sábado, abril 22, 2006

~26~ 2ª Temporada

En el capítulo anterior...

Que habéis leído hasta memorizarlo porque… veréis: me dio el punto y me largué unos días de Semana Santa (donde se podría sacar material para una 4ª Temporada de Desperate Housegays, porque la 3ª ya la tengo), así que por eso estaba missing, no porque el cura vampiro volador me hubiera matado, nenas, aunque casi, porque ¡¡¡me cogió del pescuezo y me metió bajo el agua!!!

Me revolví bajo las gélidas aguas como la Salma Hayek en Abierto al Amanecer con aquella boa enorme y asquerosísima, que la muy puta pensó que era de mentirijilla, y por eso no se puso a chillar como una histérica en unas fiestas populares, de esas donde corren sobre brasas y terminan follando al lado del corral de las cabras.

El cura no era de mentirijillas, el agua que no paraba de entrar en la iglesia sumergida, estaba fría como las tetas de una bruja, y encima… no paraba de tragar y tragar agua de aquella, ¡si no hacía algo para salvarme a mi misma!

Para más tensión, bajo el agua oía perfectamente los berridos de la gente que flotaba arriba, y algo parecido a cañonazos, y supuse que eran provocados por trozos de la iglesia que comenzaba a desmembrarse y caer sobre nuestras cabezas. Bueno, sobre los que tenían sus cabezas fuera del agua, porque yo seguía bajo ella. ¡Ahogándome! ¡HELP! Que dirían las de Bananarama.

Algo me golpeó por encima, y noté cómo la zarpa que me había echado aquel tarado de cura, cedía, y le pegué un bocado entre el índice y el anular, en ese trocito de carne que duele horrores, y si te cortas con un cuchillo de cocina, ¡ni te cuento, nena!, y pateé para volver a salir a la superficie, pero algo me obstaculizaba la salida. Algo que chapoteaba y manoteaba sobre mí, sin darse cuenta de que me estaba dando con las rodillas en la cabeza.

Eso sólo podía ser una cosa: ¡¡¡alguien le estaba dando la paliza del siglo a aquel cabrón de cura!!!

Buceé, sin aire en los pulmones y sin poder ver nada bajo el agua, para alejarme dos o tres metros y salí a la superficie, justo en el instante en que un travesaño de madera gemía sobre mí, se soltaba de los engarces y caía al ladito, haciéndome gritar, aunque tosí antes, porque me estaba ahogando, nenas, pero después, en cuanto recuperé aire, ¡sí que chillé del susto!

-¿Estoy viva? ¡Estoy viva! ¡ESTOY VIVA! –dije con los dientes repiqueteándome del frío, con la adrenalina disparada, y sin parar de mover los pies. ¡El agua había subido una barbaridad! Cubría por encima de las ventanas, y las cúpulas del techo estaban más cercas que minutos antes... días desde el último capítulo publicado, lo sé, pero os jodéis que me fui de Semana Santa y vosotras no, ¡JARL!-. ¡GIGI! –la llamé a voces, porque pese a que había poca luz, el altar mayor había desaparecido bajo las aguas, y allí no estaba Gigi-. ¡¡¡GIGIIII!!!

Una sacudida de aire frío, un aire más frío aún y extraño, que olía a hojas secas y que hasta cierto punto se me antojó empalagoso, detuvo todos los ruidos de destrucción de la iglesia, los ralentizó hasta frenarlos… como cuando en Matrix se quedan todas paradas en plan COOLS y suena una música estridente de trompetas. Aquí, no nos alegraron con música estridente de trompetas, sino con ese silencio cavernoso, que digitalizó los gritos de terror de todos, hasta hacerlos sonar metálicos, como ese tema que suele haber en todos los discos de Marilyn Manson, donde canta como pasado de rosca, por una pinza de la ropa en los testículos. ¡Que alguien le quite esa pinza al Manson para que deje de sufir, por Dior!

Yo por mi parte, sentí un asco tremendo al notarme nadando como en mermelada, porque ahora la textura del agua era gelatinosa como la mermelada ¡Si por lo menos hubiera alguien que luego me la chupara! ¡¡¡Vale!!! Pero allí no había nadie dispuesto a rechupetearme, y que conste que mis fantasías sexuales las practico con nata en spray y light, no con mermelada, porque como todas sabemos, la mermelada empalaga, nenas. Y si es la de ciruelas, puedes estar cagándote viva hasta el Final de los Días con Arnoldo Sofenjaker y todo.

-¡Qué es ésto! -chillé y me estuve quieta. No hacía falta nadar para mantenerse a flote, porque ya flotaba en aquella especie de agua súper gelatinosa mermeladesca.
-¡DOLLY! –oí chillar sobre mi cabeza, y me di cuenta de que aquella voz también sonaba distorsionada, como la mía. Cavernosa y como con un efecto de sonido a lo láser de Star Wars.
-¡Gigi! –dije al reconocerla, y cogí aire para chillar un-. ¡¡¡QUÉ JEBY, NEEENAAA!!!

Gigi flotaba a pocos metros de mí, con el cura vampiro volador, agarrándole del cuello. ¡Había sido Gigi quien salió a salvarme de las manos de ese desgraciado, que ahora la tenía cogida por el cuello, y la elevaba sobre las aguas coaguladas en si mismas, por ve-te-tú-a-sa-ber-qué mamarrachada o conjuro Matrix, que había soltado el cura vampiro volador.

-¡Aguanta, Gigi!
-¡Pa qué! –dijo ella asustadísima- ¡Si ya me tiene bien aguantada por el cuello, y no me suelta!

¿Conocéis esa sensación de correr entre las olas de la playa, cuando están rompiendo en la orilla? ¿Cómo que no? ¡Si hasta las marikas que nunca se han mojado los huevos en una playa de verdad la conocen, neeenaaas! ¡Ea, echadle imaginación, coño! Que no voy a ser yo la única marika del mundo con imaginación, ¿no?

Con esa misma sensación, conseguí escaparme del agua me que llegaba hasta el cuello, y saqué el cuerpo por encima, mientras me chorreaba la gelatina en la que se había convertido, pero, conseguí salir de ella y gateando, pero gateando rápido, porque aunque el agua se había convertido en una gelatina espesa, seguía manteniendo la fuerza de antes de coagularse… con lo que gatear sobre esas aguas, era como intentar salir a la orilla en una playa donde no paran de haber olas y más olas… Un efecto de ser arrastrada todo el tiempo.

Pero me mantuve firme (como si no me conocieran, ¡JARL!), y gateé todo lo rápido que pude hasta Gigi, porque claro, si dejaba de gatear, me iba hundiendo poquito a poquito otra vez, en el agua gelatinosa y… ¡si me tragué la jodida Titánic, no quería ver nada más hundiéndose para el resto de mi vida! Bueno, si es algo que se hunde, en una peli porno, eso es otra cosa, nenas.

-¡Gigi, ya casi estoy! ¡Aguanta, neeenaaa...!
-¡TÍA, QUÉ JEBY! –chilló Gigi mientras el cura la intentaba asfixiar, y ella le arañaba la cara o lo intentaba-. ¡Estás andando sobre el agua... como Jesucristo, tía!
-¡Nena, no hagas coñas de esas… que estamos en una iglesia, coño! ¡No vaya a ser que empeores más las cosas, nena!
-¿Pero tú te has visto, tía?
-Me encantaría verme, pero una que yo me sé, ¡tiró mi cámara de fotos al puto lago en el que estamos sumergidas, Gigi! ¡Y como no cierres el pico, tía puta, no será ese tarado quien te mate: SERÉ YO MISMA!

Y al decir esto, salté sobre Gigi y me agarré a sus pies.

-¡DOLLY! –chilló ella súper fuerte-. ¡Vas a conseguir que éste me mate! ¡Me estoy ahogando, tía!

Claro, porque el cura vampiro volador la tenía cogida con las dos manos del cuello, y yo colgaba de las rodillas de Gigi… pero mi objetivo no era ella, era el cabrón que tenía al lado. Alargué el brazo, pringoso del agua gelatinosa, y me agarré de lo que supuse eran los huevos de aquel tipo, porque todo su cuerpo estaba envuelto en una transparencia oscura, como esas que se ponen las tías para ocultar los michelines. COn una mano me agarré de él, y con la otra le restrujé sus partes con la rabia de hacer zumo de naranjas... y el cura aulló como un lobo.

Dejé de agarrarme de Gigi, y ahora colgaba del paquete de aquel desgraciado que nos tenía hechizadas a todas, y que no era Ricky Martin ¡Qué más quisiera! ¡Estar yo viviendo la vida…! ¡¡¡LOKA!!!

-¡EL INFIERNO SE ABRIÓ!

Ladró aquel tipejo al que me seguía agarrando, cuando soltó a Gigi y ésta cayó súper despacito, pero chillando a velocidad normal, sobre las aguas mermelada de abajo. Sin soltarme, y ayudándome de los pies, me agarré más a él, a hábito que levaba puesto y tiré de él hacia atrás, o sea, hacia abajo, para arrastrarle en mi caída, porque lo cierto era ¡¡¡que me estaba escurriendo, neeenaaaas!!!

Oí un CHOFFFSSSSHHH!!! A mis pies, y deduje que era la Gigi que había caído en el agua, cuando un zumbido grave me dejó medio sorda, y toda la humedad que tenía se licuó rapidísimamente, y volví a sentir la gravedad al escurrirme por completo y caer al agua. ¡¡¡Volvía a ser agua, agua normal!!!

Pero ocurrió algo más que ninguno de los que estábamos allí, podíamos imaginar, porque claro, estábamos tan acojonados, que nadie tenía lucidez suficiente para explicar qué coño fue lo que pasó en esos segundos donde yo caí al agua, dentro de un remolino de burbujas que me expulsaban hacia arriba, haciéndome girar de forma alocada.

No pude ver absolutamente nada, pero sí oír el GLOGLOGLOGLO mareante y furioso que duró un buen rato, mientras se me agotaba el oxígeno de los pulmones, y no conseguía sacar la cabeza a la superficie hasta que por fin, girando como un trompo, manoteando entre la furia del agua, y algo más... que pueda sonar como épico y cool, conseguí sacar la cabeza fuera del agua y casi salto por encima de ella, como una de esas putas sirenas que salían al final de Las Crónicas de Narnia.

¡¡¡AIRE FRESCO!!!

Inspiré todo lo que pude, y el sol del cielo despejado me dejó medio ciega, antes de que me sintiera arrastrada hacia abajo, como si quitaran el tapón del desagüe del lago y nos succionara a todos. ¡Estábamos dentro de un enorme remolino espoumoso de agua! Y pensé en todos, porque si yo había sobrevivido a lo que fuera, imaginé que el resto de personas que estaban conmigo en la iglesia sumergida, también habrían salido a la superficie.

¡Sí, nenas! ¡Estaba en la superficie, pero en la superficie de verdad, en medio del lago Takami, que desde este día sería conocido como el lago de Los Cojones. Porque hasta los Cojones estábamos todos los que flotábamos, después del pánico y la situación de megapeligro que habíamos vivido.

-¡GIGI! –chillé mientras el remolino comenzaba a disolverse y las aguas a estancarse, como suelen estar siempre las aguas de un lago-. ¡Gigi!

Me limpié la cara de tanta agua, e intenté reconocer a alguien. A mi alrededor flotaban muchos trozos de madera, y veía cabezas próximas y otras más lejanas. Me asusté al reconocer a la parejita del Greenpeace, porque claro, con lo melenudos que eran, al estar empapados, parecían dos chiguacas después del centrifugado.

Todos comenzaron a pedir ayuda y auxilio, pero yo no, porque a parte del frío que tenía, ¡estaba viva! Y eso era lo que importaba. Roté sobre el agua hasta ver el embarcadero del que Gigi y yo habíamos salido horas antes, y vi a un grupo de gente allí, arremolinado, y dos botes de goma con motor, dirigiéndose hacia donde estábamos. ¡Nos iban a rescatar!

En ese momento comprendí la magnitud de… fuera lo que fuera, en lo que me encontraba metida. Decenas de personas, agarrándose a los maderos que flotaban, movían las manos pidiendo ayuda, y también lo hacían a gritos. Muchos de ellos, eran personas mayores, y esperé que supieran nadar, y no se fueran a ahogar ahora que habían escapado del influjo de aquel cura vampiro volador, que los tenía retenidos a todos en el interior de la iglesia sumergida. Pero… me faltaba alguien.

-¡¡¡GIGI!!!

2 comentarios:

Hidroboy dijo...

¡¡¡GIGIIIIIII!!!

¡¡¡A MI GIGI NO LE PUEDE PASAR NADA DOLLY!!!

¡¡¡MARGULLE Y SÁLVALA COÑO!!!

Hidroboy dijo...

Nena, este también me lo sé de memoria ya ¿eh?