miércoles, diciembre 13, 2006

~15~ 3ª Temporada

En el capítulo anterior...

Jess, mi vecina, creyendo que su novio Manolo se la pegaba con una warra del trabajo, ideó un plan, que no repito, porque para eso está el capítulo anterior, nenas, así que te jodes y te lo lees, porque lo que de verdad te interesa saber, ¡es qué coño pasó cuando Manolo se fue a la ducha: PUTA!


El vaso de agua me hervía en las manos, y yo de tonta y shockeada, en lugar de dejarlo en cualquier parte, voy y lo cojo con las dos manos y me quemé, claro.

-¡Mierda!
-¿Decías algo? –preguntó Manolo desde el baño que había en la habitación, y se oyó cómo empezaba a correr el agua.
-No, nada… ¡es la tele! Un anuncio donde vendían... ¡MIERDA! ¡Pero ya la he apagado! –y dejé el condenado vaso en una balda de la librería y me soplé las manos-. Voy a dormir… ¡en el sofá!
-Bien… -dijo antes de que el agua de la ducha se oyera correr con más fuerza, y luego cambiara el ritmo cuando Manolo se metió bajo ella.

Y yo, pues hice lo que tenía que hacer, simular que me hacía la muerta en el sofá pero sin dormirme, claro, porque no estaba allí para dormirme en el sofá… ¡Ni para tirarme al Manolo! ¿O sí? ¿He dicho yo eso? ¡Sí, lo había dicho! ¿Pero qué hago sentada aquí?

En estos momentos, seguro que muchas de vosotras estaréis chillando en vuestras casitas: “¡Ve a ver a ese chulazo duchándose, PUTA!”. Ya claro, mucho de boquita, pero ya os quisiera ver a todas en mi situación, ¡putas! Que esto es la vida real, nenas, no como aquella película de Marikas Tirolesas, que sigo sin entender cómo podían cantar así de bien, comiéndose dos pollas a la vez. ¡PLAYBACK, claro!

El agua de la ducha se detuvo, y un sonido plástico me sobresaltó. Luego le oí cómo se enjabonaba, de arriba abajo y de abajo arriba…

¡Está bien! Jo, qué lioso es eso de tener conciencia. Las Divas se supone que somos superficiales, COOLS y superficiales, ¿pero cómo voy a hacerle esto a Jessica? ¿Eh? ¡Ya está! ¡A sufragiarse se ha dicho! ¡Viva el sufragio! Lo vamos a hacer por votación entre vosotras, queridas lectoras y yo.

A ver, que levanten las manos las marikas lectoras que quieren que vaya en estos momentos al baño a ESPIAR a Manolo. ¡Vamos nenas! ¡A votar!

Bueno, sí, me esperaba esa reacción… y yo que creía que era la única Desperate Housegays, y estoy comprobando ¡que hay más necesidad, que en el Tercer Mundo!

Y ahora que levanten la mano, todas las marikas que quieran que me quede sentadita en el sofá. ¡Vamos! ¿Qué pasa? ¡¡¡Esas manos arriba, nenas!!! ¡PERO BUENO! ¿Estáis mancas o qué? ¡Valientes golfas tengo por lectoras!

El agua volvió a correr con más fuerza y yo dejé mi diálogo interior, que cuando los tengo, ríete tú del Anthony Perkins... y volví a mirar hacia la entrada del dormitorio, y me mordí una uña, y pensé para mis adentros: “espero que las putas que leen esto, tengan kleenex a mano… para limpiarse después de lo que van a leer”, y anduve hacia la puerta con pasitos cortos, y con la sangre hirviéndome en las venas. Sólo será echarle un vistazo. ¡Anda que no he visto pollas en mi vida! Supongo que ver una más, no me va a volver más loka de lo que estoy… ¿No? ¿NO?

Atravesé el umbral, y vi la ropa sobre la cama y otra sobre una silla funcional que había en el dormitorio (el Ikea, me dije para mí), y me llegó el olor del jabón o gel de limón con el que se estaba duchando Manolo, y para no desfallecerme (y menos sin tener un público que viera mi actuación), me sujeté a la jamba de la entrada al baño, a lo Sharon Stone, corroída por el vicio e imaginándome a todas esas putas que habían levantado la mano en la votación anterior.

-Nenas… esto va por vosotras –dije en plan Virgen que llevan al sacrificio, pero muerta de gusto, y con una erección que me nublaba la visión de Manolo bajo el agua, tras la mampara de la ducha, completamente transparente y que tenía un dibujo en ola, justo a la altura de la cintura, que dejaba mate su culito turgente y levantado, porque estaba de espaldas a mi… ¡y qué espaldas, nena!
-¿Estás ahí? –preguntó él.
-¡¡¡QUÉ??? –chillé yo súper cortada-. Es que creí que me-me-me-me me habías dicho algo… -intenté decir cuando él se volvió para mirarme y cerró el agua.
-¿Algo?
-Sí, ya sabes, algo del estilo…¡¡¡!!! ¡ya sabes! –y me miró como si me apareciera un subtítulo que dijera: está drogada perdida y además es retrasada-. Algo así como ¿me alcanzas una toaLLA? –y es que se me escapó un falsete, nenas.
-Entonces, ¿me traes una toalla?
-¿Una toalla…? –y me puse a mirar a los lados como la puta de la Emily Rose, antes de que la echaran Agua Bendita y le sacaran los 7 demonios que tenía dentro… ¡y no vi una puta toalla! ¡Ni una de esas pequeñitas de bidet, ¡para limpiarse el chirli!- ¿Una toalla? ¿Pero si no veo ni una toalla?
-Una de ese montón –dijo él con una sonrisa.

Y yo miré al frente, porque me lo indicó con la mano, y a menos de 20 centímetros, y a la altura de su polla, había un taburete con UNA JODIDA PILA DE TOALLAS en tres colores: azul, blanco y rojo (¡como las películas del Krzysztof Kieslowski! ¡Viva el cine Francés!), una pila de toallas capaces de secar al Equipo Olímpico de Natación Masculina del TIROL. Yo-re-lé I-UUuuu... ¡¡¡¡¿¿¿Seré tonnnnta?!!!

-¡Ah, las toallas! ¡Coño, están tan ordenaditas que parece un mueble, nena! –y fui y cogí la primera de ellas, que al desplegarla, descubrí horrorizada que era una jodida toallita de bidet -¡Coño! -se me escapó-. ¿Con esta toallita qué secáis? ¿EL GRENLI?

Entonces me cogió de la mano y me acercó hacia él, mientras que con la otra, comenzó a quitarme el botón del cuello de la camisa, y luego el siguiente, y el siguiente, y otro más, y después tiró del faldón de mi camisa sacándola de los vaqueros, y no tuvo ningún problema en apartar la hebilla del cinto y desabotonar dos más del vaquero, antes de meter la mano entre mis boxer y mi cuerpo.

Yo seguía como hipnotizada por la serpiente del Libro de la Selva, que después de éste instante, cambiaré el dvd de lugar y lo pondré junto al de las marikas tirolesas, porque sin poder contenerme más, le besé… aunque aún supiera a gel de limón, y Manolo retrocedió un paso, y yo terminé de entrar en la ducha con él, sin camisa, y sentí el tacto de su pecho contra el mío, y cómo me cogía de la nuca y de la cintura en un abrazo que me dejó sin aliento, y respiré lo que había en sus pulmones, reteniéndolo en los míos.

Mordisqueándome los labios, siguió por mi mejilla y cuello hacia el hombro izquierdo, donde me pegó un bocado, que haría chillar de gusto a cualquiera, menos a la prota de Hijos de un Dior Menor, entre otras cosas, ¡porque la nena es muda!, y yo intenté atraerlo más hacia mí, sintiendo cómo la camisa me retenía las manos, y eso, nenas, subía el voltaje de la situación, porque yo estaba loka por meterle mano, y la puta camisa no me dejaba, así que me desabotoné los puños con los dientes (ni os imagináis el vizzio que se dibujó en sus ojos), y me quité de encima la camisa, y fui a quitarme los pantalones, cuando me empujó contra la pared y fue el quien se bajó para hacerlo.

Los jodidos pantalones se agarraron a mí por culpa del agua que aún seguía sobre el cuerpo perfecto de Manolo, y os juro, que si no fuera porque consiguió quitármelos de encima con zapatos puestos y todo, estaría dispuesta como la de SAW, ¡a cortarme las piernas, nenas! Claro que él como bombero, estaba acostumbrado a salvar a gente de situaciones peores… ¡a la situación de quitarle unos pantalones vaqueros (por cierto, vaqueros del Jack & Jones, nenas), a una marika con una erección!

Un día, cuando sea mayor y escriba mis memorias, espero descubrir por qué mis mejores polvos están relacionados con el agua. ¡Qué jeby! ¿No? ¡A ver si en otra vida me llamaba Ariel y era La Sirenita, neeenaaas…!

Dejé de pensar en tonterías, cuando volvió a mordisquear mi cuello, y me estrujó la cintura echándoseme encima y arrinconándome contra la esquina de la ducha, porque claro, era tan… grande, además de alto, que tenía que doblar la espalda para estar a mi altura, dejando un único contacto entre sus manos y nuestras caderas, donde ambos crecíamos más y más, en sendas erecciones que pedían a gritos ser atendidas. Y quise dedicarme a ello, pero Manolo se me adelantó, y me devoró, y yo con los nervios, intenté sujetarme a ALGO para no caerme, y abrí el grifo de la ducha, y claro, ¡me acordé de Tiburón por dos cosas!

porque me estaba ahogando con la dichosa agua fría y…
¡porque me estaban comiendo viva, neeenaaas!

Conseguí ajustar el agua, ya que al darle el agua fría en la espalda a Manolo, este protestó mordisqueándome el miembro, yo me cagué en las muelas del cabrón de Spielberg y su Tiburón, cogí a Manolo por donde pude y volví a ponerlo en pié, porque arrastrada hasta donde había llegado... ¡yo no me iba a ir e aquella casa sin comerme esa polla, neeenaaas!

Y no os pongáis a aguantar la respiración, que la que se la comió, ¡fui yo!

Me acordé de las marikas tirolesas, pero no canté ni me dieron envidia, nenas, porque aquella polla del Manolo, ¡valía por dos! ¡Y POR TRES, qué narices!

Y sí, nenas, ya vamos por la tercera página del Word, ¡pero no voy a terminar este capítulo aquí! ¡No nenas! ¡No se puede terminar un capítulo a mitad de un polvazo, y menos... ¡si te estás comiendo una polla! ¡Es de muy mala educación! Y no estaba dispuesta a parar y decirle a Manolo, oye, que se acaba el capítulo, nene... porque simplemente, me tomaría por loka, me daría la vuelta y me llena como al pavo de navidad con su manguera. ¡No nenas!

Si yo estaba disfrutando de este momento, después de tanto tiempo, y tantos capítulos sin echar un polvo de lo más tórrido, Manolo, ni os quiero contar. ¡Fue tan espectacular, como lo sería encerrar a Victoria Beckham en una tienda de Dolce & Gambrinus con las manos y pies atados, a ver si entraba en coma epiléptico debido a la impotencia de no poder coger nada! ¡Más… más que imaginarse un programa infantil, presentado por Belén Esteban! ¡Andreíta, coño, cómete el pollo! ¡Y me lo comí! ¡ANDA QUE NO!

Y me quedé sin aliento. Necesitaba aire, necesitaba respirar, y necesitaba ¡una garganta nueva, claro! Aparté como pude a Manolo (al que le costarían semanas bajar del limbo al que le induje), e intenté levantarme, aún con el cuerpo ardiendo a lo Antorcha de Los Cuatro Fantásticos, cuando oí los golpes contra la puerta y los gritos.

-¡Ángela María! –dije y salté de la ducha, poniendo en riesgo mi vida, cogí una toalla y me la enrosqué a la cintura, que me costó, porque con aquella erección ¡era una Misión Imposible!
-¿Qué-qué-qué ocurre? ¿Dónde vas?
-¡Gigi! ¡Que me la van a matar! –sólo pude decir eso antes de abandonar aquel polvo, súper alertada por los golpes en la puerta de mi casa y corrí a la puerta de la calle de la casa de Manolo y Jessica... antes de abrirla y quedarme con esa cara que ponen las actrices porno, cuando ven una polla en el primer polvo de la película-. ¿¿¿QUÉ??? -chillé al encontrarme en el descansillo, completamente acelerado y con la cara roja a… ¡Bruno!
-¿Dolly? –se preguntó a sí mismo, sin entender cómo salía por una puerta, que no era la puerta de mi casa, y por qué estaba tan roja, desnuda, y con una toalla que intentaba (y no conseguía) cubrir mi desnuda erección.
-¿Bru-Bru-Brunono? ¿Qué haces aquí?
-¿Y qué haces tú saliendo de esa casa… -comenzó a decir, cuando se interrumpió al ver a Manolo, también desnudo y con una toalla en la cintura, que dejaba bien claro las dimensiones del rabaco que tenía.
-¿Qué pasa? –dijo secamente Manolo-. ¿Quién es éste?
-Es una historia demasiado larga de contar, y estamos sin ropa… para que parezca una historia decente y real, Manolo –dije y me crucé de brazos, viendo cómo mi vida se desmoronaba OTRA vez-. Manolo, este es Bruno, mi ex… Bruno, este es Manolo…

Y sin mediar palabra (y dejándome a mí con la palabra en la boca), Manolo le arreó tal puñetazo a Bruno, que le lanzó contra la puerta de mi casa y le hizo rodar escaleras abajo hasta el siguiente descansillo. No fue un puñetazo, nenas, ¡FUE MAZINGER Z!

-¡Bruno! –chillé horrorizada, cuando se abrió la puerta de mi casa, y apareció Gigi, con los auriculares de mi ZEN puestos, la música a todo meter y cara de haberse quedado frita-. ¡GIGI! ¡TE HAS DORMIDO, HIJADELAGRANPUTA!
-¿Qué? –y se despertó de inmediato, con las pupilas clavadas en la polla de Manolo, y es que al dar el puñetazo, Manolo perdió la toalla que le tapaba-. ¿QUÉ? –repitió.
-¡Manolo, acabas de matar al único hombre que me ha querido de verdad! Suena cursi, ¡PERO ES VERDAD!

2 comentarios:

Anónimo dijo...

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