En el capítulo anterior...
Tras despedir a la Hidro y a la Naxa de esta Temporada, porque éramos demasiadas marikas juntas yendo a los mismos sitios, y así, no había forma de que la trama avanzara, me quedé con Gigi y decidimos regresar a la habitación donde habíamos escapado por los pelos del SER, a recuperar aquel cachivache roto.
Era extraño que tras todo el alboroto, mis gritos... y el helicóptero que se llevó a la Hidro y a la Naxa, se respiraba demasiada tranquilidad dentro de la residencia Esperanzador Atardecer.
-Será porque los abuelitos tienen un sueño profundo.
-¿Y tú cómo sabes lo que estaba pensando, nena?
-¡Pues porque lo acabo de leer tres líneas más arriba, tía!
-Jo, nena, tengo que conseguir en los futuros capítulos, que este falso directo no suene tan ¡FALSO!
-Shhh! –dijo la Gigi con cara de cague mirando hacia donde terminaban las escaleras que subíamos.
Aguantamos dos segundos… y no se oyó nada.
-¿Qué has oído, nena?
-Si en la planta de arriba no hay nadie, supongo que NADA.
-Ay, Gigi, no hagas ese tipo de cosas que me asustas…
-¿Y me lo dices a mí? ¿Sabes cómo me siento, tía? Como Diane Lane en Rastro Oculto.
-¿VIEJA?
-No, tía, vieja no…
-¡Pues anda que no aparenta vieja en esa película!, con una actriz que hace de su madre y que parece 20 años más joven que ella, neeenaaa.
-Pues mira, en eso no me fijé. A mí me pareció más que tenía cara de bollera.
-Sí, nena, ¡de Madre Bollera! ¿Y se puede saber a santo de qué te ha recordado esa película?
-¡Coño, tía! ¡Pues porque te has puesto la banda sonora de Christopher Young para escribir este capítulo, tía!
-Es que es súper ideal para subir escaleras en plan misterio, nena…
Continuamos subiendo las escaleras hasta llegar al pasillo. No se oía nada, y nuestras pisadas volvían ha hacer ese ruidito tan desagradable sobre las baldosas del suelo súper limpias y brillantes.
-¿Y si paramos un segundo, entramos en la farmacia y nos tomamos algo para tranquilizarnos?
-No, Gigi, que no es momento para colocarse, nena.
-Jo, va, sólo un poquito, tía…
Tozuda como una mula y con aquella cara de pena que me puso, no pude más que acceder a su petición. Entré en la farmacia y volví a salir poniéndole una pastilla en la mano.
-¿UNA ASPIRINA? –dijo con un falsete-. ¿A esto llamas tú algo para tranquilizarte?
-Sí, nena, y me temo que va a ser para mí, porque entre tú, la Hidro y la Naxa tengo la cabeza con palpitaciones –y ella me miró de forma rara-. Palpitaciones en las sienes, nena. A ver si vas a pensar que se me va a poner a bombear la cabeza de un momento a otro.
-Viniendo de ti, ¡cualquier cosa, tía!
-Anda, tira pa’lante, nena…
-¿Sabes lo que me haría falta en este momento? Papel de bolitas. Para explotarlas. Me ayuda a tranquilizarme.
-Uis, pues si fuera por mí, me pedirá una buena polla, que también me tranquiliza una barbaridad –dije cuando llegamos a la puerta destrozada, donde minutos y capítulo anteriores, habíamos luchado contra El Mal Absoluto y el SER.
-Menudo estropicio, tía…
-No perdamos el tiempo tentando a la suerte, y busquemos la cajita esa.
-¿Cómo es?
-Pues con pompones color lila, de forma triangular, con algo parecido a una guirnalda verde rodeándola. ¡GIGI! ¿Cómo coño va a ser una caja? ¡CUADRADA, nena, CUADRADA! ¡STOP! –dije separando las manos del cuerpo para que Gigi no la pisara.
En el suelo había un trasto hecho como de madera y cobre, completamente apastado. La verdad es que no tenía forma de caja, y más bien parecía una cajetilla de tabaco a la mañana siguiente en el suelo de una caseta sevillana de la Feria de Abril. O sea, que estaba completamente hecha pedazos y aplastada.
-Si eso era una cajita… lo sería antes de que la espachurraran. Mira, tía, le salen cositas metálicas por los lados.
Levanté la cabeza un segundo para mirarla, y al igual que aquella caja, me imaginé la cabeza de Gigi, con resortes saliendo por los laterales. Me aguanté la risa, porque de las amigas una NUNCA se debe reír. Se las puede mandar a tomar por culo, pero NO REIRSE de ellas, nenas; con mucho cuidado cogí la cajita mirando muy bien si había alguna pieza del interior que hubiera saltado fuera. No quería irme de allí dejándome algo de vital importancia.
-¡Tía, no te muevas!
-¡QUÉ! –chillé yo, con el culo más apretado que un gimnasta de anillas.
-Esa cosa la he visto yo en otra parte.
-¿Qué cosa?
-Esa cosa, tía –dijo señalando la cajita.
-¿Dónde has visto una cajita como esta?
Gigi hizo memoria durante un eterno minuto.
-Gigi, nena, que estamos en el capítulo 20 y sólo nos quedan otros 15 para terminar esta temporada… ¿¿¿DÓNDE COÑO HAS VISTO ESTO??? ¡¡¡RESPONDE!!!
-Donde la mujer fea…
Ni que decir tiene, que aquella respuesta me descolocó cantidad.
-¿La antigua directora de la residencia? ¿La muerta?
-Sí, la muerta, pero no esa muerta. La que estaba en el cementerio…
-¿Cuándo te caíste dentro del cementerio, quieres decir? –y ella asintió-. ¿Había una cosa de éstas abajo?
-Ay, tía, no me presiones. Creo que sí, que se parecía a eso. Aquello estaba hecho unos zorros, y había arenas movedizas, y ataúdes, y el retrato de una señora fea y algo que hacía burbujas.
-Está bien, está bien. Recapitulemos, nena. A ver si vamos poniendo los puntos sobre las ies.
-Dolly, ¿quieres dejar de ir en plan María Moliner y hablar claro? Este blog lo leen muchas maricas, y no creo que todas ellas trabajen en un astrofísico o tengan una carrera, a no ser que sea en las medias.
-¿Quieres decir... que te lo cuente de forma que TÚ lo entiendas, nena?
-Pues sí, me refería a eso, tía.
-En este sitio muere gente. Vinimos aquí por la desaparición de Rosario Fitis.
-¿Ves?, a eso me refería, tía, ¡ya no sabía por qué estábamos en esta residencia de la tercera edad…!
-Oka, nena. El SER es quien se carga a la gente, ¿vale? Y siempre que aparece, se oye una musiquilla.
-Sí, tía, como la de la serie LOST, la de niiii nooo NIIII NOOOO…
-Eso es, nena… y entonces fue cuando descubrí que en la residencia se encontraba aquel viejo loco que intentó matarnos en la Primera Temporada de Desperate Housegays… aunque había cambiado algo. Era mucho más joven, pero estaba igual de loco, nena, y llamó a ésta cosa TRASLADOR.
-¿Cómo el de Harry Potter?
-Me temo que no, nena. Esta cajita… esta cajita –dije abriendo mucho los ojos-. Rejuvenece a su poseedor.
-¿Y ese quién es?
-¡A su dueño, Gigi! Si tienes la caja, invocas al SER, el SER aparece, se merienda a alguien, y la fuerza vital del muerto pasa al dueño de la caja.
-¿Y el SER qué gana?
-¡Coño, nena! ¡SE COME EL CUERPO DEL CADÁVER!
-¡Pues menos mal, tía! Porque si esa cajita está rota, el SER ya no volverá…
-¡NENA! Si la caja está rota, quiere decir que ¡¡¡EL SER ANDA SUELTO!!!
Tras despedir a la Hidro y a la Naxa de esta Temporada, porque éramos demasiadas marikas juntas yendo a los mismos sitios, y así, no había forma de que la trama avanzara, me quedé con Gigi y decidimos regresar a la habitación donde habíamos escapado por los pelos del SER, a recuperar aquel cachivache roto.
Era extraño que tras todo el alboroto, mis gritos... y el helicóptero que se llevó a la Hidro y a la Naxa, se respiraba demasiada tranquilidad dentro de la residencia Esperanzador Atardecer.
-Será porque los abuelitos tienen un sueño profundo.
-¿Y tú cómo sabes lo que estaba pensando, nena?
-¡Pues porque lo acabo de leer tres líneas más arriba, tía!
-Jo, nena, tengo que conseguir en los futuros capítulos, que este falso directo no suene tan ¡FALSO!
-Shhh! –dijo la Gigi con cara de cague mirando hacia donde terminaban las escaleras que subíamos.
Aguantamos dos segundos… y no se oyó nada.
-¿Qué has oído, nena?
-Si en la planta de arriba no hay nadie, supongo que NADA.
-Ay, Gigi, no hagas ese tipo de cosas que me asustas…
-¿Y me lo dices a mí? ¿Sabes cómo me siento, tía? Como Diane Lane en Rastro Oculto.
-¿VIEJA?
-No, tía, vieja no…
-¡Pues anda que no aparenta vieja en esa película!, con una actriz que hace de su madre y que parece 20 años más joven que ella, neeenaaa.
-Pues mira, en eso no me fijé. A mí me pareció más que tenía cara de bollera.
-Sí, nena, ¡de Madre Bollera! ¿Y se puede saber a santo de qué te ha recordado esa película?
-¡Coño, tía! ¡Pues porque te has puesto la banda sonora de Christopher Young para escribir este capítulo, tía!
-Es que es súper ideal para subir escaleras en plan misterio, nena…
Continuamos subiendo las escaleras hasta llegar al pasillo. No se oía nada, y nuestras pisadas volvían ha hacer ese ruidito tan desagradable sobre las baldosas del suelo súper limpias y brillantes.
-¿Y si paramos un segundo, entramos en la farmacia y nos tomamos algo para tranquilizarnos?
-No, Gigi, que no es momento para colocarse, nena.
-Jo, va, sólo un poquito, tía…
Tozuda como una mula y con aquella cara de pena que me puso, no pude más que acceder a su petición. Entré en la farmacia y volví a salir poniéndole una pastilla en la mano.
-¿UNA ASPIRINA? –dijo con un falsete-. ¿A esto llamas tú algo para tranquilizarte?
-Sí, nena, y me temo que va a ser para mí, porque entre tú, la Hidro y la Naxa tengo la cabeza con palpitaciones –y ella me miró de forma rara-. Palpitaciones en las sienes, nena. A ver si vas a pensar que se me va a poner a bombear la cabeza de un momento a otro.
-Viniendo de ti, ¡cualquier cosa, tía!
-Anda, tira pa’lante, nena…
-¿Sabes lo que me haría falta en este momento? Papel de bolitas. Para explotarlas. Me ayuda a tranquilizarme.
-Uis, pues si fuera por mí, me pedirá una buena polla, que también me tranquiliza una barbaridad –dije cuando llegamos a la puerta destrozada, donde minutos y capítulo anteriores, habíamos luchado contra El Mal Absoluto y el SER.
-Menudo estropicio, tía…
-No perdamos el tiempo tentando a la suerte, y busquemos la cajita esa.
-¿Cómo es?
-Pues con pompones color lila, de forma triangular, con algo parecido a una guirnalda verde rodeándola. ¡GIGI! ¿Cómo coño va a ser una caja? ¡CUADRADA, nena, CUADRADA! ¡STOP! –dije separando las manos del cuerpo para que Gigi no la pisara.
En el suelo había un trasto hecho como de madera y cobre, completamente apastado. La verdad es que no tenía forma de caja, y más bien parecía una cajetilla de tabaco a la mañana siguiente en el suelo de una caseta sevillana de la Feria de Abril. O sea, que estaba completamente hecha pedazos y aplastada.
-Si eso era una cajita… lo sería antes de que la espachurraran. Mira, tía, le salen cositas metálicas por los lados.
Levanté la cabeza un segundo para mirarla, y al igual que aquella caja, me imaginé la cabeza de Gigi, con resortes saliendo por los laterales. Me aguanté la risa, porque de las amigas una NUNCA se debe reír. Se las puede mandar a tomar por culo, pero NO REIRSE de ellas, nenas; con mucho cuidado cogí la cajita mirando muy bien si había alguna pieza del interior que hubiera saltado fuera. No quería irme de allí dejándome algo de vital importancia.
-¡Tía, no te muevas!
-¡QUÉ! –chillé yo, con el culo más apretado que un gimnasta de anillas.
-Esa cosa la he visto yo en otra parte.
-¿Qué cosa?
-Esa cosa, tía –dijo señalando la cajita.
-¿Dónde has visto una cajita como esta?
Gigi hizo memoria durante un eterno minuto.
-Gigi, nena, que estamos en el capítulo 20 y sólo nos quedan otros 15 para terminar esta temporada… ¿¿¿DÓNDE COÑO HAS VISTO ESTO??? ¡¡¡RESPONDE!!!
-Donde la mujer fea…
Ni que decir tiene, que aquella respuesta me descolocó cantidad.
-¿La antigua directora de la residencia? ¿La muerta?
-Sí, la muerta, pero no esa muerta. La que estaba en el cementerio…
-¿Cuándo te caíste dentro del cementerio, quieres decir? –y ella asintió-. ¿Había una cosa de éstas abajo?
-Ay, tía, no me presiones. Creo que sí, que se parecía a eso. Aquello estaba hecho unos zorros, y había arenas movedizas, y ataúdes, y el retrato de una señora fea y algo que hacía burbujas.
-Está bien, está bien. Recapitulemos, nena. A ver si vamos poniendo los puntos sobre las ies.
-Dolly, ¿quieres dejar de ir en plan María Moliner y hablar claro? Este blog lo leen muchas maricas, y no creo que todas ellas trabajen en un astrofísico o tengan una carrera, a no ser que sea en las medias.
-¿Quieres decir... que te lo cuente de forma que TÚ lo entiendas, nena?
-Pues sí, me refería a eso, tía.
-En este sitio muere gente. Vinimos aquí por la desaparición de Rosario Fitis.
-¿Ves?, a eso me refería, tía, ¡ya no sabía por qué estábamos en esta residencia de la tercera edad…!
-Oka, nena. El SER es quien se carga a la gente, ¿vale? Y siempre que aparece, se oye una musiquilla.
-Sí, tía, como la de la serie LOST, la de niiii nooo NIIII NOOOO…
-Eso es, nena… y entonces fue cuando descubrí que en la residencia se encontraba aquel viejo loco que intentó matarnos en la Primera Temporada de Desperate Housegays… aunque había cambiado algo. Era mucho más joven, pero estaba igual de loco, nena, y llamó a ésta cosa TRASLADOR.
-¿Cómo el de Harry Potter?
-Me temo que no, nena. Esta cajita… esta cajita –dije abriendo mucho los ojos-. Rejuvenece a su poseedor.
-¿Y ese quién es?
-¡A su dueño, Gigi! Si tienes la caja, invocas al SER, el SER aparece, se merienda a alguien, y la fuerza vital del muerto pasa al dueño de la caja.
-¿Y el SER qué gana?
-¡Coño, nena! ¡SE COME EL CUERPO DEL CADÁVER!
-¡Pues menos mal, tía! Porque si esa cajita está rota, el SER ya no volverá…
-¡NENA! Si la caja está rota, quiere decir que ¡¡¡EL SER ANDA SUELTO!!!
-Peligro en el ambiente... -dijo Gigi imitando el tono de travesti de Tamara.
Nos miramos una millonésima de la raíz cuadrada de un segundo, y acto seguido lanzamos un grito a coro, que ni imagináis.
-Pero Dolly, yo creo que vi otra de esas cajitas… en el cementerio de aquí al lado.
-Eso quiere decir… que hay más de una…
-Y que hay ¡¡¡MÁS SERES DEL TERROR COME CARNES!!!
Y volvimos a gritar aterrorizadas, y esta vez la sincronización de nuestros agudos fue perfecta. Casi hasta se me escapa una lágrima de la emoción. Eramos como un Duet de Mónicas Naranjo intentando sacarse el tanga de entre las nalgas.
-¿Pero cómo lo supo el viejo loco? –me pregunté en voz alta tras recuperar aire en los pulmones-. Bueno, él inventaba cosas. Quizá fuera como una especie de Indiana Jones tarado de cojones que se dedica a buscar artefactos por el mundo…
-Además de intentar matarte cada vez que se cruza en tu camino, tía.
-Sí, eso también.
-Así que eso fue… supo de la existencia de esas cajitas, en el cementerio de al lado de la residencia, ingresó aquí como un abuelito más, encontró una de las cajas, y con ayuda del SER, fue matando a gente y rejuveneciendo.
-Para mí tiene mucho sentido, tía.
-Lo sé, nena. No es que sea la trama de uno de esos guiones a los que le dan el Oscar, pero nos lo pasamos bien mientras desciframos de qué va la cosa, ¿no?
-Claro, tía.
-¿Sabes qué? Deberíamos bajar al cementerio, nena.
-Ah, no, Dolly, que yo ya estuve una vez allí y no me hizo ninguna gracia. Además, allí huele mal.
Nos miramos una millonésima de la raíz cuadrada de un segundo, y acto seguido lanzamos un grito a coro, que ni imagináis.
-Pero Dolly, yo creo que vi otra de esas cajitas… en el cementerio de aquí al lado.
-Eso quiere decir… que hay más de una…
-Y que hay ¡¡¡MÁS SERES DEL TERROR COME CARNES!!!
Y volvimos a gritar aterrorizadas, y esta vez la sincronización de nuestros agudos fue perfecta. Casi hasta se me escapa una lágrima de la emoción. Eramos como un Duet de Mónicas Naranjo intentando sacarse el tanga de entre las nalgas.
-¿Pero cómo lo supo el viejo loco? –me pregunté en voz alta tras recuperar aire en los pulmones-. Bueno, él inventaba cosas. Quizá fuera como una especie de Indiana Jones tarado de cojones que se dedica a buscar artefactos por el mundo…
-Además de intentar matarte cada vez que se cruza en tu camino, tía.
-Sí, eso también.
-Así que eso fue… supo de la existencia de esas cajitas, en el cementerio de al lado de la residencia, ingresó aquí como un abuelito más, encontró una de las cajas, y con ayuda del SER, fue matando a gente y rejuveneciendo.
-Para mí tiene mucho sentido, tía.
-Lo sé, nena. No es que sea la trama de uno de esos guiones a los que le dan el Oscar, pero nos lo pasamos bien mientras desciframos de qué va la cosa, ¿no?
-Claro, tía.
-¿Sabes qué? Deberíamos bajar al cementerio, nena.
-Ah, no, Dolly, que yo ya estuve una vez allí y no me hizo ninguna gracia. Además, allí huele mal.
-¿Peor que en el cuarto oscuro del Leather?
Y más que pensativa, Gigi se quedó como ausente.
-Nena, tenemos que bajar y buscar otra de esas cajas. Esta no sirve ni para echarla a quemar a la chimenea… en caso de que tuviéramos una chimenea donde poder echarla, claro.
-Pero esta vez, yo me quedo fuera y bajas tú, tía.
-Mira que eres, Gigi. Tú ya has estado allí y sabes dónde buscar.
-Ni muerta volvería a bajar a ese sitio.
-Vale, nena, bajaré yo, pero si mientras busco la cajita te sale el SER y te da un bocao, a mí no me vengas a pedir cuentas, ¿eh?
-Bueno, va, bajaremos las dos.
-Veamos si encontramos una bolsa donde poder guardar este estropicio, buscamos una linterna y bajamos al cementerio, nena.
-¡Qué otra cosa podemos hacer! -dijo Gigi antes de darse media vuelta y lanzar un grito.
Allí, mirándonos con ojillos avariciosos y salidos, estaban enfundados en sus batas y pijamas espantahorribles, los abuelos de la residencia.
-¡JODER! –gritó Gigi, y eso que para oírle decir un taco a ella, debe ser sólo por una buena causa.
-¿Qué están haciendo que no están durmiendo? -pregunté yo.
Uno de ellos, apuntó con un dedo los restos de la caja que tenía en las manos.
-¿Es verdad que ESO rejuvenece?
-Bueno… no estamos del todo seguras… pero es súper peligroso, porque sale un bicho que mata a alguien para que rejuvenezcas. Sí, ya sé, suena un poco a las normas de Súper Modelo, pero éste asunto es demasiado serio para dejarse llevar… por los intereses propios. Ni la mismísima CHER aprobaría que alguien muriera para que ella fuera más joven… -y medité lo que acababa de decir-. Bueno, vale, CHER es un mal ejemplo.
-¡AL CEMENTERIO A BUSCAR UNA DE ESAS CAJAS! –gritó otro de los abuelos, y todos salieron exultantes de felicidad, corriendo por el pasillo escaleras abajo. Corriendo a la velocidad de un viejo, claro.
-¡Gigi, corre que se nos adelanta el Pelotón Corega Ultra!
Y más que pensativa, Gigi se quedó como ausente.
-Nena, tenemos que bajar y buscar otra de esas cajas. Esta no sirve ni para echarla a quemar a la chimenea… en caso de que tuviéramos una chimenea donde poder echarla, claro.
-Pero esta vez, yo me quedo fuera y bajas tú, tía.
-Mira que eres, Gigi. Tú ya has estado allí y sabes dónde buscar.
-Ni muerta volvería a bajar a ese sitio.
-Vale, nena, bajaré yo, pero si mientras busco la cajita te sale el SER y te da un bocao, a mí no me vengas a pedir cuentas, ¿eh?
-Bueno, va, bajaremos las dos.
-Veamos si encontramos una bolsa donde poder guardar este estropicio, buscamos una linterna y bajamos al cementerio, nena.
-¡Qué otra cosa podemos hacer! -dijo Gigi antes de darse media vuelta y lanzar un grito.
Allí, mirándonos con ojillos avariciosos y salidos, estaban enfundados en sus batas y pijamas espantahorribles, los abuelos de la residencia.
-¡JODER! –gritó Gigi, y eso que para oírle decir un taco a ella, debe ser sólo por una buena causa.
-¿Qué están haciendo que no están durmiendo? -pregunté yo.
Uno de ellos, apuntó con un dedo los restos de la caja que tenía en las manos.
-¿Es verdad que ESO rejuvenece?
-Bueno… no estamos del todo seguras… pero es súper peligroso, porque sale un bicho que mata a alguien para que rejuvenezcas. Sí, ya sé, suena un poco a las normas de Súper Modelo, pero éste asunto es demasiado serio para dejarse llevar… por los intereses propios. Ni la mismísima CHER aprobaría que alguien muriera para que ella fuera más joven… -y medité lo que acababa de decir-. Bueno, vale, CHER es un mal ejemplo.
-¡AL CEMENTERIO A BUSCAR UNA DE ESAS CAJAS! –gritó otro de los abuelos, y todos salieron exultantes de felicidad, corriendo por el pasillo escaleras abajo. Corriendo a la velocidad de un viejo, claro.
-¡Gigi, corre que se nos adelanta el Pelotón Corega Ultra!