sábado, mayo 05, 2007

~33~ 3ª Temporada

En el capítulo anterior...

Conseguí hacerme con el volante de la ambulancia, pero la que tenía el tacón en el pedal del acelerador era Amanda, la compañera del trabajo de Jessica, poseída por el espíritu demoníaco de Agapita González, e íbamos directas a estrellarnos contra la fuente de la Cibeles. Ah, olvidaba decir, que nos llevamos por delante a un motorista de SEUR. Tenía que morir alguien, ¿no? ¡Pues ya está!


-¡FRENA! –grité mientras giraba el volante hacia la derecha, para no terminar empotrada con ambulancia incluida, en todo el coño de la estatua de la Diosa Cibeles, pero Amanda, que estaba más posesa que nunca (porque ya llevaba varios capítulos en este estado), maniobraba hacia la izquierda-. ¡No dejaré que nos estrellemos contra la Cibeles, como esas putas de Tamara y Loli Álvarez! ¡NO EN MI BLOG, PUTA!

Luché y le propiné un codazo en toda las napias, consiguiendo hacerme con el volante mientras la otra lanzaba un berrido súper raro, porque comenzó como un aullido animal, y terminó a grito de giri, porque no olvidemos, que Amanda es una giri.

Como girar a la derecha me venía tal que fatal y porque además la ambulancia cogería más y más velocidad, lo que hice fue rodear la fuente, pasando muy cerca de la fila de autobuses y seguí recta hacia la Puerta de Alcalá, porque era una pendiente y porque pensé: con suerte está esa zorra de Ana Belén que no soporto, recién salida de su última liposucción e inyecciones de botox, cantando lo del “Mírala, mírala, mírala…” y le pasamos por encima.

Pero no, nenas, no estaba Ana Belén, ni Víctor Manuel, y tampoco estaba Pilar Bardem, porque como bien sabemos, donde hay un socialista, ¡ahí está Pilar Bardem dando por culo! Algunos dicen, que hasta en la rosa del PSOE, como si se tratara de una cara de Bélmez, se está formando los rasgos de Pilar Bardem; pero como digo, no ¡estaban ninguno de los tres!

Intentando no pasarle por encima a ninguno de los peatones que cruzaban en ese momento, Amanda comenzó a berrear de forma psicótica (si se escribe con “p” antes, suena como de más sicótico), y frenó hasta el fondo, y yo salí disparada contra el cristal del parabrisas dándome un buen mamporro en la frente, antes de gritar al ver la entrada al Parque del Retiro y las barreras de hierro que hay para separar la vía de la acera. Los neumáticos chillaron más que yo, y nos empotramos como un cohete contra ellas.

Tras el primer guantazo, salí despedida hacia atrás, y crucé los dedos esperando que Gigi me detuviera, ¡pero no estaba Gigi! Caí sobre la camilla, golpeé con la cabeza las puertas traseras y salí despedida hacia el exterior.

-¡MIERDAAA…!!! –fue lo primero que grité, impropio de una Diva, lo sé, pero es que ahora iba cuesta abajo, acostada en una camilla que iba a una Velocidad Terminal y sin cuenta kilómetros, con todo el tráfico de Madrid corriendo a mi encuentro.

El primer coche, que era de policía, hizo una cosa rarísima (rarísima, desde donde yo estaba situada), porque iba cuesta abajo y no con los pies por delante, sino, ¡con la cabeza por delante! Así que tenía que doblar el cuello para poder ver contra qué me iba a estrellar… y para más INRI, notaba que iba ganando ¡más y más velocidad!

-¡Voy a morir! ¡Voy a morir! ¡Esta aventura se terminará en el capítulo 33! ¡Como la vida de Jesucristo! ¡HUALA, NENA QUÉ JEBY! ¡Dan Brown escribirá un libro de mi vida, buscando el código de mi muerte…!

Cerré los ojos esperando que el tránsito hacia al más allá, fuera rápido, indoloro y a ser posible, que no manchara mucho. No hay nada peor, que luego la policía le enseñe a tu madre una serie de fotos donde su hijo, antes conocido como Dolly Partos, La Diva, apareciera desmembrado en medio de una ciénaga de sangre y vísceras, como si se tratara de un personaje secundario de Hostel.

Oí claxons a ambos lados, porque ya me daba por muerta, y porque tenía los ojos cerrados, con las manitas sobre el pecho para que no terminaran una en la Plaza de Colón, y la otra haciéndole un finger a la Cibeles. Si moría, quería que todas las partes de mi cuerpo estuvieran juntas. Choqué contra algo. Todos los metales y tornillos de la camilla se quejaron, como cuando una vieja sin dientes intenta comerse una loncha de jamón de bellota, y las encías desdentadas hacen ¡ÑIIIIiiiIIIQUIS!

Me sentí ingrávida, olí a flores y de repente, un chapuzón y un dolor de cojones en la espalda, como una descarga eléctrica, que me hizo salir del agua y quedar de pié, mirando hacia la Puerta de Alcalá, donde todo el tráfico se había detenido y los coches se habían apartado a los lados, como para… ¡¡¡dejarme pasar sin ser atropellada!!!

¡¡¡Estaba dentro de la fuente de la Cibeles!!! ¡¡¡VIVA!!! Miré a los lados, y vi la espalda de la Cibeles, porque si no lo sabes, está dando la espalda a la Puerta de Alcalá. Y tenía un chorro de agua al lado que me empapaba más de lo que ya estaba.

-No te levantes, nena, que creo que estoy bien –le dije a la Diosa Cibeles, sentada ella en su carro, y di gracias a Dior por haberme estrellado en el mes de Enero, que es cuando tienen la fuente llenita de agua, porque me llega a pasar esto en verano ¡y como cemento hasta cagar ladrillos, neeenaaa!

Salté como pude de la fuente hacia la parte de flores (que sí, las pisé, putas ecologistas, pero era mi vida o un ramillete de margaritas), y me puse a correr como una loca hacia la Puerta de Alcalá, deshaciendo el camino que había hecho montada en una camilla y cuesta abajo, mientras unos policías parecían controlar el caos circulatorio, y los conductores de los coches que me habían esquivado, bajaban de sus vehículos cagados del susto de haber estado a punto de atropellar a una marika montada en una camilla de ambulancia que no paraba de berrear.

Para dar menos el cante, me metí por la acera y seguí corriendo esperando que se me secara la ropa, que no fue así, y esperando que como estaba en el final de La Tercera Temporada de Desperate Housegays, me casara menos, que tampoco fue así, porque estaba cansadísima, y la gente se apartaba de mí al verme correr, y los que estaban en la vía, creo que me llamaban a voces, porque no miré. ¡Tenía que llegar a la ambulancia, fuera como fuera! Esa golfa de Agapita tenía a Gigi y a Jessica.

Al llegar a la altura del kiosco, muerta de cansancio y sin aliento, vi que unas turistas me apuntaban con sus cámaras, y levanté una mano, para que no sacaran fotos. ¡No! ¡FOTOS NO! Hasta que no me arreglara el pelo y adoptara una pose estándar de Diva, claro. Sonreí, y pude ver cómo hasta salía el flash de sus cámaras.

¿Un flash? ¿En pleno día?

Levanté la cabeza y vi cómo el cielo se iba cubriendo de forma muy rara y a gran velocidad de nubes grises. Como en esas obras de teatro cutres de fin de curso, donde cae un telón pintado y listo, ya están en otro decorado: una campiña, una casa gótica, etc…

Dejé de posar y llamé a gritos a Gigi, cuando la vi saliendo del interior de la ambulancia, ayudada por gente que estaba en la entrada del Parque del Retiro… ¡y también vi que salía Jessica, aún conmocionada, pero despierta!

-¡GIGI! –grité, pero creo que sólo lo oí yo, porque no tenía ni aliento ni voz para gritar.
-¡DOLLY! –gritó Gigi, que me vio, claro. Y es que a mi me ven desde la Estación Espacial, nenas.

Llegué a su lado, vi que estaba bien, comprobé que Jessica estaba saliendo de su vahído que le había dado al ser secuestrada por una compañera de trabajo, que a su vez estaba poseída por el espíritu demoníaco de su hermana muerta… (si te has perdido a estas alturas del relato, nena, tienes 32 capítulos que releerte, porque NO TE VOY A HACER UN RESUMEN, ¡PUTA!).

-¿Estáis bien? ¿ESTÁIS BIEN?
-Sí, tía –dijo Gigi mirándome de forma rara.
-¡¿SEGURO QUE ESTÁIS BIEN?!
-¡Que sí, tía! ¿Y a ti qué coño te pasa?
-¡Que casi muero atropellada por conducir en una camilla de ambulancia o incrustada en el culo de la Cibeles, Gigi! –e intenté tranquilizarme-. ¿Y la poseída?
-¡Echó a correr hacia el Retiro!
-¿Al parque?
-Claro, tía, al Retiro…
-¿Y para qué se ha ido al Retiro? Gigi, llevo varios capítulos en una mega persecución, estamos en el capítulo 33, he estado a punto de morir varias veces y ésta es la página tres del Word. ¡Este capítulo se está acabando!
-¡Y a mí qué coño me cuentas, tía! ¡Es tu blog! ¡No el mío!

Corrí hacia la parte delantera de la ambulancia y vi el asiento del conductor vacío… y ante mí… la entrada al Retiro. Dos truenos le dieron más mal rollo a aquella visión.

-Dolly –oí que dijo Jessica a mi espalda-. No vayas.
-Tía, tengo que hacerlo –y un trueno en THX estalló sobre nuestras cabezas, obligándonos a mirar hacia arriba.
-Parece que va a llover –dijo Gigi.
-Es imposible que la encuentres… -puntualizó Jessica-. Déjala marchar…
-Nena, las cosas en mi blog, no pasan así porque sí. Que se cubra el cielo de Madrid a estas horas, tampoco pasa así porque sí. Y es tu hermana, la que está poseyendo cuerpos y matando a gente porque… porque… -casi meto la pata y se lo cuento todo a Jessica, nenas.
-Porque resulta que Manolo, tu novio, es bisexual, y tu hermanita fallecida, hizo un pacto de sangre con él, y tío o tía que se folle Manolo, aparece el demonio de tu hermana y los mata.



Os juro, nenas, que si llego a tener un hacha en las manos, le hubiera cortado la lengua a Gigi.

Jessica se quedó medio shockeada… y varios truenos restallaron en las nubes que habían sobre nuestras cabezas… y comenzó a llover a cántaros. Primero fueron unas gotitas de nada, pero luego calló agua a mares… lluvia, que ocultó las lágrimas de dolor y sorpresa de Jessica.

-Tú… ¿sabías todo esto? –me preguntó, intentando conservar la calma.
-Casi… desde el epílogo de la temporada anterior, cuando Gigi encontró el Diario de tu hermana.
-El diario se escribe sólo, tía… -puntualizó Gigi-. Como por arte de magia…

Un rayo cayó a diez metros de nosotros, haciendo saltar la cabeza de la figura que está en la esquina más próxima a nosotros, en lo alto de la Puerta de Alcalá, y sus cascotes cayeron a la vía.

-Ese pacto de sangre que hizo con Manolo, es lo que le ha devuelto la vida al espíritu de tu hermana, Jessica, además de… de juntarse con malas compañías.
-Sí, porque también se metió con unos de una secta satánica que eran súper satánicos y tienen un bar de jebys.
-Gigi, vale ya…
-¿En una secta?

Oímos sirenas y os vais a quedar muertas al leer esto, nenas, pero de las sirenas que escuchamos, unas pertenecían a los coches de policía que llegaron hasta allí, y otras… ¡a un coche de bomberos!

No esperé a ver si de él bajaba Manolo del coche de bomberos, nenas, no tenía tiempo para eso. Sólo tenía dos capítulos para terminar la Tercera Temporada de Desperate Housegays, y la puta de Agapita González, estaba perdida en el Parque del Retiro… ¿o quizá no estaba tan perdida como se podría imaginar…?

-No puede ser tan simple… -dije en voz baja, pero aún así, Gigi y Jessica me oyeron decirlo.
-¿El qué?
-¡No puede ser tan simple! –y me flipé a mí misma con lo inteligentísima que era-. ¡Quedaros aquí! ¡NO ENTRÉIS EN EL PARQUE! ¡NO-EN-TRÉIS!
-¡Pero, Dolly!

Varios rayos y truenos estallaron sobre nuestras cabezas, y serpientes eléctricas impactaron contra las verjas metálicas de la entrada del Parque del Retiro, como si de una advertencia del más allá se tratara. Una advertencia de: NO PASES, PUTA.

Me detuve unos segundos, cagada hasta el tuétano del miedo, bajo una cortina de lluvia terrible, mirando hacia el interior del Parque del Retiro.

Si hay algo que hace único, especial y diferente al Parque del Retiro, del resto de los parques que hay en el mundo, es por ser el único parque en todo el planeta Tierra, que tiene una estatua dedicada al Ángel caído… ¡AL DIABLO, NEEENAAASSS!

Eché a correr hacia el interior del parque, cuando las dos cancelas se movieron solas para cerrarse delante de mis narices, pero conseguí pasar antes de que lo hicieran, y un rayo o varios, cayeron sobre ella y fundieron el metal, para que nada ni nadie, entrara o saliera del parque.

1 comentario:

Hidroboy dijo...

¡¡¡ESTÁS ATRAPADA!!!

¡¡¡¡¡VAS A MORIIIIIIIIR!!!!!

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