viernes, marzo 02, 2007

~26~ 3ª Temporada

En el capítulo anterior...

Seguíamos en las catacumbas, en DANGER total, con aquella bestia pestilente que no moriría ni con 50.000 devorolor zapatillas a lo rollito chino insertadas por el horto, ¡y descubrí que una de las Bossini tenía un móvil! Y claro, lo intenté coger para pedir ayuda y casi mato a la Eun, que se escoño de la pasarela de cemento, mientras que las otras dos putas huyeron por otro lado con la rubia, y yo me quedé con Gigi, el bichaco de abajo… ¡Y EL MÓVIL!



-¡Tía! –chilló Gigi-. ¿Por qué no llamas a la Sayuri a ver qué pasa con esos refuerzos que iba a pedir? ¡¡¡Ni el motero de Telepizza tarda tanto en llegar!!!
-Nena, hay que mantener la cabeza fría…

La bestia volvió a rugirnos, y yo miré hacia abajo donde estaba Eun, supuse, porque no veía nada entre tanta oscuridad, y le grité.

-¡Neeenaaa…! ¡No te muevas de ahí!
-¿Estás de COÑA, PUTA? ¡Creo que me he roto algo!
-¡Ay la pobre! –dijo Gigi.
-¿Sangras? –le pregunté.
-Un poco… -me dijo.
-Pues tranquila, que las tías sangran también todos los meses y no se mueren.
-¡Eres una asquerosa! –chilló dolorida.
-¿A quién se lo dices? –pregunté, porque lo dijo en singular, y Gigi y yo éramos todo un plural.
-¡A ti, PUTA!
-Ah, vale, pero deja de llamarme PUTA, coño –y miré a Gigi-. Eso de ser una malhablada, fijo que es de lo poco que aprendió con la Hidro-nena.
-¡Te he oído…!
-Gigi –dije pasando de la tretraplégica.
-Dime, tía.
-Sabes que estamos casi en el final de esta temporada, ¿verdad?
-Pues claro, tía.
-Entonces… -le di el móvil-. Usa la luz del móvil e intenta encontrar a las otras dos bossini y a la rubia, que seguro que han conseguido escapar.
-¡¡¡!!!
-¿Me has entendido?
-Claro que sí, nena, que no soy tonta, ¿pero y eso por qué?
-Porque… nena, tú siempre sales entera y con vida de todas mis aventuras.
-¿Y...?
-¡Coño, nena, que no es normal! Incluso Nacha La Macha me sugirió que te comiera un brazo.
-¿Y para qué vas a comerme un brazo, tía?
-¡Yo no, nena, el bicho del infierno que hay abajo!
-¡Esa marica está LOCA! ¡¡¡Debe ser porque se la inflado a esnifar el viento que corre en la Plaza del Pilar!!!
-¡Eso mismo pensé yo, nena!
-¡Qué cosas! ¿No?
-Sí, nena. Venga, coge el móvil y huye.
-Pero, Dolly…
-¡Gigi! Tienes que aprender una lección muy importante en esta vida: las marikas mancas NO LIGAN. Y hacerse una paja con la mano incorrecta, ¡es la rehostia, nena!
-¡Suerte con la alpóntiga, tía! –me dijo dándome un beso en la mejilla, y tocó una tecla en el móvil para que la luz de la pantalla le iluminara el camino-. ¡Te veré en el siguiente capítulo, tía! –dijo mientras se alejaba.

Y ahí estaba yo, más solita que la una, sin luz, en aquel sitio que apestaba a huevos podridos, con una cosa grande y peluda que intentaba comerme… ¡¡¡COÑO!!! ¡¡¡Era igualito a estar en el cuarto oscuro del Lether!!!

La bestia del averno rugió y comenzó a crujir. Al principio me recordó al sonido que haría una bolsa de nachos aplastada por el culo de María Teresa Campos, y pensé que aquel engendro se había partido la crisma contra los muros, pero no nenas, algo le estaba pasando a aquel ser, y se me encogió tanto el culo (del miedo, claro), que la pasarela de cemento sobre la que me encontraba pronto me pareció el Bernabeu de grande y hasta me entraron ganas de correr.

-¡Dolly, esta cosa se me está meando encima! –chilló Eun desde el nicho en el que había caído.
-¡Cierra la boca y no tragues nada, nena! ¿No has visto La Cosa o qué?

La bestia lanzó un bramido hacia el techo con tal fuerza, que tuve que sujetarme de los bordes de la pasarela para no caer. El alarido se dividió en varios aullidos a capella, como las putas del Dream Girls, porque claro, la gorda de la peli como tiene los pulmones de ocho personas juntas, ¡¡¡puede hacer lo que hace!!! Y por eso le dieron el Os-Ka.

Se acabó. O me movía, o sería mi fin. Palpé a los lados y noté cómo el suelo se extendía hacia mi izquierda… cuando una luz pulsante de color verde iba iluminando desde abajo. O los pedos de aquella cosa comenzaban a hacer reacción, o el muy bicho se había traído la discoteca portátil.

Comencé a andar a cuatro patas huyendo de la luz, aunque ya sabemos que en las pelis de terror lo recomendable es ir hacia la luz, pero yo NI MUERTA, nenas. La bestia o estaba creciendo, o le estaban saliendo más cosas que chillaban como si les metieran los cojoncillos de cinco Babes, los cerditos valientes, dentro de una picadora multifunción.

Eun no paraba de chillar cosas como mi nombre, no me dejes sola y demás tonterías que se suelen chillar cuando piensas que vas a morir y todo eso, pero yo no podía quedarme porque de hacerlo, ¡moriría!, y la prota de la aventura NO PUEDE morir, nenas; vale que en el cine europeo y el Ruso los protas la palmen, ¡pero es que es muy duro ser rusa y no probar ni gota, nenas! Y si eres alemana, lo más normal es que te des una ducha, salgas corriendo a la calle en bata ¡y te atropelle un volkswagen!

Entonces, entre tanta oscuridad, algo brilló. Por un momento creí que era LCGQBQB de Huesconsing, pero no era eso, nenas. Fue mi propio pánico, el que trajo a mi mente una imagen aterradora. ¡Una imagen de mi propia infancia! (antes de ser una Diva y todo eso...)

El avión olía a nuevo, aunque hacía mucho calor dentro, con el espantoso y lluvioso día del exterior; la azafata era una rubia de escándalo, y todos los chicos de octavo de EGB (cuando existía, nenas), convenimos en que estaba más buena que Molly Rinwald, pero no tanto como Cybill Shepherd, y yo pensé que tenía un estilazo tremendo y una sonrisa perfecta.

El viaje de Fin De Curso llenaba todo el avión, y la excitación nos invadía a todos, aunque a mí más, porque iba a sentarme con Víctor. Bueno, al lado de Víctor, aunque hubiera querido hacerlo encima, pero oye, que estábamos en Octavo de EGB, y con sentarme al lado y cogerle de la mano, tenía bastante… y es que Víctor, sufría de vértigo, y estaba sudando antes de que nuestros padres facturaran las maletas en el avión.

Yo me pedí ventanilla, Víctor en el centro, y se nos adosó Puerto, conocida en todo el colegio por “Bocinas”, y es que a todos los del cole, les había cogido los huevos y se los había estrujado, antes de tirárselos. A todos, menos a mí, que lo intentó, claro, porque de todos los chicos, modestia a parte, yo era un caramelito en el que todas las niñas se fijaban porque no tenía granos, era rubio, estaba muy moreno y era lo más FASHION que había, aunque no me hablaban porque el Día de las Profesiones, dije que algún día sería manager de Barbra Streisand y que relanzaría su carrera... hasta el infinito, y más allá, sólo el 2% sabía quién era Barbra Streisand. El profesor y yo.

Víctor apretó con fuerza mi mano cuando el avión vibró, y la bandejita del respaldo se abrió de sopetón, cubriendo la erección que me atacó. Sí, a esa edad tenía erecciones y muchísimas sintomas más de marika, nenas.

-¿Habéis visto Aeropuerto? –chilló Puerto por encima del sonido de los motores cuando aceleraban en la pista de despegue.
-¡Puerto! –le grité para que cerrada el pico.
-Padre nuestro que estás en los cielos… -comenzó a rezar Víctor.

Yo me acerqué a su oído, y muy bajito, rozando mis labios con su orejita, le susurré.

-¿Sabes una cosa? Fernando, que se la tiró la semana pasada, dice que tiene el chocho más peludo, que el culo de cewbacca.

Víctor salió de su terror y soltó una carcajada. Yo me fui a reír, pero la gravedad me clavó a tierra cuando el avión despegó, y los tres nos hundimos en los asientos; no era un día para volar, porque estaba lloviendo a mares, y porque no se veía ni un pedazo de cielo, pero el avión, erre que erre, ascendió y ascendió entre nubarrones grises, haciendo temblar todos los compartimentos. Unos se abrieron y saltaron abrigos, un paraguas y alguna mochila de mano, mientras que la rubia azafata, corría de un lado a otro como el prota de aquella peli que vimos la semana anterior, y que nos quedamos fritos de lo aburridísima que era: Carros de Fuego.

-¡Nunca pensé que moriría en un avión! –chilló Puerto.
-Querrás decir, que nunca pensaste que ibas a morir en un avión ¡sin follarte al piloto antes!

Y entonces Víctor soltó tal carcajada, que nos dejó sordos. Sí, se había tranquilizado un poco, y había dejado de apretarme con fuerza la mano, pero no me la soltó. Y de ese detalle, Puerto se dio buena cuenta.

-¿Sabéis que hacéis una buena parejita?
-Nena, incluso tú podrías hacer buena pareja conmigo –y levanté mi mano enlazada con la de Víctor-. Pero si esperas que te coja de la mano así, antes deberás lavártelas, nena, porque huelen a Fernando Romero.

No diré que el vuelo fue maravilloso, porque fue un auténtico desastre, menos para mí, que pedí limonada y me salvé, ya que todos los que pidieron zumo de naranja, que no era otra cosa que TANG de naranja, terminaron con cólicos diarreicos durante varios días, mientras que yo, estaba divina de la muerte, como una enfermera de la segunda guerra mundial ayudando a los heridos… y sobre todo a Víctor, que fue mi compañero de habitación.

Ese viaje, me demostró dos cosas. Primero, que podría luchar contra los elementos y ayudar a los demás sin perder mi clase y estilo, y segundo, que aunque seas más puta que Puerto, si tienes un cólico diarreico, no te comes una polla por más que lo desees con todo tu corazón.

-¡Luchar contra los elementos! –grité en la oscuridad absoluta de aquellas catacumbas y vi lo que había ante mí, satinado de un verdor intenso. A lo Matrix, pero sin marikas chachiformes paradas en el aire vestidas a la última.

Me puse de pié. Lo veía todo. El laberinto de paredes altísimas de cemento, se bifurcaba en todas direcciones. Salían caminos a un lado y a otro, como un rosal olvidado de la mano de El Jardinero Fiel, que busca la luz del sol… y eché a correr, mientras hubiera luz a mi espalda, por mucho que berreara el demonio que habían convocado los satanistas.

Los caminos pronto fueron terminándose y descubrí, para mi horror, que ahora corría describiendo una elipsis y en paralelo a las paredes del gigantesco recinto. Altísimas, hinchadas de humedad e imposible de escalar, a menos que llevaras puesto el spider-traje de la muerte. Apreté los codos contra el cuerpo al correr, a lo Steven Seagal, que parece que así se corre una mejor ¿? ¡CORRE!, una mejor, y seguí bordeando el altísimo muro de cemento que terminó metiéndose en la pared… ¡y yo me quedé sin camino!

Y grité, y creo que planeé como unos tres metros o así, hasta caer de narices en las losetas de la gigantesca sala. ¡¡¡LA SALA!!! ¿Pero qué coño había hecho? Me había tirado a la jodida sala de columnas, en la que estaba esa cosa.

Intenté levantarme rápidamente ¡JAjeJIjoJU! ¡Coño, me dolía todo! Miré hacia arriba, hacia mi pasarela de cemento, que estaba altísima y que no podría escalar aunque me dejara crecer las uñas; tras las columnas, decenas de ellas, la luz verde que lo inundaba todo, salía como los láseres verdes de discoteca, y la bestia volvió a correr hacia mí, llevándose por su olfato… y ahora sus pisadas eran muchas… como las sombras que se proyectaban hacia mí, que eran también ¡MUCHAS!, con lo que imaginé que… o bien le habían salido más patas de lo normal a aquella albóndiga gigante, o se traía a sus amiguitos para merendar…

¡¡¡Y YO SIN TULIPÁN!!!

2 comentarios:

delascenizasnací dijo...

JAJAJJAJAJAAJAAJAJ
peculiar blog si los hay!

Frank Palacios dijo...

¡Lo tomaré por un cumplido, delascenizasnací-nena!

Y como veo que tienes un fotoblog de esos, ¿a qué esperas para colgar esa foto tuya tan chula del tatoo en mi corchito para Divas?

¡Strike a Pose!

Kisses en las narices!, y bienvenida, nena!