martes, agosto 28, 2007

~3~ 4ª Temporada

En el capítulo anterior...

La directora de la residencia de ancianos, Roberta (la Muerta), tras meternos miedo con una historia terrorífica y dejarnos con un manojo de llaves, como si nos hubiera visto cada de Señora Danvers de Rebeca, y los nervios hechos un manojo, se largó en su coche dejándonos solitas, en aquella espantahorrible y silenciosa residencia.


Nada más volver al interior, cerré la puerta, pero sin pasar el cerrojo, porque en aquel manojo de llaves... ¡cualquiera sabía cual era la llave correcta!

-¿Y si entra alguien, Dolly? –preguntó Gigi inmediatamente al ver mis intenciones.
-¿Es que no has visto cine de terror últimamente, nena? Si nos quieren matar, lo más seguro es que el asesino ya esté aquí dentro, nena… y si el asesino es del más allá de Murcia, seguro que sabe atravesar paredes y todo eso. Además, nena, estamos en el Capítulo 3, y no creo que nos vayan a matar tan rápido.
-Pues la Hidro-nena se ventila sus temporadas con menos capítulos, tía.
-Ya, pero yo sigo respetando el formato de 35 capítulos por temporada, más el prólogo y el epílogo.
-Es que tú eres más profesional.
-Porsupuestísimo, nena; ea, vayamos a investigar la segunda planta…

Subimos las escaleras como dos gatas, casi de puntillas para no hacer ruido porque por pequeño que fuera en aquel lugar tan grande... el más mínimo ruido sonaría como a pedo de elefante; dejamos las mochilas en la habitación que nos habían adjudicado, así, de sopetón y sin dejarnos elegir… y deshicimos el camino mirando el resto de habitaciones que había en el pasillo.

Por lo general habían tres camas por habitación, con un armario empotrado en la pared con seis puertas, tres mesillas de noche, tres sillones con aspecto muy cómodo, pero que olían a culovieja que espantaba (o sea a naftalina), y un televisor pequeño de esos que están colgados de la pared, pero sin monedas, como los de los hospitales.

Hay que decir, que nuestra habitación era mucho más pequeña que todas las que vimos, y que además, sólo tenía dos camas y un armario. Así que supuse que estaba destinada a las enfermeras que cuidarían de las abuelitas… cuando hubo abuelitas, claro... y cuando hubo enfermeras, ¡¡¡claro!!!, porque de todas las que fueron, no sobrevivió ni una, nenas.

Gigi estaba demasiado callada… y por el rabillo del ojo, vi que iba repitiendo mis movimientos… hasta que llegamos a una habitación grande y rectangular, que era un baño enorme, con varios lavamanos y varias puertas con retretes y todo eso que suele haber en el interior de un baño común… bueno, el pestazo a lejía, no era muy común que digamos, porque olía, como para cogerse un colocón a lo Parakoika Gonsales. Así que entramos y salimos tapándonos las narices, y fuimos a entrar a la última puerta, que casualidades de la vida, estaba cerrada con llave.

-¡Vaya!
-Será el trastero –dijo Gigi.
-O un lugar perfecto para esconderse, si eres el asesino, nena –y comencé a meter una llave tras otra, hasta conseguir abrir la puerta y… -¡La enfermería, nena! –y entramos a cotillear.
-A mi siempre me ha gustado la profesión de enfermera, tía.
-Eso es porque no has visto El Exorcista 3, nena.
-¿Con enfermeras gomitando verde, tía?
-No, nena, ¡con un asesino de enfermeras! Vamos, corta el rollo y entra padentro, nena.

En la enfermería había una camilla y unos taburetes, y muchos muebles metálicos con puertas de cristal (los muebles metálicos no son NADA cools, nenas y además siempre están fríos), y muchos tubos de cosas, y botes de pastillas, y gasas, y vendas, y esparadrapo (rebautizado por Gigi como "espantatrapos", que sigo sin entender por qué se alegró tanto de ver "espantatrapos" en una enfermería), y botes de betadine, y entonces Gigi soltó una carcajada y me enseñó una cajita rectangular al grito de:

-¡Deberíamos hacer camisetas con este slogan, tía!
-¿¿¿Con SCHERING??? –pregunté yo.
-No, tía, con esto –y le dio la vuelta a la caja-. ¡¡¡Uso Rectal!!!

Y nos dio la risa a las dos, hasta quedar sentadas en los taburetes de la enfermería, cuando un ¡PLANCH!, nos cortó la carcajada en seco. Sonó igual que cuando tiras una bandeja metálica al suelo… y nosotras, que hasta ahora íbamos sin hacer ruido alguno, aquello nos sonó como si nos clavaran dos consoladores en las orejas. Uno por cada oreja, se entiende, ¡no los dos por la misma!

Le indiqué a Gigi con un dedo que no dijera ni pío, ya que la enfermería era la primera habitación del pasillo, y la que estaba más cerca de las escaleras de la planta inferior. En aquel estado de nervios y silencio, no me preguntéis por qué, recordé los violines y el solo de trompeta de la banda sonora de Zodiac… y así, en plan súper de misterio, me acerqué a la puerta y sin hacer apenas ruido, le di una vuelta al pestillo cerrándola por dentro.

Gigi, que se había quedado más tiesa en su butaca, que los perros de caza ingleses cuando huelen a un zorro, una zorra o a la Camila Parker, me miró cagadísima de miedo y comenzó a levantar la mano derecha y apuntó con el índice hacia mis pies. Más concretamente ¡MIS ZAPATOS! Y a mí, que la curiosidad me pierde, bajé la vista…

Alguien había encendido la luz del pasillo, eso pensé, porque un brillo así como verdoso, se colaba por debajo de la puerta… y aguanté la respiración para oír mejor. Que lo he visto en muchas pelis de terror, y de verdad que funciona, nenas. Pero no aguantéis la respiración durante mucho tiempo, ¿eh?

Como si fuera la primera marika que pisa la luna (pero sin la bandera del arco iris), me alejé de la puerta hasta donde estaba Gigi, como unos tres metros o así, moviéndome como Neil Gay Armstrong, súper despacito, y sin dejar de mirar aquella fluorescencia verdosa e intermitente… respiré un poquito, sobre todo, para no morir de asfixia en el capítulo 3 de ésta Cuarta Temporada de Desperate Housegays, colocándome detrás de Gigi y localizando alguna vía de escape de aquella habitación, que la había... una ventana rectangular altísima y estrecha. Gracias a Dior que tanto Gigi como yo tenemos un tipo ideal, que si no, fuera lo que fuera lo que estaba detrás de la puerta, nos devoraría el culo antes de conseguir salir por la ventana.

La fluorescencia fue mitigándose, hasta desaparecer y la enfermería se llenó de un olor asquerosísimo. Como a hojas secas en un día de primavera, después de que algún perro se cagara en ellas. Asqueroso de verdad, nenas. Y entonces, se oyó el suspiro. Un largo y agónico suspiro… de sexo indefinido, porque parecía ralentizado... y que terminó en un lamento cansino durante varios segundos.

Gigi se abrazó a mí dándome el susto del mes, y se echó a llorar súper histérica, pero en voz baja.

-¡Tía, que yo no quiero morir tan pronto! Y encima tú te vas a casar, y yo sigo soltera, y me conocerán en la blogsfera como ¡Gigi la Virgen!
-¿Y a ti qué coño te ha dao, nena? ¿Quieres bajar la voz?
-¡Qué triste, tía!
-¡Pero qué triste el qué, Gigi! –y la separé de mí, mientras ella se limpiaba las lágrimas.
-¿No lo has sentido?
-¿Sentir el qué? ¿Cómo me dejabas sin aire, nena?
-No, tía, ¿no me digas que no lo has sentido?
-¡Pero el qué, nena!
-Ay, tía, ¡como tristeza pero en cantidad!
-¿Qué?
-No me digas que no lo has sentido.
-No, nena, no he sentido nada, sólo el pestazo ese, pero… ¡pero Gigi! ¡Si estás temblando! ¿Qué te pasa, nena? –y se abrazó a mí y se echó a llorar como en esas pelis americanas, cuando la novia está en el altar y el novio no aparece-. ¡Gigi, nena! ¡Para de una vez…! Ya, ya, ea, ea, ea… que no ha pasado nada… ¡NENA, que me estás asustando mucho! ¡GIGI!

Asustada como me puse al ver a Gigi bajo tal ataque de ansiedad, y ya que estábamos en una enfermería, busqué algo para tranquilizarla, pero yo que soy fatal medicándome (y mediando a los demás ni os cuento), encontré unos ansiolíticos que en realidad eran varios: Clonazepam, Diazepam y Lorazepam, y como todos terminaban en ¡PAM!, pensé que nada como un ¡PAM! para que se tranquilizara, y le di uno a Gigi con un vasito de agua, pero ella que seguía igual de atacada, ¡se tomó cuatro ¡PAMS! más de esos, como si aquello fueran lacasitos, nenas!

-Gigi, que este blog va de marika-ficción de terror, ¡no de cómo una marika ayuda a su amiga marika a dejar las drogas, nena!
-Ay, tía que ha sido como muy jeby…
-¿Pero el qué, Gigi? ¡Yo no he sentido nada!
-¡Porque estabas andando como una astronauta, PUTAZA!
-Andaba así para no hacer ruido, nena… ¡pero bueno! NENA… que no terminas de tranquilizarte. ¿Qué coño te pasa, Gigi?
-Por unos minutos… -dijo limpiándose las lágrimas-, me he visto la persona más sola del mundo, tía.
-¿Cómo?
-Sí, tía, me ha dado como una “despresión” de esas…
-¿Una depresión?
-Sí, eso también. Me han dado las dos cosas a la vez, tía.

Intentaron forzar la puerta de la enfermería, y las dos chillamos de buena gana, porque aquel momentazo ¡bien se lo merecía! Y lo hiciemos, mejilla con mejilla, en el más puro estilo ABBA.

-¿Quién está ahí? –preguntó una voz cantidad de varonil desde el otro lado.

3 comentarios:

Naxo dijo...

Nena, yo tenía un perro de caza inglés que se ponía así tieso, y era muy glamouroso, pero luego veía una caca y se rebozaba en ella. Un jorror.
Y a continuación, un SPOILER:
Bruce Willis está muerto.
Joderos, putas
Y Rosario Fitis es un zombie, aunque sólo es una opinión.

Frank Palacios dijo...

Naxo-nena:
Eres pior que la Nicole Kidman en una zapatería, nena (investiga a ver qué hace la Kidman en una zapatería).

Y lo de la Fitis es una teoría tuya, nena, que todo el mundo sabe que los Zombies salen, y ella sigue sin salir... ¡JA!

Naxo dijo...

Nena, yo creo que ya es momento de saber de quién es esa voz tan varonil del otro lado de la puerta.
Así que... actualiza ya, HIJADELAGRANPUTA!

P.D: Un beso a todas las putazas que leen DH desde lugares donde no llegan ni los de Al filo de lo imposible, como pone en las stats. Tiene su mérito, porque no os debéis enterar de nada. ¿Te imaginas leer un relato de makica-terror en nepalí?