viernes, noviembre 30, 2012

~22~ 4ª Temporada



En el capítulo anterior...


Intentando recuperar un traslador para encerrar al SER, envié a Gigi al interior del cementerio. Sí, por aquel agujero por el que cayó hace varios capítulos... cuando todo el cementerio se desplomó sobre ella, y los abuelos salieron por piernas y yo grité mucho al comprobar que no había ser humano, ni marika de folletín, que sobreviviera a tal desastre. Sí, nenas. Gigi, había muerto. Y lo peor de todo no era sólo eso. Lo peor de todo es que además de perder a una gran amiga, ¡había perdido mi teléfono móvil!


-¡GIGI! –volví a gritar, porque aunque me importara mi teléfono móvil y pensara en esos momentos qué modelito comprarme... sabía a ciencia cierta que no iría a comprarlo con Gigi porque estaba ¡MUERTA!

Jugándome la vida, me acerqué al enorme agujero en el que se había transformado el cementerio. Quizá podría recuperar mi teléfono... y el cadáver de Gigi, claro, que no soy tan mala persona, nenas.

-¡GIGI! –volví a llamarla, pero sólo me respondió el silencio de la noche y el ruidillo de algún cascote que cayó hacia el interior del gigantesco agujero, en el que se había transformado el cementerio.

¡Cómo entendí en esos momentos a JoBeth Williams! ¿Que quién es? ¡Pues la actriz que interpretaba a la madre en Poltergeist, nenas! Con lo feliz que estaba ella con su nueva piscina, y al final de la peli se encontró que estaba llena de ataúdes y esqueletos flotantes. Claro que ella terminó arrastrándose por el fango, y tragando de aquella agua con la que seguramente se agarraría unas diarreas de por vida, mientras que yo, aún mantuve mi estatus de Diva.

-¡Quietas ahí! –les grité a los viejos del asilo-. ¡Aún tengo la cuerda!
-¿Y qué? –gritó uno de ellos, pero como estaban todos arracimados y super acojonados, no supe quien era. Además, era noche cerrada, nenas.
-¡Que cojáis la cuerda! ¡Voy a bajar!

Los puñeteros viejos se miraron los unos a los otros, como si en algún momento, uno de ellos se arrancara la camisa y les enseñara a todos la S de SUPERYAYO o aluna majadería por el estilo; visto que la ayuda que me iban a prestar, iba a ser la misma que Mr Muñones, decidí yo misma coger el extremo de la cuerda, alejarme un poco de semejante agujero y atar el otro extremo a una lápida... ¡mierda, esta no!, que aunque estoy super delgada y monísima, no iba a aguantar mi peso. Seguí buscando hasta rodear completamente el agujero del cementerio y antes de llegar al punto de partida, me fijé en un árbol.

-¡Espero que llegue la cuerda! –grité al correr hacia él y sí, pude hacer un nudo más o menos decente que soportarse mi peso. No uno de esos nudos marineros de los que no tengo la más remota idea de cómo se hacen, porque como todos sabéis, vivir en el centro de Madrid es lo que tiene: 100% de posibilidades de follarte a un piloto o un azafato y 0% de follarte a un marinero... aunque ahora que recuerdo, ¡una vez vi a los Village People! Pero ese marinero del grupo tenía tanto de marinero, lo que yo de Científica de Física Cuántica.

-¡Gracias por vuestra ayuda, putas! –le grité al grupo de ancianos que seguían ahí, de pie, como esperando a que la mismísima muerte saliera por el boquete del cementerio a llevárselos, y os prometo que si eso llegase a ocurrir, ¡yo misma aplaudiría a La Parca!
-¡Somos muy mayores para este tipo de aventuras!
-Sí, claro, ahora a dar un poco pena, ¡putas! ¡Pero bien que os lo pasáis con las consolas!

Hice con la cuerda una especie de lazo chusco y me metí en él, para ir soltando e ir sujeta de la cintura mientras me acercaba al agujero. Sí, haría eso del rápel, como en las películas... menos en aquella de Stallone, donde la palmaba su mujer. Alejé de mi mente la imagen de Máximo Riesgo. ¿A quién en su sano juicio se le ocurre pensar en una película del gafe de Renny Harling, en un momento como éste? ¿A quién va a ser? ¡A MÍ!

-¡Ay, Gigi, reza para que estés bien, porque cuando veas lo que estoy a punto de hacer por ti, me vas a poner en un altar!
-¿Quieres que te ayudemos? –preguntó uno de los viejos.
-¿Ahora me lo preguntáis, pedazo de putas? ¡No, gracias! Aunque os engañe la vista, que os engañará porque muchos de vosotros estáis a un paso de tener cataratas, debajo de este cuerpo se esconde el cuerpo de un... ¡¡¡ay, coño, esta soga pincha!!!

Y es que pinchaba de verdad. No sé de dónde coño la habían sacado, pero estaba áspera, rugosa y tiesa. Tranquila, Dolly, me dije mentalmente, has tocado cosas peores en tu vida, aunque no pincharan. Para insuflarme valor, sí hay veces que realizo ese ejercicio mental, me dije que una vez bajara y rescatara mi teléfono móvil, y a Gigi, claro, me lavaría muy bien las manos con agua hirviendo durante por lo menos... cinco horas.

-¡Gigi! ¡Aguanta! –grité al borde del agujero y dejé caer una pierna hacia la oscuridad-. ¡Demasiado alto! –me arrodillé en el borde, agarré con fuerza la cuerda y comencé a descolgarme hacia el interior. Hacia ese foso de oscuridad super oscura.

¿Os he comentado que la oscuridad, abajo, era absoluta? ¿Sí? Vale, porque en ese momento algo se iluminó abajo, un destello fantasmagórico que me hizo gritar como una auténtica demente, cuando una voz desde el más allá, que en realidad estaba en el más abajo de esa oscuridad, dijo:

-¡Dolly, tía, tu madre es una jodida plasta!
-¡¡¡GIGI!!!
-¡Ya sé de dónde te vienen los genes, tía!
-¡Estás viva, nena! ¡Tranquila, que ya bajo!

Volver a oír la voz de Gigi fue, fue... como cuando te da una erección, ya sabéis, cuando la sangre se va para abajo, te pica todo el cuerpo y te sientes un poco mareada, pues lo mismo. Y además, aquel subidón de adrenalina estaba acompañado por la música de Kylie Minogue, que no era una banda sonora para un momento de acción como éste, pero que oye, nena, creo que hasta me emocionó, porque se me saltaron las lágrimas. ¿O era producto del picor al caerme tierra en los ojos mientras descendía poquito a poco hacia las entrañas del cementerio?

-¡Gigi, nena, tranquila, voy en tu rescate! ¡Habla para saber dónde estás!
-¿Y qué quieres que diga?
-¡Y yo qué sé, nena! ¡Lo que te salga del coño! ¡Pero sigue hablando!
-¡Te estoy viendo bajar, Dolly!
-¡Qué bien! ¿Verdad? Hasta parezco una profesional del rápel.
-No, tía, te veo bajar y estás como a tomar por culo. ¡Estás lejísimos! ¿Cómo vamos a subir después?
-¡OYE, hijadelagranputa! ¿Quieres que baje a rescatarte o que vuelva a subir para arriba?
-¡Que me rescates, tía!
-¡Pues deja de joder poniéndolo todo chungo! ¿Vale?
-¡Vale...! Pero creo que el suelo está a más de veinte metros del agujero. ¿Llegará la cuerda?
-¡Pero vamos a ver, Gigi! ¿Tú no tienes la cuerda atada?
-Pues no, se me desató al caer.
-¡No-me-jo-das, GIGI!

Y para todas las tonterías que dice la Gigi, por una vez dijo algo en la que tenía toda la razón. Al descender un metro más, sentí cómo la cuerda que me rodeaba la cintura, y apretaba, se soltó con una facilidad pasmosa y en milésimas de segundo, todo el peso de mi cuerpo lo estaba sosteniendo entre las manos.

-¡Gigi, no hay más cuerda! ¿Estoy muy lejos del suelo?
-Estás... lejos.
-¿Cuánto de lejos?
-Lejos, Dolly.
-¿Como para matarme si me suelto? Porque como tenga que volver a trepar por esta jodida cuerda, ¡prefiero soltarme, neeenaaa!
-...
-¡Gigi, cabrona, dí algo!
-¡Estás muy cerquita del suelo, casi puedo tocarte los zapatos!
-¿Sabes qué?
-¿Qué?
-Que aún sin verte la cara, ¡sé que me estás mintiendo!
-¡Ay, tía, que vamos a morir aquí abajo las dos!
-No, nena, tu destino será pero que muchísimo peor. Yo, por suerte, me mataré en la caída al soltarme, y a ti te tocará devorar mi cadáver como en la peli esa del avión que se estrella... ¡y terminan todos comiendo culo congelado!
-¡Ay, Dolly, no me digas esas cosas!
-¡Pues reza lo que sepas para que llegue sana y salva en cuanto me suelte!
-¿¿¿Te vas a soltar de la cuerda???
-¡A la de tres! Una... DOS... ¡TRES!