jueves, marzo 16, 2006

~19~ 2ª Temporada

En el capítulo anterior...

Me hinché. Sí nenas, me hinché a follar. Con mi Bruno, ¡desde luego!, porque como todo el mundo sabe: “no hay nada como follar, para relajar”, y yo me relajé, y me hinché… y a la mañana siguiente, apareció Gigi megahistérica, hablándome de desapariciones, y recordándome que estaba en bolas.

-¡Gigi! –le chillé-. ¡Cara a la pared!
-¿Pero no era culo a la pared?
-No, nena, eso es en COPS ¡GUATYUGUANADÚ! Ea, ya estás dándote la vuelta.

Y fui a vestirme con la imagen mental de las cabañas atacadas por “chiguakas” extasiadas de Pantene Pro V, y cuerpos destrozados aquí y allá; Bruno hizo lo mismo y comenzó a buscar su ropa.

-¿Y quién ha desaparecido?
-El del greenpeace, tía.
-¿El Genaro? ¿El que intentó matarme?
-Ese mismo –dijo ella-. ¿Ya?
-¿Ya qué?
-Que si puedo darme la vuelta.
-¡No, Gigi! –y comencé a meterme dentro de los vaqueros limpios-. ¿Y quién más?
-Pues a ver… la madre del niñopiñata. Las dos viejecitas que cantaban y bailaban… ¡ah! Y uno de seguridad, que estaba custodiando al del Greenpeace; y su novia sigue sin aparecer.
-¿Pero cómo va a aparecer si se la comió el bicho?
-Tía, no sé, como un fantasma, quizá.
-Anda, anda… ea, ya estoy lista.

Y Gigi se volvió, justo en el momento en que Bruno con el torso al aire, se enfundaba los vaqueros, con unos boxers bonísimos y míos (por eso eran monísimos), y con aquella erección mañanera (que yo también tenía).

-¡HOLY MANOLIS!
-Se ve pero no se toca, Gigi –y puse las manos en jarras-. Y entonces, ¿ahora qué?
-Pues ni idea, tía, pero creo que nos van a mandar a todas a casita, y van a pasarle el marrón a la policía o algo así.
-¿Cómo? ¡Pero si sólo llevamos UN DÍA en este sitio, neeenaaa!
-¡Y anda que no te ha cundido, tía! ¡Te has metido entre pecho y espalda dieciocho capítulos para contar un día, tía!
-Bueno, sí, me ha dado un punto Win Wenders, ¡qué le voy a hacer! Y que conste que el capítulo anterior no cuenta, porque era de ¡desahogue personal!
-Sí, sí, ¡El Reposo de la Guerrera! ¡Puta!
-¡Oye, que tú follaste antes que yo!
-Ah, ah…
-En fin, ¿y ahora qué hacemos?
-Pues deberíamos ir al comedor. Se están reuniendo todos allí. Me lo acaba de decir Olivia, que la he visto como súper preocupada.
-Por… -dije yo así, como esperando que me desvelara el misterio.
-¿Por?
-Porque-ayer-descubriste-que-tenías-madre-y-hermana ¡GIGI!
-¡Ah! ¿Por eso? No, no se lo hemos dicho. Queremos hacer las cosas poco a poco.
-Me parece muy bien, es un punto de madurez que no esperaba de ti, nena.
-Porque no lo tengo, fue idea de mi madre.
-Ah…

Ya vestidos, fuimos los tres al lobby y allí se encontraba todo el mundo. Todo el mundo que yo conocía de vista, y que no había desaparecido en su primera noche en el Valle Takami, claro.

Olivia, como si interpretara el papel del cura de La Aventura del Poseidón, nos explicó su versión de la historia, que era completamente un absurdo y en la que hacía responsable a los salvajes del pueblo de al lado. Claro que ni Bruno, ni Gigi, ni yo, nos creímos esa historia, entre otras cosas, porque yo estaba súper afectada por el niñopiñata, que lloraba abrazadito a Jacinta, y me dio congoja.

Salí de mi abstracción (sí nenas, a veces hasta consigo abstraerme y no sólo para quitarme el miedo), justo en el instante en que Olivia parecía haber dado por concluida su charla tranquilizadora.

-¡Qué jeby! –dijo Gigi súper disgustada.
-¿Qué ha pasado? ¿Qué ha dicho?
-¡Dolly! ¿Dónde coño estabas?
-Aquí, nena, pero es que me da una pena horrible el niñopiñata, nena.
-Sí, tía… pero es injusto que nos den dinero.
-¿Dinero? –pregunté yo como ida-. ¿Dinero para qué? ¿Para el bus de vuelta?
-No, tía, nos mandan a casa y nos embolsan en nuestras cuentas lo que hubiera costado una estancia en estas cabañas.
-¡Pero eso es una mierda, nena!
-Lo sé… y más si nos tenemos que ir, dejando aquí a mi madre.
-¿Te la piensas llevar a casa? Gigi, nena, ¡que tu madre no es un geranio! Tendrá su vida… y tú misma has dicho que quiere tomarse las cosas con calma.
-Lo sé, lo sé, tía… ¿pero vamos a dejarla aquí, con ese bicho que hay en el lago?

Yo puse como cara de misterio y Gigi la captó.

-¿Qué estás pensando?
-Tenemos que ir a la cabaña –dije decidida.
-Pues claro, tía, a recoger las cosas –y señaló a Pablo, el de seguridad que esperaba a pocos metros de nosotras-. Pablo nos acompañará y protegerá.
-¿Del bicho? ¡JAjeJIjoJU! Si Pablo ve lo que yo vi… ¡se hace hétero, neeenaaa! –y me incliné sobre ella-. Te diré lo que vamos a hacer… -y le cuchicheé algo al oído, que no cuento aquí, porque de lo contrario, fastidiaría la sorpresa. Así que por ahora, eso que le dije a Gigi, quedará entre Gigi y yo.

Escoltadas por Pablo, regresamos a la cabaña, y vimos por el camino a esa marika pesada y plasta de la Rata Gustavo y a su novio, acompañados por otro segurata de camino a recoger sus cosas.

-Va a ser divertidísima la vuelta a casa –dijo Gigi al ver la cara de Rata de Gustavo.
-Sí, nena. Me tendrán que poner unas prótesis de titanio para que deje de reírme.

Las dos, con Pablo en la puerta, hicimos las maletas y sisamos algunas cosillas del tocador, además de pulverizarnos de colonia como nunca. Gigi se extrañó, pero yo le dije que se tranquilizara, que lo hacía por nuestra propia seguridad, y entonces cogí mi cámara de fotos, ¡que para algo la había traído!, y la metí en la mochila que le habían regalado a Gigi, porque la mía estaba de mierda hasta arriba, y salimos al exterior, dejando a la entrada junto a Pablo, nuestras maletas.

-¿Ya lo tenéis todo? –preguntó el, así como varonil.
-Sí, nene, peor antes de irnos, vamos a sacarnos unas fotos… -y antes de que dijera nada, dije yo-. Gigi y yo nos vamos a la parte trasera de la cabaña, a sacar algunos paisajes, y a posar un poco, ¿vale?
-Pero…
-Nene, estaremos aquí detrás… no va a pasar nada, ¿vale? Es que me corta si alguien me mira mientras poso para las fotos.
-Es verdad –corroboró Gigi, porque la verdad, ¡es que era verdad! Me horroriza posar.
-Ea, vamos, no perdamos más el tiempo que salimos en media hora, Gigi.

Y la cogí de la mano y nos pusimos a andar hasta la parte trasera de la cabaña, para inmediatamente, y tras una rápida mirada hacia atrás, echar a correr como locas hacia la zona de matorrales, para rodear las cabañas y volver bajando por la colina hacia el lago.

-Tía, no sé si está bien lo que vamos a hacer.
-Confía en mí, ¿vale?
-En ti, sí, tía, pero no en el bisho del lago.
-No nos va a pasar nada.
-¿Y cómo lo sabes? ¿Te has puesto la capa invisible de la niña de Crash o qué?
-Gigi, si corremos y hablamos, nos cansamos más, ¿vale?
-Sí, ya lo sé.
-Pues cierra el pico, coño.
-¿Pero a qué viene toda esta… locura, Dolly?
-Por principios.

Gigi me lanzó una de sus miradas de: explícamelo otra vez, que no he terminado de cogerlo… así que se lo expliqué.

-¿Viste la carita del niñopiñata?
-Pues claro, tía, le vi y le oí llorando sin parar…
-Pues lo vamos a hacer por él.
-¿Por él?
-Sí, porque si volvemos a Madrid, nos damos una ducha y saldríamos esta noche de copas o por ahí, pero… ¿qué va ha hacer ese pobre niño sin su madre?
-Bueno, no sé, ¡pero puede que tenga más familia!
-Bueno, sí, puede que la tenga, ¡pero no tiene a su madre!
-Volvamos y preguntemos si tiene más familiares.
-¡Gigi! ¿Quieres que se convierta en un huérfano como tú?

Y entonces Gigi dejó de correr y se detuvo, y me detuvo a mi también porque como íbamos cogidas de la mano…

-No, claro que no lo quiero.
-Yo no me creo que los paletos del pueblo de al lado se dediquen a secuestrar gente, ¿sabes? Lo que pasa aquí, sólo pasa aquí… y si alguien tiene que averiguar qué pasa con todas esas personas, debemos ser nosotras, Gigi.
-¿Y eso quién te lo ha dicho? ¿La Virgen de Regla?
-No, nena, mi instinto.
-Pues estás tú buena de instinto. Se nota que no te has molestado en ver esa cara que te han dejado con el puñetazo de ayer.
-Si no duele, no importa. Y no me duele.
-Parece que lleves un huevo de gallina en la boca.
-¡Gigi!
-¡Qué!
-¿Vienes conmigo y descubrimos qué pasa, o no?
-¿Me queda otra opción?
-Claro: volver, irte a follar con ese segurata y vivir el resto de tus días con tu madre reencontrada y con esa hermana nueva, mientras el niñopiñata se consume en un orfanato, porque nadie quiere adoptar a niños… como él.

Gigi sostuvo mi mirada, y los ojos se le humedecieron.

-Eres una hijadelagranputa, tía. Sabes que no deberías chantajearme con esas cosas, tía.
-Yo voy a resolver este lío… tú puedes volverte –y comencé a correr otra vez.
-¡Y una mierda! ¡Iré contigo! –dijo cuando me alcanzó-. Pero que sepas que llevas más de tres páginas, y aquí debería acabarse éste capítulo, tía.
-Lo sé, Gigi, pero ya te he dicho que es una cuestión de principios. No defraudaré al niñopiñata, ¡y mucho menos a mis lectores!
-¡QUÉ JEBY!

Terminamos de dar el rodeo, que a mi entender iba a ser más corto, y que luego no lo fue, hasta llegar al lago pero sin salir de la zona boscosa, en la que nos ocultamos unos minutos, mientras me fijaba si había moros o bichos en la costa.

-¿Y ahora?
-Nena, no me pongas nerviosa, ¿vale? Parece que no hay nadie de seguridad vigilando el lago.
-¿Y eso quiere decir?
-¡Que tenemos vía libre hacia el embarcadero! –y la cogí del hombro tirando de ella, porque sabía que se iba a rajar.
-¿Al embarcadero? ¿Qué vamos a hacer en el embarcadero?
-Mandar un paquete por SEUR.
-¿Qué? –chilló asustada.
-No decías que me acompañarías.
-¡Sí, tía… pero AL lago! ¡No a meterme EN el lago! Además: ¡no he pasado la fase del bisho del lago de Resident Evil 4! ¡Estoy atascada ahí, Dolly! ¡Y mira que le tiro el arpón como una mona desquiciada! Pero paso más tiempo nadando hasta que me come el bisho, que montada en la barca, ¡DOLLY!
-Ningún bicho nos va a comer, Gigi.
-Sí, sí, eso mismo piensa el prota del juego, cada vez que empiezo la fase… ¡¡¡Y SE LO COMEN, TÍA!!!
-¿Quieres dejar de gritar? ¡Nos van a oír!
-¡Mejor! ¡Así la ayuda estará más cerca, para cuando nos ataque el bisho!

Yo salté sobre la pasarela de madera y corrí al bote, junto al que se detuvo Gigi mirando el interior, súper atacada de los nervios y jadeando como yo de tanta carrera.

-No hay arpón… ¡No hay arpón! ¡NO HAY ARPÓN, TÍA!
-¿Quieres callarte y subir de una vez, Gigi?
-Sí, subiré… ¡PERO NO HAY ARPÓN!
-Sube y coge los remos.
-¿Yo?
-Sí, imagínate que es el cuadradito y el círculo de la play –dije yo, y Gigi me dirigió una mirada, como si estuviera delante de una raza de otro planeta-. ¿Qué?
-Tía… no seré la persona más inteligente del mundo, pero ahora sé por qué me has traído. ¡Me has traído que para reme como los de Ben Hur, tía!
-Mmmm –dije pensativa-. Puede -y salté dentro de la barca junto a ella-. ¡REMA, GIGI!

Le chillé soltando el cabo que nos ataba, y Gigi remó y chocamos contra el embarcadero.

-En el otro sentido, nena, que si no, no avanzamos –y me senté a su lado, y nos pusimos las dos, tras varios intentos infructuosos de que Gigi siguiera mi ritmo, conseguí que el bote se alejara hacia el centro del lago-. ¿Ves qué fácil es, y los brazos que se te van a quedar, nena?
-Pero qué morro tienes, tía.
-ReeemA… ReeemA… ReeemA…

Y Gigi remó, y yo mientras oteaba el horizonte por si veía algo… fuera de lo normal, pero sólo vi agua y más agua, y el reflejo del sol, que lo tapé con la mano, para que no me encadilara.

-A la vuelta remas tú, ¡wappa!
-Que sí, nena, no seas plasta –y abrí la mochila, y saqué la cámara de fotos digital.
-Un momento –dijo Gigi que dejó de remar-. Todo este follón es para sacar fotos antes de irnos, ¿y presumir de haber estado en un sitio bonito con las amigas?
-No digas tonterías, Gigi –y puse el zoom de la cámara, observando la pantalla digital.
-Si ves al bisho, me avisas, tía.
-No hay bicho, Gigi, si estoy en lo cierto, no lo habrá.
-¿Entonces qué coño estás viendo por la cámara?
-Ya lo verás… -y de repente, lo vi y saqué una foto-. ¡QUÉ JEBY!
-¡¡¡El qué!!!
-Mira –y puse la cámara en modo ver fotos y se la enseñé.
-¿Qué es eso?
-Una carretera.
-¿Una carretera?
-Sí… voy a ver si veo la otra salida.
-Un momento, un momento –dijo Gigi dejando de remar-. ¿Para qué iban a construir una carretera que se mete en un lago.
-¡Si! –chillé al ver el otro extremo de la carretera, saliendo del lago por el otro lado.
-¿Para qué han hecho eso, Dolly?
-Gigi, no es que hayan construido una carretera al pie del lago, nena, es que antes, ¡este lago no existía!
-¡Pero qué me estás contando, tía!
-Seguro que aquí debajo –dije apuntando con un dedo hacia el agua-, hay un pueblo sumergido.
-¡Holy Manolis! ¿Tú crees?
-Fijo que sí, nena.
-¿Y para qué lo habrán sumergido?
-Para construir este lago artificial, nena.
-Sí ya, hasta ahí llego, ¿pero para qué?
-¡Para hacer bonito, nena! –y vi que tenía cara de no entenderme-. Imagínate… que hace mucho tiempo, sacaron a la gente que vivía aquí, ¿vale? Y lo llenaron de agua…
-Dolly, tía, no termino de entender lo que intentas decirme.
-Y si los vecinos de ese pueblo no querían irse.
-Pues se ahogarían cuando llenaron esto de agua, ¿no?
-Puede… pero si se fueron muy a su pesar, obligados… quizá dejaron algo más que sus casas aquí detrás…
-¡Pobres animalitos! –chilló súper apenada-. ¿Crees que dejaron a los caballos y las vaquitas ahogándose?
-No, Gigi… me refiero a dejar algo más… estilo maldición gitana –y Gigi dejó de remar.
-Tuuum… Tum… -canturreó Gigi.
-Tum-Tum, ¿qué?
-Tuuum… Tum… tum-tum-tum-tum-tum-tum
-¿Qué cantas? –y reconocí aquellos compases-. ¿La música de Tiburón?

Le pregunté medio flipada, pero Gigi no respondió y siguió cantando de forma cada vez más frenética aquellos compases de Williams, con la vista clavada en algo que miraba por encima de mi hombro, y yo me volví para mirar donde ella.

-¡QUÉ JEBY, NEEENAAA!!!! –chillé abrazándola, ahogada en terror.

Una enorme V de espuma (no una V de Vendetta) en la superficie del lago, venía directo hacia nosotras, borboteando y amenazante, levantando olas de más de medio metro.

-¡VAMOS A MORIRRRRRRRRRRR!!! –chilló Gigi, que había soltado los remos, y se clavaba las uñas en las mejillas.
-¡Agárrate al bote, neeenaaa! ¡VIENE DIRECTO HACIA NOSOTRAS!

El impacto fue casi inmediato. Levantó la popa del bote, y yo caí sobre Gigi y los remos, y de ahí al agua, con un sonoro ¡¡¡CHOFF!!!, y entonces la inercia de aquello que iba por debajo de la superficie del lago, me arrastró consigo varios metros, pero no sé que qué dirección, porque me sentía girar en todas direcciones, y tragué agua hasta empacharme, además de lanzar un taco que no pondré aquí, de lo jeby que era, y que sonó a burbujas cuando perdí la cámara de las manos y la vi momentáneamente hundiéndose en las aguas verdes.

-¡¡¡BLOBLY!!! –gritó Gigi desde la superficie.

Yo la oí, claro, pero como os digo, estaba sumergida reteniendo lo poco que había de oxígeno en mis pulmones, cuando algo me cogió del pié, y por mucho que nadara hacia la superficie, aquella cosa me había agarrado, ¡pero bien agarrada!

Mi instinto básico me decía que nadara hacia la superficie, y que por ningún motivo mirara hacia abajo, porque seguramente me encontraría con aquel tentáculo agarrándome el pié, y con la figura gelatinosa de un pulpo gigante, o cualquier otro bicho enorme y con tentáculos. A un metro de mí estaba el bote, lo veía perfectamente desde abajo, y las manitas de Gigi intentando cogerme.

Intenté tranquilizarme, pensando que los tiburones gigantes o los pulpos gigantes no eran autóctonos del agua dulce, así que sólo me quedó otra opción, en el pantone de cosas asquerosas y grandes que pueden vivir bajo el agua. ¡¡¡Un bicho del cretáceo!!! Sí, debería estar muerto, porque estamos en el siglo XXI, pero todavía hay taradas que dicen haber visto al Monstruo del Lago Ness, en el Lago Ness… ¡¡¡y a mí me había agarrado uno de ellos!!!

Mientras yo divagaba con mi “monstruario” particular, Gigi seguramente me vería desde la superficie, atrapada a menos de un metro de ella. Tiré otra vez de la pierna derecha, la que tenía prisionera por aquella cosa, y decidí que si me iba a comer, no sería así a lo fácil. Opondría resistencia, ¡Sí! ¡La Marika contra la Bestia! Le daría un soberano dolor de estómago a aquel bicho que me iba a comer toda, así que opté por defenderme y mirar hacia abajo, y entonces… ¡¡¡VI UN GALLO!!!

Pese a que estaba quedándome sin oxígeno, no había alcanzado aún ese estado de delirio donde ves bichos y cosas raras, pero aquello que me había cogido del pié ¡¡¡era un puto gallo!!! ¡¡¡El gallo de una veleta!!!

Y tras él, como un enorme monstruo negro, se levantaba el campanario de una iglesia sumergida y, a modo de apéndices, casitas, muchísimo más abajo, sumergidas en las verdes aguas. ¡¡¡QUÉ JEBY!!! Tenía razón sobre mis sospechas, pero ¡coño! ¡¡¡Me estaba quedando sin aire, neeenaaa…!!!

Me zambullí un poco más, y entre el verde y toda la basurilla que flotaba en el agua, conseguí descubrir la cresta del gallo metálico y oxidado, en el que me había enganchado del bajo del vaquero, así que tiré e hice fuerza con el otro pié, y conseguí romper la tela vaquera e impulsarme hacia la superficie.

La bocanada de aire que me llenó los pulmones en cuanto salí fuera del agua, me devolvió al mundo de los vivos, y a los berridos de una Gigi histérica, que lloraba como una plañidera, lanzándome los manos para que me cogiera a ella… y después lanzándome uno de los remos, con el que casi me abre la cabeza.

-¡Gigi, nena, que me vas a hacer daño, coño! –chillé, tosí y escupí agua de la que había tragado.
-¡Cógete al remo, Dolly! ¡Cógete al remo!

Recordé todos esos capítulos que me había tragado de los Vigilantes de la Playa, y moví todo el cuerpo hacia el bote, y el remo que me ofrecía Gigi. Una vez lo cogí, ella tiró de mí hacia el bote, y cuando me tuvo cerca, me agarró del cuello de mi chaqueta de súper puta, y me elevó sobre las aguas hasta el interior del bote.

-¡Tía me has dado un susto de muerte!
-¡Y yo casi me meo encima cuando me agarró el gallo!
-¿El de las pastas gallo?
-No, nena, ¡el gallo de la veleta del campanario! –y señalé hacia las aguas-. ¡Hay todo un pueblo sumergido bajo las aguas, Gigi!
-¡HOLY MANOLIS! ¡Como en la próxima película de Filmax, tía! –dijo Gigi.
-Sí, Gigi, pero esta es mi aventura, y aquí no hay sitio ni para Raquel Meroño, ni para sus tetas.
-¡Di que sí, tía!
-Sí -dije intentándome tranquilizar.
-Pero entonces, si no hay bicho, ¿qué ha sido lo que nos ha atacado?

Y las dos, así en plan místicas, como de final de película de Spielberg, nos quedamos mirando a nuestro alrededor, por si aquella cosa, fuera lo que fuera, volvía a atacarnos.

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