martes, octubre 11, 2005

~15~ 1ª Temporada

En el capítulo anterior…

Por fin la desaparición de mi amiga Sayuri se iba aclarando, y yo me enteraba de qué iba la cosa... además, mi Fe se reavivó gracias a aquel novio postizo que me había caído del cielo… o más bien, de la comisaría de policía…

-He de advertirte, que la decoración de mi casa es algo especial, ¿vale?
-No importa –me dijo Ernesto, ya con ropa sport y con un macuto cargado al hombro, que le daba ese aire de chico de coca-cola, pero súper ideal, con un corte de pelo a lo Clark Kent (que era cómo iba Supermán de paisano).
-Es que… me gusta mucho Dolly Parton, ¿sabes?
-¿La actriz que canta country?
-La misma –y bajé la voz, porque íbamos andando por la calle en dirección a mi casa-. Así que has de saber, que todas mis amigas me llaman Dolly, y tú me deberás llamar así también, ¿vale?
-Entendido.
-Hay chico, ¡qué soso te has vuelto ahora!
-¿Soso? –y sonrió con ese pedazo de mandíbula cuadrada que tenía-. No lo intentaba ser… sólo, es que… me siento incómodo por este sitio.
-Pues esto es Marika Landia, nena, y quieras o no, tú también eres socia del club.
-Lo sé, Dolly.
-¡Uy qué mono! Qué bien ha sonado cuando me has llamado Dolly.
-¿Pero no acabas de decir que todos tus amigos te llaman así?
-Claro que sí, pero dicho por tí suena más… más DOLLY –y me miró de una forma, que sólo se podría comparar a la de un pescado de colores en una pecera-. Déjalo.

Giramos en la siguiente esquina, abrí el portal y comenzamos a subir la escalera. Yo que soy muy zorra, me fijé de soslayo en la impresión que tenía sobre el portal y demás, pero su expresión seguía siendo la misma que cuando íbamos por la calle; vamos a ver, no es que vivia en la casa de Los Monsters, pero mi casa tampoco era del tipo donde se metían a las aspirantes de Miss España.

Cuando estaba empezando a abrir la puerta de casa, y como una maldición gitana, la Numis abrió la puerta de la suya y puso una mano en jarras como si me fuera a chillar algo… pero se quedó como una estatua de sal al ver a Ernesto. Sólo el parpadeo de "no me lo puedo creer", delataba que seguía viva, y no convertida en una estatua.

-¡Dolly! –me chilló con ojos acuosos, en plan Bette Davies, más falsa, que esas que echan las cartas por los canales locales-. ¡Me tenías preocupadísima, nena! –y vino hacia mí, para tocarme a ver si me faltaba un brazo, o para ver si seguía entera. ¿Será cínica la muy puta? –. Arturo me contó lo de esta mañana, y estábamos los dos muy preocupados.
-Pues no te preocupes, porque ya sabes que como te preocupes, te sale la soriasis y se te pone la cara llena de manchas, nena.
-Yo no tengo soriasis -me chistó por lo bajinis-. Hooolaaa… -se presentó en plan leona, a Ernesto-. Soy su vecino –y alargó la mano hacia Ernesto-. ¿Qué tal…
-Bruno –dije yo, porque sabiendo lo cotilla que era la Numis, no quería dar el nombre real de mi guarda espaldas.
-Hola, soy Bruno –dijo Ernesto, con la mejor de sus sonrisas, o lo que era lo mismo, lo dijo de tal forma que la Numis me odiaría de por vida por tener en casa a un chulazo como aquel.
-Qué apretón, nena… -dijo la otra sin soltarle la mano-. Qué fuerza y qué personalidad.
-Que trabajas conmigo en el vídeo club, nena, no eres Aramís Fuster –y separé su mano de MÍ poli chulazo-. Estamos muy cansadas y nos morimos por echar un polvo ¡por echarnos un rato! –rectifiqué de inmediato, aunque la Numis seguramente dejó de oírme al mencionar la palabra polvo.

Terminé de abrir la puerta, esperé a que entrara Ernesto y cerré antes de que la ladilla de la Numis se metiera también; Ernesto fue a decirme algo, pero le hice callar con un gesto, le cogí del brazo y le alejé de la puerta para advertirle muy bajito.

-La Numismática es la marika más cotilla del mundo. No podía decirle tu nombre verdadero, porque entonces se pondría a preguntar como una histérica a todo kiski.
-¿Y por qué me has llamado Bruno?
-¡Coño, no sé! ¡Tienes cara de BRUNO!
-Hombre gracias –y sonrió de una forma tannnn mona, que si no fuera porque estaba muerta, me hubiera lanzado sobre él, pero primero tendría que enseñarle mi casa, claro-. Yo necesito tomar algo, un zumo, batido o lo que sea. ¿Quieres algo?
-Agua…

Nenas, os juro que como en un trance, apareció en mi cabeza la Jennifer Beals espatarrada en la silla, tirando de la cadena y cayéndole una catarata de agua encima.

-Tienes una casa bonita –dijo, sacándome de mi trance y al ver el suelo seco, me alegré de que no tuviera que sacar la fregona para secar todo el destrozo que había hecho la Beals, en su momento Flashdance.
-Gracias –dije encendiendo todas las luces, y le dejé que cotilleara a su bola, mientras le daba un trago al Danao, porque no había almorzao, y le preparé un vaso de agua de la nevera.
-Que te parece si mañana vamos a casa del Alex y hablamos con el compañero de piso.
-¿Con quién? ¿Con la Space? Pues lo vas a tener fácil, nena, porque la Space habla… bueno que si habla la chica. ¡Es todo lengua!
-Algo de eso me comentó Alex.
-Te va a encantar cuando la conozcas, y ya cuando la veas bailar, te volverás loca: hace danza moderna –dije cuando volví con un vaso largo, de esos como de medio libro monísimo, y que había comprado en Ikea, lleno casi hasta arriba de agua. Aparté de mi mente a la Jennifer Beals y a Flashdance, y recé para que Ernesto no se echara por encima el agua, que no hizo, sino que se la bebió de un trago-. La… la habitación de invitados, por llamarla de alguna forma, es pequeña, pero acogedora. Puede que por la noche, si te despiertas, pienses que estés en medio de un concierto de Dolly Parton, pero son sólo posters, no muerden, ni yo estoy loca por ser una fan-fan de Dolly Parton.
-Pero… si hemos de dar una imagen "normal", ¿no sería conveniente que durmiéramos en la misma cama?
-¿QUÉ? –chillé-. Vamos a ver, que estoy tan cansada que por un momento creí oir que querías meterte en la cama conmigo.
-Y eso he dicho. Imagina que mañana, la… -dijo señalando hacia la puerta-, la Numis viene a visitarte, por ejemplo.
-¿La Numis dentro de mi casa? Antes de que eso ocurra, o me volvería puta, o me iría con la Brigitte Bardot a defender los derechos de los burros, por el mundo entero. Además, yo no puedo dormir contigo porque, ¡porque estás buenísimo coño!, y no puedo, me supera, ¿sabes?
-Pero sólo es dormir.
-Como si quieres que nos pongamos a hacer punto de cruz en la misma cama, ¡NO PODRÍA!
-Siempre duermo con ropa interior, no pasaría nada.
-¿Qué no pasaría nada? ¡Pero si veo un calzoncillo en un escaparate y me castañean los dientes, nene!
-Pues tendremos que hacerlo.
-Necesito un actron… no mejor, ¡bromuro! –y me fui a la cocina-. Dolly, debes estar rematadamente loca. Es imposible que tú hayas dicho lo que acabas de decir. ¡Imposible! Diciéndole NO a un chulazo de escándalo que quiere meterse en tu cama.

Abrí el cajón de las medicinas y para mi desesperación, lo más fuerte que tenía era el bisolvón para la tos y el almax para el dolor de estómago. ¡Qué asco! Con lo que había allí no podría ni tranquilizarme, ni suicidarme. Debería ir pensando cual de mis amigas tienen muchas pastillas en casa, en caso de que me diera por el suicidio. Y luego hacer que me invitara a su casa, para suicidarme allí. ¿Qué clase de amiga te pide que la invites a unos callos, y después se suicida con tu botiquín? ¡Una desquiciada de los nervios, desde luego!

-¿Te encuentras bien?
-¿Yo? Como una rosa… de invernadero.
-Dormiré en el cuarto de invitados.
-Gracias –sé que me arrepentiría por esto el resto de mi vida.

Esa noche no pegué ojo, y no fue porque Ernesto, al que había rebautizado como Bruno, estuviera durmiendo en la habitación de al lado, en ropa interior, en mi santuario de Dolly Parton. Quiero decir que allí, el chico estaba a salvo. Jamás se me ocurriría follar delante de la Parton, porque sería lo mismo que un vampiro fuera a chuparle el cogote a alguien que estuviera en una iglesia. No fue eso lo que me quitó el sueño, sino lo que vi por la ventana cuando apagué la luz de la habitación. Gente andando y paseando, seguramente que iban de copas a chueca o a echar un polvete por ahí. Todos parecían tener planes… al igual que aquel extraño que estaba apostado en el escaparate de la tienda de marcos y acuarelas, que hay justo en frente de mi portal. Parecía alto, de complexión cachas… y esperaba a alguien. Alguien que podía ser yo.

¡La marika número 37 que desaparecería del barrio!

1 comentario:

Frank Palacios dijo...

Gracias, nene!
Pero yo no quiero fans... ¡¡¡Quiero un novio como ERNESTO, y me me haga lo del CSI por todo el body!!! (que no me dejaría encantada hasta el trance)