martes, marzo 28, 2006

~22~ 2ª Temporada

En el capítulo anterior...

Tras ver cómo el bicho del lago se zampaba a La Rata Gustavo (que se joda, por ir de novelera…), Gigi y yo decidimos bucear hasta el pueblo hundido del lago Takami, con nuestras bolsas de El Corte Inglés, en plan Custeau. Tras hacerlo, conseguimos colarnos por el campanario, atravesando una extraña pared a lo Abyss o como dijo Gigi, una ESTAR GAY!

-TCHSSSS!!!… -dije a Gigi para que bajara el volumen de sus cuerdas vocales-. Nena, creo que no estamos solas…
-¡Tía, qué fuerte! –chilló, pero con el volumen bajito-. ¿Qué son… gente?
-¿Gente? Gente no… ¡Cartelera! ¡No te fastidia! –sé que este chiste sólo hará gracia a las Españolas, pero como lo estoy contando tal y como pasó, ¡así lo aprendí yo!-. ¿Cómo va a ser gente, Gigi? ¡Serán calaveras!
-¿Carabelas?
-No, nena, ¡ESQUELETOS!
-¡Huesitos, tía!
-Sí nena, huesitos.
-¡HOLY MANOLIS!
-¡QUÉ JEBY!
-Dolly, esto supera cualquier parecido con la realidad...
-¡Y qué forma más horrorosa de morir, nena!
-Dolly: ¿crees, que se metieron todos en la iglesia antes de que inundaran el pueblo?
-O eso, nena, o les pilló la inundación en medio de la comunión.
-¡Holy Manolis!
-¡Qué jeby! Ahogados con las hostias en la boca.
-Pero no están ahogados, tía, están como en PAUSE; mira, tía, se me han puesto los pelos como morcillas de la impresión –dijo mostrándome el antebrazo.

Aquella visión era tan turbadora, como cualquier película donde aparezca Ana Belén enseñando los piños que tiene, que si la ve un Alien Ocho, se caga encima del susto y saldría gritando con las dos bocas que tiene.

Nosotras estábamos escondidas como en una pequeña habitación que daba acceso al campanario, y a su vez, daba a un lateral de la iglesia, desde donde se veían los bancos donde se sientan los feligreses, ocupados todos ellos por oscuras figuras, esqueletos, desde la distancia donde estábamos, con una extraña y mortecina luz ámbar… procedente de velas… quise creer, porque, ¡¿no pensaréis que soy tan tonta de pensar que un pueblo sumergido desde el año la chirli, iba a tener luz eléctrica, no?!

Gigi me dio unas palmaditas en el hombro, y me hizo mirar hacia mi derecha, y casi lanzo un alarido de terror, si no es porque Gigi me tapó la boca a tiempo. Tenía delante de mis narices una imagen de una virgen. Bueno, no había por allí ningún certificado forense que dictaminara si aquella imagen era virgen o no, pero la talla de madera policromada (que bien que me ha quedado la policromía religiosa), nos miraba con ojos caídos, y con las manos como si nos repartiera una bendición.

-Ya verás cómo la virgen nos protegerá –dijo Gigi en mi oreja.
-¡Fíate de la Virgen y no corras, nena! Si estuviera en un naufragio, sí que me protegería una talla de madera a la que agarrarte, Gigi, ¡pero no aquí!
-Por eso te pasa lo que te pasa, Dolly, por falta de Fé, tía.
-No, nena, yo tengo Fé, pero lo que pasa, es que mi vida está llena de matices.
-Qué bien ha sonado eso.
-¿A que sí? –y me volví hacia la iglesia-. Mira, nena. Tú te quedas aquí, tranquilita, vigilando el estargay ése, que yo me voy a inspeccionar la iglesia.
-¿Sola?
-¡Si te parece me llevo a la Virgen ésta debajo del sobaquillo, Gigi! ¿Ves a alguien más, a parte de tú y yo por aquí? –y esperé a que lo entendiera-. Además, nena, tú ves un fémur y te pones a chillar… ¡y alguien se tiene que quedarse controlando el estargay por si se cierra! ¡Y a ver cómo escapamos luego, nena!
-Yo tengo mi bolsa de El Corte Inglés, Dolly.
-Ya, nena, ¡y yo! ¡Desde hoy no saldré a la calle sin mi bolsa de El Corte Inglés! Pero tú te estás aquí quietecita, ¿vale?

Gigi apretó los labios, en plan doña remolona hace lo que le da la gana.

-Júramelo, Gigi.
-Que sí, tía.
-Júramelo por tu madre, Gigi.
-¡Mira que eres cabrona, tía!
-¡JARL! ¡Sabía que me ibas a seguir, puta! Vamos, vamos, ya estás jurándomelo por tu madre, y quiero ver las dos manos, sin cruzar dedos, y los dedos de los pies no valen, Gigi, ¿entendido?
-Vale –dijo siguiendo mis instrucciones-. Te lo juro.
-¿Qué me juras el qué?
-Te juro que no me moveré de aquí, por mi madre.
-No sé, no sé, esa frase tuya está como mal redactada, pero la daré por válida, porque ésto es un Blog, y no Las Obras Completas de Ciro Bayo...
-¿De quién?
-¡De una que escribió un montón, Gigi! ¡Además! ¡Tú sólo lees el Cosmo! ¿Para qué preguntas? –y me di la vuelta, dispuesta a salir.
-Dolly, tía...
-¡Pero Gigi, nena, que no me dejas ni irme, nena! ¿Qué quieres ahora, nena?
-Que no tardes mucho, tía… bueno, que no te vayas como 6 Capítulos sin mí, vale?
-Que no nena, que estaré aquí al lado –le dije para tranquilizarla y ella se cabreó más.
-Eso mismo dijo E.T. en el 82, y sigue sin volver el muy desgraciado.
-¡Vale ya, Gigi! –y le hice un gesto para que se quedara allí, sin moverse ni un ápice, y ella se cruzó de brazos.

A todo esto, porque puede que te lo estés preguntando, y si no es así, te lo cuento yo que para eso soy la prota, las dos estábamos chorreando agua, que el estargay por muy estargay que fuera, no tenía el programa de secado. Con ésta intro quiero decir, que la ropa mojada se me pegaba al cuerpo como una calcomanía, ¡y marcaba un paquete que y hasta yo misma me flipaba sola! Eso sí, lo de andar ¡era incomodísimo, nenas! Pero le eché Chocolates Valor, y salí hacia el interior de la iglesia, dejando a Gigi al cuidado del estargay y la Virgen aquella con cara de fumada.

El aire que respiraba se me antojó pesado. Olía a piedra, a madera, a sal (aunque el lago era de agua dulce, claro), a barniz y a tierra. Daba algo de asquito respirar aquello, sí, y más si ibas esquivando alguna que otra telaraña que ondulaba como las banderas de un barco pirata de Famobil, aún cuando allí abajo no parecía haber corriente de aire alguna… pero yo iba decidida y por eso seguí andando hasta la señora que había sentada al extremo del taburete.

A estas alturas, estaba súper preparada para encontrarme el esqueleto de una viuda, sentada allí, al igual que el resto de los demás esqueletos, pero al estar a menos de un metro, ¡la tía puta se movió! Volvió lenta y pesadamente la cabeza hacia mí y abrió los ojos hasta tocarse con las pestañas las cejas pintadas por un lápiz de cejas, atravesándome con una mirada nívea, de un blanco fulgurante que me dejó tiesa como el palo de una escoba.

¡No habían iris o pupilas en aquellos ojos!, sólo un brillo lechoso y cristalino, como los ojos de las muñecas de porcelana pero sin ojos, mirándome, sintiendo que yo estaba allí, y sin pestañear o mover ningún músculo facial más. Aquella mujer sin mirada, sabía que había alguien a su lado, pero no dónde… y yo seguía sin moverme, no sea que le diera un parraque y se pusiera a chillar alertando a los demás feligreses y feligresas que llenaban los bancos de la iglesia.

Toda aquella gente que esperaba sentada en los bancos, con los labios sellados por un silencio mortal, ¡no eran esqueletos! Eran personas de carne y hueso, pero como flipadas. No habían envejecido, y no estaban con gusanitos o con cachos de carne caídos por el suelo. Estaban intactos… respirando a un ritmo tan, pero tan bajo y lento, que parecían auténticos cadáveres despiertos.

La mujer que me miraba sin pupilas, ni iris, ni ojos de persona VIVA, volvió la cabeza hacia su posición inicial, mirando al frente. Seguramente me tomó por parte del decorado, o simplemente no me vio, aunque había atraído su atención, así que debería ser más precavida y tener mucho, pero que mucho cuidado si no quería terminar esta historia y empezar un remake de Muertas y Marikas de alguna peli de George A. Romero.

Retrocedí un pasito, pero un pasito súper corto hacia la pared, y la tía cotilla no se movió, seguía igual, así que pensé. Deben ser como los furbys, que cuando estás cerca de ellos detectan el movimiento y se ponen en plan parlanchines, así que será mejor que esté bien apartada de ellos. Todo esto me lo dije a mí, porque a Gigi ya la tenía como a cinco metros, o quizá más, y crucé los dedos para que mantuviera su palabra y no saliera de allí despertando a todas aquellas personas sin mirada, o con mirada de muertas.

Como esa teoría furby que me había inventado, no sabía si funcionaría o no, decidí mantenerme en las sombras, y avanzar hacia el final de la iglesia, hacia la entrada, en lugar de ir en dirección contraria, donde lo que parecía un cura, estaba arrodillado en un altar de mármol, rodeado de velas ¡VELAS ENCENDIDAS, NEEENAAA! ¿Quién coño las había encendido? ¿La vieja que me miró, pero que no me vio? ¿El cura que parecía estar más muerto que vivo? ¿La magia vudú que me rodeaba y que protegía aquella iglesia? ¡¡¡Eran demasiadas preguntas y yo estaba demasiado asustada como para ponerme a responder a todas ellas, como una concursanta del Un, Dos, Tres!!!

Intenté no pensar en la banda sonora del juego Forbidden Siren, ¡porque ya era lo que me faltaba! Pero esa banda sonora pegaría aquí, como una muerta en un ataúd. ¡¡¡QUÉ JEBY, NENAS!!! ¿Dónde narices nos habíamos metido Gigi y yo? ¿En un capítulo de los que no he visto de En Los Límites de la Realidad? ¿En la próxima película de FILMAX? ¡Anda que, a ver si les destripo el guión con mi aventura! ¿Tendría que preocuparme? ¿Por una película donde sale Raquel Meroño? ¡JAjeJIjoJU!

Atacadita como iba, no vi aquel atril de madera con un enorme libro, colocado justo a mi derecha, pegado a la pared para que yo tropezara con él y lo tirara al suelo, armando tal escándalo que todos los congregados se volverían, me mirarían con sus ojos vacíos y saltarían sobre mí para despedazarme… ¡PERO! No hizo BLUM y cayó al suelo. Y pese a que yo me moví despacio como si con aquel gesto, hiciera menos ruido al caer, el atril comenzó a inclinarse… pero no lentamente, sino ¡¡¡súpermegalentamente, nenas!!! ¡Vamos! Quiero decir que, hubiera sido capaz de montar un puzzle de 5.000 piezas, antes de que el atril y el libro cayeran completamente al suelo.

-¡Vaya! –me chillé mentalmente a mi misma, y cogí el libro y el atril, que sólo se habían movido dos centímetros, ¡como mucho!, y los volví a dejar donde estaban, como si nada hubiera pasado.

Seguí andando hacia la entrada de la iglesia, con muchísimo cuidado de no tirar nada más, que vale, sí, soy patosa, pero lo justo (Gigi lo es más), y observé las vidrieras de las paredes, que de cuando en cuando, lanzaban algún destello de los rayos de sol que daban sobre las aguas del lago, a muchos metros sobre mi cabeza. Y volví a verlo. La mancha siniestra que nadaba alrededor de la iglesia, oscureció dos ventanales y siguió de largo. ¡Espero que no se cuele por el campanario y salga por el estargay y se coma a Gigi! Y de repente me tranquilicé, porque Gigi estaba con la Virgen fumada aquella que la protegería… o que Gigi la utilizaría para darle mamporros al bicho, como le apareciera por el estargay.

Encontré sacos de arena y enormes tablones, clavados a las jambas de madera de la puerta principal de la iglesia. ¡Se habían encerrado dentro! ¡QUÉ JEBY! Y volví a mirar hacia el altar, donde seguía aquel cura postrado y a toda aquella gente sentada, que no llegarían a las cien personas, pero que darían para hacer un botellón y poner de los nervios a la Espe… (Esperanza Aguirre, una política del PP que viste con modelitos descartados de la Saga de Star Wars).

De espaldas a la entrada, con filas de bancos a cada lado del pasillo central, algo captó mi atención, aparte de las vistas antes, que ya eran de por si para llenar unos cuantos capítulos de terror. Pero esto que captó mi atención… en realidad fueron dos cosas. La de más impresión, era como un charquito en medio del pasillo. Un charquito de nada, como un vaso de agua derramado, vamos, y justo en su perpendicular, del techo de la iglesia, reventado y plagado de grietas como una telaraña de madera y escayola, caía una gota de agua. Pero la gota caía a tal lentitud, que te agobiaba ver cómo caía, y caía, y caía y nunca llegaba al suelo, porque caía súpermegalentamente.

Lo segundo que llamó mi atención, era un hombre que estaba sentado en uno de los bancos de las primeras filas. No porque le reconociera, ni porque estuviera de espaldas y no le veía la cara, aunque por el otro lado, las velas del altar le estarían dando de lleno. Pues bien, ese hombre ¡¡¡llevaba un uniforme de seguridad del Valle Takami, neeenaaasss!!!

¡Y entonces me dio un vuelco el corazón! Y me llevé la mano, pero mi corazón latía con normalidad… ¿Con normalidad? ¡¡¡NEEENAAA!!! ¡¡¡A ver si me iba yo a ralentizar también como la gotita de agua, el libro y el atril, o la señora sin mirada que me miró!!! Me volví a buscar el corazón, y aunque mi mente iba acelerada a mil por hora, el corazón latía de forma normal, ¡y yo me estaba agobiando y emparanoyando viva, neeenaaasss!

¡No me puedo ralentizar! ¡No me puedo ralentizar! ¡No! ¡Ahora no, coño! ¡A 13 Capítulos para el final NO, NEEENAA! (sí, nenas, faltan exactamente 13 Capítulos para el final de la Segunda Temporada de Desperates Housegays).

Di varios pasos hacia delante, y todo mi cuerpo se movió de forma normal, pero mi corazón seguía con su pachorra, tranquilo como los tipos del anuncio del Ron Malibú.

BUMP-BUMP… BUMP-BUMP… BUMP… BUMP… BUMP…

-¡ALELUYA!

Gritó de repente el cura levantando las manos hacia arriba, proyectando su sombra siniestra sobre el altar, y se giró a tal velocidad sin provocar un pliegue de su túnica, que me asustó tanto, que no pude gritar, pero sí abrí muchísimo la boca y los ojos, ahogada en terror.

Enjuto, con cabello gris muy corto y pómulos altísimos, me atravesó con su mirada glaciar y sonrió. Sus labios apergaminados se abrieron y ensancharon para lucir una dentadura amarillenta, que brillaba al igual que el blanco profundo estancado en sus ojos.

-Aleluya… -dijo en un tono más sosegado, cruzando los dedos, largos, finos y artríticos.

Todos los asientos de madera crujieron, cuando los feligreses se volvieron lentamente para mirarme A MÍ, con sus ojillos centelleantes y curiosos. ¡Unos ojos y una mirada del más allá… del más allá de Murcia, neeenaaasss!

1 comentario:

Hidroboy dijo...

¡NENAAAA!

¡CUIDADO CON MURCIA QUE ME HAN DICHO QUE ES DE BROMA!

¡¡¡Y PRINGA QUE NO VEAS!!!


¡¡¡QUE TERROR ESPANTO PAVOR SIENTO!!!

Encerrada en una Iglesia poseída por la Mujer Invisible de los cuatro fantásticos que ha creado un campo de fuerza interior que bloquea el agua y además con Torrente haciendo de cura y la Gigi al lado de la Virgen María(huana) y tú marcando paquete!!!

¡SE ME CORRE EL RIMMEL DE LA EMOCIÓN!