martes, enero 16, 2007

~18~ 3ª Temporada

En el capítulo anterior...

Mi vida no hizo más que complicarse, al descubrir que el la del Diario de la Agapita de los Cojones, estaba más muerta que Franco, y que aún así, seguía escribiéndose solito, de forma para-anormal y muy poco normal; encima, la Sayuri me cuenta un rollo de sectas, y la Gigi consigue gratis unas botellitas (espantosas) de agua bendita, y se pide a las tantas un bocata de tortilla, en un bar infecto de la calle Luna, en el que los anisakis son tan grandes como los boquerones en vinagre que tienen en la barra.


-Nena –dije mirando las dos botellitas de plástico con agua bendita, que me recordaron a las “peras” esas que le meten por el culo a los niños pequeños para que hagan caquitas-, con la pasta que tiene el Vaticano, ¡podría buscarse un diseñador para sus productos! Porque un poco más, ¡y te mete el agua bendita en una botella de Anís del Mono, coño!
-Yo creo que la deberían dar en botellas de Evian, así, con forma de gota, muy totales –respondió Sayuri, y yo tuve un déja vù. ¿Dónde coño había oído esa frase… ANTES?
-Pero mira que sois desagradecidas. Es agua bendita, que la bendijo delante de mis narices. ¡Es como tener un CD firmado por el cantante!
-Gigi, admítelo, vas a luchar contra el diablo con estas mierdas… y seguro que se muere del ataque de risa que le entra, cuando te vea llegar a las puertas del infierno con estas ridículas botellitas en las manos, que por cierto, ¡están más sobadas que las paredes de un cuarto oscuro, neeenaaa! ¿No te dio asco coger esto?
-¿Y para qué coño vamos a ir a luchar contra el diablo, tía? –me preguntó de repente Gigi, a punto de terminarse el bocata de tortilla.
-Vamos a ver… ¿no te has enterado de nada de lo que te he contado entre el capítulo 17 y 18, para no retrasar la acción, ni aburrir a mis lectores, ni tener que contar las cosas dos veces, nena?
-Tía, pues podías haberme dicho: “Gigi, atiende, que esto es muy importante.”
-Nena, tú terminarás llevándome al psiquiatra.
-¿Pero por qué?
-A ver, chicos –interrumpió Sayuri-. Que he de regresar a la comisaría, y de paso, intentar hablar con Bruno.
-Nena, no le digas… nada de todo esto, ¿vale?
-¿Por qué no?
-Tías, estoy perdida –admitió Gigi-. ¿Qué NO tiene que decirle a Bruno, tía?
-Gigi, termínate el bocadillo que ya te haré un resumen cuando salgamos de aquí –y miré a Sayuri-. Nena, no pierdas el tiempo con Bruno. Mi corazón ya no puede llevarse más acelerones; le perdí, y le perdí por segunda vez. No pudo aguantar toda esta situación que me rodea, y su respuesta fue poner cara de PAUSE; sé que es duro, yo más que nadie lo sabe, que encima estoy contando mi vida a los cuatro vientos en este blog, y lo que a mi me parece un drama de importancia vital, a otros les parecerá una tontería que le pasa a una marika loca de Madrid, que no consigue novio. Así que, nena, por favor, no intercedas. En esta aventura me están ocurriendo TANTAS cosas, que lo menos que me gustaría en estos momentos, es pensar en un capítulo con reencuentro, ¿vale?

Sayuri y Gigi (que dejó de comer), me miraron como si estuvieran viendo al prota de Mar Adentro, corriendo desnudo por la Gran Vía, zarandeando las manos sobre la cabeza al grito de: “¡Os engañé! ¡¡¡No soy tetrapléjico!!!”.

-Así que tú dirás, nena. Si la Agapita esa mata desde el más allá, y encima quiere matar a mi vecino Manolo, el bombero, que está muy bueno y que CASI me tiro, tendré que hacer algo. ¿No? ¡Una DIVA no puede dejar que un fan suyo muera sin habérselo follado antes, nena! ¡Eso sería tristísimo!
-¿Que casi te lo tiras? ¡Pero si salías empalmada viva, tía! –y Gigi miró a Sayuri-. Y el Manolo tenía un rabo, ¡que parecía la tuneladora esa que ha hecho la línea 3, tía! ¡Hasta yo me quedé sin saliva!
-Gigi.
-¿Sí?
-Gracias por la nota a pié de página.
-De nada, tía.

Entonces me levanté y decidí que ya era hora de tomar el timón del rumbo de mi vida… o meter la pata hasta el sobaquillo, por ir de lista, aunque, en mi defensa he de decir que “Las DIVAS nunca nos equivocamos”. Quizá cojamos el camino más largo, pero llegamos al destino.

-Nenas, me voy a casa, me ducho, me cambio, veo qué tal está Manolo, si sigue siendo humano o un endemoniado, y vamos a pararle los tacones a esa megagolfa de Agapita González que está en ¡Móstoles!
-Pero, Dolly, Agapita, si está muerta, estará en el Más Allá, ¿no?
-¿Y dónde coño te crees que está Móstoles, nena? ¡En el más allá! Si no hay una parada de metro, está en el Más Allá, nena. Y puedo prometer y prometo, que cuando pille a esa zorra fantasma de Murcia de los pelos ectoplásmicos del coño, ¡se va a arrepentir de haber pisado Madrid!
-Jodo, qué patriótico te ha salido todo, nena, ¡y sin guión!
-Sí, Gigi. Cuando las cosas se ponen duras, ¡las maricas sabemos darle un buen uso a las cosas duras!

Y le dio por aplaudirme (a Gigi, claro), mientras Sayuri me miraba y no se lo creía.

De vuelta a casa y medio acojonada (el otro medio acojone era de Gigi), que me clavaba las uñas en el hombro, parapetándose tras de mí, llamé al timbre de la casa de Jessica y Manolo y tras una larga espera, la puerta se abrió y medio esperando a que saliera una niña despeinada, con granos y en camisón, girando la cabeza hasta acertar con nosotras para vomitarnos litros y litros de papilla verde… vimos otra vez el cuerpazo de adonis que tiene Manolo, vistiendo la parte baja del pijama.

-¡Manolo! –chillamos las dos, entre putas salidas, asustadas y sorprendidísimas.
-¡Qué bien que estés... BIEN! -dije sólo yo.
-¿Tú no estabas durmiendo –y miró hacia atrás-, en casa?
-¿No recuerdas lo que ha pasado?
-Sí, claro… -dijo sin tenerlo muy claro-. Llegué, te saludé, me di una ducha y me fui a dormir.

Y a Gigi se le escapó una carcajada.

-Sí, nene, eso fue exactamente lo que pasó. ¡Bien! ¡Nos vemos! –dije sacando las llaves y abriendo la puerta de casa, a la que entré empujando a Gigi para que entrara y no se le escapara ningún comentario de los suyos.
-¡Pero tía! –dijo cuando cerré la puerta. (¿veis como soy una marika súper previsora?)
-Gigi, ¿recuerdas a esa reportera de Tele 5 en Sevilla, que estaba haciendo una crónica de un tal Diógenes, que tenía un síndrome, cuando alguien la pilló de las bragas y la apalizó en directo y para toda España, y Pedro Piqueras desde Madrid no pudo más que levantar una ceja?
-Pues… creo que sí que lo vi.
-Pues el éxito del ataque de la Enana Violenta, fue ese mismo, nena: ser enana y VIOLENTA.
-Y la sorpresa también.
-Claro, y la sorpresa-sorpresa.
-¿Entonces a quién nos toca darle una sorpresa-sorpresa? Espero que no sea a la Gemio, porque es que la soporto menos, que a los anisakis.
-No, nena, investigaremos ese sitio del que nos habó la Sayuri. Sobre los de esa secta.
-¡No jodas, tía! ¿Pero y cómo los vamos a encontrar?
-¿Recuerdas el “cerda gay”?
-¿El CERDA GAY? ¿Ese tugurio de after que está en la calle Fuencarral?
-Ese mismo, nena –dije con la vista perdida en el infinito, hacia la zona de mis dvd’s de Dolly Parton-. ¿Recuerdas la risa que nos dio cuando vimos el nombre del after? Era un cero con una zeta dentro y la palabra day… ¡por eso lo llamamos el Cerda Gay!
-No lo pillo, tía. Sí lo de tus juegos de palabras y esas manías de ponerle mote a las cosas y…
-¡Gigi, atiende que esto es importante!
-¡Atiendo, tía! Mira y sin pestañear.
-0Day el after, tiene el mismo nombre que la secta: ¡DIA CERO!
-¡Pero en Inglés!
-¿Y qué hay al lado del after, nena?
-¿Un VIPS?
-¡NO, NENA! ¡UNA IGLESIA! La que está haciendo esquina entre Divino Pastor con Fuencarral, antes de llegar a la Glorieta de Bilbao.
-¡Tía, que no soy de Murcia! ¡Que sé a cual te refieres!
-Coño, pero si lo digo así, mis fans de Madrid podrían hasta montarse un tour estilo: “Dolly se jugó la vida por Aquí”.
-¡Tía, tienes una cabeza de empresaria a lo Victoria Beckham!
-A esa, la enseñé yo a ser tan organizada, nena. Antes de que se fuera a Londres y se volviera amiga de esas camioneras cantarinas –y miré la hora en mi reloj-. ¿Sabes lo que te digo? No son ni las cinco y media de la mañana. Creo que deberíamos ir a inspeccionar ese after, nena.
-Pero a mí no me gustan los afters, tía.
-Gigi, que no nos vamos de marcha, nena, ¡ni a comer pollas! ¡Nos vamos a investigar!
-Pero yo es que ahora estoy como súper cansadita, tía.
-Te invito a una ginebra con limón.
-¡Vale!

Y así, Gigi y yo, con el glamour a un 50% porque no habíamos pegado ojo en no se cuantas horas (total, para ir a un after, lo que te sobra es el glamour, nenas), pusimos otra vez nuestos culos en marcha y entramos por la primera salida hacia la calle Fuencarral.

Al principio, creí que era imaginaciones mías… pero incluso Gigi, que no es una Einstein, se dio cuenta de que ALGUIEN nos seguía.

-Dolly, nos siguen –dijo bajito e hizo un gesto imperceptible con su barbilla indicándome hacia atrás.
-Lo sé, nena, y mis fans lo han leído antes de que tú lo dijeras.
-¿Sí? ¡Pues me podrías avisar, tía! Que soy yo la que me estoy jugando la vida por acompañarte, y no esas putas que están en sus casitas leyendo este blog tan ricamente.
-La vida es injusta, Gigi… creo que lo dijo Paris Hilton…
-Lo dijo esa puta y cuarenta mil personas más en algún momento de su vida.
-Déjate de dramatismos, Gigi, que ya estamos llegando, y el portero parece el hermano asilvestrado de Santiago Segura… -y dije en voz baja-. Tú sígueme el rollo, nena…

Pese a que la calle Fuencarral, tiene más vida que una horda de gatos, a esas horas había poca gente, y aquel siniestro portero, con pinta de batera de un grupo de rock que podría llamarse “Dios Bendiga Tu Chirli, Nena”, se encontraba acechándonos bajo el neón extraño del 0DAY.

Una que es educada, se detuvo a la entrada esperando que el portero, que para eso era el portero, me abriera la puerta, pero el cromañón ni se movió ni dijo nada… así que… ¡Improvisé!

-¡Ave Satani! –le solté, y el tipo, como si fuera un robot, se movió y abrió hacia adentro la puerta para dejarme pasar, mientras atravesaba a Gigi con sus ojillos de satanista de pueblo.
-¡Ave de corral! –dijo la Gigi… y os juro que hasta oí un acorde, como en las pelis de terror, de esos que indican al espectador que algo malo va a pasar.
-Disculpa a mi amigo -intercedí entre ellos de inmediato-, pero es que es polako, y no controla muy bien el idioma.
-¿Polaco? –preguntó con voz roñosa el portero-. Pues viste y habla como una marica de Sevilla.
-¡La imagen que ven de España desde fuera! ¡Toros y sevillanas!
-¡Olé! -dijo Gigi súper puesta en su papel de polaka folklórica polifórmica-. “¡Tordos y sevi-lianas!”
-Vamos, pasad… dijo con tal de no ver a Gigi haciendo tonterías con las manos, y entramos en un lugar oscuro, que olía a humedad, a tabaco... y a sobaco.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Dolly, nena! Has tenido una GRAN IDEA con esto del corcho! Ahora podemos colgar nuestras fotos junto a las de otras amiguitas y divas varias, igual que las treceañeras locas del coño que se ponen a Guti y a José Galisteo en la pared!!!

PD: He intentado poner mi foto más grande que la de la puta de la Hidro, pero no me deja.

PD2: Puedo poner una foto de Dareck?