miércoles, enero 09, 2008

~16~ 4ª Temporada

En el capítulo anterior... (esto fue el año pasado, nenas)

La Naxa quería morirse y no era de extrañar, porque EL SER le había metido un bocado de infarto ignorando las megapatillas que se había dejado. Así que le fuimos a dar los primeros auxilios y la extremaunción, puestas a ello, si se moría iría directa a la planta de Material Escolar del Corte Inglés. Pero la dejé en manos de Gigi y de la Hidro, porque apareció Bruno por allí que me puso toa bruta y terminamos echando un polvazo a lo novela de Estefanía, que se suponían que eran novelas del Oeste, donde siempre terminaban follando como conejillos de indias en Agosto.



Terminamos acalorados, tumbados sobre una de las camas de la habitación.

¿Cómo que qué camas? ¿Cómo que en qué habitación? NENA, léete el capítulo 15 y acabamos antes, coño.

-Menos mal que éstas habitaciones tiene un minibaño, que una es una Diva.
-¿No quieres que te vean así? –preguntó Bruno con una sorisa.
-Nene, si quieren verme así, o es pagando o en el Museo del Louvre, pero gratis, ni de coña –y me levanté para limpiarme tanto sudor y refrescarme las mejillas que como bien me estaba chivando el espejito cutre que había sobre el lavabo, eran más dignas de la mismísima Heidi tras pillarla comiéndole el rabo al abuelo, que de una Diva de mi status... cuando llamaron a la puerta-. ¡Gigi, ahora no! ¿Sabes lo que es la intimidad, nena?
-¿Estás ahí dentro, hijo? –preguntó una voz de mujer que terminó con lo que me quedaba de erección.
-¿QUÉ? –chillé y salí a la habitación mientras Bruno se vestía en un tiempo récord.
-¿Qué iba a hacer? Se puso muy pesada y estaba preocupada por ti. Es tu madre.
-¿Y por eso la has traído? Ya tengo a un Monstruo al que enfrenarme en esta temporada para que encima te la traigas a ELLA, Bruno.
-Va a ser mi futura suegra... y como policía, no sé mentir.
-O sea, que te hizo el interrogatorio de siempre: te soltó unas lagrimillas ¿y tú te la has traído a este espantahorrible sitio?
-Básicamente, fue más o menos así.
-Te lo perdono porque tienes un cuerpo para echarte más polvos que a la momia de Tutankamonbaby, y porque me has pedido matrimonio con un Bvlgari.

Mientras yo me cagaba en todo lo que se meneaba, y mi madre intentaba forcejear con la puerta para colarse en la habitación, Bruno y yo nos vestimos más rápido que la Sharon Stone en un congreso Mundial de Lesbianas, porque a ella aunque le gustan los camioneros, le gustan los camioneros con rabo. Chica lista.

-¿Vas a abrir la puerta? –preguntó mi madre desde el otro lado, como sólo lo preguntaría el psicópata de Hostel antes de liarse a hachazos con ella.
-Me lo estoy pensando.
-Pues no te lo pienses, sólo tienes que quitar el cierre.
-No estaba pensando en si abrir o no la puerta, madre. Estaba pensando si tirarme o no por la ventana con tal de no verte. Pero estamos en un segundo piso y no vengo vestida de G.I. Joe para tal peripecia acrobática, Madre –y viendo que Bruno estaba vestido y hasta peinadito, como yo, abrí la puerta y puse mi mejor cara de mala malísima, como aquella vez que vi a una Impostora en el Leaher que se hacía pasar por mí... a la que ayudé un poco, pero sólo un poco, a bajar escaleras abajo sin ayuda de los pies.

La cara de mi madre era un poema. Tenía altísimos grados de preocupación, pero yo que la conozco desde hace años, no iba a picar. Nunca hemos tenido una relación madre hijo, de las guays... y en el peor de los casos, de las que salían en las series de Dallas o Dinastía. Mi madre había ido toda su vida a su bola, y yo había hecho lo propio, hasta que volvió a colarse en mi vida, en la 4ª Temporada de Desperate Housegays.

-Me tenías muy preocupada –dijo ella así, como de verdad.
-¿Ah, sí? Vaya, es verdad. No había visto esa cara de preocupación desde aquella vez que dijeron que no iban a subir las pensiones de viudedad, madre.
-Aún no puedes perdonarme lo que ocurrió entre nosotras, ¿no?

Y aunque no le vi, imaginé que Bruno, tras de mí, abría los ojos mucho, mucho y mucho... pero a las que sí que vi fue a la Gigi, a la Hidro y a la Naxa, que estaba tan llena de vendas por todas partes que me recordó al conejo loco del Rayman Raving Rabbits. Que sí, que salen muchos conejos locos en ese juego, pues la Naxa era como la Némesis de todas ellas.

-¿Qué fue lo que ocurrió entre vosotras? –dijeron las tres a capella, aunque la Naxa se tuvo que quitar el vendaje de la boca para preguntarlo por segunda vez.
-Gigi, tú sabes lo que pasó.
-¿Ah, sí? –y recordó nuestra conversación en el coche-. ¡AH, SÍ!
-Pero nosotras no, Dolly –dijo la Hidro.
-Y os vais a quedar con las ganas por el momento –dije tajante esperando terminar con el tema y mandar a mi madre de vuelta a Madrid.
-Un momento, un momento... -dijo mi madre-. Todo este resentimiento tuyo hacia mí, ¿no será por aquel jodido gato lleno de pulgas, verdad?
-¿Por Ginger? –pregunté yo al hacer memoria en mi pasado.
-¿Tenías un gato que se llamaba Ginger? –preguntó flipada la Naxa.
-Sí, aunque era una gatita y la tuve muy poco tiempo ya que ésta señora, o sea mi madre aka La Progenitora, se ocupó de poner a la gata de patitas en la calle en menos de media hora.
-Esa gata era un foco de infección.
-Y tú eras la Señora Amoníaco, madre.
-¿No dejaba que tuvieras mascotas en casa? –preguntó la Gigi.
-No, nena. Y nada más sacarla de casa, la pobre Ginger se detuvo a rascarse las pulgas y terminó bajo las ruedas de un camión de reparto de la Coca-Cola.
-H-U-G-S! –dijeron las tres.
-O sea, que me odias por lo de esa estúpida gata, ¿verdad?
-¡Ni me acordaba de esa PUTA gata, madre!
-¿Entonces por qué es?
-No te lo voy a decir. Este no es el momento ni el lugar.
-¡Pobre Ginger! –dijo la Naxa a lágrima viva.
-Entonces, ¿qué fue eso tan terrible que hice? ¿No dejarte hacer la primera Comunión?
-¡Tampoco fue eso, madre!
-¿No te dejó vestir de marinerito? –chillaron Gigi, la Hidro y la Naxa.
-NO, MADRE, eso tampoco me traumatizó.
-¿Cuantas comuniones se pueden hacer? –preguntó Gigi.
-Que yo sepa, sólo una, nena –dijo la Hidro.
-Entonces... ¿por qué la laman la PRIMERA comunión si no hay una SEGUNDA o TERCERA comunión?
-Podríamos escribirles a los de Cuarto Milenio y preguntárselo -dijo la Naxa.
-Os juro que si tenéis huevos de escribir esa carta, yo misma os compro el folio, los bolis, el sobre y le pongo el sello -dijo al Hidro a Gigi y Naxa.

La frase podría sonar tonta, pero para una catalana, esa cantidad de gastos podría hacerla entrar en coma.

-Entonces lo que no me perdonas, fue aquel verano que pasaste con la arpía de tu abuela, mientras tu padre y yo viajábamos a Las Vegas.
-Pues tampoco.
-Entonces fue cuando no te dejamos ir al concierto de Mecano.
-¡MADRE! Basta ya. No fue lo de ese concierto. ¿vale? Y vosotras tres, cotillas. ¿No tenéis nada mejor que hacer? ¡AHG! –y me marché de la habitación súper cabreadísima, pero me detuve y me volví hacia ellos, apuntando a Gigi con un dedito cual Maldición Gitana de Stephen King-. Y ya sabes Gigi, que me prometiste no contarlo, ¿eh? Así que chitón.

Parece mentira que tras tantos años, mi madre siga sin saber qué fue eso tan terrible que hizo en mi infancia (al igual que todas vosotras, nenas), y después vaya diciendo por ahí que su hijo es artista. ¡JA! A buenas horas mangas verdes.

¿Dónde coño estoy? Miré a los lados y me limpié unas lagrimillas que desde luego, ni madre no se merecía. Estaba en el exterior de la residencia, en plena noche, con un frío de mil demonios después de haber echado un polvazo de escándalo con Bruno y discutir con mi madre ante un público que nadie había pedido.

-¿Dolly? –dijo Bruno a mi espalda.
-¡Qué manía tiene la gente de hablarme por la espalda, coño, ya!

Me rodeó con sus brazos y se disculpó. Lo dijo muy bajito en mi oreja y yo no tuve más remedio que abrazarme a él con fuerza, y quedarme así esperando que un rayo cayera del cielo e impactara sobre mi madre encendiéndola como un árbol de navidad de esos que venden en las tiendas de los chinos, que parecen sufrir ataques epilépticos. Pero no pasó absolutamente nada... o eso creí yo.

Alguien nos estaba mirando por una ventana del primer piso y cuchicheaba con otros.

-Yo creo que son hermanos –conseguí oí decir a uno de los abuelos.
-¡Bueno, ya! –dije súper cabreada y me dirigí otra vez al interior, parándome unos segundos en los escalones de entrada y me volví hacia Bruno-. Si de verdad me quieres, será mejor que te la lleves de aquí.

Creo que el mensaje fue tan directo, como una pastilla tranquilizante para caballos de las que se toma la Britney Spears cuando no se está afeitando la cabeza o el chumino, así que no esperé respuestas de Bruno y seguí hacia el interior de la residencia, giré hacia la derecha por el pasillo y fui derechita hacia las voces y la música.

-¡Cuidado que viene ese chalado! –dijo uno de los abuelos.

Me hubiera encantado que en la sala recreativa de la residencia existieran dos puertas, para hacer mi entrada más cool, pero como sólo había una y de cristal completamente transparente, la sorpresa fue mucho menor para el grupo de abuelos que intentaban disimular viendo en la tele el Mira Quien Baila, BITCH!

-Señores... –dije súper seria tirándome del faldón de la camisa, que con las prisas, no me había metido por dentro de los pantalones-. Es hora de dejarnos de tonterías y pasar a la acción.
-Yo es que tengo reuma –dijo uno de los abuelos-. El médico me dijo que es mejor que no me mueva mucho.
-No se preocupe, que no hay que moverse mucho. Además, no hay nadie aquí con un espíritu de Cheerleader 2008; estamos en el capítulo 16, o lo que es lo mismo, CASI el meridiano de esta 4ª Temporada de Desperate Housegays –y esperé un segundo por si sonaba una fanfarria o una musiquilla típica de corte a publicidad, pero sólo sonaba la música del Mira Quien Baila, que como me estaba poniendo nerviosa, decidí apagar la tele-. En realidad el meridiano de esta Temporada sería en el capítulo 17 y medio, pero como esto no es una estadística y porque además estoy súper quemada al no saber a ciencia cierta qué puñetas es lo que está pasando aquí, o el por qué muere la gente de forma extraña, o el qué es ese SER come yayos y mañas -esto lo dije por la Naxa-, vamos a ponernos serias. Bueno, lo de seria va por mí, ustedes sigan así de tranquilos, porque yo, descifraré el enigma, nenas.

Y oí tras de mí cómo aplaudían como locas la Gigi, la Hidro y Naxa la momia conejo loco del Rayman.

-No hace falta que me estimuléis nenas. Que me ha entrado como un rollito Braveheart pero con más estilo.
-¡Eso es una agenda, tía! –dijo la Gigi.
-Querrás decir arenga, nena.
-¡Por fin vamos a saber qué esta pasando! –dijo la Nacha.
-¡A ver si se les va a subir la tensión a estos! –dijo la Hidro.

Se hizo un silencio, en el que yo, levantando la cabeza, vi por la ventana cómo el coche de Bruno se alejaba de la entrada, con él tras el volante y alguien más sentado a su lado: mi madre.

-Y ahora, señores y señores, vamos a descubrir qué es lo que está pasando aquí.

En ese momento un sonido se acopló en el altavoz de la sala de actividades y una voz masculina dijo.

-La cena está lista...

Y los abuelos, importándole tres pimientos mi presencia y pose altanera, se levantaron como alma que lleva el diablo y salieron disparados de la sala en dirección al comedor.

-¡Esquiroles! –dije a las butacas y sofás vacíos-. Me juego la vida... y ellos sólo piensan en las sopas de ajo.

Y las tripas de alguien crujieron a mi derecha.
-¿Vosotras también? ¡Pues empezamos bien el año, neeenaaas!