miércoles, diciembre 27, 2006

~17~ 3ª Temporada

En el capítulo anterior...

Sucedió algo tan terriblemente terrible, que esta historia en sí, había dado un cambio de 180 grados (la temperatura exacta del horno para hacer magdalenas, nenas). Todo se puso patas arriba y cambió más, que Whitney Houston desde que cantaba el “I wanna dance whit somebody” al “I wanna drug with somebody”… claro que en éste blog siempre pasa de TODO, nenas, y si no te lo has leído… ¡vergüenza debería darte, PUTA!, porque si no me lo nominan a los Globos de Oro, lo nominarán a los Oscars, y escribirán libros sobre él, y se rodará una película, ¡porque tiene de todo! Sexo, acción y VOTACIÓN ¡Viva la marika-ficción! (aprende a contar historias, Milikito).


-¿Qué la Agapita del Diario Secreto… está muerta? ¿Pero qué grado de muerta? ¿Muerta de cansancio? ¿Muerta de follar como una loca? ¿Muerta de hambre? ¿Muerta de asco?
-Muerta, con lápida, y a dos metros bajo tierra.
-¡Coño, como la serie!
-Como la serie, pero en Murcia.
-¡K JEBY, nena! ¿Pero estás segura?
-A ver, Dolly, no he pedido que exhumen el cadáver, pero es ella. Confirmado.
-Y si… fingió que se moría o algo así.
-Dolly, que está muerta. ¿Vale?
-Oka, nena, pero es que cosas así, como que no te las crees… de sopetón y tal. Así que está muerta. Vaya… ¿Eso quiere decir que en la Tercera Temporada me he quedado sin una antagonista cool a la que enfrentarme? ¡Qué putada, neeenaaa!
-¿Conoces a los Día Cero? –preguntó Sayuri consultando sus notas.
-Los supermercados Día, sí… pero no sabía que tenían día CERO. ¿Cero euros en la compra?
-Los Día Cero, son una secta milenarista, Dolly.
-A ver, que me he perdido. ¿Que llevan milenios de existencia, o eran de esas locas que creían que en el cambio de año 99 al 2000, el Windows les iba a petar y se les jodía el Mis Favoritos?
-Más bien lo segundo.
-¿O sea, de los que pensaban que era el Fin del Mundo, y qué me voy a poner para tal evento?

Sayuri me miró como una estricta profesora de punto de cruz, y me callé para dejarla que se explicara, y así, irnos poniendo al día sobre qué rumbo iba a tomar mi Tercera Temporada, después de quedarme sin mala malísima oficial de las malas, procedente de Murcia.

-¿Quieres dejar de escribir y atenderme? –me increpó Sayuri.
-Oka, nena, soy toda oídos.
-Los Día Cero, creían que la única forma de que el infierno reinara sobre la tierra, era trayéndolo.
-Sí, es lo típico, unas cuantas misas negras, un niñaco que se llama anticristo, unos cuantos desfiles de Agatha Ruiz de la Prada, y ya tenemos el infierno en la tierra, ¿no?
-Los miembros de esa secta se asesinaban. Se suicidaban entre ellos.
-¡No jodas, nena!
-Detuvimos a uno de ellos en el año 99 –y puso cara como de pasarlo mal-. Era una chica de unos 17 años. Doce compañeros suyos se suicidaron, apuñalándose en el garaje de la casa de uno de ellos.
-Pero si se suicidaban, y estaban mal de la azotea, ¿problema resuelto, no?
-No, Dolly, ellos creían que al morir, algo o alguien del infierno ocupaba su puesto en la tierra. Por cada muerto, subía un demonio.
-A ver, nena, porque me da que ahora eres tú la que vas de Antoñita la Fantástica, o de hermana pequeña de Anita Obregón, si te crees que porque esos tarados se quitaran la vida, subía un demonio a comprar en el PRYCA, digo, ¡en el DÍA!
-¿He dicho yo que me crea esta historia?
-Mmmm –dije pensativa-. Pues va a ser que no.
-El problema al que nos enfrentamos en el 99, eran esos suicidios en grupo. Y en este 2006, están volviendo a repetirse.

Recordad, nenas, que estamos en la Tercera Temporada de Desperate Housegays, que comenzó en Enero de 2006, así que seguimos en el 2006, ¿oka?

-¿Porque el 6 tiene algo que ver con el Diablo y todo eso?
-“Todo eso” es lo que deben creerse ellos.
-Pues k jeby, ¿no?
-Esa chica de la que te hablaba. No murió cuando se apuñaló en esa… ceremonia de devolver un demonio a la tierra, entiendes.
-Pues no, nena, porque esto parece un programa de la Friker Jiménez. Pero cuenta, cuenta.
-Mientras la trasladaban en la ambulancia, ocurrió algo…
-¿¿¿LE SALIÓ UN BICHO???
-Eso no lo sabemos. Hubo un accidente de tráfico y murieron todos. EL conductor, los dos sanitarios y la chica.
-YA NENA, pero no me pongas más de los nervios: ¿LE SALIÓ UN BICHO COMO EN ALIEN O NO?
-El cuerpo de la chica, apareció completamente desmembrado. Y antes de que preguntes qué grado de desmembramiento tenía, te diré que fue total.

Yo puse cara de horrorizada, y hasta se me encogió el culete.

-Ninguno de los otros tres cadáveres, apareció como el de la joven. Sólo el de ella.
-¿Y qué pasó después?
-Papeleo, se abrió otra investigación…
-Sí, vale, todo eso me parece súper interesante, ¿pero alguien dijo que vio ALGO… ALGO parecido a Espinete, pero con cuernos y de color marrón?
-Si esperas que te diga que sí, vas por el camino equivocado.
-Pues vaya, porque las cosas paranormales en este blog hacen subir la audiencia. Bueno, las pollas también, claro, porque al final esto es marika ficción, nena, ¿pero qué hay más cool que una marika asustada? Vestimos mejor, somos más cool, tenemos mejor gusto y chillamos que lo flipas.
-Dolly, no me gustaría que te tomaras esto a cachondeo, ¿eh?
-Mira, nena, si me tomara las cosas en serio, me ataría las venas a un puente y las utilizaría de bungie jumping para saltar por él al grito de ¡GERÓNIMO!. Pero deberías, saber, nena, que estamos ya en la página 3 del Word, así que si tienes algo importante que decir, deja de enrollarte y suéltalo de una vez, nena.
-Las muertes han comenzado este mismo primero de año.
-Muertes, ¿muertes en grupo? ¿Cómo en aquella peli japo donde 50 niñakas se lanzaban a las vías del tren?
-No son tan numerosas, pero se están extendiendo por todo el país.
-¡K JEBY!

Y cuando me sonó el móvil, pegué un grito. Miré quién me llamaba, y era Gigi.

-¡Nena! -dije al descolgar-. ¿Has conseguido un bono descuento en bautizos y comuniones o qué, nena? ¿Dónde coño estás, Gigi? Llevo dos capítulos hablando con Sayuri y NO ES TAN divertida como tú, nena. Me cuenta cosas de susto y de muertes en grupo.
-¡Tía, me han dado una botellita con agua bendita!
-¿Y eso para qué? ¿Pa tomarte un tripi? ¿Te ha cobrado el cura?
-No, tía, me la ha dado gratis.
-¡Anda, pues dile al padre Karras que te de otra pa’mí, nena!
-Es que… mierda veo, mierda quiero.
-¡Mira quién fue a hablar! Nena, que te hablo en serio, que la Sayuri lleva dos capítulos acojonándome viva con la peli aquella del Arnoldo "Sofenjaker" del Sexto Día.
-El Día Cero –me corrigió Sayuri.
-¿Y dónde estáis?
-En un bar de aquí al lado. Bajando por la calle Luna.
-¡Anda qué bien! Ve pidiéndome un sándwich mixto a la plancha, que de tanto rezar me ha entrado hambre, tía.
-Pues nena, no sé, este bar tiene una pinta que espanta. Como mucho, tienen boquerones en vinagre.
-Ay, no, tía, qué asko, que se me pegan los "anisetes" esos del pescado.
-Anisakis, nena.
-Tía, ¡pues ve pidiéndome algo que no tenga "anisetes"! Que voy pa’llá, que vas a fliparlo cuando te cuente el curita que hay en la "inglesa".
-¿En la iglesia?
-Sí, en ese sitio, tía.
-Venga, pues corre que te esperamos aquí –y colgué, antes de preguntarle a Sayuri-. Entonces… ¿todo esto del Día Cero y los que se matan para que les salga un bicho, qué relación tienen con la Agapita mía?
-A ver, que me ordene toda la historia, porque me has desconcertado con lo del anisakis…. Ah, ya: la tal Agapita se enamoró de un chaval, que la “rescató” de su primera noche en Madrid.
-Hasta donde yo (y todos mis lectores) leímos de ese diario, la nena se ocultó en un soportal de Ballesta o de por ahí.
-Sí, ahí conoció a alguien que la introdujo en esa secta. Habla de él muy poco, durante unas tres o cuatro páginas.
-Vaya, pues me las perdí.
-En ellas, contaba cómo este chico… la metió en un grupo que iba a hacer algo muy gordo…
-¿Robar un banco?
-No, Dolly. Suicidarse.
-¡Capaz la creo! No me digas que le comieron el tarro a la nena.
-Y lo llevaron acabo…
-Entonces… ¿quién siguió escribiendo el diaro?
-Lo que salió de ella.
-¿¿¿QUEEEEEEEEEEEEEEEEE??? –e inmediatamente comprendí, que no podía acabar este capítulo como el anterior, donde gritaba lo mismo-. ¿Cómo que lo escribió lo que salió de ella?
-O lo que ella cree, quiero decir. La segunda parte del Diario, la cuenta otra persona. Es su misma letra, sí, pero su forma de hablar, de expresarse y las palabras que utiliza, son completamente diferentes.
-¡No fastidies!
-Tías, ya estoy aquí –chilló Gigi al entrar al Bar, y miró al camarero que estaba medio dormido-. ¡No quiero nada que tenga anisetes! ¡Quiero un bocadillo de tortilla! ¡Sin ainsetes!
-¿Desde cuando se ha visto una tortilla con "anisetes"? -preguntó el camarero medio mosca, sin saber si Gigi era de verdad, o formaba parte de un mal sueyo suyo-. Mis tortillas no tienen anisetes.
-¡Anda! ¡Pues mejor! -dijo Gigi y se sentó con nosotras.

martes, diciembre 19, 2006

~16~ 3ª Temporada

En el capítulo anterior...

Pasó de TODO, nenas, y si no te lo has leído… ¡vergüenza debería darte, puta!, porque si no me lo nominan a los Globos de Oro, lo nominarán a los Oscars, y escribirán libros sobre él, y se rodará una película, ¡porque tiene de todo! Sexo, acción y VOTACIÓN ¡Viva la marika-ficción! (aprende a contar historias, Milikito).


Aún me temblaban las manos, y había llorado tanto, y me había asustado tanto, que supuse que lo que me quedara del año sería ideal, sin lágrimas ni sustos, pero no, nenas…

-¿Quieres tomarte el café? –me insistió Sayuri para que largara.
-¡Ay, nena, que estoy aún trauma-rizada, como dice la Gigi!
-Porcierto ¿Dónde está Gigi?
-En misa, nena. Yo quería que viniera, pero la tía puta se puso a llamar a la puerta de la iglesia de aquí al lado, ¡hasta que salió el cura en eskijama de rombos! ¡Un espanto, nena, porque YA NO SE LLEVAN LOS ROMBOS, NENA!
-¿Y para qué coño se ha metido Gigi en una iglesia?
-¡Para REZAR, nena! –dije y miré por primera vez, de forma enfocada, a Sayuri.
-¿Rezar?
-¡Sí, nena! Aunque dudo que se sepa de memoria algo más allá del Padre Nuestro, y el Padre Nuestro que nos enseñaron en los años 70, nena, no éste de ahora que es más mega cool y más políticamente correcto.
-¿Pero qué es lo que ha sucedido? –me preguntó Sayuri mirando su reloj.
-Oye, nena, que si tienes prisa, no hace falta que te quedes a oír el relato, nena. Pero tengo lectores que se estarán preguntando ¿A qué cojones viene esta ELIPSIS ARGUMENTAL?
-Dolly –dijo la Sayuri en el tono más tranquilizante que pudo encontrar-, son las cuatro de la mañana, y me has sacado del trabajo. No voy vestido de policía por gusto, ¿sabes? Voy así porque me has pillado trabajando.
-Pues deberías llevar el uniforme más a menudo, nena, porque te realza la figura y te ilumina más los pómulos.
-DOLLY…
-Vale, vale…
-¿Qué ha sido lo que ha pasado esta noche?
-¡De todo, nena! ¡Hasta GIGI se ha reconvertido al catolicismo!
-Cuando me llamaste, me dijiste que le habían pegado a Bruno.
-Pegar… no es la palabra que definiría el cañonazo que le metió Manolo.
-¿Manolo?
-Sí, mi vecino, el bombero.
-¿Bombero?
-A ver nena, no te voy a hacer a estas alturas un desglose de personajes, porque mis FANS van al día con cada capítulo, así que mejor te metes en Internet, y te lees la Tercera Temporada de Desperate Housegays enterita, hasta éste Capítulo 16, ¿vale?
-Está bien, está bien… cuéntame entonces, ¿qué pasó después de que le pegaran a Bruno?
-Algo terrible, nena…

Y entonces las dos oímos el sonido de las cuerdas de un arpa, y las dos nos distorsionamos como si el mismísimo Dior estuviera intentando aprender las funciones de Efectos con el Photoshop!, y volví a estar en el descansillo de la puerta de casa, con los ojos llenos de lágrimas y diciendo.

-¡Manolo, acabas de matar al único hombre que me ha querido de verdad! Suena cursi, ¡PERO ES VERDAD!
-Manolo, es el bombero, ¿no?
-Sayuri, nena: ¿Quieres estarte calladita y atenta, y no joderme el flashback, coño?

Miré hacia abajo, donde estaba Bruno hecho un guiñapo, y aparté a Gigi (que seguía megaflipada con la visión de la polla de Manolo), y bajé las escaleras de dos en dos hasta llegar junto a Bruno; tenía sangre en la comisura de la boca, y comenzaba a levantarse, aunque seguía medio sonado por el hostión que le había metido Manolo.

-¡Bruno! –comencé a decir con lágrimas en los ojos-. ¿Por qué has tenido que venir?
-Apártate –dijo de forma brusca, y me aparté de él, claro-. No sé que hago perdiendo el tiempo…
-Pero, Bruno…
-No, no tienes que explicarme nada… simplemente, apártate de mi camino.
-Bruno… -dije en un hilito de voz, y su visión se enturbió, porque yo estaba llorando, como en el último capítulo de Heidi.
-Oye… aléjate de mí, ¿quieres?
-Pero tengo que explicarte que esto…
-Esto, me importa un carajo, ¿entendido? Me importas un carajo tú, y todos esos frikies que salen en este blog. Lo tuyo… lo tuyo no es normal, Dolly…

Cegada por las lágrimas y con un tapón en la garganta, no pude responderle, ni defender a mis FANS que tanto me quieren (digo yo que me queréis, ¿no?).

-Sólo quiero que te mantengas bien lejos de mi vida –dijo lleno de odio, y se limpió la sangre de los labios con la mano, antes de darme la espalda y comenzar a bajar las escaleras… alejándose de mi vida, para siempre.

Yo me quedé allí, llorando como una mema, porque ahora sí estaba segura, de que había perdido definitivamente a Bruno. Después de esto, no se iría a Murcia para alejarse de mí… ¡se iría a MARTE! Y todo por mi culpa. ¡Por meterme en fregados!

Volvió entonces aquellos acordes de arpa y volví a distorsionarme toda enterita yo, allí en el descansillo donde estaba, para limpiarme las lágrimas en aquel cochambroso bar que había al lado de la comisaría de policía donde trabajaba Sayuri (y donde también trabajaba Bruno).

-Ahora puedes hablar, que ya he terminado con el flashback, nena.
-Pero él… Bruno, no sabía nada de lo que habías planeado con esa tal Jessica…
-¡Coño! –dije sorprendidísima-. ¿Te has leído los 15 capítulos anteriores?
-Es la única forma de que todo lo que me cuentas, tenga sentido, Dolly.
-Y no me ves como a un bicho raro, ¿verdad?
-A ver, Dolly, lo que te pasa a ti, no le ocurre a nadie más.
-Eso no es del todo cierto, señoría: a la Gigi también le pasan estas cosas –dije en plan Susan Sarandon, cuando hacía de abogada en El Cliente.
-Eso es verdad…
-Nena, creo que he perdido a Bruno definitivamente. Con lo mono que es… y lo bien que folla –y casi me empalmo al recordarlo, pero me contuve porque aún seguía en aquel bar de mala muerte.
-Qué pasó luego, eso que me decías de monstruo, y de la Gigi lanzándose por el hueco de las escaleras.
-A ver, que tampoco ella es la Mujer de Goma. Gigi se lanzó por el hueco de las escaleras cuando corríamos por el primer piso.

Las paredes ondularon y volvimos a oír el arpa. Creo que el dueño del bar, también la oyó, porque miró al techo. ¿O miró al techo porque había una humedad? ¡Anyway!

-¿Por qué no has contado este capítulo de forma lineal, Dolly? Me estoy mareando con tanto flashback.
-La culpa de todo esto, la tiene la serie de LOST, ¡con tanto viaje al pasado, para explicar el presente y ver si de una repuñetera vez, esos tarados escapan de de la isla, nena!

En el descansillo (againg), y con la toalla en la cintura, lloré durante un tiempo indeterminado o hasta que se me congelaron los pies, y oí el estereofónico grito de Gigi. No era un grito normal, porque Gigi no grita como una persona normal (eso ya lo sabéis, nenas), sino algo parecido a Bart Simpson, y entonces crujieron algunos tabiques de madera, pero NO por el berrido de Gigi, no, que grita fuerte, sí, pero no posee el timbre de la María Callas! Ni sobria, ni ebria.

-¡Gigi! –chillé arremangándome la toalla y corrí escaleras arriba junto a Gigi, que miraba horrorizada y con las uñas clavadas en los pómulos, lo que sucedía dentro de la casa de Manolo y Jessica-. ¿Pero qué demonios…?

Me agarré a Gigi, y la aparté de aquella visión, y de aquellas cosas que como humo de puros, flotaban alrededor de Manolo.

-¡Qué está pasando! –chillé, y algo sacudió el cuerpo de Manolo hacia atrás, levantándolo a un palmo del suelo, pero allí no había absolutamente nadie, nenas.
-¡Se puso a temblar! –pudo decir Gigi presa de más histeria, que la contenida en las viejas que corren a las Rebajas del Corte Inglés-. ¡Y comenzó a salirle eso, tía!

ESO, a lo que se refería Gigi, rodeaba y abrazaba su cuerpo, haciéndolo desaparecer tras un gas gris, que en momentos se volvía marrón verdoso, y otra vez gris. Parecía que le atravesaba el cuerpo una descarga eléctrica fantasmal, pero no era electricidad, nenas, sino ese gas.

-¡EL MEGA-GAS, tía! –gritó Gigi.
-¡Imposible, nena! Eso era en el blog de Kill Pili, ¡no en el mío!
-¡Ah! Es verdad, tía. ¡Es que con tanto crosorbre que os hacéis tú y la Hidro-nena...!
-¿Quieres callarte y atender a esto, coño, que me da que es súper importante en mi historia?
-OKA, tía.

Gigi cerró el pico, y Manolo no estaba disfrutando nada con aquella experiencia, que inmediatamente taché de para-anormales (porque ya tenía unas cuantas vividas a mis espaldas y traseros), y se retorcía dentro del gas, hasta detenerse en una postura imposible, con la cabeza hacia atrás, justo delante de nosotras, y abrió los ojos de par en par, blancos como la nieve (esa que ya no existe gracias al Calentamiento Global, producida por la PUTA que corría desnuda en los anuncios de Rexona), y nos sonrió apretando los dientes.

Gigi y yo, con las pestañas rizadas del susto y más horrorizadas que cuando vimos La Mosca en el cine, y al Goldblum se le saltó la uña delante el espejo, retrocedimos un paso, por si nos escupía, nos ladraba, o nos cantaba la Tabla Periódica de los Elementos AL REVÉS… porque una cosa estaba clarísima. Aquel que nos miraba, no era Manolo.

-No le hagas daño… -dije, súper resuelta y con un CV a prueba de cosas para-anormales.
-Me pertenece –se limitó a decirnos, con una voz que NO ERA la de Manolo. Una voz que le salió sin abrir la boca, porque seguía enseñándonos los dientes, y con sus ojos completamente albinos clavados en nosotras.

La puerta se cerró de forma estrepitosa, y nosotras chillamos y nos abrazamos con tanta fuerza, que seguro que me han salido cardenales y todo, nenas…

-Luego, echamos a correr como dos histéricas, pero me tuve que volver a casa, sin dejar de chillar, para ponerme algo encima, y llamarte –concluí mi relato a Sayuri, que hubiera sido más largo y con más detalles, si no hubiera superado las tres páginas del Word, nenas, ¡que estamos ya en la cuarta página!
-¿Algo poseyó a Manolo? ¿Por eso está Gigi en la iglesia?
-No, nena, Gigi está en la iglesia porque va a montar una tienda de velitas votivas y busca clientes ¿TÚ QUÉ CREES, NENA? Está histérica del susto, por ESO que vimos, nena... Y eso no fue algo lo que poseyó a Manolo, nena, fue ALGUIEN, y sé perfectamente quién es ese alguien, Sé sus nombres y apellidos: Agapita González.

Sayuri bajó la cabeza, y buscó algo en el interior de su chaqueta, un cuaderno de notas, no demasiado cool, pero práctico, donde tenía cantidad de anotaciones y se puso a pasar páginas mientras hablaba.

-Pensaba llamarte mañana para contártelo. ¿No has leído el Diario entero, no?
-¡Pues claro que no, nena! Está escrito por una loca asesina, y eso me basta. Fue ella, lo sé.
-Agapita no pudo ser, Dolly.
-¿Qué no pudo ser? ¡Lo que yo te diga, nena, fue ella!
-No, Dolly, no pudo ser –dijo girándome sus anotaciones para que las leyera-, porque Agapita González Fernández, murió hace casi dos años.
-¿¿¿QUEEEEEEEEEEEEEEEEE???

miércoles, diciembre 13, 2006

~15~ 3ª Temporada

En el capítulo anterior...

Jess, mi vecina, creyendo que su novio Manolo se la pegaba con una warra del trabajo, ideó un plan, que no repito, porque para eso está el capítulo anterior, nenas, así que te jodes y te lo lees, porque lo que de verdad te interesa saber, ¡es qué coño pasó cuando Manolo se fue a la ducha: PUTA!


El vaso de agua me hervía en las manos, y yo de tonta y shockeada, en lugar de dejarlo en cualquier parte, voy y lo cojo con las dos manos y me quemé, claro.

-¡Mierda!
-¿Decías algo? –preguntó Manolo desde el baño que había en la habitación, y se oyó cómo empezaba a correr el agua.
-No, nada… ¡es la tele! Un anuncio donde vendían... ¡MIERDA! ¡Pero ya la he apagado! –y dejé el condenado vaso en una balda de la librería y me soplé las manos-. Voy a dormir… ¡en el sofá!
-Bien… -dijo antes de que el agua de la ducha se oyera correr con más fuerza, y luego cambiara el ritmo cuando Manolo se metió bajo ella.

Y yo, pues hice lo que tenía que hacer, simular que me hacía la muerta en el sofá pero sin dormirme, claro, porque no estaba allí para dormirme en el sofá… ¡Ni para tirarme al Manolo! ¿O sí? ¿He dicho yo eso? ¡Sí, lo había dicho! ¿Pero qué hago sentada aquí?

En estos momentos, seguro que muchas de vosotras estaréis chillando en vuestras casitas: “¡Ve a ver a ese chulazo duchándose, PUTA!”. Ya claro, mucho de boquita, pero ya os quisiera ver a todas en mi situación, ¡putas! Que esto es la vida real, nenas, no como aquella película de Marikas Tirolesas, que sigo sin entender cómo podían cantar así de bien, comiéndose dos pollas a la vez. ¡PLAYBACK, claro!

El agua de la ducha se detuvo, y un sonido plástico me sobresaltó. Luego le oí cómo se enjabonaba, de arriba abajo y de abajo arriba…

¡Está bien! Jo, qué lioso es eso de tener conciencia. Las Divas se supone que somos superficiales, COOLS y superficiales, ¿pero cómo voy a hacerle esto a Jessica? ¿Eh? ¡Ya está! ¡A sufragiarse se ha dicho! ¡Viva el sufragio! Lo vamos a hacer por votación entre vosotras, queridas lectoras y yo.

A ver, que levanten las manos las marikas lectoras que quieren que vaya en estos momentos al baño a ESPIAR a Manolo. ¡Vamos nenas! ¡A votar!

Bueno, sí, me esperaba esa reacción… y yo que creía que era la única Desperate Housegays, y estoy comprobando ¡que hay más necesidad, que en el Tercer Mundo!

Y ahora que levanten la mano, todas las marikas que quieran que me quede sentadita en el sofá. ¡Vamos! ¿Qué pasa? ¡¡¡Esas manos arriba, nenas!!! ¡PERO BUENO! ¿Estáis mancas o qué? ¡Valientes golfas tengo por lectoras!

El agua volvió a correr con más fuerza y yo dejé mi diálogo interior, que cuando los tengo, ríete tú del Anthony Perkins... y volví a mirar hacia la entrada del dormitorio, y me mordí una uña, y pensé para mis adentros: “espero que las putas que leen esto, tengan kleenex a mano… para limpiarse después de lo que van a leer”, y anduve hacia la puerta con pasitos cortos, y con la sangre hirviéndome en las venas. Sólo será echarle un vistazo. ¡Anda que no he visto pollas en mi vida! Supongo que ver una más, no me va a volver más loka de lo que estoy… ¿No? ¿NO?

Atravesé el umbral, y vi la ropa sobre la cama y otra sobre una silla funcional que había en el dormitorio (el Ikea, me dije para mí), y me llegó el olor del jabón o gel de limón con el que se estaba duchando Manolo, y para no desfallecerme (y menos sin tener un público que viera mi actuación), me sujeté a la jamba de la entrada al baño, a lo Sharon Stone, corroída por el vicio e imaginándome a todas esas putas que habían levantado la mano en la votación anterior.

-Nenas… esto va por vosotras –dije en plan Virgen que llevan al sacrificio, pero muerta de gusto, y con una erección que me nublaba la visión de Manolo bajo el agua, tras la mampara de la ducha, completamente transparente y que tenía un dibujo en ola, justo a la altura de la cintura, que dejaba mate su culito turgente y levantado, porque estaba de espaldas a mi… ¡y qué espaldas, nena!
-¿Estás ahí? –preguntó él.
-¡¡¡QUÉ??? –chillé yo súper cortada-. Es que creí que me-me-me-me me habías dicho algo… -intenté decir cuando él se volvió para mirarme y cerró el agua.
-¿Algo?
-Sí, ya sabes, algo del estilo…¡¡¡!!! ¡ya sabes! –y me miró como si me apareciera un subtítulo que dijera: está drogada perdida y además es retrasada-. Algo así como ¿me alcanzas una toaLLA? –y es que se me escapó un falsete, nenas.
-Entonces, ¿me traes una toalla?
-¿Una toalla…? –y me puse a mirar a los lados como la puta de la Emily Rose, antes de que la echaran Agua Bendita y le sacaran los 7 demonios que tenía dentro… ¡y no vi una puta toalla! ¡Ni una de esas pequeñitas de bidet, ¡para limpiarse el chirli!- ¿Una toalla? ¿Pero si no veo ni una toalla?
-Una de ese montón –dijo él con una sonrisa.

Y yo miré al frente, porque me lo indicó con la mano, y a menos de 20 centímetros, y a la altura de su polla, había un taburete con UNA JODIDA PILA DE TOALLAS en tres colores: azul, blanco y rojo (¡como las películas del Krzysztof Kieslowski! ¡Viva el cine Francés!), una pila de toallas capaces de secar al Equipo Olímpico de Natación Masculina del TIROL. Yo-re-lé I-UUuuu... ¡¡¡¡¿¿¿Seré tonnnnta?!!!

-¡Ah, las toallas! ¡Coño, están tan ordenaditas que parece un mueble, nena! –y fui y cogí la primera de ellas, que al desplegarla, descubrí horrorizada que era una jodida toallita de bidet -¡Coño! -se me escapó-. ¿Con esta toallita qué secáis? ¿EL GRENLI?

Entonces me cogió de la mano y me acercó hacia él, mientras que con la otra, comenzó a quitarme el botón del cuello de la camisa, y luego el siguiente, y el siguiente, y otro más, y después tiró del faldón de mi camisa sacándola de los vaqueros, y no tuvo ningún problema en apartar la hebilla del cinto y desabotonar dos más del vaquero, antes de meter la mano entre mis boxer y mi cuerpo.

Yo seguía como hipnotizada por la serpiente del Libro de la Selva, que después de éste instante, cambiaré el dvd de lugar y lo pondré junto al de las marikas tirolesas, porque sin poder contenerme más, le besé… aunque aún supiera a gel de limón, y Manolo retrocedió un paso, y yo terminé de entrar en la ducha con él, sin camisa, y sentí el tacto de su pecho contra el mío, y cómo me cogía de la nuca y de la cintura en un abrazo que me dejó sin aliento, y respiré lo que había en sus pulmones, reteniéndolo en los míos.

Mordisqueándome los labios, siguió por mi mejilla y cuello hacia el hombro izquierdo, donde me pegó un bocado, que haría chillar de gusto a cualquiera, menos a la prota de Hijos de un Dior Menor, entre otras cosas, ¡porque la nena es muda!, y yo intenté atraerlo más hacia mí, sintiendo cómo la camisa me retenía las manos, y eso, nenas, subía el voltaje de la situación, porque yo estaba loka por meterle mano, y la puta camisa no me dejaba, así que me desabotoné los puños con los dientes (ni os imagináis el vizzio que se dibujó en sus ojos), y me quité de encima la camisa, y fui a quitarme los pantalones, cuando me empujó contra la pared y fue el quien se bajó para hacerlo.

Los jodidos pantalones se agarraron a mí por culpa del agua que aún seguía sobre el cuerpo perfecto de Manolo, y os juro, que si no fuera porque consiguió quitármelos de encima con zapatos puestos y todo, estaría dispuesta como la de SAW, ¡a cortarme las piernas, nenas! Claro que él como bombero, estaba acostumbrado a salvar a gente de situaciones peores… ¡a la situación de quitarle unos pantalones vaqueros (por cierto, vaqueros del Jack & Jones, nenas), a una marika con una erección!

Un día, cuando sea mayor y escriba mis memorias, espero descubrir por qué mis mejores polvos están relacionados con el agua. ¡Qué jeby! ¿No? ¡A ver si en otra vida me llamaba Ariel y era La Sirenita, neeenaaas…!

Dejé de pensar en tonterías, cuando volvió a mordisquear mi cuello, y me estrujó la cintura echándoseme encima y arrinconándome contra la esquina de la ducha, porque claro, era tan… grande, además de alto, que tenía que doblar la espalda para estar a mi altura, dejando un único contacto entre sus manos y nuestras caderas, donde ambos crecíamos más y más, en sendas erecciones que pedían a gritos ser atendidas. Y quise dedicarme a ello, pero Manolo se me adelantó, y me devoró, y yo con los nervios, intenté sujetarme a ALGO para no caerme, y abrí el grifo de la ducha, y claro, ¡me acordé de Tiburón por dos cosas!

porque me estaba ahogando con la dichosa agua fría y…
¡porque me estaban comiendo viva, neeenaaas!

Conseguí ajustar el agua, ya que al darle el agua fría en la espalda a Manolo, este protestó mordisqueándome el miembro, yo me cagué en las muelas del cabrón de Spielberg y su Tiburón, cogí a Manolo por donde pude y volví a ponerlo en pié, porque arrastrada hasta donde había llegado... ¡yo no me iba a ir e aquella casa sin comerme esa polla, neeenaaas!

Y no os pongáis a aguantar la respiración, que la que se la comió, ¡fui yo!

Me acordé de las marikas tirolesas, pero no canté ni me dieron envidia, nenas, porque aquella polla del Manolo, ¡valía por dos! ¡Y POR TRES, qué narices!

Y sí, nenas, ya vamos por la tercera página del Word, ¡pero no voy a terminar este capítulo aquí! ¡No nenas! ¡No se puede terminar un capítulo a mitad de un polvazo, y menos... ¡si te estás comiendo una polla! ¡Es de muy mala educación! Y no estaba dispuesta a parar y decirle a Manolo, oye, que se acaba el capítulo, nene... porque simplemente, me tomaría por loka, me daría la vuelta y me llena como al pavo de navidad con su manguera. ¡No nenas!

Si yo estaba disfrutando de este momento, después de tanto tiempo, y tantos capítulos sin echar un polvo de lo más tórrido, Manolo, ni os quiero contar. ¡Fue tan espectacular, como lo sería encerrar a Victoria Beckham en una tienda de Dolce & Gambrinus con las manos y pies atados, a ver si entraba en coma epiléptico debido a la impotencia de no poder coger nada! ¡Más… más que imaginarse un programa infantil, presentado por Belén Esteban! ¡Andreíta, coño, cómete el pollo! ¡Y me lo comí! ¡ANDA QUE NO!

Y me quedé sin aliento. Necesitaba aire, necesitaba respirar, y necesitaba ¡una garganta nueva, claro! Aparté como pude a Manolo (al que le costarían semanas bajar del limbo al que le induje), e intenté levantarme, aún con el cuerpo ardiendo a lo Antorcha de Los Cuatro Fantásticos, cuando oí los golpes contra la puerta y los gritos.

-¡Ángela María! –dije y salté de la ducha, poniendo en riesgo mi vida, cogí una toalla y me la enrosqué a la cintura, que me costó, porque con aquella erección ¡era una Misión Imposible!
-¿Qué-qué-qué ocurre? ¿Dónde vas?
-¡Gigi! ¡Que me la van a matar! –sólo pude decir eso antes de abandonar aquel polvo, súper alertada por los golpes en la puerta de mi casa y corrí a la puerta de la calle de la casa de Manolo y Jessica... antes de abrirla y quedarme con esa cara que ponen las actrices porno, cuando ven una polla en el primer polvo de la película-. ¿¿¿QUÉ??? -chillé al encontrarme en el descansillo, completamente acelerado y con la cara roja a… ¡Bruno!
-¿Dolly? –se preguntó a sí mismo, sin entender cómo salía por una puerta, que no era la puerta de mi casa, y por qué estaba tan roja, desnuda, y con una toalla que intentaba (y no conseguía) cubrir mi desnuda erección.
-¿Bru-Bru-Brunono? ¿Qué haces aquí?
-¿Y qué haces tú saliendo de esa casa… -comenzó a decir, cuando se interrumpió al ver a Manolo, también desnudo y con una toalla en la cintura, que dejaba bien claro las dimensiones del rabaco que tenía.
-¿Qué pasa? –dijo secamente Manolo-. ¿Quién es éste?
-Es una historia demasiado larga de contar, y estamos sin ropa… para que parezca una historia decente y real, Manolo –dije y me crucé de brazos, viendo cómo mi vida se desmoronaba OTRA vez-. Manolo, este es Bruno, mi ex… Bruno, este es Manolo…

Y sin mediar palabra (y dejándome a mí con la palabra en la boca), Manolo le arreó tal puñetazo a Bruno, que le lanzó contra la puerta de mi casa y le hizo rodar escaleras abajo hasta el siguiente descansillo. No fue un puñetazo, nenas, ¡FUE MAZINGER Z!

-¡Bruno! –chillé horrorizada, cuando se abrió la puerta de mi casa, y apareció Gigi, con los auriculares de mi ZEN puestos, la música a todo meter y cara de haberse quedado frita-. ¡GIGI! ¡TE HAS DORMIDO, HIJADELAGRANPUTA!
-¿Qué? –y se despertó de inmediato, con las pupilas clavadas en la polla de Manolo, y es que al dar el puñetazo, Manolo perdió la toalla que le tapaba-. ¿QUÉ? –repitió.
-¡Manolo, acabas de matar al único hombre que me ha querido de verdad! Suena cursi, ¡PERO ES VERDAD!

domingo, diciembre 10, 2006

~14~ 3ª Temporada

En el capítulo anterior...

Mientras se cargaba mi nuevo teléfono móvil, un Nokia 6680, Jess, mi vecina con novio bombero ¡de escándalo!, se presentó en casa hecha un mar de lágrimas, porque decía que la tal Amanda (una puta, y además compañera de trabajo en el hospital), se follaba a su novio. Y yo, que no por nada soy tan lista como soy, porque tengo un escatérgori y tengo mi título de Diva, supuse que Jess no quería desahogarse, sino, pedirme ayuda...


-Sí... quería pedirte un pequeño favor... –respondió ella así, como entre trascendental, y entre el Yoda del Imperio Contraataca, cuando no era en CGI, y estaba hecho de plástico del todo a 100, ¡antes de que la tarada de la Lucas le diera por repintarla en CGI!
-Dispara, nena, soy toda oídos, y cuerpo serrano.
-Quiero pedirte un gran favor...

Obviamente, no diré cual era ese gran favor, por eso de mantener la tensión emocional y rectal del lector (o sea, TÚ, so cotilla que lees ésto), y sin otro remedio ante tal propuesta, le dije que sí; sé que Gigi me odiará eternamente por lo que estaba a punto de vivir, sin meterla a ella en el fregado, pero si la meto a ella, la cosa quedaba para todos los públicos, y yo, no podría haber hecho lo que hice ¡Y CÓMO LO HICE! ¡Es que un día me nominarán al Oscar, o apadrinarán un avión de Vueling con mi nombre! Eso seguro, nenas.

Para no volveros locas leyendo cosas con un interés medio, me saltaré todo lo que pasó en esa tarde. Alguna discusión con Gigi, por no invitarla a lo que iba a hacer, y conseguir que mi móvil nuevo se cargara completamente la batería, y pudiera comenzar a hacerme fotos a mi misma, probando las dos cámaras de mi nuevo Nokia 6680. ¡Digo!

A eso de las 12 de la noche, estaba lista para la acción, con una mochila con algunas cosas del manual de supervivencia de las Divas. A saber: El Cosmopólitan, un Hero Fruti 2 Day, de mango y melocotón, porque las Divas no comemos fruta, nenas, sino que la bebemos de dos en dos, una bolsita de Palitos de Patata (sin gluten) y de la marca Hacendado, porque para ser una Diva, has de ser HUMILDE y comprar algún producto de la marca Hacendado del Mercadona, unas toallitas húmedas para limpiarme las manos tras la pitanza y mi nuevo móvil, Nokia 6680, que desde ese día, sería mi Torcuato particular, y del que no me desprenderían, aunque me hiciera una intervención de urgencia el mismísimo David Cronenberg, abrí la puerta de casa y tras darle varias caladas al cigarrillo, expulsé el humo de una sola vez, y luego salí de entre él, a lo Lluvia de Estrellas... y súper pawer, nenas.

Se que fumar perjudica gravemente la salud...
¡y hacer deporte puede provocar infartos, nenas!

A Gigi le di instrucciones precisas, en plan prota de Scream: no abrir la puerta de mí casa a nadie (porque se quedó solita en casa), no responder al teléfono, al telefonillo del portero, o al timbre de la puerta, y estarse quietita y calladita, como si no existiera nadie en casa, PERO despierta. No podía dormirse, ni comer nada después de media noche. No porque fuera una “grenli”, sino porque seguía con esa cagalera suya por culpa de zamparse mis galletitas holandesas de mantequilla.

Yo salí a las 12:15 al descansillo (salida Lluvia de Estrellas, como he dicho antes), como había acordado con Jess, que se había cambiado en plan sport, con una especie de chándal que era tan jodiamente cool, que jamás habría pensado que era un chándal, sino uno de los modelitos que se pone Uma Thurman, para pasearse por París sin que se dieran cuenta de que era Uma Thurman.

-¡K JEBY! ¿Vas así a trabajar, nena? ¡Estás de escándalo! –dije súper emocionada.
-¿Muy escandalosa?
-¡Pero qué dices, criatura de Dior! ¡Vas para hacer un anuncio de perfume francés! ¡Y que se mueran las feas!
-¡Tía, estás tremenda! –dijo Gigi desde la puerta de casa.
-¡Gigi! ¿Qué te dije? –le reproché.
-Que sí, tía, que ahora entro y cierro, como si en esta casa no viviera nadie.
-Eso es, nena –y miré a Jess, que sostenía delante de mis narices las llaves de su casa.
-Hay comida en la nevera, por si te entra hambre.
-Tranquila, nena –dije cogiendo las llaves y señalando mi mochila-. Llevo todo lo que necesito aquí. Si las putas de la serie LOST llegan a tener esta mochila, fijo que terminan la serie en el capítulo 5.

Las tres nos reímos, y Jessi me dio un abrazo, que quizá se eternizó un poco, pero que me gustó mucho, porque se había puesto un perfume con aroma de coco, de los que sólo hueles cuando estás muy requetecerca de la persona.

-No sabes lo agradecida que estoy por lo que vas a hacer, Dolly.
-Bah, bah, bah... nena. Tonterías; ¿has hecho lo que acordamos?
-Sí, he hablado antes con Manolo y le he contado lo tuyo.
-Oka, nena.
-Así que recuerda que debes aparentar... pasarlo mal, y con miedo de que un ex novio con tendencia violenta, quiera meterse en tu casa.
-Uis nena, porque no me han dado una oportunidad en Hollywood, que si no, tendría el baño lleno de estatuillas del Oscar, como si fueran una manifestación de Enanos de Jardín, nena.
-De acuerdo. Manolo llegará dentro de una hora o dos. Creo que hoy me dijo que quizá vuelva antes.
-Pues antes sabremos si te está poniendo los cuernos o no –y ella se puso triste de sopetón-. ¡Que no, tonta! –y se fue la luz del descansillo y volví a darle-. Que verás que son paranoias tuyas, nena. Que la Amanda esa será todo lo puta que quieras, pero seguro que no se acuesta con tu Manolo.
-Dios te oiga.
-No, nena, no. A ÉL no le metas en esto, que cuando se le menta siempre las cosas se van a tomar por culo. Te lo digo por experiencia.
-Muy bien –dijo sonriendo-. Me voy ya a trabajar.
-Oka, nena, y tú, Gigi, cierra bien la puerta, y recuerda... pase lo que pase, no hagas nada, ¿vale?
-Que sí, tía.
-Y si ocurre algo terriblemente terrible, me mandas un ESE ME ESE, pero tú, muda como la puta aquella de Hijos de un Dior Menor...
-Es que la actriz era muda, Dolly –me recordó Jess.
-¿Ah, sí? ¡Pues vaya! Ya no tiene gracia que le dieran el Oscar, ¿no? ¡Ea, nenas, se acabó la cháchara! Todas a sus puestos, misión, descubrir si Manolo es infiel...

Y me sentí fatal cuando le di un beso de despedida a la Jess, porque sabía perfectamente que Manolo se la pegaba con tíos, pero me callé, porque... mejor dejar que la chica pesara que se la pegaba con una británica zorrón llamada Amanda, que con una rubia que la noche antes se había AUTO suicidado (vaya...) contra los AUTO-móviles de la Gran Vía.

Ya en casa de Jess y Manolo, no os negaré que sentí un brillo de excitación cuando entré en esa casa nueva, donde encima iba a estar unas horas sin hacer nada, y tenía tiempo de ver cómo aprovechan el espacio, cómo sacan partido al salón con la distribución de los muebles... etc, etc... porque no soy fetichista, nenas, que si no, me tiraba a cotillear la ropa interior de Manolo, que ya sólo en pensar que cuando llegara estaríamos solos, en un recinto en que además de sofá, hay cama para follar en el plano horizontal, tras los tejos que me tiró en el descansillo... ¡no podía hacerle eso a la Jessie! ¿O quizá sí? ¡No, nena!

Pero mi aburrimiento y curiosidad, ganó. Y sí, nenas, entré en el dormitorio, donde me quedé megaflipada, porque estaba todo decorado con un cariño, que lo flipas. Sólo faltaba la bandeja y el juego de té con una rosa blanca a los pies de la cama, como en las fotos de la revista El Mueble, Casas con Encanto o en Nunca Vivirás Aquí, PUTA (de decoración gay, claro). Pero ni se me ocurrió cotillear nada más, nenas. ¡Que una es una Diva!

Gigi me envió dos mensajes, porque yo le había enviado tres a ella, con el mismo mensaje: “no te duermas, nena”, a lo que respondió: “no, tía” y “QUE NO, TÍA”, y la tercera respuesta llegó con una vibración del móvil, que me dio un poco de susto, porque me pilló bebiendo agua, y me vibró en el bolsillo delantero, despertando a todos mis espermatozoides: “¡Tía, deja de dar por culo, que no me voy a dormir, coño!”.

Cuando apagué la luz de la cocina, oí como alguien abría la puerta de la calle, y Manolo me pilló entrando al saloncito, aún con el vaso de agua en la mano.

-¡Hola! –me saludó muy resuelto.

Yo la verdad, es que me quedé tonta perdida mirándole (¡y quién no, nenas!), porque estaba tan rico, tan masculino y tan cansadito por esas horas en el parque de bomberos, que casi se me escapa la sisita esa de Sinosuke, cuando ve a una tía buena en el colegio.

-¡Hello! –respondí yo en plan políglota, y volví a mi triste realidad-. ¿Jess te ha llamado y te lo ha contado todo, no?
-Sí… ¿Ese tío, tu ex… tiene llaves de tu casa?
-¡No!, gracias a Dior –dije súper realista, acordándome de la geta que puso Barbra Streisand en Yentl (que es la misma geta que pone en todas sus películas), y proseguí con mi actuación-. Pero no quiero estar en casa, por si llama al portero, ya sabes…
-Te comprendo… bueno, voy a dejar todo esto y a darme una ducha…
-¡¡¡!!!

Sí, vale, fue una expresión facial, pero casi me quedo muerta cuando entró en su dormitorio y se oyeron las ropas arrugarse mientras se desnudaba, y caían al suelo… ¡y yo estaba ahí, de pié, con el puñetero vaso de agua en la mano que comenzaba a hervir, neeenaaas, y me quemé la manita porque el agua se puso a punto de ebullición!

martes, diciembre 05, 2006

~13~ 3ª Temporada

En el capítulo anterior...

Sayuni nos prometió a Gigi y a mí que investigaría y que se leería el diario de la Agapita González entero, y nosotras nos fuimos a comprar un teléfono móvil, ¡¡¡que era lo más!!! Y que cuando conecté para que se cargara la batería, fui arrancada de ese éxtasis por culpa de alguien que llamó a la puerta; la aventura continúa en el capítulo 13, hoy Martes... ¡MARTES Y 13, NEEENAAA!


-¿Quién será? -preguntó Gigi.
-¿Y yo qué sé? Si no abres la puerta nunca lo sabremos, nena.
-¿Y por qué me toca siempre a mí el...
-Pues porque sí, nena. Porque estás más cerca de la puerta, y porque no pienso separar mis dedos de este teléfono tan COOL, hasta que se impriman mis huellas en él.
-Estás chalada, tía.
-¡Colabora un poco más, hombre por Dior!

A regañadientes, Gigi fue a abrir. Yo seguía flipada con el móvil (¡y no es para menos!), pero pese a que estaba aún en trance, y seguramente hasta me saldrían estigmas con forma de Nokia, conseguí oír una voz familiar que hablaba con Gigi; levanté la vista y la saludé.

-¡Jess, neeenaaa! ¿Has visto qué móvil, nena?
-¿Estáis muy ocupados? –preguntó con cara de extrañeza, cosa que me mosqueó.
-¿Ocupadas? –y miré a Gigi, y ella me miró mientras su cerebro imaginaba algo en lo que podría ocuparse, y volví a mirar a Jess-. Pues no, nena. ¿Tienes cara rara o me lo parece a mi?

¡EN QUÉ HORA LE PREGUNTÉ! Jessica, la vecina, se coló en la habitación y fue directa al sofá sentándose en él, como si su culo fuera de metal y mi sofá un enorme imán atrapa culos de vecina, hasta sentarla encima de la bolsa plástica donde estaba la fotocopia del diario secreto de Agapita González. La bolsa crujió, y pese a que ella estaba a punto de deshacerse en lágrimas, tuvo el detalle de sacar la bolsa de debajo de su culo y ponerla junto a los envoltorios de mi nuevo teléfono móvil.

-No nos conocemos de nada, lo sé... y puede que parezca que soy una histérica por actuar así... –comenzó a decir haciendo morritos como si se preparara para llorar.

Gigi se ocupó de sacar los envoltorios y papeles de un lado del sofá, y yo de coger la bolsa plástica donde estaba el diario de Agapita y lo metí debajo del sofá. Luego las dos nos sentamos, cada una a un lado de Jess, por si en su estado de histeria, se sacaba una magnum 45 del escote y se volava los sesos en mi casa.

-¡Nena! ¿Qué ha pasado?
-Nada, aún nada, y puede que no sea ¡NADA!
-Tía, ¡pues quién lo diría! Porque pareces una de aquellas que fueron al Diario de Patricia, en el programa de: “Me Volví Borracha porque Mi novio Me Dejó”.

Jess se cubrió la cara con las manos y se puso a llorar de forma... de forma... de esa forma que suelen hacer las tías con sensibilidad y clase. O sea, nenas: ¡¡¡a gritos!!!

-¡Me engaña con otra! –dijo tras dos llantos y tres hipos.

Gigi y yo nos miramos. No porque me sorprendiera, claro, sólo para lanzarle a Gigi una mirada del tipo: “como cuentes algo... ¡COBRAS!”.

-¿Pero quién? ¿Manolo?
-¿Quién si no, Dolly?

Preguntó mirándome con aquella cara, que parecía la de una belleza griega, viendo llover tras un cristal. Sí es una definición cursi, ¡pero es que el poco maquillaje que llevaba encima, se le había ido a tomar por culo con tanta lágrima, neeenaaa!

-Creo que se ve con otra... -continuó diciendo.
-Pero a ver, nena, tienes pruebas o es rollito de ese llamado “intuición femenina”.
-Puede que las dos cosas... –dijo.

Gigi fue a decir algo, porque inspiró y abrió la boca, pero yo me adelanté, no sea que la Gigi metiera la pata hasta el sobaco con alguna tontería de las suyas.

-A ver, nena, que la intuición... muchas veces la caga. Por eso es mejor tener pruebas del delito.
-Como en el CSI –dijo Gigi.
-Eso es, como en el CSI. Hay que tener pruebas, nena.
-¡Y las tengo!
-¡Dolly, tía LAS TIENE! -chilló Gigi dejñándose arrastrar por la histeria de Jessica.
-¿Lo has pillado con –y casi se me escapa la palabra OTRO, pero Jess, que debería tener de verdad eso de “la intuición femenina”, asintió-. ¿Lo has pillado?
-Sí, Dolly.
-¡K JEBY!
-¡HOLY MANOLIS! ¿Y aún así sigues con él, tía? ¡Por qué si tengo novio, y le pillo con un chocho, es que me desinfecto a mí misma con KH-7!
-¿Qué...?
-¿QUEEE...? –repetí yo abriendo mucho los ojos, para que Gigi cerrara el pico.
-Fue con Amanda... –dijo Jess volviendo a su relato.
-¿Qué, qué, qué? ¿Qué Amanda? ¿Amanda Lear? ¿Quién coño es Amanda, nena?
-¿Qué? –preguntó ella.
-Creo que me he perdido –dijo Gigi.
-Sí, nena, y no creo que seas la única. ¿Quién coño es la Amanda?
-¿La del “Jelou” Amanda?
-¡Gigi!
-¡Oka, tía!
-Déjala que se explique, ¿vale?
-Oka, tía; Jess, explícate.
-Amanda es una ATS, que acaba de entrar a trabaj
ar en mi turno.
-Espera –y pedí tiempo en plan jugadora de la NBA, cheerleader, of course-. A ver, nena, si tú trabajas por las mañanas y tu novio por las noches, como se van a cruzar la Amanda esa y Manolo.
-Unas semanas trabajo de mañana y otras de noche... ¡y es por las noches! –dijo y se puso en pié, a la vez que andaba en círculos-. Ella está conmigo, haciendo el turno en el urgencias, pero parece que conoce a Manolo de toda la vida.
-¿Y no será una paraguaya de esas?
-¿Amanda? -preguntó completamente fuera de contexto Jess-. Creo que es inglesa o algo así.
-Has entendido mal a Gigi, al decir paraguaya seguro que se refería a paranoia.
-Qué bien me conoces, tía.
-¡Qué bien te “desencripto”, nena!
-No, chicos –dijo Jess-. No estoy loca ni nada por el estilo. Sé que es imposible que haya... que haya un encuentro entre ambos, pero no obstante, sé que hay algo entre ellos.
-Y estás muy segura de que no se trata de una paranoia, ¿verdad? –y asintió-. ¿Qué pruebas tienes?
-Amanda fuma.
-¡ANGELA MARÍA! –gritó Gigi-. ¡Tía, que yo también fumo y no me follo a tu novio!
-¡Por esa regla de tres, yo fumo más que Gigi y seguramente me hubiera tirado a tu novio más veces que Gigi! ¡Que pa eso lo tengo al otro lado del descansillo, nena!

Aquel comentario arrancó una risa a Jess, que de paso se limpió las lágrimas, con un kleenex que extrajo de alguna parte de su vestido de diseño y sin bolsillos, y se limpió los lagrimales.

-Estáis chalados, chicos.
-Ya, nena, y tu tienes por novio a un chulazo que todo el mundo desearía meter en su cama -sobre todo: las PUTAS! que leéis este blog, gracias a mis detalladas descripciones-. Y eso no es para perder los papeles, nena. No así, como estás ahora.
-Pero es que sé que está pasando. Y eso es lo más terrible, Dolly.
-Pruebas, tía.
-Eso, es Gigi. ¿Tienes pruebas?
-La verdad es que... no. Pero muy dentro de mí, sé que me está poniendo los cuernos con Amanda.
-¿Por qué fuma? Tía, si te oye la Grisom, se mea de la risa, tía.
-Pero Amanda, con su excusa de que fuma, sale mucho durante su turno...
-Pero supongo que a la zona de la entrada de ambulancias, unos cinco o siete minutos, a fumarse un pitillo. ¡No se teletransporta a tu casa y se mete en la cama con Manolo!
-Pues no estoy muy segura...
-¿Se teletrasnporta?
-Habla metafóricamente, Gigi.
-No, Dolly, no hablo metafóricamente -dijo ella así, como de misteriosa.
-¡La Kidman! ¡La Kidman en aquella peli que hacía de bruja!
-¡Ya está bien! Y os lo digo a las dos –dije intentando cortar con aquella locura enrevesada-. Esa tal Amanda de Lan-don, ni tiene un teletrasportador, ni un helicóptero escondido en el coño, ni vuela a tu casa a tirarse a Manolo. Llegadas a este punto, nenas...
-¿Qué punto? –preguntó Gigi.
-¡EL DE CRUZ, GIGI! ¡El de no desvariar sin fumarse un porro, nenas! –y entonces me dirigí a la Jessie, levantando una ceja-. Si has venido a casa, nena... no es para contarnos esto, sino porque tú como mujer, has pensado en que puede haber algo en lo que pueda ayudarte... –y me puse en pié-. ¿no es así? –Jess asintió.

sábado, diciembre 02, 2006

~12~ 3ª Temporada

En el capítulo anterior...

Gigi seguía descompuesta tras zamparse media lata de mis galletas holandesas con mantequilla, y aunque estaba que se cagaba si tosía (la pobre), nos reunimos en el Rodilla de Callao con Sayuri, quien llevó el diario original de la Agapita paranormal SL... sí, nenas, ese diario supuestamente secreto que se escribía paranormalmente sólo y que nos tenía a las tres súper asustadas. Bueno, a mí más que a nadie, ¡porque para eso soy la prota de todas mis aventuras, neeenaaasss!


-¿Qué rubia? –preguntó Sayuri.
-Esa de la que hablan en el diario, es la misma que anoche fue atropellada en la Gran Vía, en el paso de peatones de Hortaleza.
-¡Holy Manolis!
-“...y cuando he llegado a la Gran Vía, él se ha vuelto, y ha sabido por mi mirada que iba a morir. He ejecutado su deseo contra varios coches, hasta que sus ojos han dejado de mirar los míos.” –leyó Sayuri en el diario original, y después yo se lo marqué en mi fotocopia.
-¿Qué te decía? La tal Agapita mató a la rubia, nena.
-¿Pero quién es ésta mujer...? –preguntó con un halo de misterio la Sayuri.
-Esa mujer, es...
-¡¡¡UNA ASESINAAA!!!

Chilló de repente Gigi, creando un clímax de campo de batalla, tras la batalla... silencioso y con varios pares de ojos que nos miraban aterrorizados. Hasta el perro de una señora se nos quedó mirando. ¿Desde cuando dejan entrar perros en el Rodilla? ¡Ah!, que la señora era invidente... Menos mal, así no ve que cada vez más, los de Rodilla hacen los sandwiches más enanos. ¡Viva la puta dieta mediterránea!

-Sharon Stone... en Instinto Básico –dije con total naturalidad a todos los que nos miraban, la ciega también, porque me miraba su perro-. Pero tranquilos, que no le he contado el final –y me entró la risa-. Que si no, ¡se la oye gritar desde Cuenca!

Si los clientes de Rodilla tomaron a Gigi por una loca de remate, a mi me verían como una marika loca de remate-mate, pero, surtió efecto y pasaron de mirarnos, y el perro guía volví a echarse a los pies de la chica. Es lo que suele pasar en las grandes ciudades, que todo el mundo pasa de ti, a menos que tengan que limpiarte del parabrisas de su coche. ¡Y yo no tengo coche!

-Gigi –le dije bajito-, un día, lo de ser tan “espontánea” como eres, te va a traer un disgusto, nena. ¿por dónde íbamos? –pregunté a la Sayuri.
-Antes de que “La Caballé” lanzara ese alarido de La Casa del Terror, estábamos hablando de quién era esta mujer... la Agapita González.
-¿No te has leído el diario entero?
-Lo acabo de pedir para unirlo a la investigación y he venido aquí derecho.
-Bueno, yo tampoco es que lo haya leído entero, pero huele a asesinatos a lo bestia, nena. A ver... en plan teaser: Chica de Murcia llega a Madrid siguiendo al hombre que ama, pero que no le hace ni puñetero caso.
-...¿por qué es fea?
-¡K JEBY! Has sacado la misma conclusión que Gigi –y me quedé como ausente, pero poco-. Pues no sé si tiene un problema facial o de mal aliento, nena. No he llegado a esa parte, pero nada más llegar, mató a uno que quería meterle mano. Vale, fue un accidente, pero ya se le veía la vena “psycho” en la letra. Y es que escribe como a –10 grados bajo cero.
-Y al final –apuntó Gigi-. Se cuelga la medalla de cargarse a esa rubia.
-Con lo buena que está, que estaba, ¡que estuvo!... –y miré a Gigi-. Y que encima se la folló nuestro vecino el bombero.
-¡HOLY MANOLIS! ¿De verdad?
-Lo que te cuento, nena –y bajé el volumen-. Se lo folló en el Lether y después se fueron a la sauna –Sayuri también me miró con cara de flipe, así que aporté un dato nuevo-. A ver, salieron antes que yo del Lether, ¿vale?, y cuando me venía hacia casa, les vi entrar en la sauna y después, apareciste tú diciéndome que Bruno se iba Murcia, y que le llamara antes de que cometiera una locura.
-¿Lo hiciste?
-Bueno, nena, es una larga historia esa de la llamada y el fallecimiento de mi móvil, pero al final conseguí hablar con él y dejarle todo bien clarito.
-¿Y...? –preguntó Sayuri levantando una ceja con un pedazo de estilo, que lo fliparíais si la vierais hacerlo.
-Y nada, nena. Bruno no abrió la boca ni hizo un gesto, con lo que creo que se irá a Murcia de todas formas. Espero que la reciban en Murcia con bailes populares, o con la puta expo, porque yo ¡sigo sin novio, coño!
-Caray... lo siento.
-¡Pues anda que yo! Con la ilu que me había hecho con eso de tener por fin a un novio con vistas a que se casara conmigo..., que es por lo que comencé este Blog, para buscar NOVIO para CASORIO.

Se hizo un corto silencio, donde ninguna de las tres dijimos nada, hasta que Sayuri se levantó recogiendo sus cosas, pero no mi fotocopia del diario.

-Guarda bien esa fotocopia... yo me pondré a leer el diario hoy mismo, y te llamo esta noche... de paso, veré qué ha hecho Bruno...
-Oka, nena. Nosotras nos vamos a cotillear teléfonos libres.
-¿Cuál es la relación? –preguntó la Sayuri.
-¡Ninguna! Pero se me ha muerto el móvil, y tengo que comprarme uno nuevo y más caro para torturar de envidia a una PUTA de Barcelona que lee este blog.
-No será la Hidro...
-La misma, que se va con sus compañeras de trabajo a hacer carreras de coches-grenlis, y encima se pierden por el camino.

Sayuri sonrió, guapísimo como siempre, se despidió y se fue, dejándonos con toda aquella gente que entraba y salía del Rodilla, como del cuarto oscuro de cualquier bar gay.

-No me había fijado, tía, pero la Sayuri está cantidad cañón, ¿a que sí?
-Desde luego, nena, no le puse el mote de Sayuri porque cante Malagueñas, nena, sino por la agenda que tiene de contactos la tía... todas suspirando a la espera de una llamada de ella, para salir de copas. Guapa es, sí, pero no una Diva, nena.

Nos fuimos, y entramos y salimos en varias tiendas de telefonía móvil buscando uno que fuera lo bastante glamuroso y CARO para mi bolsillo, cuando al pasar por el escaparate de una tienda, os juro por el guión original de Tiburón, que oí ese coro de voces celestiales con el que abren los dibujos de Los Simpsons...

-¡ESE! ¡Ese será mi nuevo teléfono, neeenaaa!
-¿Esa mierda de motorola? ¿El que sacan en el anuncio del pescado en las tetas?
-¡No, Gigi, ese no....! ¡¡¡ESE!!!

Y volví a oír el coro de voces angelicales y Gigi, seguro que también... y la Hidro-nena, en su puesto de trabajo a varios kilómetros de distancia, en Barna City, sintió cómo se le calentaban las orejas de envidia, le hervía la sangre y le costaba respirar como la niñaka del Vic Vaporub tras meterse medio kilo de farlopa... cuando mis ojos se pegaban como ventosas al escaparate, tras el que me aguardaba, el que sería mi nuevo teléfono móvil:

-¡¡¡Un Nokia 6680!!! ¡¡¡CON DOS CÁMARAS!!!
-¿No es un poco exagerado un móvil con dos cámaras?
-¡NO, NENA! –chillé extasiada y tajante.
-¿Y te vas a enterar con todos esos botones que tiene por los lados?
-¡GIGI! Por favor, estoy en pleno trance de éxtasis como la Santa Teresa esa... ¿y tú jodiéndome la ilusión?
-¿Has visto lo que cuesta? ¿O el levitar te lo impide?
-¡Mira, nena! ¡Prefiero pasar hambre a quedarme sin esa cucada de móvil, nena!

Entré en la tienda y tras aguardar (como pude) las ganas de que me atendieran, porque aquello estaba lleno de gente a más no poder, el jodido dependiente, que la verdad, tenía un polvo con aquel traje de chaqueta y corbata, iba a contarme todo lo que hacía aquel cacharro, cuando le puse delante de las narices mi DNI y la VISA y le dije las palabras mágicas:

-¡Envuélvemelo en papel de regalo!
-¿Ahora lo vas a regalar? –dijo Gigi detrás de mi-. ¿No te lo ibas a comprar para ti?
-¡Pues claro que me lo voy a comprar para mí, nena! ¿Pero qué tiene de malo que me lo envuelva en papel de regalo, nena? ¡Es más COOL!
-También es verdad.
-¡Pues claro que es verdad, nena!

Entonces el dependiente me devolvió el DNI y mi VISA, se inclinó sobre nosotras y dijo con cara de pillín.

-Yo también hubiera pedido que me lo envolvieran en papel de regalo...

Mmmm tenía que quedarme con aquella carita tan mona del dependiente, porque fijo que entendía; hay que recordaros, que este teléfono fue comprado en Enero de 2006, porque con lo que evolucionan estos cacharros, seguro que ya habrán dos modelos superiores, pero en aquel momento, ¡¡¡era lo más!!! Con dos cámaras para vídeo conferencia, 3G (que supuse que eran 3 vídeos de GITANAS), y más cosas para investigar...

Al llegar a casa, dejé que Gigi me ayudara a arrancar el papel de regalo a la caja del Nokia 6680, que le hizo mucha ilu, aunque decía que era una ridiculez, porque no era un regalo para ella, y cuando conseguí meterle la batería, la tarjeta de memoria y mi tarjeta telefónica, lo enchufé a la luz para que se cargara.

Alguien llamó entonces al timbre de casa. ¡A las dos y media de la tarde!

martes, noviembre 21, 2006

~11~ 3ª Temporada

En el capítulo anterior...

Rompí con Bruno... y pensé que lo mejor para pasar tal depresión, era comprarme un teléfono móvil nuevo, cuando al leer el diario de Agapita del Terror, descubro que hay una página más, con algo nuevo escrito: la muerte de la rubia, y me entra el pánico, y se lo cuento a Gigi, y se asusta más que yo, y chillamos, y me quemé con el té, y se le ocurre pensar si en el diario que entregamos a la policía, también ha aparecido una página más... y eso nos lleva a ¡Sayuri!

El té verde nos sentó a las dos de escándalo, pero a Gigi las galletas holandesas de mantequilla se le hicieron una bola en el estómago como al gato de Shrek, y de camino al Rodilla de Callao, donde habíamos quedado con la Sayuri para no ir a su comisaría y ver de paso a Bruno, el efecto de las galletas se multiplicó por ocho, y le sonaron las tripas en THX, con lo cual, fue entrar en el Rodilla y ver cómo Gigi salía disparada a los servicios.

-Hola, buenos días, ¿qué el pongo? Me preguntó una de las dependientas del local, que casi era tan alta como el mostrador, claro que yo la veía entre las bandejas de sandwiches.
-Un desayuno de esos completos, gracias.

Me puso el desayuno de inmediato, pagué y me fui a una de esas mesitas que más que mesas parecen estadios para pulgas de lo enanas que son, y donde has de sentarte en las sillas rozando las nalgas, porque lo que se dice sentarse, ¡es una Misión Imposible!; cogí un taburete y me apoyé mientras me bebía el zumo de naranja y el sandwich vegetal. A Gigi le dejé el café con leche, a ver si con eso se le tranquilizaba el estómago; Gigi volvió, más pálida que un queso de Burgos.

-Ay, tía, no me gusta hacerlo fuera de casa...
-Ni a mí, nena, pero no tengo novio, ni mí casa llena de hombres... –y caí en la cuenta-. ¡Ah! El hacer "caquita" fuera de casa...
-No, el pintarme la raya del ojo boca abajo en el espacio, ¡LISTA!

Y nos entró la risa, y a Gigi le crujió otra vez el estómago.

-Tía, me voy a comprar una caja de esas jodidas galletas para cuando sufra de estreñimiento.
-Eso te pasa por comer a dos manos, nena; tómate el café con leche, a ver si te sientes mejor –dije y miré hacia la puerta-. ¿Crees que vendrá pronto la Sayuri?
-Dijo que vendría, ¿no?
-Sí, nena, eso dijo, pero no te he contado, a parte de lo de anoche y todo eso, la palmó mi móvil. ¡Y como no venga pronto, me van a cerrar las tiendas!
-El FNAC y el Corte Inglés lo cierran a las 10 de la noche. Tenemos tiempo, Dolly.
-¡Mírala a ella qué resuelta! ¿Y qué hay con lo de cotillear en varias tiendas, ver quién lo tiene a mejor precio, ¿ver muchos modelos y todo eso!? Que nos dore la píldora un dependiente buenorro... Que aunque ahora tenga pasta, estoy en paro, nena... y recuerda lo que le pasó a la cigarra del cuento de la cigarra y la hormiga, nena.
-¿De qué coño me hablas? ¿Qué les pasó a esos bichos?
-Que mientras la hormiga estaba de puta madre, en su casa con bombas de calor, edredones nórdicos y televisión por satélite, la cigarra sólo podía comprar en los supermercados Día, y un día, el mendigo que pedía en la puerta del Día, le metió dos navajazos y la mató.
-¿Un mendigo apuñalando a una cigarra? ¿Y cómo dejan que una cigarra haga la compra en el Día? ¡No me digas que hay bichos sueltos en el Día, tía!
-Nena, es una metáfora, ¿vale?
-Tía, pues avisa, ¿vale? O haz que te salga por debajo un subtítulo que diga “hablando metafóricamente”, Dolly.
-A ti sí que te va salir un subtítulo por debajo, que diga “En La NASA Experimentaron Conmigo. Tened paciencia”.
-Tía, eres lo peor –y le sonó una tripa-. ¿Por qué siempre te metes conmigo?
-Porque me lo pones a huevo, nena.
-¡Hola! –dijo Sayuri a mi derecha.
-¡Hola, nena! ¿Os conocéis?
-Creo que... sólo de vista...

Y ofreció su mano a Gigi y dijo su nombre real, no el de Sayuri, que es el mote que le puse yo, y otras muchas marikas más, y Gigi se presentó como Gabriel, nombre real, pero que no es el que tiene en su DNI, porque resulta que... Mirad, nenas, os leéis las dos primeras temporadas, y dejad que divague, coño, que me cortáis la tensión emocional que tiene este momento... porque la Sayuri se traía algo bajo el brazo. Una carpeta o algo similar, que no pude dejar de mirar.

-¿Has conseguido el diario, nena?
-Directa al grano -dijo Sayuri sentándose en la minimesa.
-Claro, nena, este cutis no estaría tan perfecto si no lo limpiara de impurezas.
-Se refiere al diario, so tonta, no a tu cutis, Dolly.
-Ah ¿sí? –y se me escapó una risa tonta-. ¡Pues parecía un cumplido, coño! –saqué de la bolsa de plástico el diario fotocopiado y a Gigi le crujió otra tripa-. Este es el fotocopiado. Mira la última página, nena. Es cómo si una mano del “maraco” -que era cómo llamaba mi madre al Hombre del Saco-, del más allá, la hubiera escrito y metido dentro del canutillo.

Sayuri, que para eso es policía (¡y muy lista a la par que guapa!), acercó otra mesita del Rodilla que estaba libre, y colocó mi fotocopia del diario, y el diario original al lado. A Gigi y a mi se nos encogió el trasero al ver el diario original, pero nos callamos, mientras ella nos comentaba que no fue fácil sacar aquella “prueba” de la comisaría, porque la habían relacionado gracias a un “soplo” (y nos miró), con un caso de asesinato que estaba llevando.

-¿Y se puede hacer eso?
-Aquí está el original... –dijo un pelín pedante la Sayuri.

No hacía falta ser del CSI o habérsela chupado a Grisom (¡PRIME!), para ver que la última página del diario estaba escrita en un papel más nuevo que el resto de páginas, y que la tinta parecía más fresca y legible. Igualito que con la fotocopia mía.

-¿Y dices que lo encontraste tirado?

Asentí y vi que Gigi también lo hacía a mi derecha.

-Lo encontramos en un contenedor de escombros... ¿por qué me miras así? Me pierden los libros, ¿vale? Vi libros que habían tirado y...
-Supongo que el contenedor ya lo habrán vaciado.
-Supongo, nena, porque lo vimos en el Epílogo-GO! De la Segunda Temporada y ya estamos en la Tercera Temporada.
-Sin contar con los días que esta ha estado sin internet, porque le petó el PC a Dolly.
-Gigi, nena, comentarios como ese sacan al lector del relato.
-¿Tú crees?
-¿Qué relato? -preguntó Sayuri, que a estas alturas estaba perdidísima.
-Yo no he dicho que ésto sea un relato, nena, sino: marika ficción.
-¿Y cual es la diferencia, tía?
-¿Cuál va a ser? ¡Que las marikas somos más imaginativas, nena! ¿Sabes quién es la Jesusa de Jesmar para Jugar?
-¡Claro tía!
-¿Y cuando la ves por la calle qué dices?
-Absolutamente nada, tía, me quedo sin palabras. Es un shock visual.
-¿Ves? Ahí lo tienes. Tiene tanta imaginación esa marika, que no sabes si viste casual, de etiqueta, o simplemente se ha tragado a Agata Ruiz de la Prada, y se le metamorfea la ropa en colores estridentes. Imaginación al poder, nena. Si no fuera por la clase con la que se conjunta los modelitos, diría que es daltónica esa marika, nena.
-Es que el Jesús ES daltónico, Dolly –puntualizó la Sayuri.
-¿Ah, sí?
-Sí –me corroboró.
-Sea daltónica o no, se conjunta de la muerte, Sayuri, pero vamos al tema, nena. ¿El diario que entregamos tenía una página de más?
-Sí, tenía una página de más... justo como vuestro diario fotocopiado.
-¿Y eso cómo puede ser posible? –dijo Gigi.
-Gigi, no interrumpas, nena –y me volví a Sayuri-. ¿Y eso... cómo puede ser posible?
-Esa pregunta la acabo de hacer yo, tía.
-Correcto, nena, pero mi pregunta es más enfática y vocalizo mejor. Así que a joderse.
-No tengo la menor idea de cómo ha podido suceder -continuó diciendo Sayuri-. ¿Seguro que no estaba esta página antes?
-No, nena, has visto que tanto el original como la fotocopia, canta esa página, como si fuera algo que se acaba de escribir... desde el más allá...
-¿¿¿EL MÁS ALLÁ???

Chilló Gigi y llamó la atención de todo Dior que desayunaba tranquilamente en el Rodilla de Callao; se tapó la boca con las manos, y pese a que el terror le salí por los ojos, se contuvo e inspiró por la nariz varias veces.

-Eso es completamente imposible –dijo Sayuri.
-Oka, nena, lo SÉ, pero –y miré a Gigi y después a Sayuri-, nena, no hará falta recordarte que hemos pasado por un complot que transformaba a los gays en héteros, luego por un resort vacacional supuestamente tranquilo e infectado de fantasmas, monstruos gigantes y cosas bajo el agua... ¡y ahora esto! En la Blogsfera... ¡nos están llamando a Gigi y a mí, la versión marika chachi petarda de Scooby-Doo, neeenaaa...!
-¿Sí, tía? –preguntó la Gigi emocionada.
-Sí, nena, pero tú eres Shaggy, y yo la Rubia. ¡LA RUBIA! –y me acordé de la rubia atropellada en plena Gran Vía y se me estremeció el cuerpo al invadirme el terror de lo que había presenciado la noche anterior.

martes, noviembre 14, 2006

~10~ 3ª Temporada

En el capítulo anterior...

Tras un breve encuentro con las Bossini, un trío de marikas que matarían por mi estatus de Diva, y de montar en un taxi conducido por una sociópata de la COPE, llegué a casa de Bruno, le dije todo lo que tenía que decirle: esto es, lo que sentía por él, lo complicada que era mi vida y lo de que me parecía una locura que se fuera a Murcia... y él no respondió. Se quedó mirándome, en silencio, mientras yo bajaba las escaleras... y luego me quedé sin ordenador porque me explotó por culpa del último disco de la Cristina Cagalera esa, ¡PUTA!, now, ladys & petardas... continúa the adventure...


Bajando las escaleras pegada a la pared, y no porque fuera borracha, sino para que no viera Bruno por el hueco de la escalera cómo me limpiaba las lágrimas e hipaba de pena, penita, pena, llegué al portal justo cuando se apagó la luz de la escalera; Bruno no dijo nada, ni me siguió escaleras abajo. Definitivamente, aquel había sido el fin de mi relación con Bruno... y aunque él no dijo ni pío, yo me quedé más tranquila porque le dije todo lo que tenía que decirle, os guste o no, nenas. Esta es mi vida y sólo decido yo lo que hacer con ella.

De vuelta en casa, lo primero que hice fue buscar mi antiguo móvil, un Siemens A52 (cutre de cojones, lo sé, pero que funcionaba hata su death), le puse la tarjeta, lo enchufé al cargador, lo encendí, introduje el PIN y comprobé que toda mi agenda estaba allí (que lo estaba), y lo dejé cargando toda la noche, mientras que me dejaba caer sobre la cama y me hice la muerta durante unas horas.

A la mañana siguiente, a eso de las diez y cuarto, me levanté súper positiva. Pase lo que pase en tu vida, si te levantas pensando en que tienes que realizar algún tipo de tarea, te levantas positiva. El mundo puede esta bajo una serie de terremotos en cadena, atacado por una invasión de Marías Teresas Campos Gigantes, o una epidemia pandémica de dolor de hortos... pero si tienes algo que hacer, te levantas fantástica y súper optimista. Y yo estaba así porque esa mañana iría a comprarme un móvil nuevo, carísimo y de diseño, y después le haría una foto y se la mandaría por emilio a la Hidro-nena, para que se muriera de envidia, porque el suyo, aunque es más gayer, ¡seguro que no era tan nuevo como el mío! ¡JA!

¡¡¡ME IBA A CREAR RIQUEZA!!!, que es mi grito de guerra cuando me voy de compras lokas.

Tras un desayuno rápido y un cigarrilo, cogí el Diario de la “Agapipas” de Girasol para irme al baño, una vez me fui al baño, sin llevar nada para leer... y casi entro en coma después de leer 7.750 veces el contenido de un champú. Y es que, yo leo rápido, nenas.

Me senté en la taza, tras encender la radio (Radio 5), todo “inmundicias”, porque más que todo noticias, aquello es el acabose de la pena y los accidentes, y justo en ese instante estaban dando la noticia sobre el atropellado (la rubia) de la noche anterior en plena Gran Vía, con comentarios de lo que vieron algunos testigos... ¡La rubia se había arrojado entre gritos a la carretera, y mientras se pudo sostener sobre los pies, iba directa contra los coches! ¡¡¡QUÉ JEBY!!!

Por un momento recordé aquella secuencia de Bowfinger, el Pícaro, cuando Eddie Murphy que hacía de medio subnormal con gafas, atravesaba una autopista de Los Angeles de lado a lado, mientras los coches circulaban a 300km por hora.

-¡Qué jeby! ¡La rubia iba suicidándose por entregas! –dije en voz alta, y nadie me respondió. Menos mal, porque si me llega a responder el locutor de la radio, me cagaba encima del susto, aunque ya estaba en el mejor de los sitios para hacer esa acción.

Abrí el diario de la Agapita e intenté buscar la parte en la que me había quedado, cuando algo atrajo mi atención en las últimas páginas. Había una página medio suelta, la última, como si no estuviera bien metida en el canutillo de plástico y sobresaliera un poco. El color era más oscuro, y la tinta era tinta de boli, no tinta de fotocopia; pensando que sería alguna nota escrita a mano por la niña-shrek de la fotocopiadora, comencé a leerla.

“Sé que ha estado con él. Ha tenido que estar con él, porque aunque disfrace con colonia su olor, lo huelo. Le huelo.

He comenzado a seguirle por la calle, y cuando he llegado a la Gran Vía, él se ha vuelto, y ha sabido por mi mirada, que iba a morir. He ejecutado su deseo contra varios coches, hasta que sus ojos han dejado de mirar los míos.”

Completamente aterrorizada, miré la radio del baño, que ahora estaba dando el parte de deportes, y volví a ver la última página contrastándola con la anterior. ¡ERA LA MISMA LETRA! Lancé el diario de la Bruja de Blas por el aire y eché a correr huyendo del baño y caí de bruces por culpa de mis boxers, que tenía a la altura de los tobillos.

¡Vamos que estaba para que me sacaran una foto en ese momento!

Me recobré del terror, me incorporé, recogí el Diario Mortal de aquella asesina, lo guardé dentro de la bolsa de las fotocopias, y lo escondí bajo el sofá mientras pensaba que su novio, ese hombre por el que había huido de Murcia, había estado en el Lether follando con la rubia, antes de que Manolo el bombero se la tirara y se fuera con él a la sauna...

-¡MANOLO! –chillé horrorizada-. ¿Y si es Manolo? ¡Imposible! Manolo tiene novia, aunque se la pegue con tíos, y además, cómo va a ser Manolo si estoy en el capítulo 10 y aún me quedan 25 capítulos más de ésta Tercera Temporada de Desperate Housegays. “Impossibol!”, que diría la puta de Tom Cruise en una secuela.

Alguien llamó al timbre y no hice caso. No había podido hacer pis ni caquita del susto, así que no estaba para nadie. Además, sólo estaba vestido con los boxers ¡y tenía que salir a comprarme un teléfono móvil nuevo, para que se jodiera de envidia la Hidro-nena. Además se me ocurrió que si fuera un día a Torremolinos, por ejemplo, le mandaría una de esas espantosas postales con Gitanas con trajes de tela. JAjeJIjoJU.

-¡Dolly! ¡Abre la puerta, tía!
-Gigi –dije al reconocer su voz y le abrí la puerta-. ¡Gigi!
-Tía, ¿no crees que te estás pasando con tus mensajes “sub-inguinales”... para que tu vecino bombero se de cuenta de que te lo quieres tirar, ¿puta? –dijo tras verme de arriba abajo-. Sólo te falta una pancarta que diga ¡FOLLAME, COÑO!
-¡Deja de mirarme como los viejos del lether y pasa, nena! Hay algo súper jeby que tengo que contarte, nena...

Y se lo conté a toda velocidad, viendo su cara de horror y espanto supino, con las piernitas juntas y arrebujándose en el sofá del salón.

-¡No me fastidies, tía! ¿Y dónde has metido el Diario de la “Aramís loca del coño rasta” esa?
-Debajo del sofá –dije señalando el sofá, y Gigi bajó la vista hacia su paquete, lanzó un alarido y salió disparada del sofá como si la repeliera viva-. ¡Hijadelagranputa! ¡Eso se avisa, tía! ¡Dame un vaso de agua para que se me pase el mal trato!
-¡Será el mal trago!
-¡Mira, doña cifras y letras! ¡A mi se me pondrá MAL, lo que me salga de la flora intestinal, le guste o no a José Coronado, o a todas esas putas que cagan juntas el yogur! Dame un vaso de agua YA, ¡y déjate de hacer de correctora de estilo del Cosmopolitan, tía!

Gigi no se bebió el vaso de agua, lo masticó, nenas. Se lo bebió con tanta ansia, que parecía que se estaba comiendo a la madre de los fosquitos, y luego inspiró como hacen las muertas de las películas cuando reviven, poniendo los ojos en blanco.

-Tía... –dijo en un hilo de voz.
-Dime, nena.
-¡Vístete de una puñetera vez, tía! Que seré tu amiga, pero también soy maricón.

Salí corriendo a mi habitación, me vestí en plan sport a la par que casual, como sólo Barbra Streisand sabe hacer cuando se va de “Yonkypur” y la reconoce todo Dior. Hice una visita al baño (donde ya pude hacer algo), y al salir me llegó el aroma desde la cocina del té verde; Gigi había preparado dos tes, y había saqueado mis pastas holandesas de mantequilla; cuando entré en la cocina la pillé comiendo las galletas con los mofletes inflados, como Furcia, mi hámster, cuando se infla a comer pipas de girasol.

-Te va a sentar mal si te las comes así, Gigi.
-Hay tía, qué sustito tengo en el cuerpo, tía –y le dio un trago a su té, quemándose.
-Lo de esa página que se ha escrito sola, y que ha aparecido, nena, es súper jeby.
-Es como de Dimensión Desconocida, tía...
-Como de Los Límites de la Realidad, nena...
-Como Cuentos Asombrosos...
-No, nena, porque Cuentos Asombrosos eran casi todos guays, y esto NO ES GUAY, nena. Esto es de “Jiñer Jiménez”, aunque claro, con La Dientes que le acompaña, es para tener el Jiñer en el Cuerpo todo el día, como aquella película de Coppola.
-¡El Diario!

Chilló de repente Gigi, y yo del susto me metí el té que bebía por las narices, y me quemé toda; un paño de cocina apareció junto a mi cara y Gigi me pidió disculpas.

-¿Crees que en el diario original, ha aparecido una página más, tía?
-¡Pues no lo sé, nena! El Diario ahora lo tiene la poli, y yo con Bruno definitivamente he roto... y.... ¡Neeenaaa! Podemos averiguarlo con... ¡SAYURI!

martes, septiembre 12, 2006

~9~ 3ª Temporada

En el capítulo anterior...

Intenté hablar con Bruno para pedirle que no se marchara a Murcia. Si fuera a Torremolinos o a Sitges, ¡hasta yo me iría a vivir con él! ¡Pero a Murcia, NO! Así que decidí ir a su casa, y por el camino, mi nuevo vecino el bombero Manolo, intentó meterme mano, y pese a lo megaputa que soy cuando hay un chulazo que me merezca, le rechacé y corrí a por un taxi para ir a casa de Bruno, cuando me tomo con un espectacular atropello en plena Gran Vía... y la muerta era...

-¡La RUUuuuubiaaaaAAA! –chillé varias veces, hasta que todo kiski vio la cabeza cercenada de la rubia sobre el asfalto. Claro que ya no estaba tan rubia, porque su espectacular pelo estaba ahora engominado con ¡SANGRE!

¿Cómo coño iba a coger un taxi libre ahora? ¿Eh? Lo siento por la rubia, pero mi vida es lo primero. ¡Las Divas somos así!; eché a correr otra vez en dirección a Callao, porque la salida de la calle Fuencarral también estaba cortada por culpa del accidente... ¡hasta allí llegó un zapato de la rubia! ¡¡¡Menudo trompazo la dieron a la muy puta!!!

Con una dolor en la ingle derecha (de correr, claro, no por una apendicitis, porque yo no me como las uñas), me detuve y me flexioné hasta que él flequillo me tocó las rodillas de los vaqueros, he hice unas cuantas inspiraciones para recobrar el aliento, reconociendo de inmediato los tres paquetes que veía entre mis piernas.

-¡Las Bossini! –dije.
-¡Pero si es la Dolly! –dijo “Kiki”.
-Definitivamente, es el culo de la Dolly –corroboró “Ec-Ham”.
-¡Dolly Partos! ¡La salvadora de los Gays! –dijo “Eun” adoptando una pose muy manga por hombro, con aquel look entre marika escapada de un episodio de Blood+, con sus pantalones súper ajustados, y chaquetas largas tan ceñidas que modelaban a las tres como dibujos japoneses.

Las Bossini (porque sólo visten lo más de lo más, y de la marca Bossini), van de un Naif Gay, si es que se las puede etiquetar de alguna manera a estas tres marikas súper de diseño surfero tailandés, asiático mari meridiánico, con corte de pelo ideal y súper preparados, que a sí mismas y no es que me lo invente yo, se llamaban con nombres japoneses, porque las muy putas cada vez más se parecen a tres marikas japonesas montadas en el yen.

Siempre iban las tres juntas a todas partes, como aquellas putas de los ochenta que cantaban, y que todo el mundo conocía por el nombre de Las Trillizas (rubias y follables), porque nadie recordó jamás el nombre de ese grupo (Las Trillizas de Oro, que las trajo a España Julio Iglesias), pero sí sus fantasías sexuales con esas tres que parecían salidas de un anuncio de coca-conga, tras pintar el empapelado de su casa con LSD.

Ec-Ham, Eun y Kiki... más conocidas por las “Échame Un Kiki”, o "las Bossini", sufren una especie de catarsis con la música Chill Inn Chill Out Chill Tech, que las disloca cuando la bailan, dejándolas paradas de forma extrañísima, como pasa con los protas de los dibujos japoneses. Los otaku sabrán a qué me refiero.

-¡La fama me precede, nenas! Hasta por el culo del vaquero se me reconoce –las dije, porque las Bossini ni me caen mal, ni me caen bien, nos soportamos cuando nos vemos en el Enfrente y poco más.

Sé que me quieren copiar, no el estilo, sino el Status. Es facilísimo ser popular y conocida en el mundo gay, nenas. Cómete unas cuantas pollas y serás popular; cómete unas cuantas pollas y cuéntalo en la barra del bar, y serás conocida. Pero estas tres, lo que querían era llegar a mi Status de Diva, cosa que muy pocas lo consiguen. La Sayuri, y alguna más en alguna otra provincia de España, como la Hidroboy en Barna y Murcia. Es muy duro ser una auténtica Diva, nenas. Intentad serlo, y veréis que terminaréis llorando como la Miss Universo al perder su corona en un retrete.

-Esa postura es poco honrosa –dijo Eun, cruzando los brazos, y dejó caer el peso de su cuerpo sobre el pié izquierdo, doblando la rodilla del pie derecho hacia el interior.
-Estás bajando puntos –dijo Kiki y cambió el peso de cuerpo de pié.
-¡What disaster, dear! –dijo Ec-Ham, moviendo su cabeza en un gracioso gesto que hizo que su flequillo peinado en mechones, se desplazaran pero no despeinaran.
-Nenas, un día me explicáis cómo es eso de evolucionar desde la milenaria cultura nipona, hacia la de los Bee Gees –dije al incorporarme, y ellas recayeron en el hecho de que las tres iban de blanco, como las osas con voz de pito de las Bee Gees.

Las Bossini se removieron entre ellas, como los cubiletes de un trilero, hasta quedarse quietas en otra postura con mucho estilo y altanería. Las muy putas querían su puesto entre las Divas, y sabían que estaban a un paso de entrar en mí Olimpo.

-¡Tengo prisa, nenas! Otro día nos vemos y me lleváis al Pasapoga. Quizá hasta aprenda a hacer ese juego de rodillas vuestro, sin romperme un menisco, nenas.
-¿Dónde vas con tanta prisa? –preguntó la Kiki, adelantándose y parándose con otra pose manga.
-A una cita, y llego tarde.
-¡Seguro! –se quejó y frunció el ceño Ec-Ham.
-¿No será que has encontrado una discoteca nueva... a la que no quieres llevarnos, “Dolly-neechan”...?

Eso sí que no, nenas. Me enfadé muchísimo y me puse con las manos en jarras, porque aunque no domine mucho el japonés (que lo dominaré algún día, y ese día, ASIA entera se cagará del susto cuando me conozcan), sabía perfectamente el significado del sufijo “neechan” y le devolví la pelota a Eun.

-De las cuatro, Eun-neechan, eres la única que puede sustentar el título de “hermana mayor”... pero míralo por el lado positivo. Marikas con tu edad, así de delgadas y tan bien combinadas, se ven poquísimas. Miento: ¡en el Museo de Cera hay alguna!

Eun se puso muy tensa, dejando los brazos rígidos y apretando los puños, mientras su cara se ponía roja como un tomate. Igualito que en los dibujos. Sólo le faltó que le salieran sobre la cabeza kanjis y el fondo se pusiera de un rojo intenso con el sonido de un gong; las dejé protestando y me subí a un taxi que pasaba en ese momento que gracias a Dior, se detuvo cuando levanté la mano; el taxista aceleró nada más darle la dirección de destino, y se puso a hablar del accidente tremendo que había ocurrido unos metros atrás, y después de Jiménez Losantos y de la razón que tenía al decir que el país estaba lleno de rojos, de moros-bomba y maricones en todos los salones de bodas.

¡¡¡!!!

Dudé en tirarme por la ventanilla o seguirle la corriente asintiendo a todas aquellas barbaridades; me consoló ver las fotos de su familia en el salpicadero. Familia numerosa: mujer ESPANTOSA con una sola ceja, y tres hijos de 30 hasta los 20, 100% follables, aunque fueran de la ultra derecha de la COPE; además, no sabía si este taxista nazi era de los que llevan un bate de béisbol con clavos oxidados bajo el asiento, o uno de esos vibradores que dan 2000 voltios de corriente cuando te los pegan al pezón... ¡ni ganas tenía de preguntarle!

Pagué la carrera y me bajé en el portal de la casa de Bruno, a la que sólo había ido dos veces en mi vida. Una para ayudarle a traer sus cosas a casa, y otra porque nos pilló el calentón en la calle y terminamos follando en su cama; dudé un instante al llamar al portero automático.

-¿Sí? –dijo su voz por el altavoz.
-Quiero hablar contigo... y no cuelgues, por favor –dije reuniendo toda la tranquilidad y valor que pude, para no echarme a llorar y contarle cuanto le echaba de menos.

Un zumbido abrió la puerta de la calle, entré y tomé el ascensor hasta el cuatro piso, en el que ya me esperaba, dentro de su casa, pero con la puerta abierta y una expresión neutra en su cara... pero al menos, había accedido a oír lo que tuviera que decirle...

-Sayuri me ha dicho que has pedido el traslado a Murcia –no hizo ningún gesto o sonido, así que continué hablando-. Sayuri cree que es una idea estúpida el que te vayas a Murcia... ¡y yo la secundo! Es la cosa más absurda que he oído... ¡y eso que no te has leído le Blog de Kill Pili, nene! Que si no, ¡ni drogada te irías a Murcia! Pero... eres mayorcito para decidir qué hacer con tu vida -¿había dicho yo eso?-. Yo... sería una egoísta si te pidiera que te quedaras en Madrid, sólo por...

Se apagó la luz del descansillo y dejé de hablar. Él seguía donde estaba, con una mano en la puerta y la otra en la jamba. No se movió ni dijo nada. Siguió mirándome. Tuve la intención de volver a encender la luz, pero ahora su figura se veía borrosa, y eso quería decir que estaba a punto, si no lo estaba ya, de echarme a llorar como una idiota; el timbre de la voz no me falló, lo cual me ayudó para ocultar mi dolor en la penumbra de aquel descansillo. Vamos, ¡que parecía yo una puta de esas del cine francés! Donde todas sufren lo suyo ¡y no dicen nada! Pero yo sí tenía algo que decir.

-Tu reacción tras lo que ocurrió en el lago Takami no fue normal, y la mía tampoco. Te odié como no puedes imaginar... no por lo que habías hecho, sino por no tener el valor de decírmelo a la cara. Lo intuí cuando me miraste en el agua, pero deseaba que me lo dijeras; puse mucho en nuestra relación... o-lo-que-sea, porque tampoco fue una relación seria. No le pongo a todo el que pasa por casa una peli de Dolly Parton, ni uno de sus discos... me enamoré y sigo enamorado de ti, aunque eso te asuste por todas esas cosas raras, extrañas y paramarikasanormales que suelen ocurrir en mi vida... pero debes saber que si no fuera por esta puñetera curiosidad mía, la que me mete en todos esos fregados, y la misma que me empujó a buscar a la Sayuri en la Primera Temporada de Desperate Housegays, nunca te hubiera conocido, Bruno.

En ese momento se encendió la luz dela escalera y alguien desde abajo, llamó al ascensor... pero lo peor fue que me vio llorando, y me sentí más mal aún, aunque luché para no reflejarlo, ni me limpié las lágrimas. ya las había visto, así que ¿pa'qué ocultarlas?

-Sólo quería que lo supieras... Buenas noches –le di la espalda y comencé a bajar las escaleras, oyendo las risas de una pareja que subía en esos momentos por el ascensor.

sábado, septiembre 09, 2006

~8~ 3ª Temporada

En el capítulo anterior...

Mientras decía si seguir a Manolo y al Rubiales a la sauna, apareció Sayuri, al que le conté lo de la psicópata murciana, y va ella y me suelta que Bruno había pedido el traslado a MURCIA. Algo más JEBY que el último capítulo Doble de Desperate Housewives, donde el Fontanero es atropellado por la dentista asesina... Fui a llamar a Bruno y mi móvil decidió dejarme. ¡MURIÓ! Lo reanimé, con la ayuda del PC, pero sólo conseguí parte de mi agenda... y allí estaba el teléfono de ¡¡¡Bruno!!!

El tono de su móvil sonó y sonó, hasta que una voz impersonal de tía, me preguntó que si quería dejar un mensaje y no pude hacerlo. ¡No me gusta hablar con máquinas! Colgué y marqué el teléfono de su casa. Dio dos todos, descolgaron ¡y volvieron a colgar!

-¿¿¿QUÉEEEE??? ¡Me ha colgado!

Imaginé a Bruno, en su casa, haciendo una V con los dedos incide y corazón, y escupiendo entre ellos como hacen las mafias italianas, mientras preparaba la maleta con varios folletos turísticos y planos de la ciudad, con el encabezado de ¡Qué Bonita es Murcia!, mientras que en su equipo de música sonaba el tema de Alaska “Un Millón de Hormigas”, y un trío de marikas setenteras instalado junto al armario, que le iban pasado la ropa desde las perchas para que Bruno las metiera en la maleta, coreaban el estribillo mientras él cantaba lo de:

-Busco el detonante, yo fui la explosión, creo que lo nuestro ya no tiene solución... esto, se acabó, ¡se acabó...! ¡SE ACABÓÓÓ! –y el trío de marikas, en plan retro, daban media vuelta, palmada en la nalga derecha y saludaban al sol a lo Go West, súper encantadas de nuestra ruptura.

-¡NAMIERDA! –chillé al colgar el teléfono- ¡Esto no se acabó, nene! ¡No puedes irte a Murcia! - dije entre lágrimas dando a la tecla de re-llamada. Ahora el teléfono de su casa comunicaba. Sin duda, lo había descolgado.

Me limpié las lágrimas y muy decidida, y tras hacer un pis porque estaba súper nerviosa, y tras beberme un litro de agua fresca de la nevera, cogí las llaves y me dispuse a ir a casa de Bruno. Si se iba a ir... si iba a desaparecer de mi vida definitivamente, antes de que las científicas locas de Kill Pili le borraran el cerebro en Murcia, tenía que hablar con él. En persona. Cara a cara y rabo a rabo.

Abrí la puerta de un tirón y ¡allí estaba! ¿Bruno? (Gritaréis) ¡No, nenas! ¡Era mi vecino bombero! Manolo estaba a punto de abrir la puerta de su casa cuando al hacerlo yo, le metí un susto de mil pares de cojones de monas pakistaníes histéricas ante una lluvia de cacahuetes, porque estaba de espaldas a mi puerta, claro, y esta vez, la que dio el susto fui yo. ¡Que ya era hora de que me tocara a mí asustar a quien sea!

-¡Dolly! –dijo entre asustado, sorprendido y cortado-. Me has dado un buen susto.
-¡Gome! –que es perdón en japonés, y que llevo utilizando desde haces pocos días porque si Madonna y las Tatu lo dicen, ¡yo también!
-¿Qué? -preguntó él muy perdido, obligándome a utilizar mi español de nativa española. OLÉ!
-Perdón, no era mi intención... –y cerré la puerta de casa lo más rápido que pude.
-¿Te encuentras bien? Pareces un tanto...acelerado.
-Tranquilo, nene, este es mi estado natural. Suele pasarme sólo cuando salvo al Mundo de alguna catástrofe, como aconsejar a la gente a no ver películas donde salga Tori Spelling...

Manolo el bombero me sonrió, pero fue de ese tipo de sonrisas "pro-gomito" de borrachera. Supongo que la habéis visto-vivido en alguna etapa de vuestras vidas, nenas.

-¿Os dejan beber en el retén de bomberos?
-¿Sabes que eres muy guapo? –me soltó así a lo tonto.
-¡Claro que lo sé! Tengo mi carnet de guapas oficiales por internet, nene –y se me acercó tonteando porque estaba medio pedo, o ESO quería hacerme creer, porque se acercó tanto que pude oler su aliento, sentir cómo sus pestañas me despeinaban el flequillo, y no tenía para nada rastros o como dicen las científicas de la NASA: TRAZAS de alcohol.
-Sí, realmente eres muy guapo...
-Mira, nena, detrás de ti está la puerta de tu casa, y si se abre y aparece tu novia, aquí se va a montar una que ni el gazpacho empastillado de Mujeres al Borde de un Ataque de Nervios...
-Jessica está trabajando –dijo al poner su manaza en mi paquete-. Su turno no termina hasta las ocho de la mañana.

Esta vez no estaba cerca, estaba encima de mí, y la parte de su diálogo de “las ocho de la mañana”, la dijo muy bajito, rozando sus labios con los míos.

-Pues a bajarse el calentón con una pajilla, que tengo ¡PRISA! –dije y me escapé de sus manos y de su cuerpo, echando a correr escalera abajo hacia el portal.

¡Pero bueno! En otro momento, MA-TA-RÍA por ser la prota de “Manoseada y Violada en el Descansillo”, ¡pero ahora no! Jo pe... con lo buenorro que está el muy cabrón, ¡pero no! Yo quiero a Bruno, ¡y lo quiero en Madrid, no en Murcia!; salí a la calle acelerada y salida perdida tras la experiencia de bombero acosador, y eché a correr por Hortaleza en dirección a Gran Vía, para coger un taxi que me dejara en la misma puerta de la casa de Bruno.

¡PERO! Al llegar a la altura del Mamá Inés, un café de lo más chic donde no gastan un puto euro en luz, porque hasta de día no se ve ni la polla de Nacho Vidal, aunque la tengas a un glande de distancia de tu nariz... ¡y recordé que tenía otro móvil siemens en casa!

-¡MIERDA! –grité delante del escaparate del Mamá Inés, y me puse a zapatear de rabia, mientras algunas marikas de la cafetería me tomaron por una performance o algo similar y me aplaudieron, cosa que me cabreó más, así que seguí corriendo hacia Gran Vía para coger el taxi, tras llamarlas PUTAS a todas.

Aunque salvara mi agenda del móvil utilizando mi móvil viejo, si llamaba a Bruno, lo más seguro es que volviera a colgarme el teléfono y seguiría en las mismas. Pero aún así, me sentí un pelín mejor, ya que por lo menos no perdería la agenda de mi móvil, ni mis números de teléfono. Pude que perdiera a Bruno, pero no mi agenda de teléfono. Que ya es algo, en este pozo de desgracias en el que había caído.

A la altura de La Busca, librería de unos amigos míos, vi cómo la gente se congregaba en el paso de peatones. ¡Otra desgracia más en mi camino, no! ¡Con tanta gente jamás podría coger un taxi y perdería definitivamente a Bruno...! Pero el alarido de una mujer, o mejor dicho, un jodido berrido que se oiría desde la Sierra, fue la espita de otros alaridos de terror extremo que se lanzaron entre el tumulto.

La gente se agrupó más en el paso de peatones, y una que es curiosa, luchó por ver qué coño había pasado allí, mientras que dos chavalas chillaban y vomitaban del asko en plena vía...

-¡Apartaros, he de coger un taxi para salvar mi amor! –grité, pero me hicieron tanto caso, como al último single de Malena Gracia, que no le gusta ni a su puta madre.

Entre empujones y pisando a unos cuantos conseguí llegar hasta la Gran Vía, importándome un pito lo que hubiera pasado. Yo quería mi taxi, y lo tendría. ¡Anda que no! ¡¡¡Pero el tráfico se había detenido en ambas direcciones!!! La gente chillaba horrorizada. En realidad llevaban chillando dos minutos de reloj, lo que quería decir, que aquellas nenas tenían unos pulmones tan grandes, que seguro que practicaban el descenso a pulmón libre o que eran cazatesoros en buques hundidos a profundidades abisales, ¡o vaya usted a saber!

El sentido de la vista que lo tengo súper desarrollado gracias a la variedad de cuartos oscuros en los que he estado, y a los jaris en los que me he visto envuelta (leerse las dos Temporadas anteriores, son un buen ejemplo de ello), me hicieron mirar inmediatamente las manchas de sangre en el parabrisas de un Smart.

-¡Atropellada por un Smart! Es la muerte más súper mediocre que pueda imaginar, tras la de morir atropellada por un Twingo fugsia, neeenaaa –dije en voz alta, aunque a nadie le importó, porque todos estaban horrorizados.

Al mirar hacia otro lado, más sangre, esta vez en un mercedes, cosa que bueno, atropellada por un mercedes era más cool! Claro, aunque fuera para la reseña que sacarían los gores de Antena 3 a medio día, del día siguiente... ¡pero había otro coche más! Más caro y blanco, donde la sangre se veía en todo su esplendor. La sangre y un brazo amputado en el parabrisas. ¡K JEBY! ¡A este se le terminaron los juegos del 5 contra 1 (las pajas, nenas).

-¿Pero es que le habían pasado todos los coches de la Gran Vía por encima, a este pobre desgraciado? -pregunté aunque nadie me supo responder.

Y entonces tres marikas que iban vestidas de Adolfo Domingas (porque la U se las veía a un kilómetro), y una rubia neumática que les acompañaban, chillaron desde la acera de enfrente en plan polifónico, señalando hacia un sitio cerca de la entrada a la calle Fuencarral. O sea, a tres metros de los pies del grupo donde yo estaba... y claro, todas bajamos la vista y gracias al piloto trasero de uno de los coches que había participado en el atropello, ¡¡¡vimos una cabeza amputada mirándonos!!! Y es que sólo nos podía ver, porque de la nariz para abajo, ¡¡¡no había más que asfalto!!! Aquel trozo de cabeza que nos miraba... era parte de la rubia que se había follado en el Lether y después en la sauna, mi vecino el bombero y violador de descansillos... ¡MANOLO!

No hará falta deciros ni certificar ante notario, que mi grito de terror fue el mejor de todos los allí lanzados.