mismísima CHER aprobaría que alguien muriera para que ella fuera más joven… -y medité lo que acababa de decir-. Bueno, vale, CHER es un mal ejemplo.
-¡AL CEMENTERIO A BUSCAR UNA DE ESAS CAJAS! –gritó otro de los abuelos, y todos salieron exultantes de felicidad, corriendo por el pasillo escaleras abajo. Corriendo a la velocidad de un viejo, claro.
-¡Gigi, corre que se nos adelanta el Pelotón Corega Ultra!

lunes, abril 14, 2008

~19~ 4ª Temporada

En el capítulo anterior...

Misteriosamente alguien que intentó matarme en La Primera Temporada de Desperate Housegays, volvía a intentarlo en esta, pero fui más rápida y escapé por la ventana, antes de que apareciera aquel SER paranormal, cayendo de bruces sobre la Naxa, que quedó más trastornada, que Massiel a las 5 de la mañana en el Pacha.


-¡Lo que me faltaba! La he desmemoriado, nena –grité poniendo los ojos saltones a lo Marlene Dietrich, pero sin llevar las cejas tan megadepiladas como ella.
-Y si se desmemoria, ¿se olvidará de hacer esos post que hacía tan raros con cartulinas de colores? –preguntó Gigi.

Las tres nos miramos como protagonistas al final de una película de aventuras donde escapan por los pelos, y la Naxa se puso de pie de un salto.

-¡Ya he recobrado la memoria! –dijo súper alterada-. Tía, es que entre el capítulo 18 y el 19 ha pasado tanto tiempo, Dolly, que me he recuperado por mi misma.
-Mejor así, nena, que las salas de urgencias están llenas.
-¿Pero nos vas a contar lo que ha pasado, nena? –preguntó la Hidro-. Estamos en el capítulo 19 y lo que está ocurriendo no lo entienden ni los jueces de Fama ¡A Bailar!
-Es que ni yo misma termino de entenderlo, nenas –dije así, como mirando al horizonte, que me da un halo como de misterio divino, alejándome de ellas para pensar un poco, atar cabos, sargentos y soldados rasos-. Creo que ya sé lo que está pasando, nenas…

Y entonces les expuse mi teoría:

Sin saber a cuento de qué, El Mal Absoluto, un viejo mega nazi que intentó matarme y lobotomizarme, ¿o fue al revés?, en La Primera Temporada de Desperate Housegays y que no olvidemos, seguía en busca y captura de la policía, se había ocultado en aquella residencia para abuelitos y abuelitas de la 3ª Edad… y con él, tenía un extraño artefacto, aquello que yo creí era una cajita de música, era en realidad un artefacto misterioso con el que llamaba a el espantahorrible SER que mataba a los abuelitos de la residencia y que de alguna forma… le otorgaba al viejo pelirrojo y nazi, el poder de ¡¡¡rejuvenecer!!!

Esto lo dije levantando los brazos y volviéndome hacia ellas, en medio de la noche y con la luna llena suspendida sobre mi cabeza, mientras la Naxa, la Hidro y Gigi, me miraban como si hubiera destripado a un caniche y me hubiera hecho una bufanda con su pellejo.

-¿Eso es lo que has estado haciendo entre el capítulo 18 y el 19, tía? –me preguntó la Gigi con un falsete.
-¿Qué si he estado haciendo el qué, Gigi?
-¡¡¡DROHJÁNDOTE!!!
-Seguro que se ha estado drogando, nenas –dijo la Hidro-. Se le ha puesto mirada de Isabel Coixet, así que fijo que se ha metido algo.
-¡Pero bueno! ¿Me pedís respuestas, y cuando os respondo, no me creéis?
-Es que tía, eso no tiene mucho sentido –dijo la Naxa.
-¿Y lo dice una premio Nobel? –dije cabreada-. ¡Tiene que estar ocurriendo eso, nenas! Ese viejo de la primera temporada ha descubierto que, mediante ese artefacto recupera su juventud, mientras ese SER mata a los abuelitos, nenas.
-¡Está bien, está bien! –gritó la Hidro levantando las manos-. Si vamos a jugar a Expediente X yo me pido a Scully, que viste mega cool y que lleva un tinte perfecto.
-Nenas… ¡se trata de eso! ¡¡¡Ese tarado ha descubierto el Secreto de la Vida Eterna!!! –les grité.
-¡Nena! –dijo la Hidro-. El Relastin Revitalizer lo inventaron hace meses y se vende en cualquier tienda de cosmética.
-¡Nenas! Que no hablo de un contorno de ojos reafirmante. ¡Os hablo de una panacea!
-¿Y qué tienen que ver las panaderas? –preguntó la Naxa.
-¡Se está haciendo más y más joven! –dije yo, haciendo oídos sordos a la Naxa.
-¿Cómo Madonna? –preguntó súper asustada Gigi.
-Exactamente, Gigi, ¡y sin tener que cantar con Justin Timberlake!
-¿Pero para qué, nena? –chilló la Hidro.
-Bueno, viendo que en la Primera Temporada de Desperate Housegays inventó un trasto para convertir a los gays en heterosexuales… quizá ahora esté interesado en… ¡¡¡DOMINAR EL MUNDO!!!

Se hizo un silencio terrible, hasta que Gigi dijo:

-No te preocupes, Dolly, seguro que Pedro J. no le dejará.
-Gigi, el periódico El Mundo, no, nena… sino ¡¡¡EL MUNDO!!! ¡¡¡LA TIERRA!!!

Y las tres gritaron mega asustadas.

-¡¡¡¿Y para qué va a querer dominar el Mundo, Dolly?!!! –preguntó la Naxa.
-Y yo qué sé, nenas, supongo que para hacer lo mismo que hacen los malos en las películas de James Bond: ¡¡¡DOMINAR EL MUNDO!!! Después no sé qué es lo que hacen con el mundo, pero en la cabeza de todos está la misma directriz: ¡¡¡DOMINAR EL MUNDO!!!
-¡HUALA! –dijo la Hidro-. Dicho así, debe ser más terrorífico que ver en una tienda de móviles a Naomi Campbell.

Y en ese preciso momento, un chorro de luz cayó sobre nosotras y el aire se agitó de forma sobrenatural. Un sonido de baja frecuencia nos sacudió los estómagos y las cuatro, mega asustadas, hicimos piña. ¿Cómo era posible que precisamente ahora, cuando había descubierto de qué iba la Cuarta Temporada de Desperate Housegays, apareciera en el cielo nocturno un OVNI a secuestrarnos?

-¡Nos van a secuestrar y a experimentar con nuestro ADN, tías! –gritó la Naxa.
-Tranquilas, que sólo experimentarán con el ADN de la Hidro y el mío. El de vosotras dos lo darán por perdido.

Y en ese instante de puro terror, cayó ante nuestras narices una escala metálica.

-¿Pero qué mierda es ésto? –dije yo- ¿Una escalera? ¿Y dónde coño está el rayo tractor, o el teletransporte, nenas?

Y bajo aquella luz, con el cabello revuelto por el viendo en medio de un Encuentro en la Tercera Fase, la Hidro me cogió de los brazos, y me dijo:

-Nena… no sé cómo coño va a terminar ésto…
-Ni yo, nena, pero lo más seguro es que nos implanten a todas un chip en el cogote, y a Gigi le metan un dildo alien por el culo como método de rastreo.
-¿Dolly, tía, me quieres escuchar?
-Venga, va, que puede que sean tus últimas palabras antes de que seamos abducidas por los extraterrestres.
-Me lo he pasado muy bien durante estos capítulos como Guest Star, nena… pero me tengo que volver a Barcelona, porque he empezado otro blog de MarikaFicción.
-¿Ah, sí?
-Sí, nena, el Hijas de Bitch!
-¿Y el Kill Pili?
-Pues creo que está Kill, nena. Y como tardabas tanto en volver, he hecho unas llamadas.
-¿Y con quién has contactado, nena, con E.T.?

Y la Hidro, mega glamurosa, fue hacia la escala metálica que colgaba de la panza de un helicóptero y se agarró a ella a lo Marta Sánchez, pero sin peluca rubia.

-Tengo que volver a Barcelona, nena, o Pilar Rahola me robará todo el protagonismo.
-Eso nunca, nena. Recuerda que ella se quedará calva antes que tú. Y si está calva, sólo conseguirá papeles en series como Star Trek.

La Hidro subió unos peldaños en la escala metálica y la Naxa fue tras ella.

-¿Ah, que tú también te vas? –dije yo.
-Sí, tía. Es que el bus a Zaragoza da muchas vueltas y además echan en vídeo la versión extendida de Titánic.
-Te entiendo perfectamente –le dije antes de despedirme de ella, entregándole su caja de cartón llena de cachivaches-. Recuerda llevarte toda esta mierda, nena, que el contenedor más próximo está muy lejos y se me da muy mal eso de reciclar.

La Naxa cogió su caja de trastos y comenzó a subir por la escala metálica, dejándonos a Gigi y a mí abajo.

-No te preocupes por la Naxa, Dolly –dijo la Hidro.
-¿Y quién se preocupaba, nena?
-La dejaré caer en paracaídas cuando sobrevolemos la Plaza del Pilar.
-Recuerda decirle que ¡TIRE DE LA ANILLA! Que es muy bruta.
-Lo haré, descuida –dijo la Hidro subiendo al helicóptero y ayudando a la Naxa a entrar en él, con la jodida caja de cartón llena de trastos que le acompaña a todas partes.

El helicóptero hizo un ruido más fuerte al ganar altura, y el foco de luz dejó de apuntar hacia abajo. Se apagó. Hizo un ruido más grave y se elevó muchos metros en la noche despejada, con aquellas lucecitas rojas parpadeantes en el rotor y en la panza del aparato, mientras tomaba rumbo hacia Barcelona… haciendo una escala en Zaragoza, claro; mientras se alejaba el helicóptero, pudimos oír los primeros compases de Say It Right.

-Me caían bien –dijo la Gigi.
-Ya les mandaremos una postal. Ahora tenemos que centrarnos, nena. Hemos de llegar hasta las últimas consecuencias de ésta historia.
-Y no tendré que esperar un mes para saber qué pasa en el siguiente capítulo, ¿no, tía?
-No, Gigi… que ya ves lo que pasa -dije mirando en el punto luminoso en el que se había convertido el helicópero-. Se me largan los personajes secundarios en helicóptero a lo peli de Michael Bay, con banda sonora de Nelly Furtado y con la Naxa haciendo los grititos del EEHH!
-Bueno, Dolly, ¿y ahora qué? –preguntó cruzándose de brazos.
-Creo que para empezar, deberíamos volver a la habitación a recoger ese artefacto con el que el viejo nazi llamaba al SER… aunque creo que está roto.
-¿Y si está roto, de qué nos va a servir, Dolly?
-A ver, nena, ¡de algo habrán servido los programas de Bricomanía que me tragué en los 90's, ¿no?
-Si tú lo dices, tía… pero recuerda cuando te dio por inflar la rueda de la bicicleta.
-¿Y yo qué cómo voy a saber que sólo soportaba cinco kilos de aire, nena?
-Tía, que explotó la rueda y tú aún seguías inflándola.
-Bueno, va, ¡que soy una Diva! ¡Y las Divas no podemos estar en todo! ¡Bastante preocupada estaba en llevar bien puesto el casco, los guantes y el culot, neeenaaa!


jueves, marzo 06, 2008

~18~ 4ª Temporada

En el capítulo anterior...

Viendo que nadie me podía ayudar, porque tanto Gigi, como la Naxa como la Hidro se habían puesto hasta el culo a comer callos a la madrileña, opté por ir sola a buscar pistas, cuando oí esa especie de tarantela que siempre oímos cuando sale el SER, y encontré al abuelo invisible, con el que me lié a tortas descubriendo un terrible secreto que casi me paralizó del pánico.


Los pelos naranja sobresalían entre los vendajes y sus ojillos inyectados en odio me atravesaron.

-¡Tú! –grité aterradísima y paralizada por el pánico. Sí, nenas sé que he repetido la frase, pero es que estaba ATERROROZADA POR EL PÁNICO, ¡COÑO!
-Escapaste una vez… dos no… -dijo él con un acento muy marcado y arrastrando las erres.
-¡¡¡SOCORROOOO!!! –chillé a pleno pulmón-. ¡¡¡POLICÍA DE LA MOOODAAA!!!

El abuelo invisible saltó sobre mí agarrándome del cuello, mientras yo intentaba escaparme de él porque era más pequeño, pero muy rápido el jodido. Demasiado rápido para un abuelo de su edad.

-¡Vengaré la muerte de mi hijo con la tuya!

Eso no lo dije yo, claro, porque soy gay y no tengo hijos. Lo dijo el abuelo invisible, al que cogí de una mejilla y le arranqué un trozo de venda y como por arte de magia, el resto de las vendas se soltaron y puedo ver su rostro al completo. Un rostro… ¡¡¡de un pelirrojo de mi edad!!!

-¡Pero qué invento es essstoooo! –grité-. ¡¡¡ERES EL MAL ABSOLUTO!!!

¡Pero muchísimo más joven, nenas! Para aquellas a las que se os haya encogido el culo con semejante revelación, más que aquella otra de que con los rollos de papel higiénico no viene de regalo un perrito scottex, porque como supongo que sabréis, un perrito envasado al vacío puede palmarla por asfixia… EL MAL ABSULUTO apareció en mi vida en la Primera Temporada de Desperate Housegays, nenas.

Aparecieron él, su hijo rubio que intentó matarme, pero que luego se mató él por esmocharse por el hueco de las escaleras y la Space, otro personaje que aún atormenta mi conciencia cuando la pierdo tras unos gin lemons, of course. Para más información, tenéis que leeros la Primera Temporada, nenas. Los que ya lo habéis hecho, podéis seguir leyendo y manteniendo el culo encogido.

-¡¿Cómo me has encontrado, invertido?!
-¡No juego en bolsa! –grité.
-¡MARICÓN!
-¡Ah, era EEESO! –dije más tranquila y volví a chillar e intenté huir de él, pero EL MAL ABSOLUTO había saltado sobre mí, agarrándome del cuello y apretaba con fuerza.

Y estalló un alarido de dolor y angustia, muy parecido a los que surgen de las cabinas del Leather, pero en plan rollito paranormal que me erizó el vello de todo el cuerpo, y en los ojos (de dos colores) de El Mal Absoluto, ¡vi reflejados el miedo y un terror sin igual.

-¡MI TRASLADOR!

Y volvimos a oír aquel espantoso alarido.

Yo intenté levantarme, mientras El Mal Absoluto saltó sobre aquella caja, ahora completamente destrozada, de la que salía un ruidito entre metálico y de madera, como si se tratara de un juguete al que le has dado más cuerda de lo normal y terminas por romperle el mecanismo.

-¡LO HAS ROTO! –gritó fuera de sí-. ¡LO HAS ROTO! –repitió por si no me había quedado claro la primera vez que lo gritó, y algo embistió contra la puerta y sonaron ruidos como de uñas arañando la madera como cuando tienes un perro en casa que quiere que le saques a la calle porque se mea vivo.

Yo supuse que aquel trasto roto nada tenía que ver con los trasladores de Harry Potter, y también supuse que lo que había detrás de la puerta era el SER que intentaba entrar… y oye, nena, que no me hizo falta comprender nada más, así que me levanté, di un codazo contra la ventana y luego una patada así, muy a lo Kung Fu, dispuesta a saltar por la ventana cuando me vi a muchos metros de altura… ¡y sin paracaídas!

-¡LO HAS ROTO, MALDITO INVERTIDO! –gritó El Mal Absoluto, pero yo ya estaba saliendo por la ventana, agarradísima a la pared exterior y deslizándome por el bordillo de la primera planta.

No miré hacia abajo, porque la altura era considerable. No para calificarla de castañazo Olímpico, pero tampoco como para dejarte caer ¡y a ver qué pasa con mis huesos!

Seguí agarrada a los salientes de los ladrillos de la pared, muy a lo Spider-Man o como si le estuviera dando por culo a aquella pared, y me deslicé hacia la izquierda, hacia la siguiente ventana que tenía cerca, rezando por lo bajini para que aquellos diez centímetros de saliente de cemento soportaran mi peso.

Un sonido atronador brotó de la ventana por la que había salido. Algo parecido a un bombazo acompañado de fragmentos de cristal, gritos, alaridos y mucho, pero que mucho ruido.

Seguramente el SER había entrado en la habitación y se había merendado a El Mal Absoluto… ¡Pero éste no era El Mal Absoluto que yo conocí en la Primera Temporada de Desperate Housegays! Porque aquel era muy viejo… ¡y éste era muchísimo más joven! ¡Tenía mi edad!, más o menos, claro, y parecía recordar perfectamente que por mi culpa, uno de sus hijos la había palmado.

-¡Tía, qué haces! –chilló Gigi en la lejanía.

Yo no podía mirar hacia abajo, por el vértigo y todo ese rollo, pero al oír las carreras de varias personas, supuse que Gigi no estaba sola.

-¡Dolly, te estoy hablando! –repitió ella.
-¡Y yo estoy intentando no partirme la crisma, Gigi!

Una nueva explosión de humo de color ámbar salió de la ventana de la que huía, dibujando cosas extrañas en el aire, como una planta trepadora de esas que se vuelven locas al crecer.

-¡¡¡HUALÁ!!! –oí que decían desde abajo.

Al agarrarme con la mano a la pared, avanzando un poco más, oí un sonoro ¡CLONK! , y me detuve. Era una bajante. Normalmente suelen ser de PVC y están anclados a la pared por arandelas metálicas, pero aquella era completamente metálica y gruesa como un melón.

Miré hacia la ventana y el humo comenzó a disiparse hasta desaparecer.

Tenía los dedos entumecidos, por el frío, el terror y porque me había dejado las uñas al agarrarme de la pared, pero me cogí al tubo metálico y tanteé en busca de algún anclaje a la pared, pero no había ni uno.

-¡DOLLY! –chilló Gigi al verme resbalar, aunque volví a recuperar el equilibrio.
-¡Se va a matar, nenas! –gritó la Hidro.
-¿Por qué no bajas por las escaleras como todo el mundo, tía? –preguntó en voz alta la Naxa.
-¿Queréis dejar de hacer quinielas, HIJASDELAGRANPUTA, y buscar algo para amortiguar la caída? –les grité y las oí forcejear.
-¡Mi caja de cartón ni de coña, tías! –protestó la Naxa.
-¡A la mierda! –dije yo-. Si los bomberos lo hacen, ¿por qué yo no?

Y me dispuse a cogerme del tubo metálico con las manos y pies, y dejarme escurrir así, con todo el estilo que me fuera disponible, bajando cual Diva Bombera, pero el jodido tubo no estaba anclado a la pared, y se soltó y cayó a tierra más tieso que la polla de Rocco Sifredi, conmigo agarrada como una garrapata, y se oyó un ¡CLANK! Y un grito antes de llegar al suelo, y vi que el suelo estaba tras mi espalda a menos de un metro y me dije. ¡Esto lo salto! Y me solté del tubo metálico incorporándome de inmediato.

-¡Ay que has matao a la Naxa, nena! –gritó la Hidro.
-¿Quién, yo? –y las busqué con la mirada y vi las caras de susto de la Gigi y la Hidro y los dos zapatos de la nacha, espatarrada en el suelo.
-¡Tía, le ha dado de pleno en toda la coronilla! –dijo Gigi.
-¡Naxa, Naxa! –le gritó la Hidro dándole bofetadas.
-Pero vamos a ver, ¿veis que se parte el tubo de los cojones y no echáis a correr? –fui hacia ellas-. ¡Naxa! ¡Abre los ojos! ¡Abre los ojos, nena!
-Le has dado en todo el disco duro, Dolly –dijo Gigi.
-Nena, que lo de la Naxa era un pendrive, no un disco duro.
-Seguro que la Ciencia en pocos años podrá encontrar una solución –dijo la Hidro.
-Pues como sea como el timo de los viajes a Marte, ¡podemos esperar sentadas! –dije yo, y la levanté del suelo para mirarla con detenimiento-. No le sale nada por las orejas. O sea, que tendrá aún la materia gris en su sitio.
-Tía, con ese golpe se le habrán quedado las neuronas en los tobillos –dijo Gigi.
-Es una chicarrona del Norte. Seguro que las collejas en Zaragoza son igual de fuertes –dije yo, y puse voz súper hombruna-. ¡Naxa!
-¡Levántate y anda! –citaron la Gigi y la Hidro a la vez, y les entró la risa.
-¡Un poco de seriedad, nenas! ¡Naxa! ¡Abre los ojos, NENA! –y comenzó a abrir los ojos y a mirarnos.
-¿Cuántos dedos ves? –le preguntó la Gigi haciendo el signo de la victoria.
-Gigi, nena, ¡no sabes lo que bebe la Naxa! Eso no funciona con ella –y le di dos tortas para atraer su atención-. Naxa, ¿quién ganó Eurovisión el año pasado?

Ella nos miró como embobada, o sea, su forma como de costumbre de mirar las cosas y dijo:

-¿Massiel?

jueves, febrero 14, 2008

~17~ 4ª Temporada

En el capítulo anterior...

Tras echar un polvazo con Bruno, se presentó mi madre y bueno, tuvimos unas palabras Madre-Diva. Gané yo, claro, y aunque me lo pasé muy bien en ese polvo, se me fue toda la alegría con la visita de mi madre, así que decidí que tenía que hacer algo y hacerlo ya… cuando sonó hora de cena y todos los abuelitos salieron disparados a cenar, la Hidro, la Naxa y Gigi también se apuntaron.


Llegué al comedor dando grandes zancadas, mientras las suelas de mis zapatos hacían fruís fruís sobre aquel suelo fregado con amoníaco, seguramente, y como en las pelis del oeste entré en el comedor empujando la puerta hacia el interior.

Lo que vi fue simplemente aterrador.

-¡Neeenaaas! –les grité a la Hidro, a la Naxa y a la Gigi.
-Ay, tía, estoy súper malita –dijo Gigi.
-Creo que voy a morir… ¡soltera! –dijo la Hidro.
-¡Y no tengo ninguna amiga modelo que me diga cómo vomitar! –dijo entre lágrimas la Naxa.
-¿Pero se puede saber qué coño habéis estado haciendo, nenas?
-¿Qué vamos a estar haciendo, Dolly? ¡CENANDO!
-¿Desde el capítulo anterior, nenas? –y las tres asintieron como medio drogadas, jartas hasta las trancas de comer como cerdas, o a medio camino entre la indigestión y el empacho mortal-. ¿Habéis estado comiendo desde el 9 de ENERO?
-Jo, tía –dijo la Naxa entre lágrimas-. Te dijimos que nos íbamos a cenar con los abuelos, tía.
-Bueno, sí, nenas, pero una es una Diva, y como Diva tiene muchos quehaceres y todo ese rollo súper cool que me suelo soltar. Pero si veis que no vuelvo, podríais haber parado de comer.
-Ay, Dolly, creo que esta será mi última intervención en esta Cuarta Temporada de Desperate Housegays.
-¿Ah, sí? ¿Y eso por qué? ¿Te ha contratado Arguiñano como pinche de cocina, Gigi?
-No, tía, porque creo que voy a morir del empacho.
-O sea, que te soporto durante cuatro temporadas lo de “no quiero morir”, y ahora te intentas suicidar con… ¿un plato de callos? ¿Ponen callos para cenar? ¿Pero qué residencia de la tercera edad es esta? ¿La de los trabajadores de Tele 5? ¡Ea, nenas, menos tonterías y en pie las tres!

A mi grito las tres se pusieron en pie de un salto, oscilaron un pelín hacia los lados y acto seguido cayeron al suelo como bolos, entre quejidos y ardores de estómago.

-¡Bueno! ¡Pues tendré que seguir sola en la aventura! –dije yo.
-No, nena, que vamos contigo –dijo la Hidro.
-No, nenas –les dije a las tres de forma tajante-. Paso de que me acompañen los extras de Happy Feet. Iros a tomar bicarbonato, o sales de fruta, o al retrete a desalojar un poco esos estómagos.
-¿Vas a ir tú solita, tía? –preguntó Gigi.
-Sí, nena, as usual!
-¿Y no quieres llevarte mi caja de cartón donde guardo mis cosas?
-Gracias pero no, nena. Con ese trasto no se puede correr en caso de que tenga que CORRER. ¿Vale? ¿Y el Director del centro?
-No lo sabemos, nena –dijo la Hidro.
-¿Para qué lo buscas? –preguntó la Gigi-. ¿Puede estar relacionado con ese ser que nos atacó?
-Bueno, no lo sé, aunque es feo con avaricia. Lo decía por buscar alguien con quién hablar en este capítulo que no huela a callos a la madrileña, neeenaaas. ¡Jesús! ¡Estáis para colgaros al cuello un ambientador de pino! Ya veréis mañana. La frase levitación por gases seguro que se incorporará a vuestros diccionarios.

Y me di media vuelta y salí otra vez al pasillo. Tener amigas para esto y que te dejen tirada como una compresa un día como hoy…; me detuve, di media vuelta y regresé al comedor.

-Y que sepáis, hijasdelagranputa, que hoy, HOY... HOY ES MI CUMPLEAÑOS. ¡Si hasta los de Bankinter me han mandado un ESEMESE para felicitarme por mi cumpleaños, NEEENAAAS!
-¿HOY? –chillaron las tres y se les abrió tanto el diafragma, que casi me gomitan encima los callos las unas a las otras.
-Sí, nenas, hoy, Día de San Valentín es Mi Cumpleaños. Así que estáis castigadas sin tarta y sin aparecer más en este capítulo corriendo aventuras súper peligrosas, nenas.

Y me volví a largar, porque el pestazo a callos me superaba tanto o más que la colonia Nenuco.

La residencia en esos momentos estaba vacía y de un silencioso que daba cantidad de miedo. Pero yo soy la prota ¿qué me iba a pasar? ¿Qué me saliera el SER? Con suerte le saldría a estas tres PUTAZAS que se habían olvidado de que HOY era MI CUMPLEAÑOS, alertado por el olor a callos a la madrileña y se las comería de dos bocados.

Dejé de pensar en cómo se las iba a tragar, cuando vi una sombra corriendo escaleras arriba. ¿Cómo se llamaba el director de este centro? Era algo así como... como el nombre de un manco. Pero no era el que corría detrás de Harrison Ford, no ese no, nenas. Y lo recordé:

-¡Cervantes! –grité y corrí tras aquel que subía que se las pelaba a la planta donde antes estaban las abuelitas.

¿Cervantes qué más? ¿Cómo se llama el plasta ese que va de cantautor y que estaba bueno, pero que ya no lo está, porque como les pasa a todos los cantautores que ganan dinero, comen más y engordan. Bueno, que también se ha forrado vendiendo discos el Pedro Guerra, y sigue igual de flaco y de feo… Y recordé el nombre del cantautor: ¡Ismael Serrano!

-¡Don Ismael Cervantes! –que así se llamaba el director del centro, lo grité cuando llegué al otro piso y el pasillo estaba desierto. ¿Dónde coño se habrá metido? Agudicé el oído, pero nada-. Hooolaaa…

Nadie respondió y mucho menos salió para felicitarme MI CUMPLEAÑOS. Así que me hice la sueca; no es que me disfrazara de Agneta Fältskog, la cantante de ABBA, sino que fingí que andaba hacia las escaleras como si me fuera de allí, pero con la cabeza todo lo vuelta que podía hacia el pasillo desierto, cuando oí al fondo un ¡TRICK!

-¡JA! –grité y corrí hacia el sonido. Sonido que procedía de una de las puertas del fondo pero claro, como habían fregado el suelo con el dichoso amoníaco, mis pisadas sonaban haciendo fruís fruís y se oirían desde Murcia, alertando a quien quiera que se había escondido en una de aquellas habitaciones.

Pero no me importó. Corrí más que Lola, no la Flores, sino la de Corre Lola Corre… me detuve y me entró la risa, porque mira que una alemana llamarse Lola, es igual de ridículo que si un señor de Cuenca se llamara Bruce Lee, ¿no?

¡¡¡TRICK!!!

Resonó otra vez ese ruidito detrás de la puerta que tenía delante de mis narices. La abrí y entré. Estaba todo a oscuras, pero aún así vi la silueta recortándose contra la ventana del fondo.

-¡Quién hada ahí! –chillé mientras palpaba la pared con una mano en busca del interruptor de la luz y mientras sonaba el dichoso ¡¡¡TRICK TRICK TRICK!!! muy rápido y por fin toqué el interruptor y lo encendí -¡Ajaaaa...! –comencé a decir pero sin terminar de completar la frase-. ¿Qué hace usted aquí?

El otro se quedó callado. Tenía en las manos una caja de color bronce. Como esas de música con cuerda, de las súper monas donde se levanta una bailarina así como megatiesa y se pone a bailar. Pero aquella caja que tenía entre las manos y a la que dejó de dar cuerda en cuanto encendí la luz, parecía demasiado valiosa como para tender dentro una jodida bailarina de plástico.

-¿Es que no me ha oído? Debería estar durmiendo como el resto de los abuelitos. Haciendo la digestión de los callos. ¿Qué es eso que tiene en las manos? Porque si es un regalo por MI CUMPLEAÑOS QUE ES HOY, debería haberlo envuelto. Los regalos de cumpleaños se envuelven, ¿sabe?

No respondió. En realidad, nunca lo había hecho desde que llegué a la residencia.

-Mire –dije cruzándome de brazos-. Ya estoy un poco cansada de seguirle el juego. Usted NO ES INVISIBLE, abuelo. ¿Vale? Por mucho que se vende la cabeza o se ponga ese sombrero ridículo o esas gafas de sol, NO ES INVISIBLE. Le he visto siempre.

El abuelo Invisible se quedó rígido. Demasiado rígido. Es más. Hasta parecía más alto… como si hubiera estado ocultando algo más que su rostro. Siempre le había visto como encorvado, como muy poquita cosa y todo eso, porque yo diría que no medía más de un metro y medio. Pero ahora era alto, bien recto y hasta parecía fuerte.

-¿Qué es esa caja, abuelo? ¿Me lo va a decir? Porque no tiene pinta de ser un pastillero… y muchísimo menos un regalo de cumpleaños.

Inexplicablemente y como poseído por algo, se puso a darle cuerda a aquel trasto a mucha velocidad ¡TRICK! ¡TRICK! ¡TRICK! ¡¡¡TRACKATRACK!!! Hasta que no pudo darle más vueltas a la cuerda y entonces, sin dejar de mirarme desde detrás de sus gafas de sol… abrió la cajita y oí una musiquilla.

Niii nooo NIII NOOO…

El terror me paralizó. Conocía esa melodía, y siempre que la escuchaba, el SER aparecía…
¡EL SER!

-¡La leche que le han dado viejo del carajo! –grité y salté sobre él. Fue uno de esos momentos en los que deseas que te graben a cámara lenta, porque fue uno de mis mejores saltos. Entre voley playa, así con las manos extendidas para arrancarle la caja de las manos… y rollito Matrix mega gay.

Pero algo poseyó al jodido viejo y se apartó de mi trayectoria como a mega velocidad, y yo me estampé contra el suelo y entonces él intentó huir, pero recordé un curso de paracaidismo que iba a dar pero que nunca hice, porque ese día llovió, donde decían que hay que abrirse de piernas cuando saltas del avión (mira en eso se parece el paracaidismo al mundo gay: hay que abrirse bien de piernas, nenas), y me abrí de piernas y el Viejo Invisible tropezó conmigo y se metió un hostión de escándalo.

Esto no lo vi, claro, porque aún me estaba recuperando del golpe contra el suelo, pero le oí caer formando un ruido descomunal y luego otro crujido como de algo que se hace añicos y la música dejó de sonar; intenté incorporarme, volverme hacia él para detenerle, cuando vi que se intentaba levantar del suelo. ¡Había perdido sus gafas de sol!

-¡Se acabó la fiesta, abuelo! –dije muy como de megamacha y mega Mel Gibson cuando iba borracha y le detuvo la policía, y salté sobre él cogiéndole de la cintura y derribándole otra vez al suelo. Esta vez el Abuelo Invisible perdió el sombrero, y me dio cantidad de asco ver cómo por arriba de las vendas, con las que ocultaba toda su cabeza, le salían mechones de pelo rojo.

Oportunidades así, sólo las tienes una vez en la vida. Así que le agarré de uno de aquellos mechones color azafrán y le metí tal tirón, que seguro que el cuero cabelludo se le desprendió del cráneo, y el Abuelo Invisible lanzó un alarido y se volvió para darme un puñetazo en plena cara.

Como bien sabéis soy una Diva, soy la heroína de la historia, pero mis reflejos no son tan buenos como esperaba, y claro, el puñetazo del Abuelo Invisible fue directo a mi ojo izquierdo. Y pegué un grito.

-¡Eso ha dolido, pedazo de…! –y dejé de hablar al reconocer aquellos ojos… y entonces chillé. ¿Qué digo chillé? ¡Grité con todas mis ganas al reconocer aquellos ojos! ¡¡¡Los ojos de aquel cabrón que una vez intentó... matarme!!!


miércoles, enero 09, 2008

~16~ 4ª Temporada

En el capítulo anterior... (esto fue el año pasado, nenas)

La Naxa quería morirse y no era de extrañar, porque EL SER le había metido un bocado de infarto ignorando las megapatillas que se había dejado. Así que le fuimos a dar los primeros auxilios y la extremaunción, puestas a ello, si se moría iría directa a la planta de Material Escolar del Corte Inglés. Pero la dejé en manos de Gigi y de la Hidro, porque apareció Bruno por allí que me puso toa bruta y terminamos echando un polvazo a lo novela de Estefanía, que se suponían que eran novelas del Oeste, donde siempre terminaban follando como conejillos de indias en Agosto.



Terminamos acalorados, tumbados sobre una de las camas de la habitación.

¿Cómo que qué camas? ¿Cómo que en qué habitación? NENA, léete el capítulo 15 y acabamos antes, coño.

-Menos mal que éstas habitaciones tiene un minibaño, que una es una Diva.
-¿No quieres que te vean así? –preguntó Bruno con una sorisa.
-Nene, si quieren verme así, o es pagando o en el Museo del Louvre, pero gratis, ni de coña –y me levanté para limpiarme tanto sudor y refrescarme las mejillas que como bien me estaba chivando el espejito cutre que había sobre el lavabo, eran más dignas de la mismísima Heidi tras pillarla comiéndole el rabo al abuelo, que de una Diva de mi status... cuando llamaron a la puerta-. ¡Gigi, ahora no! ¿Sabes lo que es la intimidad, nena?
-¿Estás ahí dentro, hijo? –preguntó una voz de mujer que terminó con lo que me quedaba de erección.
-¿QUÉ? –chillé y salí a la habitación mientras Bruno se vestía en un tiempo récord.
-¿Qué iba a hacer? Se puso muy pesada y estaba preocupada por ti. Es tu madre.
-¿Y por eso la has traído? Ya tengo a un Monstruo al que enfrenarme en esta temporada para que encima te la traigas a ELLA, Bruno.
-Va a ser mi futura suegra... y como policía, no sé mentir.
-O sea, que te hizo el interrogatorio de siempre: te soltó unas lagrimillas ¿y tú te la has traído a este espantahorrible sitio?
-Básicamente, fue más o menos así.
-Te lo perdono porque tienes un cuerpo para echarte más polvos que a la momia de Tutankamonbaby, y porque me has pedido matrimonio con un Bvlgari.

Mientras yo me cagaba en todo lo que se meneaba, y mi madre intentaba forcejear con la puerta para colarse en la habitación, Bruno y yo nos vestimos más rápido que la Sharon Stone en un congreso Mundial de Lesbianas, porque a ella aunque le gustan los camioneros, le gustan los camioneros con rabo. Chica lista.

-¿Vas a abrir la puerta? –preguntó mi madre desde el otro lado, como sólo lo preguntaría el psicópata de Hostel antes de liarse a hachazos con ella.
-Me lo estoy pensando.
-Pues no te lo pienses, sólo tienes que quitar el cierre.
-No estaba pensando en si abrir o no la puerta, madre. Estaba pensando si tirarme o no por la ventana con tal de no verte. Pero estamos en un segundo piso y no vengo vestida de G.I. Joe para tal peripecia acrobática, Madre –y viendo que Bruno estaba vestido y hasta peinadito, como yo, abrí la puerta y puse mi mejor cara de mala malísima, como aquella vez que vi a una Impostora en el Leaher que se hacía pasar por mí... a la que ayudé un poco, pero sólo un poco, a bajar escaleras abajo sin ayuda de los pies.

La cara de mi madre era un poema. Tenía altísimos grados de preocupación, pero yo que la conozco desde hace años, no iba a picar. Nunca hemos tenido una relación madre hijo, de las guays... y en el peor de los casos, de las que salían en las series de Dallas o Dinastía. Mi madre había ido toda su vida a su bola, y yo había hecho lo propio, hasta que volvió a colarse en mi vida, en la 4ª Temporada de Desperate Housegays.

-Me tenías muy preocupada –dijo ella así, como de verdad.
-¿Ah, sí? Vaya, es verdad. No había visto esa cara de preocupación desde aquella vez que dijeron que no iban a subir las pensiones de viudedad, madre.
-Aún no puedes perdonarme lo que ocurrió entre nosotras, ¿no?

Y aunque no le vi, imaginé que Bruno, tras de mí, abría los ojos mucho, mucho y mucho... pero a las que sí que vi fue a la Gigi, a la Hidro y a la Naxa, que estaba tan llena de vendas por todas partes que me recordó al conejo loco del Rayman Raving Rabbits. Que sí, que salen muchos conejos locos en ese juego, pues la Naxa era como la Némesis de todas ellas.

-¿Qué fue lo que ocurrió entre vosotras? –dijeron las tres a capella, aunque la Naxa se tuvo que quitar el vendaje de la boca para preguntarlo por segunda vez.
-Gigi, tú sabes lo que pasó.
-¿Ah, sí? –y recordó nuestra conversación en el coche-. ¡AH, SÍ!
-Pero nosotras no, Dolly –dijo la Hidro.
-Y os vais a quedar con las ganas por el momento –dije tajante esperando terminar con el tema y mandar a mi madre de vuelta a Madrid.
-Un momento, un momento... -dijo mi madre-. Todo este resentimiento tuyo hacia mí, ¿no será por aquel jodido gato lleno de pulgas, verdad?
-¿Por Ginger? –pregunté yo al hacer memoria en mi pasado.
-¿Tenías un gato que se llamaba Ginger? –preguntó flipada la Naxa.
-Sí, aunque era una gatita y la tuve muy poco tiempo ya que ésta señora, o sea mi madre aka La Progenitora, se ocupó de poner a la gata de patitas en la calle en menos de media hora.
-Esa gata era un foco de infección.
-Y tú eras la Señora Amoníaco, madre.
-¿No dejaba que tuvieras mascotas en casa? –preguntó la Gigi.
-No, nena. Y nada más sacarla de casa, la pobre Ginger se detuvo a rascarse las pulgas y terminó bajo las ruedas de un camión de reparto de la Coca-Cola.
-H-U-G-S! –dijeron las tres.
-O sea, que me odias por lo de esa estúpida gata, ¿verdad?
-¡Ni me acordaba de esa PUTA gata, madre!
-¿Entonces por qué es?
-No te lo voy a decir. Este no es el momento ni el lugar.
-¡Pobre Ginger! –dijo la Naxa a lágrima viva.
-Entonces, ¿qué fue eso tan terrible que hice? ¿No dejarte hacer la primera Comunión?
-¡Tampoco fue eso, madre!
-¿No te dejó vestir de marinerito? –chillaron Gigi, la Hidro y la Naxa.
-NO, MADRE, eso tampoco me traumatizó.
-¿Cuantas comuniones se pueden hacer? –preguntó Gigi.
-Que yo sepa, sólo una, nena –dijo la Hidro.
-Entonces... ¿por qué la laman la PRIMERA comunión si no hay una SEGUNDA o TERCERA comunión?
-Podríamos escribirles a los de Cuarto Milenio y preguntárselo -dijo la Naxa.
-Os juro que si tenéis huevos de escribir esa carta, yo misma os compro el folio, los bolis, el sobre y le pongo el sello -dijo al Hidro a Gigi y Naxa.

La frase podría sonar tonta, pero para una catalana, esa cantidad de gastos podría hacerla entrar en coma.

-Entonces lo que no me perdonas, fue aquel verano que pasaste con la arpía de tu abuela, mientras tu padre y yo viajábamos a Las Vegas.
-Pues tampoco.
-Entonces fue cuando no te dejamos ir al concierto de Mecano.
-¡MADRE! Basta ya. No fue lo de ese concierto. ¿vale? Y vosotras tres, cotillas. ¿No tenéis nada mejor que hacer? ¡AHG! –y me marché de la habitación súper cabreadísima, pero me detuve y me volví hacia ellos, apuntando a Gigi con un dedito cual Maldición Gitana de Stephen King-. Y ya sabes Gigi, que me prometiste no contarlo, ¿eh? Así que chitón.

Parece mentira que tras tantos años, mi madre siga sin saber qué fue eso tan terrible que hizo en mi infancia (al igual que todas vosotras, nenas), y después vaya diciendo por ahí que su hijo es artista. ¡JA! A buenas horas mangas verdes.

¿Dónde coño estoy? Miré a los lados y me limpié unas lagrimillas que desde luego, ni madre no se merecía. Estaba en el exterior de la residencia, en plena noche, con un frío de mil demonios después de haber echado un polvazo de escándalo con Bruno y discutir con mi madre ante un público que nadie había pedido.

-¿Dolly? –dijo Bruno a mi espalda.
-¡Qué manía tiene la gente de hablarme por la espalda, coño, ya!

Me rodeó con sus brazos y se disculpó. Lo dijo muy bajito en mi oreja y yo no tuve más remedio que abrazarme a él con fuerza, y quedarme así esperando que un rayo cayera del cielo e impactara sobre mi madre encendiéndola como un árbol de navidad de esos que venden en las tiendas de los chinos, que parecen sufrir ataques epilépticos. Pero no pasó absolutamente nada... o eso creí yo.

Alguien nos estaba mirando por una ventana del primer piso y cuchicheaba con otros.

-Yo creo que son hermanos –conseguí oí decir a uno de los abuelos.
-¡Bueno, ya! –dije súper cabreada y me dirigí otra vez al interior, parándome unos segundos en los escalones de entrada y me volví hacia Bruno-. Si de verdad me quieres, será mejor que te la lleves de aquí.

Creo que el mensaje fue tan directo, como una pastilla tranquilizante para caballos de las que se toma la Britney Spears cuando no se está afeitando la cabeza o el chumino, así que no esperé respuestas de Bruno y seguí hacia el interior de la residencia, giré hacia la derecha por el pasillo y fui derechita hacia las voces y la música.

-¡Cuidado que viene ese chalado! –dijo uno de los abuelos.

Me hubiera encantado que en la sala recreativa de la residencia existieran dos puertas, para hacer mi entrada más cool, pero como sólo había una y de cristal completamente transparente, la sorpresa fue mucho menor para el grupo de abuelos que intentaban disimular viendo en la tele el Mira Quien Baila, BITCH!

-Señores... –dije súper seria tirándome del faldón de la camisa, que con las prisas, no me había metido por dentro de los pantalones-. Es hora de dejarnos de tonterías y pasar a la acción.
-Yo es que tengo reuma –dijo uno de los abuelos-. El médico me dijo que es mejor que no me mueva mucho.
-No se preocupe, que no hay que moverse mucho. Además, no hay nadie aquí con un espíritu de Cheerleader 2008; estamos en el capítulo 16, o lo que es lo mismo, CASI el meridiano de esta 4ª Temporada de Desperate Housegays –y esperé un segundo por si sonaba una fanfarria o una musiquilla típica de corte a publicidad, pero sólo sonaba la música del Mira Quien Baila, que como me estaba poniendo nerviosa, decidí apagar la tele-. En realidad el meridiano de esta Temporada sería en el capítulo 17 y medio, pero como esto no es una estadística y porque además estoy súper quemada al no saber a ciencia cierta qué puñetas es lo que está pasando aquí, o el por qué muere la gente de forma extraña, o el qué es ese SER come yayos y mañas -esto lo dije por la Naxa-, vamos a ponernos serias. Bueno, lo de seria va por mí, ustedes sigan así de tranquilos, porque yo, descifraré el enigma, nenas.

Y oí tras de mí cómo aplaudían como locas la Gigi, la Hidro y Naxa la momia conejo loco del Rayman.

-No hace falta que me estimuléis nenas. Que me ha entrado como un rollito Braveheart pero con más estilo.
-¡Eso es una agenda, tía! –dijo la Gigi.
-Querrás decir arenga, nena.
-¡Por fin vamos a saber qué esta pasando! –dijo la Nacha.
-¡A ver si se les va a subir la tensión a estos! –dijo la Hidro.

Se hizo un silencio, en el que yo, levantando la cabeza, vi por la ventana cómo el coche de Bruno se alejaba de la entrada, con él tras el volante y alguien más sentado a su lado: mi madre.

-Y ahora, señores y señores, vamos a descubrir qué es lo que está pasando aquí.

En ese momento un sonido se acopló en el altavoz de la sala de actividades y una voz masculina dijo.

-La cena está lista...

Y los abuelos, importándole tres pimientos mi presencia y pose altanera, se levantaron como alma que lleva el diablo y salieron disparados de la sala en dirección al comedor.

-¡Esquiroles! –dije a las butacas y sofás vacíos-. Me juego la vida... y ellos sólo piensan en las sopas de ajo.

Y las tripas de alguien crujieron a mi derecha.
-¿Vosotras también? ¡Pues empezamos bien el año, neeenaaas!