~31~ 1ª Temporada

En el capítulo anterior…

Me había convertido en la 1ª Súper Héroe Gay, al salvar de su lavado de cerebro a todas aquellas lesbianas tan monas, y ahora me tocaría salvar a las marikas… de los oscuros planes por parte de La Space y el Rubio, ¡¡¡de heterosexualizar a los Gays de Madrid!!!

Me detuve un segundo para pensar o mejor dicho, para afinar el oído. Puede que a las marikas les estuvieran proyectando una peli... de cómo se un perfecto macho de casa, de esos que al mear dejan la taza del retrete en plan 101 Dálmatas Yellow, y de los que no saben darle la vuelta a la tortilla, a menos que seas un cocinero vasco, como Arguiñano, con las falanges de los dedos súper peludas, como el coño de una gata.

No se oía nada, a parte de mis nervios. ¿Se pueden oír los nervios? Te preguntarás. Pues sí, nenas, se oyen, porque las tripas te crujen como never. Así que me tranquilizó comprobar que sólo estábamos yo y mis tripas, y seguí andando hasta doblar la esquina, donde me encontré con ¡¡¡el Rubio!!!

-¡JARL! –chillé y las manos se me fueron directas a las mejillas de la impresión. Un acto reflejo muy propio en mí.

El Rubio, ni os cuento. Pegó tal alarido, que la oyeron ¡desde Nebraska! ¡Claro, nenas! Porque la criatura pensaba que me había escoñado por el pozo ese de The Ring, y que estaría más muerta que la Kenny de South Park desde que empezó la serie; aquello me dio la opción de ser Reina por un Día. Bizqueé, alargué los brazos hacia el Rubio y desencajé la mandíbula como una lunática, y puse los dedos crispados como la nena de The Ring.

-¡Tú me mataste! –chillé en plan ventrílocua loca.

Avancé un paso y le cogí de los hombros, intentando poner los ojos en blanco hasta que se me desenfocó la vista… ¡Y el tipo cayó al suelo de rodillas! ¡Coño!

Me alejé y dejé de hacerme la payasa, viendo cómo se llevaba el brazo derecho al pecho, y le colgaba el brazo izquierdo a un lado... como si lo tuviera dormido.
¡Virgen Santa! ¡Le estaba dando un infarto al tío!

-¡Ey, tonta, que soy yo! ¡Que no soy un fantasma! ¡Que soy la Dolly y estoy viva! –dije intentando tranquilizar al Rubio, pero el tío se fue de bruces al frente, más tiesa que la Singer que tiene mi abuela.

…

-¡¡¡DIOS BENDITO, HE MATADO A UN HOMBRE!!! –chillé histérica hasta más no poder. Le di un puntapié al Rubio, mientras me inflaba a llorar. El Rubio no se movía, neeenaaas ¡no se movía!-. ¡Ay que lo he matado! ¡Ay que lo he matado! ¡Dolly eres una asesina! ¡Has matado a un hombre! -chillé en medio de aquel horror que yo misma había provocado-. ¡Eres una mata rubios, neeenaaa!

Rodeé el cadáver del Rubio, y no lo toqué más. Me persigné, que aunque no me declaro católica ni nada de eso, coño, ¡tenía auna muerta frente a mí! Me mordí las uñas hasta las yemas, y me alejé varios metros, hasta que el pasillo se dividió en dos, e inmediatamente supe que los chicos estaban en el de la derecha. No porque me hubieran brotado poderes de médium, sino porque en el de la izquierda estaba el ascensor.

¡¡¡MI SALIDA!!!

Eché a correr por el pasillo de la derecha, y no tuve tiempo a abrir aquella puerta ferruginosa. Me resbaló la mano y me estampé contra ella, como en esos vídeos de primera, donde se ve a un bebe idiota que corre contra la puerta acristalada que separa el salón del jardín, y se queda como un post-it, antes de caer de culo al suelo. A mi me pasó lo mismo. La única diferencia es que no llevaba puesto un pelele.

Lo peor no fue el golpe. Lo peor fue el escándalo que estaba montando yo solita, y todas las bolleras que ya se estaban despertando en la sala contigua, estaban berreando medio histéricas. ¡¡¡Aquello se estaba pareciendo cada vez más a una mani de Comisiones Obreras, neeenaaa!!!

Me levanté medio zumbada por el hostión que me había dado contra la puerta, y giré el pomo. ¡¡¡Virgen Santa!!! Eras como un calco de lo que había visto en la sala de las chicas, aunque claro, este era más cool, porque en la pantalla del cine freak aquel, un chulazo de unos 50 tacos te enseñaba a sentarte en una silla, sin hacer la marika, ni descruzar las piernas como Sharon Stone sin bragas, enseñando el furby rasurado.

Como ya sabía lo que tenía que hacer y dónde debería hacerlo, corrí a desenchufar los auriculares… y esta vez lo hice en racimos. Me volví loca arrancando cables y más cables, y me puse a gritar para despertar a todas las marikas hipnotizadas. Rebeca estaría haciendo lo propio con las chicas, así que en caso de que llegaran los malos (la Space y alguien que no fuera el Rubio, porque ´lo había matado de un DollySusto, no superarían en número a tantas marikas y bolleras súper cabreadas por el forzado cambio de identidad sexual.

-¡¡¡NEENAAASSS!!! ¡¡¡Arriba esos culos!!! ¡¡¡Hora de la fiesta de la espuma!!!

No se levantó ni una, oye.
Hipnotizadas perdidas que estaban, con el mecha chulazo cincuentón de la pantalla, y las comprendo perfectamente, porque con las piernas cruzadas y ese traje, marcaba tal paquetón, que volvería locas a las fetichistas del look ejecutivo. Que le vante la mano la marika a la que no le ponga ver a un chulazo en traje de ejecutivo. ¡JUARZ! Sabía que ibais a reaccionar así, ¡so putas!

Me paré a mirar la mesa de conexiones y vi un interruptor, que accioné de inmediato, y el techo comenzó a centellear mientras los neones se iban encendiendo poco a poco, mientras yo daba palmas como si fuera una concursante de Mira Quien Baila.

-¡Arriba esos culos! ¡¡¡HAY QUE SALIR DE AQUÍÍÍÍ!!!

Fui hacia ellos, y controlé mis ADN de puta, porque había algunos de escándalo (y que seguían aún bajo los efectos hipnóticos de la pantalla), que tenían todas las papeletas para llevarse un DMG (Dolly Magreo Gratis), pero me contuve, y mientras buscaba a la Munis o a Gigi, fui quitándoles los auriculares de las cabezas y dándoles una colleja a ver si se despertaban antes.

-¡¡¡GIGI!!! –grité, pero allí sólo vi chulazos mirando hacia la pantalla, hasta que la localicé. ¡Imposible no distinguir su camisa lolailo, entre tanta marika bien vestida-. ¡GIGI! –repetí cuando le di un abrazo a su cuerpo frío y aún catatónico. Miré el número de su silla y volví hacia atrás, hacia la estantería y… ¡No estaba! ¡No había estantería en esa sala! ¡Mierda!

-¡Manos arriba! –dijo una voz que me resultó familiar.
-¡Space!
-No dudaré en disparar, Dolly.
-No, mudita, ya me he dado cuenta de que no, ¡hijadelagranputa! ¡Estabas metida en este fregado y te hacías la sueca! Bueno, te hacías la muda, pero es lo mismo, ¡so traidora!
-Es por el bien de todos…
-¿De todos? De mí, desde luego que no, so marika homófona, que me estás apuntando con esa pistola.
-Hay momentos en la vida, en que uno debe hacer lo correcto.
-¡Pues planta un libro, escribe un árbol o lo que sea, pero no luches contra la naturaleza humana! ¡Conversora de marikas! Yo nací marika y moriré marika –bajé la vista hacia el cañón de la pistola y me subieron los colores-. ¡Retiro lo dicho!
-Has causado muchos problemas, Dolly.
-¡¡¡Qué coño está pasando aquí!!! –gritó tras de mi una voz que también reconocí al instante, y que mis ojos me confirmaron al darme la vuelta, olvidando que la Space me estaba apuntando con un arma.
-¡Es la Vader! –chillé.
-A mi no me lames Vader, marikón.
-¡Mira quién habla! ¡La Bertina Osborne del Lether!
-¡¡¡Dolly!!! –me chilló la Gigi súper asustada.
-¡He venido a resfafastos a fogas! –intenté decir cuando la Space me tapó la boca y me llevó hacia ella, apuntándome en las sienes con la pistola -¡FEFO FEFÉ FONFA!

traducción: “¡PERO SERÉ TONTA!”

-¡¡¡Que nadie se mueva o le vuelo los sesos!!! –y bajó el tono de voz al decirme-. ¡Retrocede, o pinto las paredes con tu cabeza!
-¿FO FOFEFOS FAFLARFO?

traducción: “¿No podemos hablarlo?”

-¡Todos atrás, o le vuelo la cabeza! –ordenó la Space, a los chicos que ya se habían despertado de su trance, y que miraban como flipadas la situación, donde para variar, yo volvía ser la estrella, a la fuerza, hicieron caso a La Space-. ¡Atrás!
-¡FIFI, FAFA A FRUNO!

traducción: “¡Gigi, llama a Bruno!”

-¡Calla! –chilló la Space.
-¡Trae aquí a ese engendro! –dijo una voz de hombre mayor, que sólo pude oír, pero no ver quién era el dueño de esa voz carrasposa-. ¡Hay que abandonar la nave!

¿La nave? ¡COÑO! ¡A ver si era verdad que eran todos marcianos y yo sin terminar de creérmelo!

-¡Andando, Dolly! –dijo la Space y me hizo girar en el aire 180 grados, para ponerme cara a cara con EL MAL ABSOLUTO.
-Así que esta es la marica graciosilla que tantos problemas nos ha dado… -dijo EL MAL ABSOLUTO, y terció una sonrisa que pondría los pelos de punta a un cadáver, como el del Rubio, por ejemplo-. Me gustan… sus ojos –y ce acercó más a mí, rezumando aquella peste a alcohol avinagrado-. Tienen la medida perfecta…

¿Qué? ¿Qué? ¡Qué medida perfecta! ¿PARA QUÉ? ¿Para qué quería mis ojos EL MAL ABSOLUTO? ¡Con lo que ligo yo con mis ojazos verdes, que te quiero verde!

-¡Trae al engendro, hijo mío! ¡Acabemos con esto de una vez!

¿Qué engendro? Busqué con la vista algún engrendo por allí, pero no vi a nadie. ¡COÑO! ¡Se refería a mí! ¡¡¡NEEENNNAAASSS!!!

Oí cómo las marikas chillaban en la habitación cuando la Space cerró la puerta, y me llevó en volandas junto con EL MAL ABSOLUTO, que se dirigía con pasos cortos y rapidillos como el conejo de Duracell, hacia el ascensor.