lunes, octubre 31, 2005

~21~ 1ª Temporada

En el capítulo anterior…

Sayuri reaparece, la Paki en lugar de ayudarme o devolverme al mundo real, se interesa más por el estado físico de Bruno, yo me “emparanoyo” viva y veo rubios por todas partes… y los güisquis que me había tomado para tranquilizarme, ahora se vengaban de mí a modo de retortijones. ¡Qué está pasaaaaaaaaaaaaando!

De ser una loca a volverte loca, sólo hay una caja de fármacos y unas cuantas paranoias bien desarrolladas. A mí sólo me faltaban los fármacos, nenas, porque con todo lo que había pasado tras la desaparición y vuelta a la escena de Sayuri, si Mulder y Scully llamasen a la puerta de mi casa, no me preguntaría qué hacen dos personajes de televisión ante mis narices… sino que por el contrario, les invitaría a pasar y les ofrecería unos calamares a la romana que tengo congelados desde hace siglos.

Al llegar e ir a meter las llaves en la cerradura, la puerta se abrió sola, y juro por Dior que ni la Paki ni yo, dijimos “Abrete Sésamo”; Bruno, al otro lado, me atravesó con la mirada, destruyendo todo el encanto que podría tener hacia él, pero tal y como estaba yo (de desquiciada) seguro que ni se me levantaría aunque apareciera George Clooney desnudo, y me diera cachetitos con su miembro.

-¿Se puede saber dónde has estado? -me interrogó Bruno.
-¡De compras! ¿Verdad Paki? –y la miré, pero la Paki de Kentucky tenía cara de flipada al ver a Bruno y descubrir que no la había mentido-. ¿Paki?
-He removido Roma con Santiago buscándote, Dolly –siguió malhumorado Bruno.
-Pues ni en Roma, ni en Compostela. Estaba en el Springfield, y flípalo: ¡allí estaba Sayuri! Tu Alex, nena –Bruno borró el gesto de cabreo y se quedó perplejo-. Sí, nena. La Sayuri, con una rubia súper potente, y una rubia, tía, ¿vale! En plan hétero perdida y hablando como si no me conociera de nada y claro, yo monté el numerito, se me fue la pinza, la Paki me ayudó a emborracharme y ahora me duele el estómago. ¡Necesito un Almax!

Como la Paki seguía como obnubilada con bruno, le di dos besos de despedida, le dije que se pasara a las siete, le di las gracias por acompañarme y entré en casa cerrando la puerta… dándome cuenta de un pequeño detalle.

-¿Y Gigi?
-Vino… -tartamudeó Bruno un poco-. Vino ese amigo vuestro… el compañero de piso de Alex y… se fueron juntos –bajó la vista, aún conmocionado, y volvió a mirarme y la verdad, me dio penita-. ¿En serio has visto a Alex?
-¿A Sayuri? Sí, nene, y déjame que te diga una cosa. Está mal de los cascos, ¿vale? ¡Deberías haber estado allí! –y me fui a la cocina a beber agua y a buscar un Almax para el dolor de estómago-. ¡Paso de todo esto! ¿Sabes? Mi cabeza tiene un límite, y ese es irme de compras a la calle Serrano, ¿vale? No estar buscando a una amiga, que después te trata como si fueras la última mona del circo, y que encima sale un dichoso rubio que quiere matarte. Paso de todo eso. Quiero volver a ser superficial. Quiero tirar mi tiempo yendo de “caza”. Quiero follar, ¿vale? Quiero volver a oír a Dolly Parton, porque ella me entiende y yo la entiendo a ella, y quiero… ¡quiero un dichoso Almax! ¡No me digas que me he quedado sin Almax!

Tras el rollo que me solté yo solita, buscando en el cajón de las medicinas, descubrí un silencio tremendo en casa, y al mirar hacia el salón, vi a Bruno sentado en el sofá, con los codos en los muslos y la cara ahogada entre sus manos.

-¿Bruno? No me vas a decir ahora que estás llorando por esa petarda, ¿verdad? –joder, sí que parecía que estaba llorando, y yo comportándome como la marika más malvada del planeta (después de mi exnovio, claro)-. ¿Bruno? –fui hasta él y me senté al lado-. Venga, vamos, que estás muy mono para llorar. Tú no eres del tipo de hombres que lloran, ¿vale? Tú eres del tipo de hombres que rescatan a la chica que llora, como yo, más o menos…

Y entonces sin mediar palabra, se abrazó a mí y se puso a llorar como un desconsolado. Hay que decir, que aunque este momento parezca tierno, y hasta tenga un punto sexy, me dinamitó la moral como nunca. Yo lo único que pude hacer fue darle palmaditas en la espalda (súper fornida que tenía el tío), y aguantarme el dolor de estómago por culpa del güisqui. El dolor de estómago se me pasaría… pero a Bruno, el dolor de corazón le tardaría mucho en desaparecer.

-Vamos, ya… ya pasó… ea… Bruno, querido, que no estoy acostumbrada a abrazar a tíos cañón... VESTIDOS. ¡Y para ya de llorar! ¡que me vas a dejar la camisa más empapada que la Tena Lady de Concha Velasco, nena!

Aquel comentario le hizo reír, y se limpió las lágrimas antes de mirarme. Quería parecer alegre, pero su rostro reflejaba que estaba hecho polvo.

-Estás como una auténtica cabra.
-Uis, está mal que lo diga yo, pero sí, es verdad.

Bruno volvió a limpiarse la cara, me dio un beso en los morros (digo yo, que en plan amiga, porque casi ni me enteré de que me lo había dado), se levantó y se puso a buscar algo.

-Voy a la comisaría a hacer unas llamadas y… volveré más tarde. Te dejaré mis teléfonos de contacto en la pizarra de la nevera... y debes prometerme, Dolly, que no saldrás de casa, ni dejarás entrar a nadie.
-Ni de coña… pero vendrás, ¿no?
-Sí, volveré.
-A Terminador le sale mejor.
-¿El qué?
-Déjalo… -y me levanté para coger una copia de las llaves de casa y se las di-. Ya sabes que estás en tu casa… yo me voy a echar un rato… a ver si se me baja la hinchazón de la cara.
-Yo te veo bien…
-Ya, nena, como para un Halloween –y le cogí de la mano-. Siento lo de Sayuri y… si vas a llegar tarde o pasa, ya sabes, algo que te retrase y todo eso, llámame, ¿vale?
-Descuida y tranquilízate. Aunque no esté, hay dos compañeros vigilando la casa.
-Bueno… adiós…

Y me fui a mi habitación. Le oí trastear antes de irse, y cómo cerraba con llave mientras yo me había tumbado en la cama, con la tele puesta en Antena 3, para ver a esos megachulazos de Pasión de Gavilanes, hasta que me quedé sopa.

No sé cuantas horas estuve haciéndome la muerta, pero en el mejor de los sueños, donde estaba cantando a dúo con Dolly Parton, la ovación de un estadio lleno de vaqueros con erecciones múltiples, me despertó. No eran los vaqueros los que aplaudían, sino, un grupo de maris de un programa de tarde-noche, del tipo de esos donde la gente va a contar sus miserias y bla, ble, bli, blo, blu ¡BLANDIBLÚ!

Aún emocionada tras mi concierto con Dolly Parton, y sin querer llegar a despertar del todo, seguí haciéndome la muerta sobre la cama, pero con la oreja puesta en la tele, donde una tipa se había puesto a llorar de forma desconsolada, porque se había quedado preñada, y cuando se lo contó a su novio, este la mandó a Tegucigalpa por súper puta, porque como también decía el novio, que supongo que estaba en el plató (porque no estaba viendo la tele), la nena se había beneficiado a medio barrio y calles colindantes. ¡Qué envidia! De haber nacido chica, me hubiera hecho ningómana como la chica de la tele, pero como no fue así, me hice super marika, que se folla igual, y además puedes ser más cool y moderna.

La presentadora comentó el título del programa “si te he visto, no me acuerdo”, y dio paso a una madre, que tras aceptar la condición lésbica de su hija, cosa que le había costado muchísimo a la mujer y sobre todo a su esposo, un buen día, su hija se había enrollado con un hombre y pasaba olímpicamente de su madre y resto de familia. ¡Qué hevy, nena! ¡Y yo me quejo de lo mío! Lo que no me explico es cómo con tantas desgracias, no hay en España más suicidios al estilo Japo, de esos que se cogen de la mano 50 nenas y se tiran a la vía del metro, como en esa peli que vi hace unos años: Suicide Circle.

-¿Y por qué crees que tu hija Rosa, está metida en una secta? –preguntó la presentadora.
-Porque no puede ser otra cosa, señorita –dijo la madre afligida-. Ella me llamaba siempre todas las tardes, antes del telediario… y durante dos semanas, no lo hizo.
-Y no hubo… ¿ninguna discusión entre ustedes? ¿Algún conflicto familiar?
-No, no, no… yo adoro a mi hija. Me costó entender que fuera… ya sabe… éso: lesbiana, pero al final lo aceptamos mi marido y yo; sus compañeras de trabajo también se preocuparon por Rosa cuando desapareció, y ahora que ha vuelto, ha dejado ese empleo, y mire lo que le digo, señorita… no ha vuelto por el trabajo, y a mi me trató como si fuera una auténtica desconocida.
-Eso suena terrible
–dijo la presentadora.

-¡¡¡ESO ES LO QUE ME PASÓ A MI, CON SAYURI!!! –chillé y me quedé sentada en la cama. La mujer, la madre de la tal Rosa, tenía todo el aspecto de la madre que todos queremos, con su punto de ternura, mientras que la presentadora, que intentaba ser convincente y poner cara de que le importaba el tema, se había sentado a su lado y la cogía de la mano.

-¿Por qué cree que su hija la ignoró?
-No lo sé
–dijo la madre-. Cuando volví a verla, me trató como si fuera una loca que había invadido su casa. Dijo que no me conocía, y estuvo a punto de echarme a patadas.
-¡Qué horrible! –dijimos la presentadora y yo.
-Por eso, pienso que ha sido secuestrada por una secta… la del actor ese.

En este punto ya había dejado de oír el programa y eché a correr a llamar a Bruno. Comunicaba. ¡Mierda! Llamé a Gigi, y nada, no estaba en casa. Marqué por tercera vez, y en esta ocasión al teléfono de la Space, y nada. Daba tono hasta que saltó el contestador. Colgué y volví a repetir las llamadas y en el mismo orden. Comunicaba, no lo cogían y no lo cogían.

Sin saber por qué, estaba temblando de arriba abajo, y se me venían a la cabeza títulos de películas como Los Invasores de Marte o La Invasión de los Ultracuerpos. ¿Y si estuviera ocurriendo ALGO con los gays de España? ¿Y si les lavaban el cerebro a todas? ¡¡¡Cómo iba a existir un mundo, si a todos los gays los volvían héteros?
¡¡¡Madre mía, aquello podría terminar como una fiesta del PP y el Opus, juntas!!!
¡¡¡Sería más terrible que cuando la Jackson enseñó el pezón a media América!!!
Me asomé a la ventana, y en la calle, vi a dos o tres parejas gays andando y hablando con mucho amaneramiento. ¡BIEN! ¡Aún quedábamos suficientes marikas en el planeta antes de la renonversión alienígena del espacio exterior!, Lideradas por Rubios, Aliens, ¡o los amigos de Tom Cruise!

Me puse mi cazadora de súper puta en acción, mis zapatillas de deporte Corre!, Forest, Corre!, por si tenía que salir por piernas de alguna situación o andar por cornisas de edificios ¡que nuna se sabe lo que te va a pasar cuando sales a la calle!, cogí el móvil, las llaves y fui a salir en plan Tifón Pamela, cuando dejé a mi ex novio con la mano derecha en alto y a punto de llamar a la puerta con los nudillos.

-¡Hablando del PP! ¿Qué haces tú aquí, Pepe?

2 comentarios:

Anónimo dijo...

eramos pocos y llegó Pepe!!

pero a este que se le ha perdido ahora?, no me lo quiero ni de imaginar, pero seguro que no trae nada bueno :P

chica, tu necesitas un polvo, con Bruno, con Pepe, que más da, folla YA!, y verás como se soluciona todos tus problemas!

muacks

Frank Palacios dijo...

No, nena, un polvo, no UNOS CUANTOS, que lo mío no se quita con uno...

Bueno, unos polvos y unas sesiones de SPA! ¡VIVA EL SPA!

Kisses en las Narices!