miércoles, diciembre 21, 2005

~3~ 2ª Temporada

En el capítulo anterior…

Gigi y yo conseguimos ser puntuales a nuestra cita con el bus de la Takami Corp., tras pasar Súper Aventuras buscando un dichoso cajero automático, y cantando como dos marikas drogadas en el vagón del metro, oldies ochentenos; lo peor, es hacer cola tras dos hediondas del Greenpeace.

El Zen nos regaló otro tema ochenteno de Talking Heads, Wild Wild Life, y Gigi me miró, como si se preguntara como yo, sobre la vida salvaje que deberían tener aquella parejita que iba delante de nosotros, un metro por delante de nosotros, en aquellas cabezas de pelos alborotados y largos, una orgía y festín digital para los dedos y tijeras de un peluquero del ejército.

La cola siguió avanzando… y avanzando, hasta que la parejita de warretes subió al bus, y nosotras nos acercamos a la casetilla donde estaba Olivia (la chica de Takami Corp., monísima e ideal, pero seguro que con el chumino agarrotado, del frío que hacía a esas horas en la Plaza Castilla; mientras estábamos con ella, el conductor del bus guardó nuestras maletas.

-¡Hola, buenos días! –dijo Olivia con voz cantarina.
-Hooolaaa –dijimos Gigi y yo en plan cool, pero lo cierto es que sonó como si fuéramos dos retrasadas hablando con un alien; creo que respondimos así, porque estábamos congeladas de frío.
-Usted debe ser… -dijo mirando su listado de ¡GANADORAS!-. Dolly Partos y acompañante.
-Me llamo Gigi –dijo Gigi para aclararlo.
-Encantada, Gigi –dijo mientras sacaba de debajo del mostrador de la caseta, dos bolsas de viajes de escándalo, pero de auténtico escándalo, nenas.

Y hago un inciso para describiros las bolsas de viaje, porque es que no tienen desperdicio. Eran estilo… estilo mochila militar, pero súper cool, con cantidad de bolsillitos, de una tela muy parecida a la pana, en un marrón y verde, como formando olas… de súper camuflaje, vamos, y la podías llevar colgada a la espalda, o tipo bandolera, pero cargando a la espalda como si fuera un carcaj (un carcaj, nenas, es eso que llevan las elfas a la espalda para guardar las flechas), y los tirantes no eran de tela, sino como de piel con pelo de coño de mamut, o similar. Ideales, de escándalo y pesadas, pero como sarna con gusto no pica, soportamos ese peso y el que nos echaran.

-¡Cuánto pesan! –dije al coger la mía.
-Dentro van folletos de nuestras instalaciones, una gorra, camiseta, unas gafas de sol, un dvd-rom interactivo, un listado de actividades, asignación de las cabañas y un plano del Valle Takami, con diferentes rutas de senderismo… y algunas cosas más, como una cantimplora, una brújula…
-¡Neeenaaa! –le chillé a Olivia-. ¡Que nos vas a hacer sentir como Miguel de la Cuadra Salcedo! ¡Qué ideal!

Olivia, aunque era muy cool, también era muy jovencilla y seguro que no sabía quién carajo era Miguel de la Cuadra Salcedo, que cuando yo era pequeña, allá por los 80, me ponía como el chupinazo de los Sanfermines, ese megachulazo cuadrado, peludo y con un bigotón, capaz de asustar a cualquier criatura de la jungla. Marikas incluidas.

-Ya estamos todos, y creo que en lugar de esperar a cumplir con el horario, podríamos ir partiendo.
-¡Pues muy bien! –dije yo cuando subía al bus, con Gigi detrás-. ¡Partamos a la aventura!

Saludé al conductor, que tenía cara de conductor y aunque era jovencillo, tenía tanto morbo como un almirez, y miré hacia el interior, donde todo el mundo ya se había sentado y nos miraban como si fuéramos dos lanzadoras de cuchillos del Circo Ringworld; nosotras sonreímos, pero sin abrir el pico, y en segundos todos siguieron hablando de sus cosas y reanudaron lo que estuvieran haciendo. O sea, esperar a que arrancara el bus y cotillear el contenido de la bolsa de viaje tan hiper cool que nos habían regalado.

Yo me fui hacia la parte trasera del bus, y vi otra vez a nuestros acompañantes premiados: la pareja de guarros del Greenpeace, la parejita cool, la madre gorda con su hijo gordo, las dos viejecitas, y los dos chicos… de aspecto raro, que estaban casi al fondo, JUSTO, donde tenía pensando sentarme con Gigi.

Y digo raros, porque uno de ellos, que me recordó a la Furcia, porque tenía los ojos tan pegados a la nariz que parecía una rata, nos miraba como de forma rara. Le acompañaba otro chico guapísimo, de aspecto normal, pero guapísimo porque estaba buenorro, pero que estaba más interesado de lo que pasaba al otro lado del cristal de la ventanilla, que en interior del bus, y no estaba para nada emocionado por pasar una semana gratis en una de las cabañas Takami.

-Como sigas andando nos salimos del bus y nos metemos en el taxi que hay en la parada -dijo Gigi, señalando el taxi que había parado detrás del autobús.
-Vale, nos sentamos aquí. ¿Ventanilla o pasillo?
-Ventanilla -dijo Gigi.
-¡Felicidades! Te ha tocado pasillo, o sentarte en el otro lado donde tienes una ventana para ti sola, aunque claro, no podrás oír la música de mi zen.
-Vale, pasillo.

Nos sentamos, colocando las súper mochilas nuevas a nuestros pies, y quitándonos los guantes, gorros y bufandas, porque en el bus hacía un calor de sauna turca, vi cómo La Rata, sí, ese chico que había visto segundos antes, tres butacas hacia el frente sentada, se arrodilló en la butaca de delante de las nuestras y nos sonrió de forma rara.

-¿Sois del gremio?
-¿¿¿??? –ésto lo hizo Gigi cuando me miró.
-¿Perdón? –dije yo.
-Que si sois del gremio… -repitió La Rata.
-¿Del Gremio? ¿Tour Operador o algo así? -una tiene tablas, y sabe ser zorra cuando quiere.
-No, chocho: marica. Seguro que sois maricas.
-Y tú una grosera y ordinaria. ¡Anda!, ve a tu sitio o llamo a la señorita.

Dije yo y la intenté ignorar, aunque tenía su cara de rata a menos de 30 centímetros, cuando me ofreció su mano.

-Me llamo Gustavo.
-Como la rana –dijo Gigi, y a mi me entró la risa.
-¿Nos puedes dejar…? –pregunté haciendo un ademán con la mano para que se pirara, pero La Rata Gustavo seguía ofreciéndome la mano, que ni muerta iba a aceptar, porque conozco muy bien a este tipo de marikas, más conocidas como “marikas asanguijueladas”. De las que se te pegan y no hay Dior que se las quite de encima-. Por favor, ¿nos puedes dejar…? Gracias.

Y La Rata Gustavo se fue a darle la brasa a su acompañante, el buenorro que le acompañaba y que en esos momentos miraba por el cristal. Seguro que estaba contándole lo malísimas que éramos a su acompañante, porque de cuando en cuando, miraba hacia atrás y nos señalaba con el dedo.

-Nos está señalando –dijo Gigi.
-Ignórala –dije yo, que la miraba de reojo, y me sacudí para cambiar de conversación-. Nena, no me digas que no estás emocionada.
-Muchísimo, tía, y seguro que la cabaña tendrá una chimenea, y estaremos como en La Casa de la Pradera
-No sé, estas japonesas son muy listas y modernas, y si hay chimenea, seguro que es eléctrica y al lado hay un karaoke, Gigi.
-¡¡¡¿¿¿GIGI???!!! –oímos como chillaba La Rata Gustavo, cuando saltaba otra vez de su butaca al pasillo y otra vez a ponerse de rodillas en la butaca que teníamos enfrente-. ¿ERES GIGI? –chilló la marika con tanta fuerza, que hasta el conductor del bus miró hacia atrás.

Y la verdad es que tenía para mirar, porque La Rata Gustavo, que no paraba de decir “no me lo puedo creer” todo el tiempo, mientras que su cara brillaba de forma sobrenatural por la emoción hasta el punto, que los ojos se le aguaron cuando me miraba de arriba abajo una y otra vez.

-¡No me lo puedo, creer, no me lo puedo creer, no puede ser que sea verdad…! -y miró a Gigi-. Si tú eres Gigi… -volvió a mirarme a mí y me señaló con un dedito fino de los que tenía en la mano derecha-. Entonces tú… tú debes ser… ¡¡¡DOLLY PARTOS!!!

Y salió de la butaca al pasillo (como proyectada por un resorte en el culo) y se puso a dar saltos como si fuera la del Exorcismo de Emily Rose; Gigi se asustó un montón y se cogió de mi brazo.

-Tía, está zumbada –dijo Gigi.

Y es que hay algo peor que una marika sanguijelosa, y es una marika sanguijelosa fanática, como nuestra amiga La Rata Gustavo, que dejó aquellos extraños ataques de epilepsia, y saltó otra vez a la butaca que teníamos en frente, con lágrimas en los ojos y la cara roja como el niño rubio del anuncio de coches.

-¡¡¡No me puedo creer que esté compartiendo un autobús con Dolly Partos!!!
-¡Creo que esta mañana te has pasado con el café, neeenaaa! –le dije.
-¡¡¡Soy tu fan número uno!!!

Y se me vino a la mente la imagen de Kathy Bates con dos tablones de madera y una maza para partir rodillas, vestida como una chafardera perturbada en Misery; parece que Gigi pensó en lo mismo, porque me miró y chillamos súper asustadas, como aquella vez que la dependienta de un centro comercial de Wisteria Majadahonda Lane, estuvo a punto de cortar con unas tijeras mi VISA.

-¡Socorro! –chillamos las dos.
-¡¡¡SIGO TODAS TUS AVENTURAS, NEEEENAAAA!!! –chilló súper nerviosa.
-¡Vaya! Pues si las sigues, ¿cómo es que te sorprendes tanto de verme aquí?
-Porque los cabrones de Timofónica me cortaron la ADSL en el capítulo del epílogo-go –y se me acercó tanto, que capté esa fragancia que todas las marikas poco cool suelen llevar, que se supone que es colonia para hombres-hombres, pero que termina oliendo a merienda de viejas en una cafetería, zona de fumadores-. Lo vamos a pasar taaan bieeen –dijo de forma siniestra.
-¡Y un cojón de mona pakistaní, nena! –dije yo viéndomelas venir-. Yo me lo voy a pasar bien, y tú puedes hacer lo que te de la gana, a un kilómetro de distancia de mí.
-Seremos súper amigas.
-¡En la otra vida, neeenaaaa, no en ésta! –dije rotunda, pero cuando intentas ser cuerda con una loca, no sirve de nada, porque La Rata Gustavo no dejaba de mirarme.

Y en aquel momento se encendieron los televisores del autobús, y comenzaron a pasar un publireportaje de Takami Corp., con una música tremenda que recordaba a hilo musical o a Kiss FM, cuando Olivia, desde la parte delantera se puso a hablar por un micrófono.

-Bienvenidos y felicidades a todos, en nombre de la Corporación Takami, en su nueva etapa de Cabañas y Casas de Campo… -y siguió hablando.

Hubo un pequeño momento de caos, y pasaron muchísimas cosas a la vez, que rozaban lo paranormal.

Mientras la Rata Gustavo saltaba y chillaba mi nombre, su acompañante (el que miraba por la ventanilla, como ausente del mundo), le cogió de los hombros, le tranquilizó diciéndole algo que no conseguí escuchar, porque Olivia estaba más que parlanchina contándonos lo que nos esperaba en esa semana de vacaciones en una cabaña en el Valle Takami.

Los warros del Greenpeace, la parejita cool, las dos viejas y la señora gordo con el niño gordo que dijo “piñata”, y no me preguntes por qué, todos, estaban mirando a la marika que chillaba en el pasillo, hasta que se controló y su acompañante consiguió sentarla y cerrarle el pico.

Y el niño gordo, entonces, me miró a mí, directamente a los ojos, y dijo otra vez “piñata”, se dio la vuelta y se sentó, y no volvió a decir "piñata".

Nuestros asientos se mecieron y el bus se incorporó al tráfico, para salir de la ciudad.
Y entonces… de una vez por todas… empezó esta nueva aventura.

8 comentarios:

Frank Palacios dijo...

Onliyu, no te quejes, que con la diferencia horaria de las Bostonianas, me podrás leer antes de irte de kankaneo, vestidito de nanuk el esquimal.

Pauli, buena idea lo de las bragas con las iniciales (pero para nenas), para chicos en plan boxer, marcando paquetón, ambas dos con la DP atrás.

Mira que me fastidia encontrar mensajes nuevos cuando actualizo, así que mejor poner las respuestas en el nuevo capítulo, y al que le pique la curiosidad, que retroceda un capítulo, ¿no?

By the way...

¡¡¡FELIZ NAVIDAD, NEEENAAASSS!!!

Hidroboy dijo...

Eres lo peor nenaaaa. Inexplicablemente me he sentido identificado con la asangüijelada fanática y sus problemas con el ADSL. ¡Puta!

Por cierto, vas directa a Twin Peaks.

PIÑATA

Peibols dijo...

FELIZ NAVIDAD a ti tambien otra vez, Dolly, nena.
Twin Peaks? Cuando recuerdo las gafas que llevaba Madelein (la prima de Laura Palmar) siempre pienso "hostia, Madelein".

Eso te pasa, Dolly, por poner tu vida en el interné, por eso tienes fans y gente que te sigue, sino, estarías mucho más tranquila, so bobaaaaaa

La mochila será la envidia de Chueca cuando vuelvas... si vuelves... muahahahahahahaa
Ay! Nunca suena nada de Kylie 80tera en tu Zen, nena?

lotuyonotienenombre dijo...

tía que me despisto un día y ya casi has salido de la ciudad. mucho cuidadito porque a mí lo del bus y la mochila militar me parece muy battle royale. y eso era de mucha sangre, y muy de matarnos entre todas. no te fíes de naaaadie.
y quién pudiera coger la guagua para ir de shoppingsss. puta huelga.

Frank Palacios dijo...

Hidro, nena, en todas las casas se cuecen ADESELES! ¡PIÑATA pa ti!
El nene gordito es conpletamente FREAK y assusta.

Peibols, a ver si te sale una Fan-Tarada como esta y te cagas del susto. Si me vieras la mochila, matarías por ella. Y tranqui, que ya pondré temas de la Kailee en el ZEN, que me he llevao el concert.

Lotuyo, duerme tranquila que me he visto las dos Battle Royale, y estoy preparada para la supervivencia, gracias a la serie de pelis Fire Island Cruising... en todas sus secuelas. ¡Viva Lucas Entertainment, neeenaaa!

Onliyu, nena, tranquila que nos alejaremos muy y mucho de La Rata Gustavo, y de su novio raro, y eso que en la hoja de actividades que nos ha dado la Cool de Olivia, hay varias marcadas como: "en grupo" ¡¡¡!!!

PD: Si no os ha tocado la Lotería de Navidad... ¡JODEROS!, que a nosotras tampoco.

lotuyonotienenombre dijo...

pues yo le compré la edición especial de la primera, al nene, que es fan. pero ahora veo que tenía que haberme cambiado a la otra isla, y si no le gusta, pues quesaguante !!
onliyu, sí que está apocalíptico el tema. y desgastar he desgastado de todo, porque me dio por recorrerme manhattan en monopatín. y yo no sé montar en monopatín... muy pero que muy fuerte la experiencia.

Frank Palacios dijo...

Weno, pero ya se ha terminado la huelga, así que ya podrás coger el metro again, y no tendrás que ir en monopatín cantando la canción de Regreso al Futuro. Que además, las fotos en monopatín salen muy borrosas.

lotuyonotienenombre dijo...

jo, si me llego a acordar de eso antes, me agarro a una furgoneta como el j. fos y llego antes que nadie, y sin las agujetas estas que no me van a dejar ni arrodillarme ni bailar ni nada. pero yo en casa no me quedo, que una es muy sufrida cuando quiere.