martes, diciembre 05, 2006

~13~ 3ª Temporada

En el capítulo anterior...

Sayuni nos prometió a Gigi y a mí que investigaría y que se leería el diario de la Agapita González entero, y nosotras nos fuimos a comprar un teléfono móvil, ¡¡¡que era lo más!!! Y que cuando conecté para que se cargara la batería, fui arrancada de ese éxtasis por culpa de alguien que llamó a la puerta; la aventura continúa en el capítulo 13, hoy Martes... ¡MARTES Y 13, NEEENAAA!


-¿Quién será? -preguntó Gigi.
-¿Y yo qué sé? Si no abres la puerta nunca lo sabremos, nena.
-¿Y por qué me toca siempre a mí el...
-Pues porque sí, nena. Porque estás más cerca de la puerta, y porque no pienso separar mis dedos de este teléfono tan COOL, hasta que se impriman mis huellas en él.
-Estás chalada, tía.
-¡Colabora un poco más, hombre por Dior!

A regañadientes, Gigi fue a abrir. Yo seguía flipada con el móvil (¡y no es para menos!), pero pese a que estaba aún en trance, y seguramente hasta me saldrían estigmas con forma de Nokia, conseguí oír una voz familiar que hablaba con Gigi; levanté la vista y la saludé.

-¡Jess, neeenaaa! ¿Has visto qué móvil, nena?
-¿Estáis muy ocupados? –preguntó con cara de extrañeza, cosa que me mosqueó.
-¿Ocupadas? –y miré a Gigi, y ella me miró mientras su cerebro imaginaba algo en lo que podría ocuparse, y volví a mirar a Jess-. Pues no, nena. ¿Tienes cara rara o me lo parece a mi?

¡EN QUÉ HORA LE PREGUNTÉ! Jessica, la vecina, se coló en la habitación y fue directa al sofá sentándose en él, como si su culo fuera de metal y mi sofá un enorme imán atrapa culos de vecina, hasta sentarla encima de la bolsa plástica donde estaba la fotocopia del diario secreto de Agapita González. La bolsa crujió, y pese a que ella estaba a punto de deshacerse en lágrimas, tuvo el detalle de sacar la bolsa de debajo de su culo y ponerla junto a los envoltorios de mi nuevo teléfono móvil.

-No nos conocemos de nada, lo sé... y puede que parezca que soy una histérica por actuar así... –comenzó a decir haciendo morritos como si se preparara para llorar.

Gigi se ocupó de sacar los envoltorios y papeles de un lado del sofá, y yo de coger la bolsa plástica donde estaba el diario de Agapita y lo metí debajo del sofá. Luego las dos nos sentamos, cada una a un lado de Jess, por si en su estado de histeria, se sacaba una magnum 45 del escote y se volava los sesos en mi casa.

-¡Nena! ¿Qué ha pasado?
-Nada, aún nada, y puede que no sea ¡NADA!
-Tía, ¡pues quién lo diría! Porque pareces una de aquellas que fueron al Diario de Patricia, en el programa de: “Me Volví Borracha porque Mi novio Me Dejó”.

Jess se cubrió la cara con las manos y se puso a llorar de forma... de forma... de esa forma que suelen hacer las tías con sensibilidad y clase. O sea, nenas: ¡¡¡a gritos!!!

-¡Me engaña con otra! –dijo tras dos llantos y tres hipos.

Gigi y yo nos miramos. No porque me sorprendiera, claro, sólo para lanzarle a Gigi una mirada del tipo: “como cuentes algo... ¡COBRAS!”.

-¿Pero quién? ¿Manolo?
-¿Quién si no, Dolly?

Preguntó mirándome con aquella cara, que parecía la de una belleza griega, viendo llover tras un cristal. Sí es una definición cursi, ¡pero es que el poco maquillaje que llevaba encima, se le había ido a tomar por culo con tanta lágrima, neeenaaa!

-Creo que se ve con otra... -continuó diciendo.
-Pero a ver, nena, tienes pruebas o es rollito de ese llamado “intuición femenina”.
-Puede que las dos cosas... –dijo.

Gigi fue a decir algo, porque inspiró y abrió la boca, pero yo me adelanté, no sea que la Gigi metiera la pata hasta el sobaco con alguna tontería de las suyas.

-A ver, nena, que la intuición... muchas veces la caga. Por eso es mejor tener pruebas del delito.
-Como en el CSI –dijo Gigi.
-Eso es, como en el CSI. Hay que tener pruebas, nena.
-¡Y las tengo!
-¡Dolly, tía LAS TIENE! -chilló Gigi dejñándose arrastrar por la histeria de Jessica.
-¿Lo has pillado con –y casi se me escapa la palabra OTRO, pero Jess, que debería tener de verdad eso de “la intuición femenina”, asintió-. ¿Lo has pillado?
-Sí, Dolly.
-¡K JEBY!
-¡HOLY MANOLIS! ¿Y aún así sigues con él, tía? ¡Por qué si tengo novio, y le pillo con un chocho, es que me desinfecto a mí misma con KH-7!
-¿Qué...?
-¿QUEEE...? –repetí yo abriendo mucho los ojos, para que Gigi cerrara el pico.
-Fue con Amanda... –dijo Jess volviendo a su relato.
-¿Qué, qué, qué? ¿Qué Amanda? ¿Amanda Lear? ¿Quién coño es Amanda, nena?
-¿Qué? –preguntó ella.
-Creo que me he perdido –dijo Gigi.
-Sí, nena, y no creo que seas la única. ¿Quién coño es la Amanda?
-¿La del “Jelou” Amanda?
-¡Gigi!
-¡Oka, tía!
-Déjala que se explique, ¿vale?
-Oka, tía; Jess, explícate.
-Amanda es una ATS, que acaba de entrar a trabaj
ar en mi turno.
-Espera –y pedí tiempo en plan jugadora de la NBA, cheerleader, of course-. A ver, nena, si tú trabajas por las mañanas y tu novio por las noches, como se van a cruzar la Amanda esa y Manolo.
-Unas semanas trabajo de mañana y otras de noche... ¡y es por las noches! –dijo y se puso en pié, a la vez que andaba en círculos-. Ella está conmigo, haciendo el turno en el urgencias, pero parece que conoce a Manolo de toda la vida.
-¿Y no será una paraguaya de esas?
-¿Amanda? -preguntó completamente fuera de contexto Jess-. Creo que es inglesa o algo así.
-Has entendido mal a Gigi, al decir paraguaya seguro que se refería a paranoia.
-Qué bien me conoces, tía.
-¡Qué bien te “desencripto”, nena!
-No, chicos –dijo Jess-. No estoy loca ni nada por el estilo. Sé que es imposible que haya... que haya un encuentro entre ambos, pero no obstante, sé que hay algo entre ellos.
-Y estás muy segura de que no se trata de una paranoia, ¿verdad? –y asintió-. ¿Qué pruebas tienes?
-Amanda fuma.
-¡ANGELA MARÍA! –gritó Gigi-. ¡Tía, que yo también fumo y no me follo a tu novio!
-¡Por esa regla de tres, yo fumo más que Gigi y seguramente me hubiera tirado a tu novio más veces que Gigi! ¡Que pa eso lo tengo al otro lado del descansillo, nena!

Aquel comentario arrancó una risa a Jess, que de paso se limpió las lágrimas, con un kleenex que extrajo de alguna parte de su vestido de diseño y sin bolsillos, y se limpió los lagrimales.

-Estáis chalados, chicos.
-Ya, nena, y tu tienes por novio a un chulazo que todo el mundo desearía meter en su cama -sobre todo: las PUTAS! que leéis este blog, gracias a mis detalladas descripciones-. Y eso no es para perder los papeles, nena. No así, como estás ahora.
-Pero es que sé que está pasando. Y eso es lo más terrible, Dolly.
-Pruebas, tía.
-Eso, es Gigi. ¿Tienes pruebas?
-La verdad es que... no. Pero muy dentro de mí, sé que me está poniendo los cuernos con Amanda.
-¿Por qué fuma? Tía, si te oye la Grisom, se mea de la risa, tía.
-Pero Amanda, con su excusa de que fuma, sale mucho durante su turno...
-Pero supongo que a la zona de la entrada de ambulancias, unos cinco o siete minutos, a fumarse un pitillo. ¡No se teletransporta a tu casa y se mete en la cama con Manolo!
-Pues no estoy muy segura...
-¿Se teletrasnporta?
-Habla metafóricamente, Gigi.
-No, Dolly, no hablo metafóricamente -dijo ella así, como de misteriosa.
-¡La Kidman! ¡La Kidman en aquella peli que hacía de bruja!
-¡Ya está bien! Y os lo digo a las dos –dije intentando cortar con aquella locura enrevesada-. Esa tal Amanda de Lan-don, ni tiene un teletrasportador, ni un helicóptero escondido en el coño, ni vuela a tu casa a tirarse a Manolo. Llegadas a este punto, nenas...
-¿Qué punto? –preguntó Gigi.
-¡EL DE CRUZ, GIGI! ¡El de no desvariar sin fumarse un porro, nenas! –y entonces me dirigí a la Jessie, levantando una ceja-. Si has venido a casa, nena... no es para contarnos esto, sino porque tú como mujer, has pensado en que puede haber algo en lo que pueda ayudarte... –y me puse en pié-. ¿no es así? –Jess asintió.

1 comentario:

Anónimo dijo...

JAAAAAAAAAJAJAJAJAJAJ

Brutal. Otro capítulo en el que NO PASA NADA pero que me escoño de la risa.

¿Qué punto? ¡EL DE CRUZ!

Jajajajajajajaja.