miércoles, agosto 16, 2006

~3~ 3ª Temporada

En el capítulo anterior...

Con nuestra copia del Diario Secreto de Agapita González, nos fuimos de copas a El Paso, y para sorpresa nuestra, nos encontramos a uno de mis nuevos vecinos de descansillo comiéndole allí mismo los sobacos a una alemana lether perdida por ir mal vestida; Gigi y yo, sólo pudimos superar tantas emociones con la ayuda de tres ginlemons; al llegar a casa, espié (pero sólo un poquito), a mis nuevos vecinos al oir ruido en el descansillo.

Jessica rodeó el cuerpazo de su novio Manolo (de profesión bombero y que estaba que te cagas), y le besó en el cuello mientras le susurraba algo que no entendí, porque estaba con el ojo pegado en la mirilla, y no con la oreja pegada a la puerta, nenas.

-¿Qué haces? ¿Qué haces? ¿Mmmm? ¿Mmm? –me chilló Gigi a la espalda y casi vi cómo mi alma se salía de mi cuerpo para dirigirse hacia la luz, ¡del susto que me había metido la hijadelagranputa!

Jessica dejó de abrazar a Manolo, y las miradas de ambos se dirigieron a mi puerta.

¡A MI!

Así que tapé con un dedito la mirilla, y me volví supermegalentamente hacia Gigi, que permanecía con las manos en jarras como un botijo toledano, mientras que la mandaba a callar con la ayuda de la mímica... ¡porque soy muy buena con la mímica! Te lo creas o no, ayuda a ligar cantidad en ese tipo de bares o discotecas, donde la música te puede dejar sorda de por vida.

Me aparté de la puerta como si dentro de mi apartamento estuviéramos a cero atmósferas, como de marika flotante e ingrávida, y me aparté a un lado de la puerta quitando el dedito de la mirilla, para ir junto a Gigi y taparle la boca con una mano y susurrarle a la oreja.

-Calla, marikón, que acaba de llegar el bombero... –le susurré bajito y miré hacia el bajo de la puerta, por el que se filtraba débilmente la luz del descansillo... y una sombra.

Oí los tacones de la Jessica acercándose a mi puerta y luego... un suave golpeteo de nudillos en la madera. No llamó al timbre, no. Llamó con los nudillos, pero de forma muy suave y sutil.

-Gigi –le dije a la oreja-. Si salimos vivas de ésta, prenderé fuego a todas tus camisas lolailo, ¡HIJADELAGRANPUTA!

Y a una velocidad tal, que sólo sería posible transcribiros qué ocurrió en aquellos tres segundos, pasando este blog a cámara superlenta... metí a Gigi en la cocina, saqué varios tapers que tengo de comida congelada (casera, nenas, casera) y etiquetada, y las dejé en la encimera, con la puerta del microondas abierta y con una jarra de agua en las manos de Gigi antes de ir a la puerta y abrirla con la mejor de mis sonrisas... y aire, taciturno, del estilo: “¿Qué ocurre que llamas a casa a las cinco y pico de la mañana, nena?”. Y como esta frase me pareció tan buena, fue la que le solté con algún matiz taciturno a Jessica y a Manolo, el bombero que estaba de mojar y remojar potorrens alemanes.

-Hola... Jessica, ¿ocurre algo? –dije mirando de hito en hito a uno y a otro-. ¿Un incendio o algo así?
-Te iba a preguntar lo mismo... oí unos gritos en tu casa... -dijo mirando hacia el interior, pero sin ser descarada.
-¿En mi...? –y me llevé una mano al pecho, entre relajada y semigay, como si me quitara un peso de encima-. Perdóname, nena... fue sido la Gigi.
-¿Y todo... va bien...?
-Sí, nena, gracias por preocuparte... pero es que iba a calentar algo de cena, y la Gigi se ha puesto algo histérica con unos canelones de espinacas que iba a meter en el microondas. ¡Encima que son caseros! –sus caras eran de no terminar de creérselo, así que me aparté de la puerta-. ¿Y vosotros? ¿Habéis cenado? –y me volví hacia la cocina sin parar de hablar, esperando que ellos me siguieran... cosa que hicieron. Yo mientras, crucé los dedos esperando que mi vista no me engañara minutos antes al leer a velocidad de la luz “canelones de espinacas” en uno de los tapers-. Tengo cantidad de comida congelada, lo digo porque si no habéis cenado, podéis llevaros algo... –Gigi me miró como si me hubiera vuelto loca de remate-. Gigi, la próxima vez que no quieras espinacas, no hace falta que me lo chilles a los cuatro vientos cuando lo iba a meter en el microondas. Jessica y Manolo han pensando que me estaba asesinando un loco o algo así. ¿A qué sí? -les pregunté a ellos.
-Perdona, si me he excedido, Dolly –dijo ella, que... efectivamente, me había seguido hasta la cocina y Manolo también, aunque miraba hacia la entrada de mi casa que permanecía con la puerta abierta, así como supuse, miraba hacia la puerta de su casa.
-Perdón si os he asustado –dijo Gigi de forma tan convincente, que era para darle con el Oscar, en todos los morros ¡por PUTA!, en el apartado de La Mejor MariGritos.
-¿Quieres llevar los canelones con espinacas, Jess, ¿te importa que te llame Jess?
-Claro que no, es más, lo prefiero.
-Gracias, nena –y vi que, efectivamente, tenía unos canelones con espinacas-. Si os los coméis, os prometo que Gigi no volverá a berrear cuando vea el nombre de espinacas en la etiqueta... –y miré a Manolo-. ¿Y acabas de salir ahora del trabajo? –y miré la hora, que eran casi las seis menos cuarto ¡de la mañana! Y yo despierta, con la Gigi traumatizada y con visita en casa.
-Sí... –dijo Manolo de una forma algo extraña-. Acabo de salir del curro.
-Tiene unas guardias... que se me hacen eternas –dijo Jessica-. Y yo para aguantar... me quedo a leer hasta que caigo sopa.
-Ay, pobre... –suspiró Gigi.
-¿Y has tenido que apagar muchos incendios esta noche? –pregunté a Manolo.
-No, la verdad es que ha sido una noche de lo más tranquila...
-¡Vaya! –se nos escapó sin premeditarlo a Gigi y a mí.

Y es que en lugar de verle apagando incendios, o bajando de un 5º piso a una adorable ancianita mientras su casa ardía en llamas, porque la anciana era muy guarra y tenía el síndrome ese de Diógenes, que recogía todo lo que pillaba y después, claro, se le prende fuego el infiernillo que tiene como estufa... lo que nos imaginamos fue a Manolo comiéndole los sobacos a aquella bigotona en El Paso.

-No os molestamos más –dictaminó Jess, con el taper de los canelones con espinacas en una mano y con Manolo en la otra-. Os dejamos cenar y descansar. Mañana te traigo el taper.
-No pasa nada, nena, cuando quieras. Hasta mañana.

Les acompañé a la entrada, les di las buenas noches y cerré la puerta, con todos los cerrojos que tenía disponibles, por si a la Gigi se le ocurría huir, antes de que le arrancara la piel a tiras; volví a la cocina y se lo chillé muy bajito.

-¿Pero tú eres TONTA o estudias en el Liceo Francés para ello, Gigi?
-Perdón –dijo asustada.
-Esta es mí casa y en mí casa hago lo que me sale del chirli, y si no te gusta, te vas a la tuya, que para eso la tienes. ¡Casi nos pillan por tu tontería! ¡PUTA! –y Gigi se puso a llorar-. No, nena, no me vengas ahora con dramas... ¡Crece de una vez!
-No te preocupes. No tendrás más dramas de Gigi, tía...

Cogió una servilleta de cocina, su cazadora y se fue de casa cerrando la puerta sin hacer ruido, dejándome más flipada que aquella concursante de “Acierte la polla”, que se comió una polla que no era la de su marido, se divorció, pero al final llegó a la semifinal, ¡porque era muy buena comiendo pollas! Aunque se quedó soltera, ¡pero se hinchó! ¡Viva ella!

-¡Pues no vas a hacer que me sienta mal, coño!

Lo dije para mí, claro, porque no había nadie en casa que me pudiera oír. Incluso la Furcia estaba dormida en su lecho de papeles rotos. Sí, me sentí mal. He de reconocerlo, pero Gigi no es Ana Obregón, que va por ahí pensando que aún tiene 15 años y que la acaban de invitar a una fiesta de camisetas mojadas, o que cree que los condones son chupa-chups sin palo. ¡No! No me voy a sentir mal. ¡Que aprenda! ¡Que es mayorcita!

Así que me fui a la cama sin cenar, cabreadísima y con el cuerpo fatal... pero aún así, hice inventario en la escena tan frikie por la que había pasado, recordando un detalle que sólo yo, que sabía del doble juego de Manolo el bombero, descubrí. Y es que olía a recién duchado cuando llegó a casa. ¿De guardia en el parque de bomberos? ¡JA! ¡Ducha rápida en casa de otro! ¡LA COME SOBACOS!

-¡Buenas noches, Dolly! -dije en voz alta al apagar la luz de la mesilla, aprentando después a la osita de peluche ESPANTOSA, que me regalaron en un bar al pedir la copa, y a la que se iluminaron los mofletes en rojo, cuando me lanzó un sonoro beso y me dijo "I love you"-. ¡Y yo a ti, PUTA!

Al otro día, me desperté súper tarde, y Gigi no dio señales de vida. Ni llamando a casa, ni llamándome al móvil, ni por internet, ni viniendo a casa. Mi orgullo gay me impedía dar mi brazo a torcer, porque ¿quién coño quiere un brazo torcido?

Provoqué que mi vida diera un giro de 180 grados. Fui al trabajo, si es que aún lo tenía y no me había despedido Arturito y... al llegar al vídeo club en el que trabajo, o trabajaba, me encontré con una loca que era como de película de Romero y concierto de The Cure. O sea, una marika que iba de siniestra y que seguramente, en la intimidad de su casa, se ponía lentillas de color blanco y sacrificaba gallinas a algún dios pagano de vudú mortal.

-Hola... ¿está Arturo?
-No, no está, y no volverá hasta dentro de un mes. Se ha ido a hacer un crucero.
-¿Un crucero? ¿Después de ver Titanic y La Aventura del Poseidón?
-¿Eres Dolly, verdad?

Fruncí el ceño, porque yo no conocía a aquel elemento, y porque como ya os imaginaréis, no suelo ir a misas negras, ni a misas rosas, ni a misas de La Doble Uve: Misas de Viejas Viudas.

-Pues sí, Soy Dolly, ¿cómo lo sabes?

La siniestra se agachó y puso sobre el mostrador la papelera, en la que habían varias fotos de mi queridísima Dolly Parton y fotos mías ¡con Gigi...!

-Pensé que no volverías, y por eso las tiré.
-¡Mis souvenir!

D
espués, la hija anticristo de Marilyn Manson me dio un sobre, en el que se podía leer:

para Dolly

-¿Para mí?
-Eso es...

No lo dudé y abrí la carta... ¿Una carta de despido?

¡JAAAAAAAAARL! ¡ESTOY DESPEDIDA, NEEENAAASSS!

3 comentarios:

Hidroboy dijo...

¡Nena! Me pongo berraca pensando en el Manolo.

Naxo dijo...

Neeenaaa! Eres una marica parada! Tanto tiempo libre y sin dinero para arrasar el pull&bear!!!!!!! Ya te veo pidiéndole las camisas lolailo a la Gigi (por cierto, te has pasado con la pobre, si es que no puede evitar lanzar esos grititos de histeria...)
Venga nena, ahora toca hacerse fotos cools para el currículum, y a mandar al H&M, que te harán descuento! :D
P.D: No sabía que se le pudieran dar fresones a la Furcia. Que fuerte cómo come la muy puta!
Besos ;)

Frank Palacios dijo...

Durante mi Diva Tours, he buscado un huequecito entre los photocalls, los putacalls y los chupacalls, para responderos...

Yil, nena, soy muy paleta para eso del chantaje de sobacos, a mí lo que me va es el Chantillí, con sus varias aplicaciones; y descuida, que me mantendré firme con la Gigi, ¡que ya está bien, neeenaaa!

Hidro-nena... ¡¡¡COMO SI FUERAS LA ÚNICA QUE SE PONE BERRACA CON EL MANOLO, PUTA!!! ¡Hasta las marikas ciegas tienen un poster de él en bralley, neeenaaa!

Naxo, pink-pollo, tú has sido la única que se ha tomado en serio lo del DESPIDO...

Que si me despidieran por contratar a Paris Hilton, vale, lo entendería, es cool y es muy puta, estrella coches porque va borracha e hinchada... y podría ser una futura DIVA, ¡¡¡pero despedirme por la Hija de Marilyn Manson, TIENE DELITO!!!

Gracias a Dior, mi fama me precede (¡mira, como mi miembro!), y supongo que tendré que hacer pocos CV's, pero aún así, mandaré fotos y desplegables mías, porque en una foto, ¡¡¡es imposible contenerme entera, neeenaaa!!!

PD: yo tampoco sabía lo de las fresas, pero le di unas cuantas y como no la ha palmado, ¡yo le sigo dando! ¡Y que se hinche!

Y ahora me vuelvo al Tour, que desde el ingreso de Whitney SNIFFFFF Houston, que tiene un GRAN PROBLEMA, vamos un poco pilladas de Divas...

¡¡¡Menos mal que tenemos a una diva como Boy George, recogiéndonos las basuras!!! ¡¡¡Hasta basuseras de diseño tenemos, neeenaaasss!!!

Con deciros... ¡que no sé si volverme a Madrid el próximo viernes! Entre otras cosas, porque estoy ¡¡¡DESPEDIDA!!!