jueves, noviembre 01, 2007

~11~ 4ª Temporada

En el capítulo anterior…

Fui atacada por el SER, que tal y como está la programación de radio, quizá hasta fuera de La Cadena Ser, y cuando estaba a punto de morir, fui rescatada (igualito que lo que le pasa a Bart y Lisa Simpson), y el espantahorrible SER huyó por la ventana de la habitación, dejando tras de sí un cadáver. No el mío, ¡porsupuestísimo!


-¿Ha matado a Genaro? ¿El cascarrabias? –pregunté yo, y entré en la habitación donde yacía el cadáver, con una pinta de cadáver, que ni pa qué, nenas-. Sí, tiene todo el aspecto de estar muerto… -y levanté la mirada hacia el marco de la ventana-. Y la ventana tiene el aspecto de necesitar otro cristal… ¡¡¡Y BARROTES PARA QUE NO ENTRE ESE BICHO!!! –grité en un acceso temporal de locura y terror, que me sacudió el cuerpo.

Al acercarme un poco más a la ventana, y sin cortarme con ningún cristal, porque claro, como saltó al exterior, todos los cristales habían caído para afuera, pero con cuidado de no “contaminar la escena del crimen”, miré por dónde podía haber salido aquella cosa huyendo, y sólo vi cipreses anaranjados por la puesta de sol y… ¡el cementerio!

-¡¡¡GIGI!!! ¡¡¡Gigi está en el cementerio!!! –grité volviéndome hacia el cocinero.
-¿Y para qué fue al cementerio? ¿No vio que está acotado por cintas por desprendimientos de tierra?
-¿Cómo?
-Todo el perímetro está rodeado por cintas amarillas que colocaron los bomberos hace dos meses.
-¡Coño, pues no lo vimos!

Y puse así, un poco de la cara de monga, la que pone la Mila Jovovich en Resident Evil 3, y de ser esto una película, la cámara cerraría plano sobre mi ojo, y tendría un flash back de película, en el que me volvería a ver a mí y a Gigi, levantando un pié para pasar la cinta amarilla que colocaron los bomberos y entrar dentro del cementerio. Y luego me regresé yo misma, de mi propio falsh back.

-¡Coño! ¡Es verdad! –grité horrorizada-. Y ahora que recuerdo… ¡venía a pedir ayuda porque Gigi se había caído en una zanja! –y salí corriendo de la habitación, gritando cosas como-. ¡Necesitamos una escalera! ¡Y un buen detergente y suavizante para lavarla a fondo! –pensando en que estaría perdidísima de roña, tras caer en el interior de aquel cementerio.

Aunque no lo vi, porque estaba a lo mío, o sea, corriendo para ayudar a Gigi, supe que Carmelo me seguía y nos detuvimos al salir de la residencia, porque dijo que detrás había una escalera, y claro, fuimos a por ella, y volvimos sobre nuestros pasos para seguir directos hacia el cementerio y allí estaba, como en El Mago de Oz, pero versión plástico, la cinta amarilla que acotaba todo el perímetro del cementerio y con unas letras grandes y negras que rezaban: PROHIBIDO EL PASO.

-¡Gigi! -grité para llamarla, mientras tiraba de uno de los lados de la larga escalera, sin saber en ese momento, porque la luz iba desapareciendo por segundos, dónde coño se había caído-. ¡Venimos a rescatarte, neeenaaa!
-¿Por dónde cayó? –me preguntó Carmelo.
-¿Y yo qué sé? ¡No se me ocurrió hacer un plano con una X en plan Piratas del Caribe, nene! Pero será fácil encontrarla, porque habrá un agujero… -y me paré en seco, y sentí el tirón de las escaleras en mis brazos-. ¿QUÉ?

Todo el cementerio estaba plagado de agujeros allá donde mirase.

-¿Quién ha hecho esto? ¿Los TOPILLOS esos que salían en la tele?
-¡Cuidado! –me gritó desde atrás Carmelo, que cargaba con el otro extremo de la escalera, cuando el suelo crujió bajo mis pies y llena de terror (y sin soltar la escalera), corrí hacia un lado describiendo un cuadrante casi perfecto.

El suelo se desmoronó y varias lápidas cayeron en el interior de un agujero, que se hizo más y más grande según me alejaba de él. Sabía que gritar no serviría de nada, pero sí correr, y fue lo que hice, correr como una loca hasta ponerme a salvo, y tropecé, claro, porque iba corriendo como una loca, y caí al suelo con escalera y todo; la escalera quedó tendida cuan larga era, y a la mitad de la misma, se detuvo aquel enorme socavón.

-¿Estás bien? –me preguntó Carmelo desde la entrada.
-¡Sí! ¡CREO! –y me incorporé-. ¡Espera, no muevas la escalera, se me ha ocurrido algo! –y me puse a gatear sobre la escalera, dirigiéndome hacia el socavón, con el fin de poner mirar hacia abajo a ver si veía a Gigi con vida, mientras pedía a todos los Santos que aquel desprendimiento de tierras no la hubiera aplastado, que aunque esto sea un blog y pudiera revivirla en otro capítulo, no molaba nada matarla después de dejarla tirada en el cementerio. ¡Escrúpulos de conciencia, que se dice! -¡¡¡GIGI!!!
-¡QUÉ, TÍA! –gritó desde la oscuridad de abajo.
-¡Qué haces!
-¡Punto de cruz, HIJADELAGRANPUTA! ¿Me vas a sacar de aquí o qué?
-¡Nena, que no nos dimos cuenta que el cementerio estaba precintado porque se caía a cachos!
-Yo sí que me di cuenta, tía –me respondió-. Pero como ibas súper decidida, ¡pues te seguí!
-¡Pues haberme avisado, nena! –y levanté la vista hacia el cocinero-. ¡Carmelo! Necesitamos una cuerda. Una que sea larga.
-¿Una cuerda para qué, Dolly? –preguntó Gigi desde las entrañas del cementerio.
-¡Para saltar a la comba! ¿Para qué va a ser, nena? ¡Para que subas por ella!
-¿Subir por una cuerda? ¡Eso nunca lo supe hacer cuando iba al gimnasio del Orfanato! ¡Me daba mucha tirria, tía!
-Pues tendrás que hacerlo, nena. Es la única forma de que te podamos sacar de ahí abajo.
-¿Y por qué no pones la escalera y subo como dios manda, tía?
-Pues porque todo el cementerio se está cayendo, nena.
-¡Ah! –he hizo una pausa-. ¿Tardarán mucho con esa cuerda, tía?
-Carmelo ha ido a por ella ahora mismo.
-Pues menos mal, porque creo que aquí abajo no estoy solita, tía…

Y fue entonces, cuando Gigi me contó lo que ya leíste en el Capítulo 9 de Desperate Housegays… y sentí mucho miedo por ella, allá abajo, sola y con eso que se movía bajo el lodo y la porquería.

-Tranquila, nena, que vas a salir de ahí.
-Pero pronto, ¿no? –preguntó casi con un hilillo de voz.
-Eso espero, nena… ¡Ah! ¡Acaba de llegar Carmelo con la cuerda!

La noche caía sobre el cementerio a una velocidad de vértigo, y extraños crujidos de tierra oían de cuando en cuando. Pese a que la escalera tumbada me servía como sostén, como a los que van al Polo Norte que se ponen raquetas de tenis en los pies, para repartir el peso... no las tenía yo todas conmigo de que la escalera hiciera el mismo efecto. ¿Y si esa tontería de ponerse raquetas era una invención de los guionistas de los documentales? ¿Y si no estaban en el Polo Norte, y todo se había rodado con un fondo verde y con mucho CGI?

Carmelo me lanzó la cuerda, que no sé dónde la había amarrado, pero que estaba amarrada por el otro extremo a alguna parte fuera del cementerio, y yo me puse de pie, con mucho cuidado, abriendo los pies para tener una mejor sujeción y poder tirar de Gigi cuando ascendiera por el agujero.

-¡Átatela bien a la cintura, que Carmelo y yo tiraremos de ti!
-¡Oka, tía! –dijo, y vi a lo lejos, ya entre las sombras de la noche, como dos lápidas a varios metros de mí, comenzaban a inclinarse antes de desaparecer por un nuevo desprendimiento de tierra.
-¿Lista?
-No, ¡pero si no queda otro remedio! -respondió.
-¡Ahora, Carmelo! –y tiré de la cuerda y Carmelo hizo lo mismo.

No hará falta deciros, que el dolor de manos es espantoso cuando se hace este tipo de esfuerzo, así que no probéis a hacer esto en casa, más que nada, porque os hará falta un agujero muy profundo y una escalera de cuatro metros, que no son fáciles de encontrar, claro.

-¡Ya te veo! –grité apretando los dientes y sin dejar de tirar de la cuerda-. ¡Tira más, Carmelo, que ya casi está fuera!
-¡Dolly, tía, la cuerda me hace mucho daño en los sobacos!
-Mira, nena, me estoy dejando los dedos para sacarte de ahí, ¡así que no me hables de tus sobacos! ¿Estamos?

Gigi sacó las manos en el hueco entre lo dos peldaños de la escalera, y después la cabeza. ¡Menos mal que Gigi es delgada y cabe entre los peldaños de la escalera! Que si llega a ser Tete Delgado, ¡es que ni me molesto en buscar una escalera ni una cuerda, y me siento a fumar un cigarrillo mientras toda la superficie del cementerio se le cae encima y la deja más plana que a las nenas de Súper Modelo 2007!

Una vez con medio cuerpo de Gigi fuera, la ayudé a salir y con mucho cuidado, gateamos por la escalera hasta lo que nos pareció terreno sólido y que no se desprendería, y saltamos a él y corrimos hacia el exterior del cementerio, con Carmelo tras nosotras.

-¡Tía! –gritó Gigi súper feliz dándome un abrazo-. ¡Me has salvado la vida…! ¿Y te ha dado tiempo para ir a la peluquería, PUTAZA?
-¿QUÉ? –chillé, y me tiró del flequillo-. ¡Augh! ¿Qué coño haces?
-¿Te has hecho unas mechas, tía?
-¿Pero qué mechas ni qué pollas, nena? –y me saqué un espejito súper ideal que siempre llevo conmigo (punto 25 del Manual de la Buena Diva: tener un espejito a mano ¡SIEMPRE!), y que tiene la imagen de “La Vía Láctea”, el cuadro de Tintoretto, que compré en la tienda del Thyssen. Del museo, claro, ¡no de los ascensores! –. ¡Tengo el pelo blanco, neeenaaa! –grité. Aunque más que tener el pelo blanco, parecían mechas, así con mega estilo de Pantene, pero ¡BLANCAS!
-¿Pero te ha dado tiempo a hacerte unas mechas mientras me salvabas? ¡Anda que no te cunden los capítulos, tía!
-¡Nena! Esto seguro que es del mega sustazo de muerte que me he llevado en el capítulo anterior…

Esta historia se estaba yendo de madre, y si casi morimos en los primeros 11 capítulos, ¿quién me iba a asegurar que llegaríamos vivas al Capítulo 35? ¡Nadie, nenas! Así que busqué mi móvil.

-¿Qué haces, tía?
-¡Llamar para pedir refuerzos, nena!
-¿Pero a quién?
-¡A la Hidro y a la Naxa!
-¿Vas a hacer un cross-over, tía?
-Sí, y de paso una especie de seguro de vida –y puso cara de no entender lo que le decía. Carmelo tenía cara de entender mucho menos, aunque con tanto esfuerzo, se había puesto tenso y estaba para echarle un polvo-. Verás, si yo muero, se acaba el blog de Desperate Housegays, y si morimos todas, ¡me llevo por delante tres blogs de un plumazo!
-La verdad, es que cuando te pones a pensar, das miedo, tía… Pero Dolly, quizá no pilles a la Hidro. Quizá esté con su novio y todo eso, o de viaje por Huesconsing, tía.
-Nena, trabaja en la FNAC, y los empleados de la FNAC ¡no tienen VIDA PRIVADA, neeenaaa!
-¡Ah!

Con dos llamadas las convencí. Como la Naxa tiene coche, un A6 AzulOscuroCasiNegro, le dije que se pasara a buscar a la Hidro de camino a Madrid, y les mandé las coordenadas de la residencia de ancianos para el GPS.

Casi de inmediato, aparecieron, porque se oía la música a todo trapo de Nena Daconte, sí, la petarda esa que "perdió los zapatos" (y el buen gusto), y sólo la Naxa es capaz de hacerse un viaje Zaragoza-Barcelona-Madrid oyendo a una petarda que canta delante de un ventilador del IKEA llamado ¡Inga Tunska Blacky Nunger Triska Friska!

Más que aparcar, ENCAJÓ el coche en la entrada de la residencia, y se bajó la Naxa para irse directa al maletero, del que sacó una caja de cartón enorme. Pero enorme, ENORME.

-¡Jo, tía! Estaba tan aburrida pintando las paredes de la habitación en calzoncillos, que cuando me has llamado, no me lo he pensado dos veces y me he dicho… ¡¡¡Para qué están las amigas!!!
-¿Y esa caja, tía? –le preguntó la Gigi.
-Son mis rotuladores, cartulinas de colores, papel cebolla, radiografías, tijeras de punta redonda, pegamento en barra, mis patitos de goma para la bañera, y muchas cosas más que como me sirven para mi blog, me dije, ¡pues también servirán para el de Dolly!
-Ah, no, nena, que este blog es de Divas, y en el Corcho de las Divas sólo cuelgo fotos de Divas y de accesorios para Divas, no cucamonas de esas tuyas, nena ¿Y la Hidro? –le pregunté, porque en el coche no había nadie más.
-¿La Hidro también ha venido?
-No, nena, te dije que te pasaras a recogerla de camino aquí.
-¿Ah, sí? –y bajó la vista a su caja de cartón llena de trastos-. Y yo que creí que no me olvidaba de nada… ¡También he traído mi cojín negro con forma de corazón, tía! –chilló súper feliz sacándolo.
-¿De verdad que no tienes una hermana gemela, Gigi?
-¿Qué? –dijo la Gigi.

Mientras, a varios kilómetros de nosotras, la Hidro se pelaba de frío aquella noche de Noviembre en la Plaza de Cataluña, con una manada de buitres leonados volando en círculos sobre su cabeza.

-¡Anda que hemos empezado bien el día de DIFUNTAS... PUTAS! –le chilló la Hidro a los buitres.

2 comentarios:

Hidroboy dijo...

¿Y CÓMO COÑO ME QUITO LOS BUITRES DE ENCIMA?
Mira que como se me caguen en la cazadora Adolfo Domínguez ME LA PAGAS, NAXA.

Naxo dijo...

Lo siento, tía. A ver si te ponen el AVE hasta Barcelona de una puta vez (que hay más corrimientos de tierra que en el cementerio este) y te vienes en un plis.
Y si no te coges el bus, putaza, que estás acostumbrada a cruzar las montañas para llegar a Huesconsin como las pobres.
Seguro que tarde o temprano sirven mis manualidades para salvarnos el culo.
Y en el coche iba escuchando a CONCHITA, no a NENA DACONTE, que es muy del 2006.
Putas