viernes, marzo 16, 2007

~28~ 3ª Temporada

En el capítulo anterior...

Hiperhorrorizada, rodeada por demonios y por la gigantesca bestia, que ya es como de la familia tras tantos capítulos sufriéndola, ¡pero no en silencio, nenas!, descubrí que el agua bendita tenía su efecto real, y con la cuarta monea de oro, aquella cosa me habló, telepáticamente… quiero decir, que aunque nos comunicáramos, mi terror no bajó ni un ápice. Es más, ahora estaba petrificada, delante de aquella boca.


Aquella cosa tenía ganas de cháchara, como suelen hacer los narcotraficantes o los policías corruptos al final de las películas, antes de que aparezca el bueno y le meta un tiro entre los ojos. Pero yo estaba sin pistola, ¡y aquel bichako no tenía ojos! Por lo menos a la vista.

-¿Quién sois “nos”? ¿Alguna asociación de esas que luchan por los derechos de los animales? –pregunté… porque no se me ocurrió otra cosa que decir, arrebujándome en el interior de mi cazadora de súper puta, que apestaba a gómitos, a quemado y que para más humedades, estaba empapada de agua bendita.

“nos”
-Vaya… así que sois NOS… ¿No On Sunday?
“nos”
-Ya nena, pero ¿NOS?
“nos” –y se acercó más a mí- “nnnooosss…”

Cerré los ojos, creyendo que tras esa palabra, me metería un bocado, pero no… no pasó nada, así que abrí un ojo… ¡y ahí estaba! Y se me escapó un gritito… conté hasta diez fresisuis, y respiré hondo, de lo que me arrepentí de inmediato, porque el aliento de la bestia era terrible, nenas.

-¿Y no hay una encargada? –dije finalmente. Hice memoria de todas las pelis de terror que había visto, y de las pornos gay de terror que también había visto, como aquella donde una marika que no follaba mucho, invocaba al diablo y le salió un negro 4X4 con un rabo más largo que los créditos de Ben Hur-. ¿Podría hablar con alguien de vosotros?
“nos…”
-Y dale… sí, con alguien de los NOS…

¿Quién puede estar muerto, en el infierno, y que no fuera peligroso para mi integridad física? Se me ocurrió por un momento en James Brown, pero claro, con tanto meneo del cadáver, ¡seguro que lo habían perdido en el infierno! Además, esto estaba transcurriendo en enero de 2006, ¡y sería un anacronismo, nenas!

¿Qué tal invocar… a… alguien que fuera lo bastante malo, para estar en el infierno, y que no me hiciera daño? ¡Horror, nenas! ¡Estaba en blanco! ¡Dolly! ¡Recuerda, estás en la Tercera Temporada de Desperate Housegays! ¡AGAPITA GONZÁLEZ!

-¡Agapita González! ¡MANIFIÉSTATE! –grité a pleno pulmón. Siempre quise guitar eso de ¡Manifiéstate! Como en las pelis de terror… aunque tiene muchísimo más glamour, el "¡LAS CORTINAS, DÓNDE ESTÁN LAS CORTINAS!", a lo Kidman en Los Otros, pero donde estaba no había cortinas, nenas.

Lo que sucedió entonces, sólo podrían haberlo hecho los de WETA, acostumbrados a hacer CGI de diseño; la bestia comenzó a vibrar y retrocedió, abriendo la boca hasta desencajar las mandíbulas lanzando un alarido terrible hacia arriba. Se hundió en el suelo mientras todo su cuerpo se daba la vuelta y una forma humana emergió de las entrañas; la piel de la bestia que se había plegado en el suelo, subió por las piernas perfectas y se fusionó con la carne pálida y lechosa, tiñendo zonas hasta dejar a aquello que había regurgitado, en la forma de una joven de veinte años, o así, con un traje de seda negra muy ceñido y vaporoso, hasta las rodillas, y con generoso escote; la muchacha, de melena negra hasta los hombros y ojos rubí, hizo un mohín y cerró los párpados sobre mí. Como si sintiera curiosidad. Como si me analizara.

-Agapita González, ¡SUPONGO! –dije yo en plan exploradora africana.
-¿Te conozco? –preguntó con una voz que PARA NADA tenía de femenina, y se cruzó de brazos, mientras que una ráfaga de ve-te-tú-a-sa-ver qué puerta se habían dejado abierta, hizo que el bajo de su vestido ondulara al igual que su melena.
-Pues no, nena, pero gracias a mí, que sepas que toda la blogsfera te conoce, y quieren saber qué coño es de ti…
-¿Por qué? –dijo igual de tiesa, de misteriosa, y de anime japonés, porque se le volvió a mover el cabello y el bajo de la falda.
-¿Puede ALGUIEN cerrar esa puerta, por FAGOR? –Dolly, tranquilízate, nena. No es el momento más propicio para perder los nervios. Hay que estar clara, despejada y soleada-. ¿Sabes quién soy?
-¿Debería?
-Pues sí, nena, porque yo y mi ego somos uno… y luego están mis fans, claro… y mira que les ha tocado leer un rato largo para ver qué coño pasa contigo, nena.
-¿Quieres acompañarme y comprobarlo? –me preguntó extendiendo la mano hacia mí.
-Pues no, nena, me encanta este lado. Ya sabes, el de los vivos. Los rabakos de los vivos; sé que la gente tiene que morir algún día, pero te puedo jurar, que este no es mi día, además, yo no moriré, porque como Diva, lo más seguro es que me convierta en Leyenda.
-En ese caso, ¿qué es lo que quieres saber? ¿Por qué me has llamado?
-Te he llamado, porque tú eres el Mcguffin de esta temporada, nena, a parte de porque estás muerta y todo eso… ¡y para ver una cara más agradable que la del bichako ese, coño!
-Ves lo que fui, no lo que soy ahora… ¿quieres ver lo que soy?
-No, no, no, no, nena, que así estás fantástica y súper ideal con ese vestidito salto de cama, además, ¡eres guapísima de la muerte, nena! No sé por qué, te imaginaba horrorosa. Bueno, no sólo yo, Gigi y varios más en este blog te imaginaban espantahorrible de la muerte lenta. Un Callo Malayo, nena. ¿Te dejan salir mucho tiempo?

A mi pregunta, Agapita pareció relajarse y me miró de otra forma, no en plan portera de discoteca de lesbianas... de mal rollito desafiante y todo eso.

-Tú me has invocado… tenemos una eternidad…
-Uis nena, pues yo sólo tengo un folio, porque son tres páginas por capítulo, Agapita, y estamos en el tercer folio con esta frase mía, nena…
-¿Y quieres perder este folio, diciendo tonterías?
-Es mi sino, nena, pero tranquila, que recapitulo en un plis plas, y me pongo mentalmente al día. A ver: ¿Por qué quieres matar a mi vecino?
-Me pertenece.
-No, nena, nadie pertenece a nadie. Él se fue de Murcia, y tú, a lo Charo Stone con el pica hielos, le seguiste a Madrid, nena. Luego te cargaste a uno por error, vale, y terminaste enamorada de un satanista, que estaba mal de la cabeza, y te merió en sus fiestas y esas cosas. Así que Manolo no es que te importara mucho, ¡digo yo!
-Estamos hechos el uno para el otro…
-¡JAjeJIjoJU! Si supieras la de veces que me he visto diciendo esa frase, y al otro día arrepentirme, fijo que te daba algo. Además nena, y no te ofendas… ¿qué coño te vas a ofender? ¡Si estás muerta, coño! ¿Pero qué hago discutiendo con una muerta? Manolo es bisexual, nena. Por mucho que le quieras, llegará un momento, que la cabra tire al monte, ¡y se la folle José María Pou! Y es que a Manolo también le van los tíos, detalle que se te escapó cuando vivíais en Murcia.
-Esos son fáciles de eliminar…
-Claro, empujándolos al tráfico de la Gran Vía para que mueran atropellados, ¿me equivoco?
-Es una forma de decirlo.
-No, nena... es una forma de hacerlo… que es lo que haces. ¡Asesina del más allá!
-¡Me juró amor incondicional! –gritó enfurecida los ojos avivaron el brillo escarlata.
-¡Fue una expresión! ¡Una frase hecha!
-¡Hicimos un pacto de sangre!
-¿Pero estabais sonados o qué? ¿Tú no sabes la de cosas que se te pueden meter por la sangre? ¡HASTA EL COLESTEROL!
-Nos pertenecemos… y tendrá que amarme lo quiera o no, porque nadie podrá amarlo y seguir vivo.
-¡Eres peor que las concursantas de Gran Hermano, nena! Peor que la Milá, que dijo que meaba en la ducha y que no hay nada mejor como “defecar en el mar”. Eres una guarra, nena.
-Al final, será mío…
-Tengo tu diario, sé lo que has hecho y sé lo que harás… y se lo voy a contar todo a Manolo y a Jessica, que ella sí que lo quiere mucho y está sufriendo mucho por él.
-¿Le contarás también a Jessica, que a Manolo le gustan los hombres? ¿Cómo le sentará eso a la po-bre-ci-ta Jessica? –dijo con sorna y muy mala baba. Claro, como estaba en el infierno, tenía que se cabrona y más lista que el hambre.
-Pues se lo diré ¡con mucho tacto!
-Será mejor que lo hagas pronto… antes de que me ocupe de ella.
-¿Ocuparte de ella? –y sentí terror por esa pobre chica, que había confiado sus penas, a un vecino marinita que conocía de poco (o sea, yo, nenas), por culpa del amor que tenía hacia Manolo el bombero-. A ella ni tocarla, ¿entendido?
-Tiempo al tiempo… ya desconfía de él… le está perdiendo… y cuando eso se intensifique, será toda mía.
-¡HIJADELAGRANPUTA!
-Y tú… apártate de mi camino, o lo lamentarás…

Y el fantasma, aparición o lo que fuera lo que antes había sido Agapita González, intentó abalanzarse sobre mí, con las manos crispadas y chillando de forma sobrenatural, pero se esfumó en el aire; no llegó a tocarme. Se desvaneció en un gas brillante, como de purpurina, dejándome en aquel espantoso lugar, a oscuras y con todos los huesos del cuerpo temblando del miedo.

Luego oí los pasos. Pisadas numerosas y chorros de luz en todas direcciones. Conos de luz de varias linternas y mensajes por walkie-talkies. Hasta la Bossini escoñada, y con alguna pierna rota, gritó varias veces pidiendo ayuda y auxilio. ¡Qué vulgaridad! Las Divas no gritamos eso. Como somos Divas, nos tienen que salvar y punto, muchísimo antes que aquello de "las mujeres y los niños primero". ¡A ver si cambian la frase tópica esa! ¡LAS DIVAS PRIMERO!

Pero aquel lugar era tan jodidamente grande, que hasta que me encontraran podrían emitir cinco temporadas de Lost, y yo seguiría ¡LOST!, así que... sacando fuerzas de no sé dónde, me levanté y caminé hacia las luces, medio entumecida, medio “empanicada”, hasta que alguien me gritó.

-¡ALTO!
-¡Tampoco te pases, nena, uno setenta y seis es casi la media de un españolito normal!
-¡MANOS ARRIBA!
-¡No se preocupe! –dijo una voz familiar-. Le conozco…

Yo seguía ciega, confusa, con la cabeza completamente trastocada y tardé en reconocer aquel rostro detrás de la luz de la linterna, acercándose hacia mí.

-¿Dolly? –preguntó en voz baja-. ¿Te encuentras bien?
-¿Encontrarme bien? –y le abracé-. No, claro que no me encuentro bien –y me vi llorando en brazos de Bruno-. No me encuentro bien… la quiere matar, Bruno. Va a por ella… va a matar a Jessica...

Creí que iba a caer al suelo. No tenía fuerzas ni para respirar… pero Bruno me sostuvo. Me apretó contra él, y me susurró algo al oído que no entendí, por estar llorando de desesperación e impotencia… pero sentí el calor de su cuello y la fuerza de sus manos que no querían soltarme.

2 comentarios:

Hidroboy dijo...

¡BRUNO!

¡¡¡¡HA VUELTO BRUNO!!!!

Frank Palacios dijo...

Sí, nena, pero si te ha sorprendido, ¡imagínate a mí! Que ya le hacía buscando piso en ¡MURCIA!


¿¿¿CÓMO ACABARÁ TODO ESTO???